martes, 31 de mayo de 2022

¿Estará Maduro dispuesto a negociar con la oposición en beneficio de Venezuela?

 ¿Estará Maduro dispuesto a negociar con la oposición en beneficio de Venezuela?

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 




La mesa de negociación en México vuelve a ocupar la agenda política opositora. Sospecho que algunos de sus portavoces abrigan la esperanza de que los atisbos de recuperación económica traídos por la liberación de precios y del uso del dólar habrían persuadido a Maduro a asumir una actitud más constructiva al respecto que en ocasiones anteriores. Se habría dado cuenta de la conveniencia de flexibilizar su conducta para soslayar la erosión de su poder. De ser así, una negociación inteligente, jugando cuadro cerrado con EE.UU. y con la Unión Europea para convertir a las sanciones en carta para comprometer a Maduro con la realización de elecciones confiables, tendría sentido. ¿Pero, qué puede decirse respecto a su disposición de negociar de buena fe condiciones que permitirían al país superar la terrible tragedia que él y los suyos provocaron?

 

Declaraciones recientes del oficialismo no abonan a favor de la interpretación, diríamos “optimista”, planteada arriba. El vocero del régimen en estos asuntos, Jorge Rodríguez, reiteró como condición hace poco que sea liberado Alex Saab e incorporado a la delegación oficial, que Rusia continúe como país acompañante del chavismo en el proceso, pero que cese el papel de Noruega como mediador, a causa de una declaración de su gobierno sobre la observación de derechos humanos en Venezuela. No se sabe si tan disparatadas ocurrencias forman parte de una política para torpedear deliberadamente toda posibilidad de reanudar la negociación o si obedecen, más bien, a destemplanzas propias de una mente resentida. La defensa de los derechos humanos constituye un pilar de la política exterior de Noruega.

 

Luego hay que examinar las condiciones del entorno internacional. Una perspectiva optimista indicaría que, con el aislamiento de Rusia por su criminal agresión a Ucrania y las oportunidades que de ello se derivan para aliviar las sanciones al petróleo venezolano como reemplazo parcial de la oferta del crudo proveniente de ese país y ganar simpatías con Biden, debía producirse una actitud más proactiva del régimen con relación a esta negociación. No obstante, Maduro acaba de visitar Cuba con la excusa de revivir el ALBA. Necesita cerrar filas con sus cómplices antillanos y nicaragüenses ante el giro adverso que les representa una posible derrota de Putin. Junto a la condonación de la deuda ofrecida a las islas del Caribe por el petróleo suministrado por Venezuela, país arruinado, busca evitar que éstas asuman posiciones desfavorables al régimen en los foros internacionales. Por ahora, ante la perspectiva de un triunfo de Petro en Colombia y, más adelante, de Lula en Brasil, Maduro confía en que le esperan tiempos mejores. No tuvo empacho, por tanto, a retornar con manidos e inútiles clichés al arribar a la Habana:

“Llegamos a la cuna de la revolución: La Habana, Cuba, para participar en la XXI Cumbre del ALBA- TCP, con el objetivo de seguir profundizando en la unidad y la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe. ¡Que viva la unidad de los pueblos!”,

Por lo visto, nada sugiere que el régimen se siente vulnerable o desasistido y que ello lo llevaría a regresar a la negociación para resguardar sus intereses. Se reiteran, además, las poses ideológicas tras las cuales se encubre el fascismo chavomadurista. No es que los jerarcas del régimen realmente crean, a estas alturas, las sandeces que repiten. Éstas cumplen una función muy importante, empero, en evitar exámenes de conciencia y en absolver sus atropellos. Cuando se miran en el espejo, los corruptos, déspotas, torturadores y esbirros que se cogieron al país quieren ver reflejada la imagen de patriotas “revolucionarios”, luchando por librar a Venezuela de las garras del imperialismo. Y así, en respuesta a su exclusión de la próxima Cumbre de las Américas, a realizarse en julio en Los Ángeles, California, Maduro señaló el temor del país anfitrión por “nuestra voz antiimperialista”. En el cierre del Coloquio Internacional por el Bicentenario de la Batalla de Pichincha (¡Uuuff!), añadió:

 

"Nuestro destino manifiesto es enfrentarnos al imperialismo y derrotarlo en el campo de batalla, pase lo que pase, sea lo que sea, en cualquier circunstancia ¡La victoria siempre nos pertenecerá!"

 

Definitivamente, el sectarismo provocado por los grilletes ideológicos, al sustituir el examen de las causas reales de las cosas por actos-reflejos simplistas, embrutece.

