jueves, 27 de julio de 2023

Rafael Caldera, Economía y Política

 

Rafael Caldera, Economía y Política

Manifestó en vida la importancia de la economía como ciencia social y del papel de los economistas, trató de acopiar un sereno y mesurado pensamiento económico. Algunas propuestas enunciadas por él, tienen plena vigencia hoy en día


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO



27/07/2023 05:00 am

 Este artículo no pretende abarcar el pensamiento y accionar económico del Dr. Rafael Caldera en su vida pública, es decir en su trayectoria y formación teórico-política, esa tarea queda cargo de los investigadores de postgrado y tesistas de doctorado, en realizar una investigación sobre esta materia, (el pensamiento económico de nuestros presidentes civiles) sin embargo, y dicho esto, el pasado miércoles 19 de Julio, se cumplieron 50 años de la realización del primer Congreso de Economistas de Venezuela, efectuado en el país, en Caracas, el cual fue inaugurado por el Dr. Rafael Caldera, en su primer gobierno el 19 de julio de 1973, en su exposición se observa como el Dr. Caldera, visualiza la economía en aquel entonces, y entre otras ideas deja sentado, que según la información que manejaba en aquel momento, había más de mil economistas en la administración pública centralizada, fuera de los que había en las gobernaciones, empresas del estado y otras instituciones públicas, como las Universidades y la esfera privada. El presidente Caldera, en su intervención señalaba en primer lugar, lo importante de las contribuciones de los economistas al desarrollo del país y señaló fundamentalmente, que los problemas del país eran económicos y que tenían fuertes conexiones con lo social y lo importante, y pertinente de los juicios e informes de los economistas para aquel entonces para el desarrollo y modernización del país y para tomar decisiones políticas, por parte de los decisores gubernamentales.


Por otra parte, al Dr. Rafael Caldera, en muchas ocasiones le oí decir una importante y sencilla idea, que para manejar la economía en un sentido práctico había que tener dos criterios fundamentales: sentido común y crear confianza. Un político no tiene que ser un versado en economía, sin embargo, debe contar con las herramientas y con el arsenal teórico mínimo, para tener un conocimiento y compresión general, que le permita tener un rol adecuado y manejo en la dirección de la economía de un país y sobre todo que es la cabeza del poder ejecutivo y debe tener criterios claros de como debe manejarse la economía política de una nación y por supuesto, saberse rodear de gente que sepa y maneje el tema económico y tenga criterios políticos a la hora de tomar decisiones en esta materia.

A partir de esta idea expresada en su discurso-conferencia inaugural, dejó algunas ideas para el debate en el seno del congreso: el estudio de una nueva metodología para la estimación de los precios constantes y el PTB hoy PIB, la calificación de la definición de gastos de inversión, gastos corrientes y la definición de ingreso fiscal, entre otros, y dejó sentado, que conocía muy bien la obra del primer economista venezolano el Dr. Alberto Adriani Mazzei, a través de su Obra Labor Venezonalista, de entre otros economistas y en este evento, se pudo observar el conocimiento de la obra póstuma de este insigne y eminente venezolano, que el presidente Caldera leyó en su juventud, cuando fue editado este libro, que conformó y cimento pues, sus ideas sobre economía a partir de mediados de los años 30, a partir de la lectura de este y otros economistas, que leyó y conoció, luego en los años por venir, fundamentalmente como Francois Perroux.

Rafael Caldera, no fue economista, fue jurista y siempre lo recalcó así y en esta conferencia lo ratifico. Así las cosas, tenemos varios testimonios que nos pueden dar una hoja de ruta de su pensamiento y visión económica. Influenciado por la doctrina social de la Iglesia y el pensamiento socialcristiano. Observaba a la economía, como una ciencia social dirigida y que tenía como su centro a la persona humana, como lo planteó a lo largo de toda su parábola vital en forma coherente y congruente.

En ese sentido, a ello debe unirse, posteriormente, su experiencia en el manejo del aparato del estado y de gobierno, que notablemente le permitió tener un conocimiento y pericia de primera mano, de la Hacienda Pública nacional, del rol del Estado y de las cuestiones económicas. La obra intelectual en conexión con los temas económicos de Caldera se puede empezar a rastrear desde los discursos en el Congreso de 1939 hasta 45 ó los discursos de la Constituyente de 1947 y el Congreso elegido en 1948 y luego de 1958 en adelante, luego de la transición democrática.

Igualmente, los artículos publicados en El Heraldo, El Nacional, y El Universal. Que lo llevó a tener una visión económica con fuerte acento en lo social y donde el papel del estado, juega un papel rector, subsidiario y complementario con el mercado, pero sin atosigar, estatizar, asfixiar y expropiar (como hizo el chavismo entre el año 2005-2009), al empresariado privado nacional e internacional, bajo el principio de subsidiariedad.

Tenemos otras hojas de ruta de su pensamiento económico. Su discurso de inauguración del evento en la creación de la Federación Latinoamericana y del Caribe de Exportadores en agosto de 1970, otro, en la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX) el 5 de noviembre de 1973.También, en la inauguración del Primer Congreso de los Economistas el 19 de julio de 1973 (aquí citado). Su discurso en la inauguración de la Torre del BCV en septiembre de 1973. También el folleto publicado por el Banco Central en 1975, sobre varias conferencias dictadas sobre Petróleo y Justicia Social Internacional. Además, sus intervenciones en las distintas asambleas de la CTV y Fedecámaras entre otras, son muestras de su visión económica política con fuerte acento en lo social también.

En materia económica y petrolera, posteriormente, el libro denominado: La Nacionalización del Petróleo de 1975. Más recientemente, su conferencia en el King’s College de Londres en 1986, sobre America Latina, La Democracia y Europa, publicado en la Revista Política Internacional N°5, también su discurso publicado en Política Internacional N°20 sobre América Latina frente al año 2000, además, su disertación en New York en julio de 1992, publicado en Política Internacional N° 27 sobre Democracia y Desarrollo.

