LOS CHINOS, ÁFRICA Y AMÉRICA LATINA.
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Los proyectos libertarios que varios -incluso
filósofos y literatos notables- acariciaron en los años sesenta y setenta,
sobre todo, terminaron en rotundos fracasos. Por ahí no era el camino a la
libertad. En cualquier caso, le corresponderá a grupos y generaciones venideras
desarrollar nuevas utopías si fuese
el caso. En aspectos de la inversión, la economía y las relaciones
internacionales, considerando a China y su expansión, algunos que profesan
libertad y desarrollo del ser humano, terminan haciendo lo mismo que los chinos llamaron en algunos años, a partir de Mao, Tigres de papel. Y es que realmente
nadie desarrolla a nadie. Solo lo logra la libertad, políticas económicas
adecuadas, el abandono de modelos fracasados como el socialismo y los
neoliberalismos extremos, y el empeño y
el consenso que puedan tener distintos grupos sociales y políticos para
entender y abonar en el camino del crecimiento y el desarrollo.
Y LLEGARON LOS CHINOS….
Contrario a un pronóstico que en los
años sesenta -y todavía en los setenta podía ser impensable, los chinos –o
líderes y grupos dominantes- posteriores a la muerte de Mao, reestructuraron el
proyecto socialista/comunista y se siguieron llamando de cualquier manera que
los presentara no cambiando aunque si
cambiando,
y teniendo el más salvaje de los capitalismos en algunas zonas a lo interior de
su territorio, como el caso de las cercanas a Hong Kong o el amplio y exitoso
puerto de Shanghái y la histórica y
exitosa ciudad de cobertura del mismo.
Son suficientemente conocidas las
décadas creciendo a tasas altas –aunque en años recientes se han visto
reducidas- así como su participación en la producción y el comercio mundial de
todo tipo de bienes y armas. Ni que decir en la robótica y en variados
modernismos en ciudades y formas de vida. También, sus superaciones en cuanto a
exposición de sus comportamientos en áreas como la piratería intelectual, al
incorporarse a OMC en 2001,
dado haber sido como país un violador permanente de normas y principios
asociados a la propiedad intelectual y
el comercio.
En años recientes, si evaluamos parte
de sus relaciones con los EE.UU. observamos
como se ha convertido en el principal
oferente de importaciones desde este país, pero también se ha disputado lugar
de destino de exportaciones del mismo país, siendo solo superado por Canadá y
México (puede verse https://piie.com/microsites/globalization/what-is-globalization.html, 2018 Peterson Institute for
International Economics). También se tiene en esas relaciones, el complicado
contexto de expectativas y acciones en cuanto a medidas asociadas al llamado
desde hace décadas nuevo proteccionismo,
dadas las acciones de la administración de D. Trump en áreas como las
industrias del acero
y que remiten de manera importante a China. Pero también recientemente en el
comercio de autos eléctricos que reciben anuncios y medidas de protección de parte
de la administración Biden. En esto último no escatima la nación China en
acometer acciones de desplazamiento de
producción de los mismos como han sido sus recientes iniciativas con Brasil.
Pero no es esa interacción de China,
los alcances reales del crecimiento de su PIB o las posibilidades de ubicarse
como avanzada de la economía mundial, a pesar de sus aspectos no atendidos del
desarrollo económico, de las libertades y la vida en democracia, lo que inspira
el título de esta nota; es más bien, la atención como espacio de inversión y
comercio que ha pasado a ejecutar en cuanto a Asia, África y América Latina
como mercados de inversión, comercio y de obtención de materias primas,
manteniendo un estilo y concatenaciones que en nada se alejan de lo ejecutado
por los países de avanzada del capitalismo mundial o sus empresas
internacionales,
en los últimos 50 o 100 años, o el que ha apartado aquel llamamiento de líderes
izquierdistas, sobre que de esta tricontinental surgirían esperanzas para la
humanidad -haciendo el trabajo revolucionario correspondiente- en base a la
construcción de la sociedad socialista.
Así, en primer lugar, en cuanto a Asia,
China ha pasado a ser inversionista en la llamada Operación Mekong, abordando
países con los cuales ha tenido cercanía geográfica, vínculos políticos y hasta
conflictos armados –según los casos-, como Laos , Vietnam, Cambodia, Myanmar y
Tailandia (ver China Solidifies Its Influence in Southeast Asia www.spiegel.de/international/world/operation-mekong-china-tightens-grip-on-southeast-asia-a-1232484.html).
