jueves, 24 de julio de 2025

Alberto Adriani, Ministerio de Hacienda y sembrar el petróleo

 

Alberto Adriani, Ministerio de Hacienda y sembrar el petróleo

Adriani, en efecto, no va a Hacienda sin experiencia en la gestión pública. En efecto, viene ya con la experticia de pasar por un Despacho Ejecutivo que le permitió tener una visión de algunos de los problemas económicos del país.


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

24/07/2025 05:03 am



El pasado lunes 29 de abril, se cumplieron 89 años, desde que se designó a Alberto Adriani Mazzei, para ejercer el cargo de ministro de Hacienda, después de dejar estructurado y en pleno funcionamiento, al novísimo, Ministerio de Agricultura y Cría, del cual él fue su ministro fundador y además, otro evento importante el pasado 14 de julio, unos días antes de su fallecimiento se publica el editorial del Periódico AHORA, el Dr. Uslar Pietri, a quien se atribuye la frase sembrar el petróleo.

Así las cosas, en una jugada maestra, desde el punto de vista político del presidente López Contreras, reorganiza el Gabinete y lo designa en el cargo que estaba hecho a su medida, luego del paso entre otros ilustres venezolanos de la talla Santos Michelena y Román Cárdenas, no había llegado un venezolano tan capacitado y preparado a tan alto cargo, en Hacienda, para lo cual Adriani se había formado a lo largo de mucho tiempo, tanto intelectual como con la experiencia de manejo de organizaciones en aquel entonces, por mucho tiempo, con roce internacional, el estudio y lectura de la literatura más avanzada de su época en materia política, económica y filosófica, de su tiempo lo que le permitirá tener una visión muy avanzada de lo económico, lo político, lo internacional de su momento histórico.

Adriani, en efecto, no va a Hacienda sin experiencia en la gestión pública. En efecto, viene ya con la experticia de pasar por un Despacho Ejecutivo que le permitió tener una visión de algunos de los problemas económicos del país, que, por otra parte, le permite conocer el tamaño y la dimensión del estado venezolano de aquel año de 1936, sus complejidades, organización, formas de interrelación y de toma de decisiones, ahora le tocará manejar, formular y decidir sobre las políticas de finanzas públicas del país, en un proceso de modernización que será plasmado en otras aspectos por leyes como: la Ley de Aduanas, la Ley del Impuesto al Cigarrillo, La ley de Rentas de la Renta Nacional, una Ley de Tributación, que será aprobada en 1942, como la Ley del Impuesto sobre la Renta, la instauración del crédito hipotecario, la financiación al capital de trabajo y de proyectos de inversión para pequeños y medianos industriales y agricultores, los cuales no existían, y fue un propulsor del papel del Estado en la economía, e iniciará los trabajos de una moderna Ley de Hidrocarburos que finalmente se aprobará en 1943, gracias ese otro gran venezolano que es Manuel R. Egaña, hizo aportes significativos a la modernización económica de Venezuela entonces en diversos campos: lo fiscal, monetario, tributario, de fideicomiso entre otros asuntos de la incipiente ciencia económica, por ello, fundó la Revista de Hacienda, para publicar trabajos en esas materias

En efecto, dentro del Programa de Febrero del cual Alberto Adriani fue importante corredactor. Estaban allí, pues, esbozadas algunas ideas para modernizar y adecuar el área de las finanzas públicas del país, siguiendo en la línea de Román Cárdenas, con quién tuvo intercambio epistolar a inicios de los años 30.Por lo tanto, contenía por otra parte, el Programa de Febrero la creación de una política fiscal estimuladora de la producción nacional, una reforma del sistema tributario, manejo escrupuloso de los fondos públicos; es decir una ética pública del ejercicio de la función pública, aumentar la renta minera, estudiar la organización bancaria para una reforma de la misma. Impulsará y estimulará e incentivará, los primeros estudios para establecer un Banco Central en la estructura financiera y monetaria de la demandante organización administrativa que se estaba modernizando en aquel momento (que se hará efectivo en 1940, gracias al trabajo de Manuel Egaña, quién fue su contemporáneo y gran amigo), ideó la creación de un Banco Industrial, la coordinación de los sistemas tributarios del estado Federal, Estadual y de Municipios, establecimiento de tratados bilaterales y multilaterales de conformidad con la política comercial que se adopte de fomento a la producción nacional entre otras medidas, que invitó a los amigos lectores a leer de este documento. Otras propuestas de Alberto Adriani, en ese texto, girarán en torno a la inmigración, colonización, y agricultura y cría, temas a los cuales en su vida intelectual había reflexionado con densidad y profundidad, y que se pueden ubicar en su libro Labor Venezonalista, que ya lleva varias ediciones.