 

Por último, puede esgrimirse que, al liberar aspectos de la economía y abrir algunas empresas públicas a la inversión privada (minoritaria), el régimen entendió, ¡al fin!, por dónde debía apuntalar sus esfuerzos para salir del abismo en que nos metió. Es decir, el gobierno estaría mostrando que ahora sí quiere resolver los terribles problemas del país. La negociación en México sería uno de los espacios para ir abriendo oportunidades de reforma que, progresivamente, devolvería la institucionalidad a Venezuela. Ciertamente, podría aducirse que, en el seno del chavomadurismo se están generando reacomodos que admiten posibilidades de cambio. Sin embargo, ¿Acaso el dominio de mafias articuladas en torno a la expoliación del país fue superado? ¿Qué hay del arco minero, del tráfico de drogas y de tantas otras corruptelas que han aflorado con las pesquisas de valientes periodistas de investigación? Y, ¿cómo compatibilizar el cacareado “arreglo” del país con cárceles llenas de presos políticos, ahora mayormente militares, con la tortura y la represión de razias desatadas por los cuerpos represivos en los barrios populares o en zonas en disputa entre facciones de la guerrilla colombiana? Sigue siendo poco creíble el cuento de hadas acerca del propósito de Maduro y sus cómplices por “normalizar” al país.

 

En fin, lo afirmado en estas líneas no apoya la expectativa de una mayor disposición de Maduro de negociar, ahora sí, acuerdos con la oposición para un arreglo político que ofrezca salidas, vía elecciones creíbles, a la actual situación. Falta destacar, además, que ello es así porque las fuerzas democráticas no representan, hoy, una amenaza seria para la hegemonía del militarismo “bolivariano”. No solo por la división entre las distintas agrupaciones opositoras que, ¡albricias!, parecen haber encontrado el camino para su superación al acordar las primarias y la formación de la Plataforma Unitaria Democrática, sino porque la oposición carece de una política que le diga algo a las mayorías respecto a la necesidad de desalojar al régimen de Maduro, que no sea la repetición incesante de su ilegitimidad.

 

Sucede que Maduro, por más que insistamos en lo contrario, se siente cada vez más “legítimo”. Y ello nada tiene que ver su disposición a acatar el orden constitucional y respetar los derechos de sus compatriotas. No. Se siente más legítimo porque, con el rebote económico y las burbujas de prosperidad abiertas al disfrute de enchufados y de quienes tienen ingresos en dólares, ha logrado vender la idea de que el país “se está arreglando”. E, incluso, los gringos parecen asomar un interés en abrir posibilidades de destrancar el juego. Y la inmensa mayoría de los venezolanos, ocupados en los quehaceres con los cuales evitar morirse de hambre, ante la ausencia de un proyecto creíble que sientan suyo, parecen resignarse a que sólo queda apostar a que Maduro siga “normalizando” al país.

 

Lograr que Maduro negocie seriamente acuerdos para una salida electoral a la tragedia nacional, que sea creíble y confiable, y para que libere a los presos políticos y restituya los derechos políticos y civiles, requiere de una fuerza opositora armada con un proyecto político coherente, capaz de movilizar al vasto sector descontento, que le “late en la cueva”. Debe marcar un deslinde palpable con esa “normalización” mísera, sin garantías, con que el fascismo pretende perpetuarse en el poder. A la par de restablecer el orden constitucional, debe procurar el saneamiento y la recuperación del Estado, con un generoso financiamiento internacional para que pueda prestar eficazmente los servicios públicos, hoy colapsados. Este proyecto tiene que basarse en una economía competitiva, postrentista, que empodere a los ciudadanos con oportunidades de inversión, emprendimiento y de empleo digno, en un entorno económico estable y previsible, con amplias posibilidades de financiamiento. Asimismo, debe abrirle vías de participación ciudadana y de vigilancia en el manejo de la cosa pública, a nivel local, regional y también nacional. Sin construir esa fuerza popular, las posibilidades de avance son poco claras.  


viernes, 27 de mayo de 2022

Politeia: 50 años

 

Politeia: 50 años

Hace dos años se editó el número 56, en forma digital que se puede descargar en el portal Saber UCV, que muestra la continuidad y persistencia de la primera publicación de ciencias políticas del país.-


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

26/05/2022 05:00 am

 



           Antier martes, se cumplieron 50 años de la edición del primer anuario y también, de la primera revista de ciencia política editada en el país. Efectivamente, sale el día 24 de mayo de 1972, de la imprenta para ser entregada a las autoridades del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela, el primer número de la Revista Politeia que pretendía ser un anuario donde se publicaran trabajos relativos a la ciencia política venezolana, reflexiones sobre filosofía política, historia y otros temas de interés de carácter académico y de elevado nivel intelectual. La aparición de Politeia era una muestra más de la obra editorial de prestigio que ya tenía el Instituto poseedor pues, de una obra importante en la opinión pública venezolana como de: Antología del Pensamiento Político, Colección de Clásicos Políticos, Colección de Historia de las Formas Políticas, Colección de Textos y Documentos, Serie Documentos, Cuadernos del Instituto de Estudios Políticos, Politeia, completo el cuadro de publicaciones del Instituto de Estudios Políticos, en aquel entonces.