Además, su discurso de toma de posesión de 1994 y varias intervenciones entre 1994 y 1998, de naturaleza económica, durante su segunda presidencia. La conferencia dada en el Seminario del The Economist en mayo de 1995, su discurso en junio de 1995 con motivo de los 25 años de la CAF y la alocución de abril de 1996 sobre la Agenda Venezuela, son importantes aportes porque se ve su visión de la economía contemporánea a fines de los años noventa.

Podemos afirmar con propiedad que el Dr. Caldera en su segunda presidencia ejecutó una política pública, de naturaleza económica que buscó ser un punto medio, equilibrado en el manejo político y por ello, busco crear un acuerdo tripartito ( La ley del Trabajo del año 1997), una política de saneamiento de las empresas del Estado: la privatización de Alcasa, Venalum y Sidor, verdaderos quebraderos de cabeza de la gerencia pública Venezuela a lo largo de los últimos años y el funcionamiento de los servicios públicos vitales para el funcionamiento de una economía ( agua, teléfono, electricidad, que hoy son claves para tener una economía competitiva y por supuesto una política de estímulo y fomento a las exportaciones no tradicionales, desde su primera administración hasta la segunda administración, que alcanzaron los más altos niveles de exportaciones no tradicionales: 7.200 US$, alcanzado en 1998 y teniendo un crecimiento constante en todo el quinquenio, como hasta ahora no se ha vuelto a repetir.

Tenemos pues, un rico acervo de ideas sobre economía, finanzas públicas, rol del Banco Central, desarrollo, petróleo, comercio exterior, privatización. Y hay un dato concreto de realización en materia de política pública: la denuncia del Tratado Comercial de 1936 con los Estados Unidos, la Nacionalización del Gas y la Ley de Reversión petrolera, la creación del ICE, la promulgación de la Ley de Incentivos a las Exportaciones y del Fondo para el Fomento de las Exportaciones, todos en el primer gobierno del Dr. Rafael Caldera, que crearon la base institucional para incentivar el comercio exterior venezolano que poco a poco fue creciendo hasta que a mediados de los 90, en su segunda administración, tomo la decisión de fusionar el ICE con el Ministerio de Fomento y crear el Ministro de Industria y Comercio que fortalecerá aun más el andamiaje del sector exportador no tradicional, venezolano. Venezuela llega a exportar a finales del año 1998, 7.2000 millones de dólares, como lo afirme antes, representando para aquel entonces el 25% de las exportaciones totales del país.

Rafael Caldera, si se quiere tuvo un pensamiento económico heterodoxo, eclético, por ello, vertebró sus ideas centrales en la controversia del estatismo y mercado, debate que nunca rehuyó (no fue estructuralista, ni liberal) ubicado en un punto medio donde la economía tenía un papel social que cumplir, con presencia activa del Estado, lo que le valió no pocas críticas, mofas, burlas de economistas neoliberales venezolanos, marxistas conversos al neoliberalismo y del extranjero (Domingo Cavallo). No fue dogmático. No vivió ninguno de los booms petroleros (que han sido tres, el último en el chavismo, desde el año 2002-2013) de la historia económica venezolana, inclusive en su último gobierno, el precio del petróleo oscilo entre 8 a 10 US$ dólares el barril.

Manifestó en vida la importancia de la economía como ciencia social y del papel de los economistas, trató de acopiar un sereno y mesurado pensamiento económico. Algunas propuestas enunciadas por él, tienen plena vigencia hoy en día. Invito, pues a los jóvenes a leer este discurso-conferencia que se puede consultar en su página web.

jesusmazzei@gmail.com

 

viernes, 21 de julio de 2023

Currency, Conflict, and Global Order

 https://www.project-syndicate.org/onpoint/will-multipolarity-follow-global-dollar-hegemony-by-carla-norrlof-2023-07 

Currency, Conflict, and Global Order

Jul 14, 2023CARLA NORRLÖF

America’s pandemic policies and the broader response to Russia’s war on Ukraine have unleashed widespread speculation about the future of the US dollar’s global hegemony. Yet one should not assume that a more divided world will automatically give way to a more multipolar one, especially where reserve currencies are concerned.

TORONTO – In this new era of geopolitical upheaval, business leaders, politicians, policymakers, and academics are anticipating a more fragmented, multipolar world order, with many predicting especially consequential changes in the international monetary system. America’s pandemic policies and the broader response to Russia’s war on Ukraine have triggered widespread speculation about the future of the US dollar’s hegemony, and while warnings about the eclipse of the greenback are not new, some commentators believe that this time is different.

True, high inflation, rising US public debt, and other key developments are unfolding in a strategic environment that is increasingly reminiscent of the Cold War. The most striking parallel is the return of great-power rivalries and policymakers’ preoccupation with security concerns, which are taking precedence over economic efficiency. But while the elevation of security issues is clearly reshuffling some alliances and economic relationships, it is unlikely that these changes will usher in a multipolar currency system in the foreseeable future.

The biggest problem with the narrative about fragmentation and an inexorable drift toward multipolarity is its imprecision. The term “multipolarity” is rarely defined; and even when it is, it is used inaccurately. Moreover, one should not assume that a more divided world will automatically give way to a more multipolar one, especially where reserve currencies are concerned.

SHOCKS TO THE SYSTEM

The past three years have certainly tested economic interdependence. Inflationary food and energy insecurity collided with the US Federal Reserve’s response to the pandemic, which included extending dollar swap lines to other central banks and lowering interest rates through bond purchases and other measures. These policies increased the supply of dollars worldwide at a time when supply-chain disruptions were hampering trade and driving down stock markets.