Alberto Adriani Mazzei, no cabe duda, es a mi modesto parecer el más brillante ministro en el de Hacienda luego de Santos Michelena en el siglo XIX, en los primeros años del siglo XX, repito luego de Román Cárdenas. Le va dar lustre, brillantez, a pesar del poco tiempo que estuvo en el ejercicio del cargo de Ministro de Hacienda, por ello, al momento de su lamentable fallecimiento se decretará duelo nacional por varios días. Está en el momento cúspide de su vida intelectual y profesional y con un gran futuro político por delante, es la figura descollante del gabinete de López Contreras. Es una autoridad económica de la época, irradia una auctoritas como pocos venezolanos en aquel momento. Irradia una sólida auctoritas como afirmo, pocos en aquel entonces. Debate con venezolanos de la talla de Henrique Pérez Dupoy, Vicente Lecuna entre otros sobre la paridad del bolívar y la política cambiaria.

Es menester señalar que, Adriani tiene ante sí un reto impresionante: modernizar las finanzas públicas venezolanas. Por ello, lleva adelante en la corta permanencia en el cargo una revisión a fondo del sistema tributario y designa una sub-comisión de estudios de Legislación Fiscal, para entre otras cosas, presentar reformas a la Ley de Aduanas y varios proyectos de ley sobre varios ramos de la Renta Nacional. Funda con su dilecto amigo Manuel R. Egaña, la Revista de Hacienda, como una vía de estímulo para publicar artículos de altísimo nivel intelectual sobre el presente y porvenir de las finanzas públicas y la macroeconomía venezolanas, es en fin un generador de crear conocimiento para difundirlo y transmitirlo.

Es un venezolano de visión futurista muy innovadora, es un puente cuando ve la importancia de la radio y utiliza este medio eléctrico, de aquel entones para informar y comunicarse con el país en alocuciones semanales, ojalá esto este guardado en la Biblioteca Nacional. La importancia de la comunicación e información en aquel entonces.

En síntesis, podría decirse que, para Adriani, en su paso por Hacienda siempre fue motivo de preocupación la suerte de la política fiscal y la coordinación de ésta con otras políticas macroeconómicas, para una ejecución armónica de la misma por eso fue tan brillante en el ejercicio del cargo a pesar del poco tiempo que tuvo.

Finalmente, él es un verdadero paradigma de pensar y actuar para la juventud venezolana, sigamos su ejemplo y continuemos profundizando el estudio de su obra. Fue si se quiere un keynesiano pionero, aun cuando, todavía el pensamiento del ilustre economista inglés, no ha salido a la luz, como pensamiento dominante de la ciencia económica en el siglo XX, por cierto, Adriani, se vinculó a Keynes entre 1925-26 en su estancia en Londres, donde estuvo como uno de sus alumnos en sus diferentes cursos en Cambridge.

jesusmazzei@gmail.com

 

martes, 15 de julio de 2025

The Post-Liberal Disorder

 

https://www.project-syndicate.org/magazine/from-us-centered-rules-based-order-to-post-liberal-disorder-by-benn-steil-2025-06

The Post-Liberal Disorder

Jun 15, 2025BENN STEIL

The effect of Trump’s wayward tariffs, refusal to confirm WTO appellate judges, and repeated invocation of “national security” to cloak mercantilism is likely to erode global trade norms that were built up over eight decades. The result will be a rapid dissipation of US soft power, and a world more conducive to authoritarianism.