Se repiten situaciones y procedimientos similares y puede ilustrarse con el caso de dos países. En Laos una compañía China ha estado
construyendo una línea de ferrocarril de 414 kilómetros a la capital laosiana,
Vientiane, y aunque se expresaron reservas se proyectó lista para el 2021, cosa
que efectivamente sucedió.
Es un proyecto tecnológicamente ambicioso
-la mitad de las pistas se conducen a través de túneles, mientras que los
tramos de puentes se proyectaron de 60 kilómetros-; en 2016, planificadores de
costos los estimaron en unos $ 6 billones (5,2 billones de euros). Se ha visto que
China genera una dependencia de la que el país socio no puede liberarse
fácilmente en cualquier momento. Laos,
así, está aferrado en la trampa de la deuda de China. Toda la ruta, tal cual
señala el ingeniero jefe Lin, 30 años, se divide en seis etapas de
construcción. La oficina de Lin emplea a 4.000 trabajadores chinos. Aunque tan
solo "Unos cientos de laosianos trabajan aquí también", señaló Qiu
Jixin, de 44 años.
En el caso de Vietnam dadas las cercanías ideológicas de los dos gobiernos, hay
perspectivas de interés a destacar. Así, en Hanói, las compañías chinas están
construyendo un metro, mientras que en la costa sureste, una central eléctrica
de carbón construida en China está a punto de entrar en operación. El primer
tramo entró en funcionamiento en 2021, con proyecciones cercana para los otros
tramos.
Docenas de fábricas textiles chinas se han asentado en el cinturón industrial
alrededor de la ciudad de Ho Chi Minh (Saigón). China es el mayor socio comercial
de la nación que se refiere. Por otra parte, críticos al gobierno vietnamita
han señalado que lo que les asusta de China no es solo la supremacía económica
del país y sus ambiciones imperiales sino que "Mucho mayor es nuestro
temor al modelo autoritario de China, un estado de vigilancia tecnológicamente
avanzado". Este modelo, planteado así por los críticos es uno de los que
el liderazgo del partido estatal de Vietnam
encuentra atractivo. "Nuestro gobierno aún está muy lejos de poder
monitorear constantemente a sus ciudadanos como lo hace el de Pekín. Pero incluso
ahora tengo que pensar dos veces con quién me reúno". En resumen, visto de
nuestra parte, un modelo de vigilancia y
restricción de las libertades ciudadanas.
La expansión de China en Asia tiene
otros elementos de relevancia y ellos atañen a la dimensión política y militar
y -con ello- a la presencia de los EE.UU.
en la zona y a su posible renuencia a dejar que esta sea dominada por otra
potencia. Para algunos analistas, existe la duda de si China pueda llegar a
conformarse como una gran potencia o solo ser una potencia parcial, aunque todo
indica un avance rápido hacia la primera de las tendencias. En cualquier caso,
esto remite a lo que se ha dado en llamar La Trampa de Tucídides (Historiador de las
Guerras del Peloponeso) y el mismo remite a las discrepancias entre un poder emergente
y un poder decadente
así como a la conclusión de que una porción alta de casos de este tipo pueda
terminar en guerra; que en el caso de la actualidad implica la guerra nuclear.
El analista GIDEON RACHMAN/FINANCIAL TIMES ha venido resaltando esta
perspectiva, que no ha impedido la expansión de China por vías casi naturales,
como la señalada de la ruta del Mekong.
También, en segundo lugar, se encuentra el espectro de participación de
China en África.
La exigencia económica y geopolítica de Pekín sobre África (54 países) se demostró en el Foro de
Cooperación África-China (Pekín, inicios septiembre 2018) donde el presidente
Xi Jinping ofreció inversiones por USD 60.000 millones para el desarrollo de
África.
Países africanos más pobres y menos desarrollados -sin precisar cuáles-
quedarían condonados de las deudas pendientes contraídas en forma de préstamos
sin intereses con el Gobierno chino.