Worse, even before the recent shocks, geopolitical tensions were rising amid spats over trade and investment, as well as over the uses of economic coercion. While relying on economic measures to achieve foreign-policy goals is preferable to military means, it also risks infusing economic relations with conflict. In this new geopolitical game, the United States, China, and Russia each play to their strengths, using the levers of finance, commerce, and energy to create opportunities for themselves and strike at other countries’ weak spots.


This trend lends credence to fears about economic decoupling, deglobalization, and fragmentation. On the monetary front, the worry is that countries anticipating US sanctions will move pre-emptively to reduce their dependence on the dollar. China and Russia have been especially energetic in pushing alternative currencies and building a multinational financial infrastructure for trade and investment in renminbi and rubles. For example, China’s Cross-Border Interbank Payment System (CIPS) acts as a clearing house and is thus similar to the US Clearing House Interbank Payments System (CHIPS).

Of course, CIPS processes a mere 15,000 transactions per day, amounting to the dollar equivalent of $50 billion, whereas CHIPS processes 250,000 transactions per day, with a value exceeding $1.5 trillion. But it nonetheless has laid the groundwork to clear and settle more cross-border exchanges in renminbi. When China launches a financial messaging system capable of working independently from the Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT), it will have its own complete, autonomous architecture for settling cross-border transactions denominated in its own currency.

For its part, Russia has already taken steps to bypass SWIFT, creating its System for Transfer of Financial Messages (SPFS) after its illegal annexation of Crimea in 2014. Russia’s central bank claims that demand for SPFS has increased significantly since last year’s full-scale invasion of Ukraine. By the end of September 2022, however, the system had only around 440 users.

Still, owing to the new payments infrastructure and various bilateral agreements, pursuing trade and investment in non-Western currencies has become somewhat easier. Russia and China have agreed to trade in renminbi; and Russia and India planned to trade in their own currencies following Russia’s full-scale invasion of Ukraine by reviving the Cold War-era rupee-ruble mechanism. The latter effort was recently discontinued, however, with both countries routing trade through the United Arab Emirates instead, taking advantage of the dirham’s dollar peg while avoiding explicitly settling trade in dollars, rupees, and rubles. All told, such use of alternative currencies by third countries remains small. While the renminbi is being used to settle a Russian investment in a nuclear-power plant in Bangladesh, similar other examples are scarce.

Governments are also making plans to move away from pricing oil in dollars, although the significance of this development is easily overstated. Oil may be one of the world’s leading export products, but it ultimately accounts for a very small share of total global trade.

More broadly, because international currencies are, by definition, used by third countries, adopting a trade or investment partner’s currency will not necessarily raise that currency’s international role, even if it does reduce the greenback’s relative role in cases where those transactions were previously denominated in dollars.

GLOBAL YUAN OR TOTAL YAWN?

Those predicting the end of dollar hegemony also point to China’s own use of bilateral swap lines to allow foreign central banks to acquire renminbi in exchange for their own currency. Making renminbi available to foreign governments is a prerequisite for its use by public and private actors, and the ability to act as lender of last resort in times of crisis is a key reserve-currency function.

China has also been maneuvering to expand its institutional footprint, such as by introducing an emergency renminbi liquidity arrangement under the auspices of the Bank for International Settlements (BIS). Similarly, the basket of currencies underpinning the International Monetary Fund’s special drawing rights (SDRs, the IMF’s reserve asset), now includes the renminbi, alongside the dollar, yen, euro, and pound sterling. And the BRICS (Brazil, Russia, India, China, and South Africa) have also discussed ways to push back against dollar hegemony, such as by issuing a joint reserve currency to bypass the dollar and other major Western currencies (as well as offering an alternative to SDR).

Finally, one of the most eagerly anticipated technological developments in this area is China’s creation of digital payment alternatives. China’s central bank began developing a digital currency, the e-CNY, in 2017 and offered this payment option to participants at the 2022 Olympics in Beijing. When fully implemented, the e-CNY will function independently of other payment and financial messaging systems. By offering cheaper, faster, and safer transactions, a Chinese digital currency could make the renminbi more attractive and therefore more widely accessible and liquid. Promoting the e-CNY for trade and investment could accelerate renminbi internationalization.

But underlying trade and investment patterns must change before the global currency hierarchy does. Here, the China-centered Regional Comprehensive Economic Partnership, as well as China’s Belt and Road Initiative, could help internationalize the renminbi by multiplying economic interactions and encouraging renminbi use in third-country trade and investment. Still, in the medium term, renminbi internationalization is likely to encounter substantial hurdles, owing to China’s maintenance of capital controls and broader balance-of-payments constraints.

MULTIPOLARITY FEVER

Despite these obstacles, speculation about a coming multipolar currency order is rife. But what does multipolarity really mean in this case? Some prominentcommentators, such as former Bank of England Governor Mark Carney and Zoltan Pozsar of Credit Suisse, neglect to define the term precisely. Others foresee a system where a few currencies are symmetrically distributed. And still others anticipate a world populated by many major currencies.

Hence, François Villeroy de Galhau, the governor of France’s central bank, believes we are moving toward a beneficial “balanced multipolar system.” European Stability Mechanism Managing Director Klaus Regling echoes this view, anticipating a multipolar currency system “with about equal rates [of usage] for dollar, euro, and renminbi.”

Those who focus more on the number of currencies fulfilling reserve-currency status include Barry Eichengreen, who argued back in 2009 that “the international monetary system will become more multipolar” along these lines. But while Eichengreen presciently predicted the renminbi’s rise as a reserve currency, his implied definition of a multipolar system is problematic, because the existence of multiple reserve currencies throughout the post-war era suggests that today’s international monetary system has always been multipolar.

