ECONOMÍA VENEZOLANA:
ENTRE EL FRACASO DE LAS EXPECTATIVAS Y EL
SOBREAJUSTE.
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Aumento de impuestos y tarifas, incremento
en costo de servicios, negativa palpable de aumentos de salarios, en un
contexto abiertamente inflacionario, mantenimiento del encaje y las
correspondientes restricciones al crédito, son algunas de las expresiones de un
sobreajuste del lado del sector público
que “lidera” la economía y que, de tiempo atrás, tiene poco que aportar en la conducción
de la misma; así pues, habiendo ejecutado numerosos intentos fallidos,
podemos permitirnos usar el termino sobreajuste. Como generalmente sucede en
economías menos desarrolladas y con escasos desarrollos en la sociedad civil, terminan pagando los
costos o las cargas, los sectores menos
favorecidos en la distribución del ingreso, como algunos de ellos son en la
actualidad venezolanos, dado su ubicación como empleados públicos y, específicamente,
de los sectores como la salud y la educación.
Tal sobreajuste busca compensar, además, las restricciones
estructurales (pozos desatendidos, menor disponibilidad de recursos para
invertir, otros), puede decirse ahora, en la obtención de los cuantiosos
ingresos petroleros, otrora obtenidos
por la economía venezolana (como los del periodo de 10 años previos a
2014). Busca el Estado/Gobierno[1],
ahora sin relativamente tantas divisas, gastar menos y obtener más para “equilibrarse”.
Ante este escenario, ya advertido en
distintos momentos, como durante 2018[2],
no han faltado los entusiastas[3]
y varias veces acomodados de todo tipo, vaticinando mejorías que hoy día a comienzos
del segundo semestre de 2023, se muestran sin pertinencia ante la realidad económica
y social. Dos fantasmas muy reales medran
en la oscuridad; la inflación/hiperinflación y la dolarización informal.
Sobre la inflación, ya sabemos que las
proyecciones han tenido que reconsiderarse y cobijarse hoy día en el proyectado
400% del multilateral de marras, siempre atento a registrar y proyectar. Más aún,
se oyen hoy día cosas como “bueno, la
gente se acostumbra a vivir con la inflación” (caramba, caramba, con
pensiones de menos 5$ y sueldos de profesores universitarios
rayando en la miseria absoluta y relativa). Más aun, hoy día, es más que
clara la importante disminución del consumo que, parafraseando a un estimado
profesor, podríamos decir que el consumo
lo es todo. El consumo, dada la pertinaz inflación y el contexto de
sobreajuste planteado, ha entrado en la fase de deterioro acentuado para
productos de consumo de distintos estratos. Claro, habrá siempre los que con
cierta sorna señalen que hay gente consumiendo pescado y quesos especiales así
como carros de alta gama, teniendo en su mano un Wiski o vino de alta gama, por
usar prestada la expresión. Es esto lo que ha llevado a la realización de ofertas en ventas o a las
alarmas desde el exterior señalando que la cosa económica se está volviendo a
poner en Venezuela como en años recientes, cuando empezó a decaer la economía; pero, lamentablemente, no es cierto en los
grados tal realismo, pues ahora estamos
peor.
Como si no fuese suficiente, la Hidra que es la dolarización informal y
chucuta, se reproduce y reproduce generando nuevas sorpresas. ¡Ahora resulta que hay que medir la inflación
en dólares! Muchos no creían o decían que no existía inflación en dólares, como
si estuviésemos en cualquier mercado prístino, serio y dinámico de los que
pueden encontrarse en casos en el escenario internacional. No, la dolarización nuestra
nació con distorsiones muy de compromiso futuro, dado no solo que ha sido
informal sino que además heredó variadas perversiones[4].
No nos parece que la dolarización sea el camino de solución de los
problemas de Venezuela[5], pero los opuestos al imperio y los analistas
cordiales y seguidores han podido dejarse medias tintas y decretarla formalmente.
La pregunta siempre fue: ¿por qué no lo hacen? Ah… pero aprende uno que de ese
escenario distorsionado, sin precios ni salarios en dólares se benefician
varios/varios, y, el mismo fisco, que ajusta y sobre ajusta tiene o busca sus dividendos, incluso políticos. Por otra parte,
a algunos no les es difícil señalar que el $ pueda pronto acercarse a los 50 0
100 bolívares[6] en
tiempo próximo cercano.
Nada de lo señalado, pareciera ir en
beneficio de los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso. Pues,
a pesar de los grupos de trabajadores que ganan en dólares en el área privada, se
sabe que, ni son la mayoría, ni están protegidos de la inflación en general ni de
la de dólares. La desvalorización del bolívar en Venezuela es terrible, pero no
está muy lejos la relativa al dólar, independientemente de su valor y significación
a nivel internacional.
12 de julio 2023
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[1]
Esta fusión o no diferenciación ha sido resultado de las acciones de la Administración
Bolivariana en sus más de 23 años de ejecutorias.
[2]
Eduardo Ortiz Ramírez. https://www.academia.edu/37257589/AJUSTE_M%C3%81S_ALL%C3%81_DEL_FOSO_Recibiendo_nuevas_distorsiones_de_precios_y_salarios_en_Venezuela_18_agosto_2018_Eduardo_Ortiz_Ramirez.
[3]
Eduardo Ortiz Ramírez. https://www.academia.edu/100410672/ECONOM%C3%8DA_VENEZOLANA_LA_OBSTINACI%C3%93N_POR_EL_OPTIMISMO_Caracas_18_de_abril_2023.
[4] Eduardo
Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/44982003/DESVENTURAS_DEL_DOLAR_Una_perspectiva_fenom%C3%A9nica_de_la_presentaci%C3%B3n_del_mercado_cambiario_en_la_Venezuela_de_2021_26_enero_2021_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ;
también, https://www.academia.edu/43280445/DIMENSIONES_DE_LA_DOLARIZACI%C3%93N_INFORMAL_VENEZOLANA_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ_7_de_junio_2020.
[5] Pocas
economías, generalmente pequeñas, han pasado a dolarizar o usar otra moneda, y
no se le ha visto clarificado su camino al desarrollo o establecimiento de condiciones conducentes al
mismo.
[6]Hoy
12 de julio de 2023 el promedio supera, en lo que hemos llamado la Dictadura de los portales, los 30 Bs
por $.
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