La cooperación económica tiene como
objetivo la obtención de recursos naturales, centrando Pekín sus esfuerzos en
reforzar los lazos militares y financiar proyectos de infraestructura en la
región en el marco de su proyecto en cuanto a la Nueva Ruta de la Seda. Se trataría de una red de infraestructuras que busca unir
China con África, Europa y el centro y sudeste de Asia a través de puertos,
carreteras y ferrocarriles. Así, China ha financiado la construcción o
renovación de más de 6 000 kilómetros de ferrocarril en países como Angola,
Etiopía, Kenia, Nigeria, Sudán o Yibuti. También ha construido estadios de fútbol, hospitales, carreteras,
aeropuertos, puertos, polígonos industriales y muchos de ellos se han erigido
con mano de obra china.
Más de 2.000 empresas chinas están
presentes en 50 países del continente africano, donde se calcula que hay entre
uno y dos millones de trabajadores procedentes de china. En 2017 había, en
Zambia, 100.000 chinos trabajando y viviendo de forma ilegal; derivándose que
la ciudadanía africana no se beneficia de los empleos generados por la
inversión en infraestructuras.
Los
Productos baratos chinos destrozan África, pues China utiliza mayormente
su propia mano de obra y hay apropiación de recursos naturales. Esto conforma –debe
señalarse- el conjunto de lo que algunos consideran mitos en la discusión de los efectos de la expansión China en África
y que a pesar de lo observado y registrado discuten con informaciones
alternativas o basadas en compensaciones analíticas tipo “hay costos inevitables”, “las
potencias de occidente hacían lo mismo”, entre otras que pudieran
destacarse (puede verse https://www.youtube.com/watch?v=5pU160PW9UU).
Desde 2009, China es el primer socio
comercial de África, y esta expansión ha implicado la búsqueda de materias
primas para alimentar su crecimiento económico a cambio de préstamos
multimillonarios para construir infraestructuras, tal cual se ha señalado. El
comercio entre China y África alcanzó los USD 170.000 millones en 2017 y USD 282.100
millones en 2023; manteniéndose como el mayor socio comercial durante 15 años
consecutivos, según datos del Ministerio de Comercio chino;
siendo Sudáfrica, Angola y Nigeria los
mayores socios de la nación asiática. Desde 2015 su inversión directa promedio anual en
África fue de alrededor de tres mil millones de dólares, con notable progreso
en la cooperación industrial en sectores como manufactura, finanzas, turismo y aviación.
Se puede constatar entonces que es extendida la idea de que a cambio de la
inversión de millones de millones en el continente más pobre del planeta, China
se asegura el acceso a valiosos yacimientos de recursos naturales imprescindibles
para alimentar su desarrollo económico, como petróleo, gas natural, minerales y
madera. Pero, según denuncian Estados Unidos y la Unión Europea, este tipo de
diplomacia económica fomenta la corrupción y afianza regímenes totalitarios
acusados de violar los derechos humanos, como el de Sudán. Por otra parte,
también se observado que las inversiones chinas en África sufren en casos de
los mínimos estándares medioambientales o sociales porque su único objetivo es
el crecimiento económico sin importar efectos colaterales; tratándose de un
modelo de crecimiento ejecutado en la propia China desde hace más de tres
décadas. Falta de transparencia y desigualdad de los acuerdos con países más débiles,
le permiten a algunos hablar de neocolonialismo
en esta expansión de China en África.
Sin embargo, debe señalarse que una
de las más cuantiosas inversiones de China en África, visto hasta 2014, versó
sobre una operación bancaria a gran escala que remite a 2008, cuando el Banco
Industrial y Comercial de China adquirió el 20 por ciento del Standard Bank
sudafricano por unos 5.000 millones de dólares (3.620 millones de euros) (puede
verse https://www.abc.es 120514 EXPANSIÓN DEL GIGANTE ASIÁTICO).
Y, en tercer lugar, su participación en America Latina, y en particular en Venezuela, con los vínculos desarrollado durante la administración
bolivariana. En este último caso, además de deuda, apoyo para proyectos
vinculados a redes, colocación de productos diversos, se pasó definidamente
para el último trimestre del año 2018 a tener o presentar a los chinos como especie
de asesores económicos de la administración bolivariana.