Identifying reserve currencies is a necessary first step in determining the polarity of the international monetary system, but it is not sufficient, because it does not help us determine whether and when we have crossed the Rubicon into multipolar or bipolar territory.

Polarity is a term traditionally used by international-relations scholars to assess the global, systemic balance of power on the basis of military might. But since the concept travels well, it has also been applied to other areas, such as economic power. In fact, it is particularly well-suited for characterizing the international currency system, because great-power currency capabilities can be used to enforce international agreements and police international order.

In a unipolar currency order, one great power enjoys preponderance and has no close rival. In a bipolar currency order, two powers predominate and have only distant rivals. And in a multipolar currency order, more than two great powers wield relatively equal influence. Yet this still leaves open the question of how to measure polarity.

In the accompanying figure, I have measured reserve-currency polarity in two ways to establish a unipolar threshold. The first panel counts the number of great powers according to some predefined yardstick, singling out reserve currencies based on their share of known reserves (with a 5% cutoff). A unipolar line is drawn at a level where reserves in the leading currency are twice as large as reserves in other major currencies. This standard offers a clear-cut abstraction of unipolarity. Being twice as powerful as any counter-coalition clearly renders a balance of power impossible and thus creates stability by muting opposition.

But unipolarity can also prevail without this rather exacting standard, as in the right-hand panel. Here, the unipolar line is based on system-wide changes in currency shares. A unipolar threshold is drawn at a concentration index of 40, below which point the system no longer is considered unipolar, but rather bipolar or multipolar.

There are striking differences between the trend lines in the figure’s two panels, and in terms of unipolar wiggle room. The “great currency” distribution measures the relative influence of reserve currencies capable of playing an international role. Here, the long-term power gap has been closing. In fact, we were skating closer to the unipolar threshold before the pandemic erupted in 2020, and before sanctions were levied against Russia for launching its all-out war against Ukraine.

Now, because the primary currencies comprised in this measure are all part of the Russia sanctions coalition, attributing changes in this distribution to sanctions backlash is a stretch. That brings us to the second panel, which portrays systemic concentration, a measure of the relative influence of all currency reserves within the system. Here, the long-term distribution of power remains largely unchanged – though a post-pandemic, post-Russia-sanctions decline is discernible.

If we base our predictions about the longevity of the unipolar currency era on the first panel, the situation looks rather dramatic. Even so, a dip below the unipolar threshold would bring us to the world envisaged by Kroll Chief Economist Megan Greene: “In a multipolar world, we may eventually be talking about alternatives to the dollar. But we won’t be replacing it.” From the vantage point of the second panel, however, unipolarity is as entrenched as it was before the euro launched.

DOLLAR DOMINANCE

How we measure polarity matters enormously for debates about the future of the international monetary system. While polarity, understood as the distance between the “great currencies,” has declined over time, it has not done so since 2020. By contrast, polarity, understood as system-wide currency distance, has been constant since 1995 but did decline from 2020.

Economists’ reluctance to define multipolarity has fueled a mania that is unhelpful for adjudicating major US foreign-policy decisions. We are inundated by predictions of a shift to multipolarity without knowing what it means, and when, in reality, the eclipse of unipolarity would more likely be followed by a bipolar order fixed around the dollar and the euro.

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Moreover, it is unlikely that unipolarity will fade at all any time soon – or even in the medium term. That will remain the case even in a more fragmented global economy where security partnerships determine economic relations, and where sanctions against Russia contribute to a realignment of some global currency holdings. The pandemic and recent geopolitical developments do not justify confident bets on the dollar’s demise, because the greenback’s centrality is mainly determined by economic factors and an incumbency advantage that is reinforced by network effects.

Remember, today’s inflation is not just a US phenomenon, and when considering sanctions risk, diversification out of dollars must be weighed against sanctions-induced diversification into dollars. The coalition participating in sanctions against Russia accounts for more than 90% of global currency reserves, approximately 80% of global investment, and 60% of world trade and economic output. In a world where economic relations increasingly have security overtones, the 60-plus countries under the US security umbrella are likely to stick with the dollar even if they oppose Western sanctions.

The stakes are high. If a multipolar currency order was imminent, it would be reasonable to call for a reversal of US monetary, spending, and sanctions policies. But for the time being, the better bet is on continuing dollar dominance.

 


CARLA NORRLÖF

Writing for PS since 2020
2 Commentaries

 

VENEZUELA: VIEJOS Y NUEVOS INTENTOS DE CAMBIO POLÍTICO/ECONÓMICO VISTOS DESDE 2023.

 

VENEZUELA: VIEJOS Y NUEVOS INTENTOS DE CAMBIO POLÍTICO/ECONÓMICO VISTOS DESDE 2023.

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ



Esta relativamente corta nota, busca insistir en periodos e ideas estimulantes de entusiasmos e ilusiones que han difundido políticos, albergado los venezolanos y sus necesidades o estimulado cambios o desviaciones/deformaciones en Venezuela en los últimos 120 años. Planteado de esa manera, pareciera demasiado, pero efectivamente se puede lograr una periodización que clarifique la intención. Más aun cuando se trata de enrumbar la economía y la sociedad venezolana, en un contexto de elecciones y en un cuadro económico social de recesión, empobrecimiento, migración y distanciamiento creciente de muchos logros que alcanzó la sociedad y la economía venezolana en décadas pasadas, a pesar de deficiencias que se pudieron haber tenido o presentado.