NEW YORK – Donald Trump’s re-election last year was bound to send shock waves through the global economy and what is widely known as the “liberal” or “rules-based” international order. And so it has, as Trump has made good on his promise to tear that order down.

1.      The order that Trump is determined to destroy was established in the immediate postwar years through deliberate policy actions by the United States – then at the apex of its global economic and military dominance. The institutions created to preside over the new order included “One World” structures designed to facilitate global cooperation – most notably the United Nations, the International Monetary Fund, the World Bank, and the General Agreement on Tariffs and Trade (GATT). There were also “Two World” structures to promote the integration of non-communist Europe – most notably, the Marshall Plan, NATO, and predecessors to the European Union (such as the European Coal and Steel Community and the European Payments Union).

Under the new Trump administration, the US has become hostile to each of these postwar pillars, seeking not a new “order” but a disorder that can be exploited, opportunistically, for presumed US economic and territorial advantage. The president appears determined to implement a radical program of American autarky, consistent with the philosophy he famously scribbled in the margins of a speech during his first term in the White House: “TRADE IS BAD.”

The multilateral trade regime – built under the aegis of the GATT and institutionalized by the establishment, in 1995, of the GATT’s successor, the World Trade Organization – is now effectively dead and buried. Since 2019, during Trump’s first term, the Appellate Body for the WTO’s Dispute Settlement Mechanism has been inquorate – decapitated by American refusals to approve judges. For more than five years, no WTO decision has been legally enforceable.

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Furthermore, notifications to the WTO of new trade barriers justified on “national security” grounds have soared since 2019, covering even products as innocuous as doorframes, coffee beans, and alcoholic beverages. Such exceptions render trade actions injudicable – at least under the US legal interpretation. Since 2017, the US alone has filed 30 such notifications. Mexico has filed 14, and Switzerland, Brazil, and Saudi Arabia have filed, 12, 10, and eight, respectively. In 2024, “national security” notifications reached an all-time high of 95.

Trump’s “reciprocal” tariffs would also appear to violate US commitments under WTO Most Favored Nation rules (applying identical rates across member states) and Tariff Binding rules (establishing maximum rates). When the world’s leading importer brazenly flouts its most basic legal commitments, and decapitates the body empowered to sanction such action, it seems clear that the prevailing regime is a dead letter.

 

Another major threat to the multilateral trading system is America’s ever-widening application of financial sanctions. Restricting other states’ ability to access the US banking system also prevents them from trading in US dollars.

The international role of the dollar has underpinned the multilateral trading system since its birth in 1947. Although the US share of global GDP has fallen from around half in 1945 to 26% today, the dollar still accounts for 58% of global central-bank reserves. If US tariffs and sanctions trigger a major move away from the US dollar as the dominant international transaction vehicle, that, too, would undermine the multilateral trading system, because exporters have proven unwilling to stockpile alternative foreign currencies.

The dollar’s nearest competitor, the euro, at 20% of global reserves, has its upside capped by the absence of a unified sovereign debt market and long-term concerns about its survival. And despite China’s stated ambition of internationalizing its currency, the renminbi has been stuck at around 2% of global reserves for many years. China’s capital-account controls, small sovereign-debt market, poor legal environment for foreign investment, and unwillingness to run trade deficits disqualify the renminbi from playing any major international role.

So, to the extent that countries choose to trade with each other using their own currencies – rather than with the dollar – they will necessarily seek to balance trade bilaterally in order to avoid foreign-currency accumulation. But this would amount to barter, not multilateral trade, which is premised on the universal incentive to buy the best products at the lowest cost, regardless of nationality. That incentive, in turn, will not operate without countries’ willingness to run bilateral surpluses and deficits, accommodation of which is uniquely provided by the dollar. (The irony of the discussion within the BRICS grouping of major emerging economies about the creation of alternatives to the dollar is that they are seeking to avoid precisely the sort of financial punishments that Trump has threatened to impose on them if they proceed.)