En Venezuela, han tenido fallidas propuestas de participación en el área de
líneas de ferrocarriles o mejoramiento de alguna existente como la de
Barquisimeto Pto. Cabello. La dinamización o avance de la fábrica de autobuses
Youtong en Yaracuy, tampoco parece haberse dado, según expresan especialistas
del área dada la poca producción vía ensamblaje que ha tenido la misma.
Pero, en América Latina y en Centroamérica en particular, se planteó su
participación en el segundo canal sobre el istmo que atravesaría Nicaragua;
sobre este proyecto, para 2018 es muy poco lo que se perfilaba sobre su
continuidad. Y también en la propuesta y ejecutorias del ferrocarril que,
atravesando el continente, vía Brasil y Perú, uniría el pacifico con el
atlántico.
Debe señalarse que, si bien ha
aumentado la representación de China en los montos de inversión y comercio en Latinoamérica,
se sigue repitiendo el patrón productos
manufacturado vs productos primarios,
dándose incluso la llamada reprimarización
de las exportaciones, que consiste en que los productos primarios incluso
aumentan su peso, teniendo ello concatenación con los patrones de inversión. CEPAL lo resume con estas proporciones
que, a pesar de la fecha es un característica que se mantiene: “…tan solo 5
productos, todos primarios, representaron el 75% del valor de los envíos
regionales a China en 2013. Los mismos 5 productos representaban el 47% del
valor de las exportaciones de la región a este país en 2000, evidenciando el
fuerte proceso de reprimarización
que ha tenido lugar desde entonces. La dinámica de la inversión extranjera
directa china en la región refuerza este patrón, ya que casi el 90% de la misma
entre 2010 y 2013 se dirigió a las actividades extractivas, en particular la
minería y los hidrocarburos. Ello ha dado lugar al surgimiento de conflictos socio
ambientales de distinto tipo en algunos países de la región”.
Las necesidades alimentarias
de China, entre otras influencias sectoriales, son determinantes en la
estructuración de sus importaciones. Esta nación con el 7% de las
tierras cultivables y 6% de los recursos hídricos del globo, tiene que
suministrar alimento al 22% de la
población mundial. De ahí que ya desde 2004 se convirtió en un importador neto de alimentos, registrando
un creciente déficit en el área agrícola. Asimismo, el aumento de la urbanización
y de expansión de la clase media ha llevado a que la población urbana,
que en 2014 alcanzaba los 758 millones (54% del total), se le proyecte un aumento
de 39% hasta 2050, alcanzando este año los 1.050 millones de personas (76% del
total) (ver CEPAL, Ídem).
Es evidente que las necesidades y las
crisis apremian a los países. Más aún, que el desarrollo y las ejecutorias de
distintos proyectos –permanentemente- requieren la disponibilidad de divisas -en
economías que no son autárquicas- y
equipos, instrumentos e insumos que requieren ser importados y no todos los
países de la región tienen abundantes divisas. Todo lo contrario, algunos
siguen manteniendo niveles de exportación no precisamente altos y deben atender
variados requerimientos, entre ellos, viejas y nuevas deudas. Tal situación
lleva a que las naciones no tengan muchos reparos, ante ofrecimientos de inversionistas
entusiastas o impetuosos, como han venido presentándose los chinos. En tales
casos puede haber distintas formas y presentaciones de las condicionalidades. Los llamados mitos de la participación de China en África, señalados más arriba, pueden extrapolarse a América Latina y debe
considerarse que, las inversiones chinas tienen defensores y participes
entusiastas que pueden señalar que todo
está bien, aunque haya efectos directos y colaterales negativos, quedando así
todo lo que sea inversión china con una especie de permiso automático.
En tales sentidos y añadiendo a lo
señalado más arriba, es bastante difundido
que el comercio bilateral entre China y
Latinoamérica se ha multiplicado por 26 del año 2000 al 2016, mientras del 2000
al 2022 el mismo comercio entre las partes se multiplicó por 35, convirtiendo a
China en el segundo socio comercial de la región;
y se han invertido más de 110 miles de millones de $ en la región desde 2003
hasta la fecha señalada de la década pasada, la mayoría en los últimos cinco
años. El 65% de las inversiones chinas desde 2001 se destinó a materias primas,
sector donde se creó la mitad del empleo por inversión china. Brasil ha
recibido cerca de la mitad de ese monto y un poco más de un tercio del número
de transacciones dentro de la región. Con los mismos datos que suministra Monitor de la
OFDI de China en
ALC, puede afirmarse que tales inversiones han generado alrededor de 254 mil
empleos en la región durante el periodo, teniendo Brasil cerca de la mitad de
tales empleos. Otras iniciativas de la nación asiática atañen al reciente
paquete de arreglos financieros por 35 mil millones de $ presentado en la
reunión con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC. A este fondo le seguiría otro
por 30 mil millones de $ para avance de
la capacidad productiva regional, y otro de 3 mil millones de $ para países caribeños que se administraría
con el BID.