No es cierto que la economía y el país se encuentren ahora en los lustros recientes enrumbados, en base a la independencia y la diversificación económica, tal cual se ha señalado, de distintas maneras, en el contexto de la Administración Bolivariana, que acumula ya más de 23 años. Como tampoco que estemos en capacidad de convertirnos en abastecedores de las necesidades en el área del transporte, la producción de medicinas y productos farmacéuticos en general y mucho menos para pasar a la conquista del espacio. Impresiona como mientras peor se sitúan las variables económicas, el Presidente Nicolás Maduro en sus discursos y defensas de su administración, más virtudes y avances le destaca a la economía y la nación, viéndola cada día mejor o a lo sumo diciendo que se tienen algunos problemas…; ah!... pero que ellos derivan es de las sanciones y la guerra económica.

 Las sociedades avanzan, evolucionan o se problematizan en la medida en que las ilusiones y deseos –según sean convenientes o distorsionadas, de avanzada o de retroceso- se convierten en proyectos de desarrollo, se unen voluntades para la materialización de los mismos y esta última permite encontrar -en los casos de éxito- la llamada por los neo institucionalistas dependencia de ruta. A excepción de algunas décadas del siglo XX, como las del sesenta y setenta, no se encuentran en la historia nacional de la última centuria y cuarto, períodos donde se anduviese cerca de tal encaminamiento hacia el desarrollo. Rómulo Betancourt fue un visionario en ese sentido, y ello le permitió convertirse en uno de los pocos líderes del desarrollo[1] que hemos tenido[2].

La revisión de la historia nacional de los últimos ciento veinte años, nos permite observar ilusiones y entusiasmos –aunque normativamente no siempre de los más adecuados- en determinados procesos económicos y políticos. Desde el punto de vista económico y político, debe señalarse la importancia que tuvieron el café y el cacao hasta 1925, junto al sentido de paz relativa alcanzada por los gobiernos de Cipriano Castro y sobre todo de Juan Vicente Gómez[3] y, más o menos desde esa fecha, por alrededor de 90 años, el desplazamiento de aquellos bienes agrícolas por el petróleo como factor económico, que no se sembró[4], usando inversamente la recomendación de Arturo Uslar Pietri.

Desde los puntos de vista políticos, económicos, sociales y militares, según los casos, existen otras ideas y procesos de entusiasmo de la población venezolana que deben destacarse.

1. En primer lugar, el militarismo, que estuvo presente durante todo el siglo XX hasta 1958 a excepción del llamado trienio 1945/1948 y del inmediato y corto período de Rómulo Gallegos (menos de un año durante 1948). Los militares y sobre todo los venidos de los andes pasaron a considerarse y difundir la idea de un orden inspirado y sostenido por ellos, a pesar de mayores o menores modernismos o amplitudes según los casos. En el inconsciente colectivo de los venezolanos o en expresiones de la conciencia inmediata surgen recuerdos de la tranquilidad, paz y orden relativos en algunos tiempos de ese período[5]. En general el resaltar el militarismo busca destacar la rectitud, el orden y la disciplina, como que los militares fuesen los únicos que en la sociedad tienen esos valores y formas de comportamiento; realmente también los hay en organizaciones religiosas, universidades, instituciones deportivas y empresas, entre otros ámbitos.

2. En segundo lugar, la industrialización, el impulso de la modernización y la democracia desde finales de los cincuenta[6] hasta mediados de los setenta. Trabajo, orden, limpieza, posibilidades de expandir la economía y los proyectos de inversión, estuvieron presentes en este periodo. Autopistas, industrias, escuelas y hasta las ideas e iniciativas de crear un Metro para Caracas, surgieron de esos años a pesar del rentismo. Pero también se ordenaron y/o regularizaron campañas de prevención de enfermedades vía -por ejemplo- cruzadas masivas de vacunación[7] así como la regularización de la protección social vía Seguro Social Obligatorio.  Economías hoy día en progreso como Chile y Colombia, ente otras, tenían varias ausencias y deficiencias y miraban a Venezuela en variados aspectos como un ejemplo de buen avance. Pero esta parte positiva se convirtió o desarrolló dialécticamente su contrario.

Pues la sociedad venezolana no tenía albergado el consenso, y el resentimiento (acumulado en alrededor de 150 años previos) así como el radicalismo político de quienes no veían esos resultados como desarrollo –parte de los grupos políticos e individuos relacionados con esta posición, se encuentran hoy en el ejercicio del poder político en la Administración Bolivariana y se identificaron desde sus inicios con ella- hicieron su parte para horadar un proyecto en curso (dejándole a la nación y a algunas de sus instituciones cicatrices imborrables dado el escenario de lucha armada[8] y el estímulo hacia populistas y demagógicas formas de funcionamiento) que encontró su alteración definitiva en las bases más profundas de la renta petrolera, al convertirse la gestión administrativa de la nación en un distribucionismo exacerbado, a partir de mediados de los setenta con la primera administración de Carlos Andrés Pérez (1974/1979) en el contexto de aumentos de precios del petróleo desde inicios de tales años. Como señaló D.F. Maza Zavala, el trabajo -en el contexto de la Gran Venezuela de la Primera administración de CAP- fue sustituido por el dinero fácil que, además, pasó a formar parte del impulso de la corrupción; y en un contexto donde comenzó a manifestarse la inflación, los déficit en cuenta corriente y, entre otras cosas, el endeudamiento externo. La gran paradoja: un petroestado, alborotado con el incremento de precios de su commodity, que termina endeudado y con buscadores de renta y de corrupción enriquecidos vía corrupción.