The effect of Trump’s wayward tariffs, together with his ongoing threat of further tariffs, refusal to confirm WTO appellate judges, and repeated invocation of “national security” to cloak mercantilism, is likely to erode in the coming years global trade norms that were built up over eight decades. The result will be higher prices, less innovation, lower living standards, and greater geopolitical friction.

To be sure, this is hardly the fault of one man, or one country. China’s escalating mercantilism and diplomatic belligerence over the past ten years – made all the more significant by the growing weight of its economy – virtually guaranteed a popular backlash in the US. It is striking to recall how, just nine years ago, the Obama administration finalized a landmark trade deal, the Trans-Pacific Partnership, with 11 Pacific-rim countries and advanced negotiations with the European Union on a Transatlantic Trade and Investment Partnership.

Both died with Trump’s election in 2016. Together, they would have given the US greater influence over global trade and investment norms, making it that much more difficult for China to flout rules on state subsidies, technology transfers, and intellectual property. Instead, America has chosen to mimic China’s visible-hand regime, bullying, threatening, and punishing adversaries and allies alike. The result is a startling dissipation of US soft power, which is bound to result in a world more conducive to authoritarianism.

This is a profound and painful shock to those of us who believed that the liberal order, for all its faults and limitations, was a blessed inheritance. A future US administration, equipped with muscle memory of an ordered past, may well try to restore elements of it; but, shorn of the moral authority and resource-dominance that accompanied America’s victory in World War II, it is difficult to see how it could succeed. With Europe still too disunited to fill the vacuum, and China professing no universal values, a dangerous period of Hobbesian each-against-all disorder seems inevitable.1

 


BENN STEIL

Writing for PS since 2011
5 Commentaries

Benn Steil is Director of International Economics at the Council on Foreign Relations and the author, most recently, of The World That Wasn’t: Henry Wallace and the Fate of the American Century (Avid Reader Press/Simon & Schuster, 2024).

 

viernes, 4 de julio de 2025

El Aprendiz: edición Reserva Federal

El Aprendiz: edición Reserva Federal

Jul 1, 2025KENNETH ROGOFF

CAMBRIDGE – Parece que el presidente estadounidense Donald Trump se dispone a designar al próximo presidente de la Reserva Federal antes de lo previsto, en un intento de debilitar al titular Jerome Powell, que le ha plantado oposición negándose a bajar los tipos de interés.

1.      

Economics2

A Tax Victory for Multinationals Over People

JOSEPH E. STIGLITZ, et al. lament the G7’s decision to exempt US corporations from the global minimum tax rate agreed in 2021.

Trump no oculta su desdén por Powell, a quien hace poco describió como «una persona mentalmente promedio» con un «coeficiente intelectual bajo para lo que hace». Pero el mandato de Powell termina en mayo de 2026, y la Corte Suprema dictaminó que (a diferencia de otros organismos independientes) el presidente no puede despedir al titular de la Fed.

Lo habitual es que el presidente estadounidense anuncie al nuevo titular de la Fed unos meses antes de que termine el mandato del actual (tiempo apenas suficiente para las audiencias de confirmación en el Senado y una transición fluida). Designar al sucesor diez meses antes sería algo muy infrecuente. Entonces, ¿por qué hacerlo? Al parecer, el plan de Trump es que el presidente de la Fed en espera forme un Comité Federal de Mercado Abierto «paralelo» que someta al Comité real a presión pública para intensificar las bajadas de tipos de interés.

La idea de un Comité paralelo se remonta a los economistas Karl Brunner y Allan Meltzer, que la introdujeron en 1973 durante los primeros años de la Gran Inflación, cuando hubo amplios cuestionamientos a la política de la Fed por ser demasiado expansiva. Brunner y Meltzer eran académicos de peso, pero no tenían influencia directa en la formulación de políticas. En cambio, el plan de Trump (que fue adelantado por el secretario del Tesoro Scott Bessent durante la campaña de 2024) situaría al designado en el centro de un evidente intento público de restarle autoridad a Powell.