Un perfil adicional a destacar, son
las relaciones de China con Centroamérica. Desde 2012 China se ha consolidado
como el tercer socio comercial de esta última —después de Estados Unidos y el propio
MCCA, desplazando a México—,
presentándose en tal comercio características a destacar: alto déficit
comercial y concentración de las exportaciones en pocos rubros, pequeño
componente tecnológico y de valor agregado en las mismas y significativa brecha
tecnológica en el comercio con aquella nación (a excepción de exportaciones electrónicas de Costa Rica),
así como muy reducidos niveles de comercio intraindustria, a diferencia de los
alcanzados con otros socios comerciales, particularmente el comercio
intraindustria del MCCA. Pero, puede
señalarse categóricamente que China es el segundo socio comercial de cada uno
de los países de Centroamérica con excepción de Guatemala, donde México todavía
ocupa esta posición. A pesar de lo indicado los datos de UN Comtrade indican que China alcanzó su máxima participación en el
comercio de Centroamérica con el 8,7% en 2011 y desde entonces cayó hasta el 7,6% en 2015. Las fuerzas y
potencias de lado y lado son inocultables: Costa Rica y el Salvador importan así
desde China y para fecha reciente 3.350 millones de US$ y 2.847 millones,
mientras exportan 400 millones y 48 millones de $, respectivamente, reflejando
lo ya señalado. Fletes, seguros y capacidades productivas están, indudablemente,
en la base de estas magnitudes.
En general la IED china en Centroamérica es accesoria y significó apenas el 0,3%
de la IED centroamericana, entre
2000 y 2016. Tal IED tampoco es relevante
en términos macroeconómicos, ni del número de transacciones realizadas. No
obstante, el análisis a nivel de transacción propuesto por la Red ALC-Chia, manifiesta diferencias
estadísticas en el registro oficial de la IED
en centroamérica. Los datos de la Red
ALC-China apuntan que más de 390 millones de dólares habrían sido
invertidos por China entre 2000 y 2017; habiéndose concentrado tales flujos en
Nicaragua y Panamá.
OBSERVACION
FINAL
De lo señalado al comienzo de esta
nota, lo que queda mayormente -con
excepciones y algunos dinamismos regionales exitosos de nivel medio o de
avanzada- es el gran conjunto de naciones en desarrollo con capitalismo traumático,
no habiendo socialismos/revoluciones o
liberalismos extremos exitosos, según la terminología presente en Mensajes políticos variados. Caso llamativo
por sus excesos es, indudablemente, el de la Argentina administrada ahora por
Milei, con su estilo y extremismos.
La paradoja es que el cambio de los
fenómenos mundiales y de las relaciones internacionales, permite observar a
China, una nación de avanzada en la economía mundial, de un régimen económico
social complejizado por la propias transformaciones y que, viniendo del
socialismo/comunismo, para avanzar, ha recurrido al capitalismo o a la
iniciativa empresarial para liderar espacios de comercio e inversión con un proceso de expansión rápido -y con las
características señaladas- hacia los países del caso.
Ha logrado China solucionar total o
parcialmente problemas como el del crecimiento económico y su relación con el
Ingreso per cápita, reduciendo también espacios de pobreza, así como el
crecimiento poblacional. Tiene al mundo invadido con cantidades abrumadoras de
mercancías, la robótica y otros adelantos tecnológicos, pero a pesar de ello la
pregunta es si el mundo será cada día mas como China quiere o necesita que sea.
En cualesquiera de los casos su
rivalidad y competencia con EE.UU. conforma hoy día uno de los problemas agudos
de competencia y discusión permanente con tal nación.
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
Junio 24 2024