3. En tercer Lugar, la corrupción, el desasosiego, el autoritarismo en condiciones de democracia, los partidos convertidos en el eje repartidor de la “democracia” y la corrupción, con la democracia de partidos, forman parte de un período de más o menos 20 25 años que va desde mediados de los setenta hasta 1999, pues hay que decir que los pueblos y naciones también desvían sus caminos, enrumbándose inadecuadamente según  coyunturas, riqueza fácil e inadecuados liderazgos[9]. Se trataba ahora, en este tercer y desviado entusiasmo, de un pueblo –en no insignificante proporción- confundido, con cultura de campamento (como alguna vez señaló un dramaturgo) y buscador de arreglos, según herencias, períodos e historia; y políticos y administradores que parecieron ser más ineficientes mientras uno sustituía al otro (Luis Herrera Campins 1979/1984, Jaime Lusinchi 1984/1989, Carlos Andrés Pérez 1989/1993 -2da administración-, R. J. Velázquez 1993/1994 y Rafael Caldera 1994/1999 -2da administración-) y, una masa de aquel mismo pueblo -en su acepción amplia, abarcando también clases medias y altas- observando en cada oportunidad electoral, la ocasión misma para su proyecto personal o grupal, a pesar de las luces que todavía podían irradiar en momentos algunos de los presidentes, el congreso, algunos ministros y determinados políticos e intelectuales que podían fungir como la reserva moral del país. Se registró en la  secuencia referida, el episodio notable de un pueblo eligiendo, con distintas esperanzas y entusiasmos, a dos presidentes por segunda vez[10] (Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera), cuyos resultados, en ambos casos, terminaron con mayores dramas y problemas económicos y sociales que con los que comenzaron[11] tal segundo mandato.

En el plano de la política económica, el mayor entusiasmo fue albergar, en algunas ocasiones, las ideas extremas del neoliberalismo y la crítica acérrima a la sustitución de importaciones o el acotamiento de frases cómodas y jocosas, según instituciones y ministerios, o impulsar ideas melosas del amor por el país o de la defensa de la figura presidencial, según el caso y momento. La cultura del extremo hizo de la suyas, en momentos de este periodo y en las ideas y entusiasmos dominantes.

4. En cuarto lugar, el periodo de las ideas del bolivarianismo, inicialmente difundidas por  Hugo Chávez y hoy día en las figuras de sus continuadores y de Nicolás Maduro. Esto entusiasmó a una porción alta de la población venezolana, dadas las ofertas de crear una verdadera democracia, acabar con la corrupción y la llamada democracia de partidos. Honor, pulcritud, comedimiento, eficiencia en la administración pública, oportunidades de una repartición más equitativa del ingreso, fueron las ofertas iniciales en 1998 y 1999[12].

Muchos acogieron esas ideas como suyas y les profesaron esperanzas. Transcurridos más de veinte y tres años de administración política de la nación, los entusiasmados son muchos menos y no todos lo que se mantienen presentan la inocencia y honestidad que hubo en sus tiempos iniciales[13]. La problematización económica, social y política después de casi cinco lustros, pasó a enfrentar a los venezolanos -ya como mayoría- ante la frustración de esperanzas no materializadas, por un proyecto que además de las ideas señaladas hizo renacer el militarismo, superponiendo lo militar a lo civil, en el contexto de las democracias inestables e insuficientes de América Latina y Venezuela en particular –tal cual se señaló-, así como a la necesidad de construir un nuevo entusiasmo, impulso y misión para la economía y el país, dada que la alteración y destrucción alcanzada pasó a abarcar las dos dimensiones.

Capitalismo de estado, aumento de la corrupción, deterioro de los servicios, profundización de la dependencia petrolera y del rentismo, controles permanentes aumentados en áreas de la mayor relación con la riqueza nacional y no de grupos o partidos como el manejo de las divisas obtenidas del rentismo, destrucción de patrimonios empresariales y familiares, clima de zozobra e inestabilidad en trámites, procedimientos y seguridad personal y familiar, pasaron a formar parte definidamente de la nueva frustración presente en muchos venezolanos bordeando la segunda década desde los inicios de la administración bolivariana en 1999, a pesar de la comodidades de algunos y las incondicionalidades de otros. Y ello es la base, por lo demás, de la indescriptible migración de venezolanos que cada día fue arreciando más, desde hace cerca de 10 años y que hoy día supera los 7 millones de migrantes, conformándose como uno de los mayores movimientos migratorios a nivel mundial, y ante el cual el Presidente NM ha ofrecido en momentos -si lo dejasen, liberándole recursos de los retenidos internacionalmente- poderse traer 50.000 venezolanos, mientras las cifras ya conocidas internacionalmente ascienden a los millones señalados, con sus fundamentos en registros internacionales.

Cuatro ilusiones, esperanzas, ideas y entusiasmos -vistas hasta ahora- que, en alrededor de más de cien años nos trasladan a la Venezuela problematizada, deteriorada y conflictiva de inicios de la tercera década del siglo XXI. Numerosos elementos positivos podrían destacarse en el tránsito de los dos primeros períodos de entusiasmos e ilusiones señalados, tenidos por Venezuela y sus habitantes y que abarcaron hasta mediados/finales de los setenta (Independencia política, avance institucional, urbanización, alfabetización, eliminación de enfermedades, crecimiento económico y grados de desarrollo, oportunidades de avance para personas y familias, así como aumento de la atención a los marginados y excluidos de políticas de mejoramiento social, son solo parte de ellos). El tercer periodo, de confusiones/desviaciones –tal cual se señaló más arriba-, abarca desde mediados de los setenta hasta finales de los noventa, pero nunca el daño llegó a niveles mayoritaria, significativa o extendidamente radicales. Contrariamente, el descalabro se presenta en el cuarto periodo, esto es en la rimbombante administración bolivariana que se ha planteado quedarse por mil años (expresión que puede interpretarse políticamente, pero que han sido expresiones literales de sus dirigentes) proponiéndose refundar instituciones, crear un hombre nuevo, convertir a Venezuela en una potencia de todo tipo, llevar a los venezolanos al disfrute de cualquier máximo de felicidad o a cualquier meta pensable. Pero realmente, la revolución más larga[14] del siglo XX y XXI (o la última del siglo XX[15]) –en lo visto hasta ahora- se convirtió en un fracaso y en una decepción para las mayorías –que habían acompañado previamente a los partidos de la democracia de partidos AD y COPEI-, que alguna vez se esperanzaron en ella, con el agravante de haber transformado negativamente o destruido la economía y la nación.