Pero los analistas que lo ven como un intento serio de hostigar a Powell tal vez no estén dando en el clavo. No es probable que las autoridades monetarias le den más importancia a un presidente de la Fed paralelo elegido por Trump que al propio Trump (en cualquier caso, la medida puede alentarlos a afirmar su independencia redoblando la apuesta a las políticas actuales). Más bien, pareciera que el objetivo real de la designación es debilitar al próximo presidente de la Fed incluso antes de que empiece su mandato, obligándolo a hacer una especie de período de aprendizaje público, de modo tal que Trump pueda sondear por adelantado sus ideas en materia de política monetaria y poner a prueba su lealtad ideológica a la agenda trumpista.

Además, el presidente paralelo de la Fed sabrá que cualquier indicio de pensamiento independiente puede llevar a que Trump repita la famosa muletilla de su reality show: «estás despedido». Aunque la Corte Suprema haya dictaminado que el presidente no puede despedir al titular de la Fed en ejercicio, nada le impide retirar un nombramiento. La sola amenaza de hacerlo puede imponer obediencia al designado, y después de meses de demostraciones públicas de lealtad a Trump, tal vez le sea muy difícil oponerse a sus exigencias.

Entre los principales candidatos a sustituir a Powell aparecen el exgobernador de la Fed Kevin Warsh (que fue uno de los finalistas cuando Trump designó a Powell en 2017), Kevin Hassett (director del Consejo Económico Nacional) y Bessent. También está en la lista el actual gobernador de la Fed Christopher Waller (un ex académico conocido por su trabajo sobre la independencia de los bancos centrales), a quien Trump designó en 2020 y que en general es bien visto por los republicanos.

La lista de candidatos incluye figuras capaces y experimentadas que pueden hacer frente al desafío de sostener el crecimiento económico sin dejar de contener la inflación. Pero los presidentes de la Fed no son dictadores de la política monetaria; deben convencer al resto del Comité Federal, o arriesgarse a perder las votaciones y estar en la mira de todos. Incluso un candidato fuerte e independiente puede perder autoridad tras una presidencia paralela prolongada. La imagen de lacayo de Trump le restaría mucha credibilidad y limitaría su influencia sobre el Comité y sobre los mercados financieros.

Hay que sacarse el sombrero: Trump encontró una forma diabólicamente ingeniosa de ponerle límites al próximo presidente de la Fed, a quien no puede controlar (al menos en teoría). Pero con esta estrategia, Trump corre riesgo de perjudicarse y perjudicar a la economía estadounidense.

Contra lo que se suele creer, la Fed no controla todos los tipos de interés. Sólo fija la tasa de referencia a muy corto plazo, mientras que los tipos de interés a más largo plazo los determinan en gran medida los mercados. Estos tipos reflejan las expectativas sobre decisiones futuras de la Fed, y esas expectativas se basan en el supuesto de que las autoridades monetarias trabajarán para mantener la inflación bajo control.

Si Trump consigue presionar a la Fed para que baje los tipos de interés más de la cuenta, las expectativas de inflación aumentarán, y también lo harán los tipos de interés a largo plazo. Y como esos tipos influyen en un sinfín de aspectos que van de las hipotecas a los préstamos para la compra de automóviles, el estadounidense de a pie saldrá perjudicado.

La finalidad de un banco central independiente que busque ante todo la estabilidad de precios (una idea que propuse por primera vez hace cuarenta años) es mantener bajos los tipos de interés a largo plazo. Tal vez por eso bastó que se dijera que Trump tiene intención de anunciar al próximo presidente de la Fed antes de tiempo para provocar una fuerte caída del dólar. En cualquier caso, no hay duda de que El aprendiz: edición Reserva Federal será un gran espectáculo televisivo (que tal vez sea lo que más le importa a Trump).


KENNETH ROGOFF

Writing for PS since 2002
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Kenneth Rogoff, a former chief economist of the International Monetary Fund, is Professor of Economics and Public Policy at Harvard University and the recipient of the 2011 Deutsche Bank Prize in Financial Economics. He is the co-author (with Carmen M. Reinhart) of This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly (Princeton University Press, 2011) and the author of Our Dollar, Your Problem (Yale University Press, 2025).