5. En quinto lugar y correspondientemente con lo presentado, es importante en esta nota  resaltar la necesidad que se tuvo, y el intento de albergar una quinta ilusión, entusiasmo y misión que hubiera podido convertirse -en base al consenso- en un proyecto que por distintas vías hubiese permitido unir esfuerzos en pro de combatir la anomia (observada en años posteriores a 2017, 2018 y 2019),  y que todavía existe en sectores de la población, a pesar de las expresivas y cuantiosas movilizaciones tenidas durante el año 2017[16], o los meses de enero y febrero de 2019[17], abarcando hasta los nefastos sucesos de impedimento para que ingresara la ayuda humanitaria el día 23 de febrero en los puntos conocidos y cuyo contexto atañe a la figura del llamado Presidente interino personificado en Juan Guaido.

El chavismo dominante de años recientes, está controlado por el Presidente NM y su camarilla y existe inclinación a pensar que factores nacionales e internacionales son los que ejecutan verdaderos controles y determinaciones sobre su figura. Grupos y figuras alternativas a este último y su camarilla, plantean ahora por distintas vías algo así como aprovechar o seguir desarrollando un chavismo sobreviviente, que rescataría unos supuestos elementos puros, bien encaminados y exitosos, que habría alcanzado y ejecutado HC. Se trata de fantasía y demagogia, pues el verdadero legado de este último, es el más fiel determinante de la situación de debacle en que ha terminado la economía y la nación venezolana. Con un cambio de gobierno, se suceda cuando se suceda, quedará, eso sí, el chavismo resentido, que persistirá en señalar lo bueno que era todo durante la administración ya conocida –hasta ahora- por más de 23 años.

La nueva misión y entusiasmo en lo que ubicamos como el quinto período (sin que haya implicado efectos tan tangibles o registrables como los cuatro previos), pasó a conformarse a partir de  los impulsos e iniciativas que  rodearon e inspiraron las acciones políticas desarrolladas por el presidente de la Asamblea Nacional y Presidente interino señalado, con el cometido muy importante, como propuesta para el país, basado en la trilogía: hacer que cesara la usurpación, que se estableciese un gobierno de transición y se realizasen elecciones libres. Esto resume  nada más y nada menos que la idea de que la mayoría de las que se habían realizado desde un momento hasta la presencia reciente de la propuesta no habían sido libres, bien organizadas y supervisadas y ello se consideraba suficiente para que las voluntades multitudinarias se expresasen en una perspectiva que le abriría caminos a Venezuela, para enrumbarse hacia la recuperación de la institucionalidad y la superación de la aguda problemática económica y social. Nada de esto se llevó a efecto y se acumularon, más bien, numerosos problemas en el manejo de recursos, en una Presidencia interina que nunca fue tal, a pesar del apoyo internacional que de palabra se daba, junto a algunos gestos y reconocimientos. Trifulcas políticas, grupismo, acciones dislocadas y manejos dudosos de recursos, dieron al fin al traste con esta quinta oleada de entusiasmo y posibilidad de estructurar una perspectiva de recuperación, cambio y transformación de la sociedad y economía venezolana, con el abordaje primeramente de la administración política.

6. En sexto lugar, se trata de La sexta ola de ilusión y entusiasmo para los venezolanos, la cual mantiene el matiz del necesario abordaje y cambio en la administración política del país y para ello son fundamentales las elecciones de 2024. Es ello lo que le da valor a las elecciones primarias de la oposición, pero, mas que eso, nos interesa destacar otra dimensión para esta sexta ola de entusiasmo, que de no ser masivo no será exitoso, ante tantas limitaciones que más de 23 años administrando al país de la manera señalada le brindan a la Administración Bolivariana. Demos las primarias por realizables y que de allí surja una candidata o candidato de la oposición, habiéndose podido sortear inhabilitaciones y acciones interesadas desde el nuevo y ajustado CNE. Sabido es que en estos procesos electorales, hay los que aparecen, hacen arreglos descarados o creen que por tener dinero o haber tenido responsabilidades políticas previas, pueden abordar el marco de la dirección de un país.

Realmente, el pueblo venezolano, buscando una opción distinta a la que actualmente dirige a la nación, no debería equivocarse con oportunistas y engañadores de oficio. Se corren grandes peligros en estas elecciones, vistos del lado de la opción desde la oposición. Cuando HC fue elegido era la oposición, mas allá de sus matices políticos y de origen militar. Muchos habían justificado o “explicado” un golpe de Estado (1992) y, el contexto nacional brindado por la segunda administración de Rafael Caldera, junto a matices del otro candidato, brindaron un contexto muy favorable para quienes resultaron ganadores.  Había la necesidad urgente de que muchos tuvieran nuevas esperanzas de mejoramiento. Puede pasar lo mismo, independientemente de matices e intensidades, hoy día, por el solo deseo de cambio que, según apreciaciones y la observable calle, lo desean 8 de cada 10 venezolanos.

En un contexto de una democracia y una economía de tantas debilidades y deterioros acumulados (puede apuntarse que con decrecimiento recesivo, disminución del consumo, empobrecimiento acentuado, junto a disminución de ingresos de exportación, entre otros elementos)[18], puede suceder lo mismo, pues los candidatos en elecciones, no infrecuentemente cambian el discurso de lo que realmente van a poder o a querer ejecutar. Correspondientemente, el electorado puede salir factiblemente decepcionado o sin que sus expectativas puedan ser factibles de alcanzar. En una situación económica y social como la de Venezuela, esto podría ser poco menos que dramático, si gana un opositor en el entendido de que se logren superar tramoyas, engaños y “fallas accidentales” que algunos seguramente prepararán. Algo que parece inocente en política es que esto sea evitado hablando con la mayor sinceridad y no ofreciendo lo que no se pueda satisfacer. Pues puede volver a presentarse una decepcion y desanimo[19], al no encontrar secuencia entre ofertas y realidad en políticas y resultados, como lo derivado de las elecciones de 1998.

Ya veremos.

Julio 2023

eortizramirez@gmail.com

@eortizramirez



[2] Curiosamente, varios intelectuales/académicos muy valiosos, con origen en la izquierda venezolana de tiempos cercanos a tal figura, me corroboraron tal apreciación en conversaciones para una investigación.

[3] Entre sus logros estuvieron hacer las carreteras  y crear el Ejército.

[4] Se le atribuye  a Uslar Pietri  (periodista, político y escritor) la popularización de la expresión “Sembrar el petróleo” quién, el 14 de Julio de 1936, publicó en el diario caraqueño Ahora, un editorial titulado “Sembrar el petróleo”. La frase, sin embargo quien la conceptualizó fue Alberto Adriani, antes de esa fecha y como parte de sus proyectos a ejecutar una vez desapareciese la dictadura de J. V. Gómez. Fue diplomático y periodista, con estudios de economía, y además fue funcionario en el gobierno de Eleazar López Contreras y murió muy joven (38 años, 1898/1936); varios de sus escritos fueron recopilados en el libro Labor venezolanista. Distintos elementos de discusión sobre este término pueden verse en: Humberto García L. (Compilador), La ilusión de la “siembra del petróleo”; CDCH/CENDES 2018;

puede verse también sobre A. Adriani, J Mazzei: A .Adriani, Político y estadista https://www.blogger.com/blog/post/edit/2720287295586447558/4449236497717147713.

[5] Con la llegada de HC al poder político, desde inicios de 1999 se han vuelto a resaltar los valores de los militares apartándose la ubicación y significación de su sujeción al poder civil, y habiéndose esto último pasado a manifestar en la amplia ubicación de los mismos en labores políticas y administrativas y en el exaltamiento de la conformación del poder cívico-militar.

[6] Estudios de J. A. Mayobre, O. Araujo, A. Cordova, H. Silva, A. Baptista, M. I. Purroy  y Bitar y Troncoso, entre otros, dan luces sobre los inicios o basamentos de la industrialización para este período.

[7] Ya se había previamente realizado las concernientes a la erradicación del paludismo en base a la exitosa campaña llevada a cabo por Arnoldo Gabaldon (Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.25 n.2 Caracas feb. 2005. Vidal Rodríguez Lemoine. A sesenta años de la aplicación del DDT en la lucha contra la malaria en Venezuela).

[8]VerEduardoOrtizRamírez https://www.academia.edu/41858377/CUALQUIERA_PUEDE_SER_DE_LOS_SESENTA_una_perspectiva_de_la_Venezuela_Violenta_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ_4_de_febrero_de_2020.  Este escrito forma parte, junto a otros treinta, del libro La violenta década de los sesenta en Venezuela, como compilación de testimonios, flexibles en cuanto a restricciones académicas, realizada por Enrique Viloria Vera, José Pulido y Petruvska Simne, y publicado en 2020 por Barra Libros Editores.

 [9] En tal sentido, la idea de que los pueblos no se equivocan o que siempre tienen la razón, es por lo menos polémica.

[10] La reincidencia e incluso el deseo de permanencia, no es un fenómeno extraño al sentido y perfil hasta ahora visto en la conformación de las estructuras políticas latinoamericanas, incluso en los casos de las democracias –o las así presentadas-. Caudillismo, presidencialismo, personalismo y líderes que asumen reencarnación o “misiones históricas”, por una parte, así como ausencia de desarrollo de la sociedad civil y lento y tardío desarrollo de las instituciones como reglas del juego, por la otra, indudablemente que están relacionados con ello. Tan generalizado se presenta este fenómeno en las democracias inestables de la región que, el populismo, autoritarismo y continuismo como fenómeno asociado a los procesos de cambios constitucionales, adquieren diversas transfiguraciones. Los más de veinte y tres años de administración bolivariana, con sus secuencias, estilos, jugadas y la aguda desinstitucionalización que ha ejecutado, borrando los límites y diferencias entre Gobierno y Estado, ha convertido las deformaciones y disfunciones políticas en algo negativamente muy superior a lo destacado. Puede verse Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/48223775/LAS_DEMOCRACIAS_INESTABLES_DE_AMERICA_LATINA_Caracas_4_de_mayo_2021.; también,  Félix Arellano, Contradicciones del “efecto Bukele” https://www.blogger.com/blog/post/edit/2720287295586447558/4891903728256851369; ver también para el caso Bukele: https://www.economist.com/the-americas/2023/07/20/nayib-bukele-shows-how-to-dismantle-a-democracy-and-stay-popular?s=03.

[14] Este planteamiento atañe a resultados observables o registrados en procesos históricos de distintos casos ubicados como revoluciones, y los cuales pueden haber sido temporales y desaparecer como en el caso de la más vieja –en América Latina- y ya muy probada -en su poco éxito en conducir al crecimiento y desarrollo económico- revolución cubana.

[15] Leonardo Vivas. Chávez: la ultima Revolución del siglo. Planeta 1999.

[17] Tales movilizaciones dejaron numerosos fallecidos y un número importante de detenidos.

[19] También se ha presentado en Colombia con evolución, ejecutorias y resultados de la elección y Presidencia del Presidente Petro.