            En efecto, ese número se prepara desde el año 1971, con paciencia y rigurosidad intelectual publican en el Número 1: Manuel García-Pelayo: Contribución a la Teoría de los Ordenes, Humberto Njaim: la Concepción Empírico Analítica de las Ciencias Sociales, Hans-Joachim Leu: Introducción al Estudio de las Relaciones Internacionales, Antonio Truyol y Serra: Grocio y Leibniz desde una perspectiva actual, Graciela Soriano; Aspectos Políticos en el Pensamiento de Adam Ferguson, Juan Carlos Rey: El Sistema de Partidos Venezolano y finalmente Carlos Guerón: "La Doctrina Betancourt" y el papel de la Teoría en Política Exterior. Número compacto y de alta calidad académica. Revista que el Dr. García-Pelayo, dirigirá hasta el año de 1978, el número 7, fue el último número publicado por Don Manuel y represento uno de los momentos culminantes de la labor que él emprendió en el Instituto de Estudios Políticos, nuestra eterna gratitud a García- Pelayo, por la herencia dejada.


            En aquel entonces eran autoridades del Instítuto de Estudios Políticos de la UCV Manuel García-Pelayo su director, Juan Carlos Rey subdirector y un Comité de Redacción integrado por: Hans-Joachim Leu, Humberto Njaim, Graciela Soriano de García-Pelayo, secretario Maruja Delfino de Palacios y un Consejo Consultivo integrado por: Ricardo Azpúrua Ayala, Demetrio Boersner, José Brito González, Gustavo Planchart Manrique. Muchos de estos distinguidos profesores y académicos, están en la Comisión que también creará la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la UCV, que entrará en funcionamiento en el año de 1973 y que el año que viene celebrará 50 años, de fundada otra fecha, para conmemorar.

            Muchos de estos profesores fueron mis maestros y guías en mi alma mater la UCV, a ellos les debo mi formación humanista y universitaria, la influencia de estos trabajos publicados serán determinantes en mis horas de estudios y hoy en día cuando los repaso frecuentemente, son fuente de continua guía y sabiduría. De los artículos que tuve que consultar con persistencia y continuidad están el de Manuel García-Pelayo: Contribución a la Teoría de los Órdenes, Humberto Njaim: la Concepción empírico analítica de las Ciencias Sociales, Hans-Joachim Leu: Introducción al Estudio de las Relaciones Internacionales, Juan Carlos Rey El Sistema de Partidos Venezolano y finalmente Carlos Guerón: La Doctrina Betancourt" y el papel de la teoría en Política Exterior, en materias como Teoría de la Organización, Sistema Político venezolano, Introducción a la Estructura Internacional I, y monográficos sobre Política Exterior venezolana desde 1958 hasta 1982, entre otras materias. Los otros artículos como el de Graciela Soriano; Aspectos Políticos en el pensamiento de Adam Ferguson y Antonio Truyol y Serra: Grocio y Leibniz desde una perspectiva actual en filosofía Política.

            Hoy la Revista ha vuelto a ser un anuario, como lo fue hasta el año 1998 y desde 1999, se publicaron dos números anuales, hasta que se da de nuevo en convertirlo en anuario a partir del número 48. Hoy la revista enfrenta serios desafíos, por un lado, la impresión en físico se ha convertido en un inmenso reto dado los altos costos de impresión de libros en Venezuela y por otro lado, las insuficiencias presupuestarias que no ayudan al financiamiento de edición de las publicaciones por parte de la UCV, hace hasta muy difícil mantener una línea editorial de impresión de textos y el continuo estrangulamiento económico- financiero, a que se han visto sometida las distintas universidades públicas por parte del gobierno nacional, adversario por su propia naturaleza marxista de las históricas universidades públicas venezolanas, encabezadas por la tricentenaria UCV..

            Sería imposible por otra parte, por lo reducido del espacio enumerar todos los artículos que influyeron en mi formación académica a lo largo de los años, pero deseo puntualizar la honestidad académica y rigor científico en los trabajos publicados en Politeia. Las actuales autoridades del Instítuto encabezadas por Geraldine León, como directora del Instítuto de Estudios Políticos, la cual forma parte de esa generación de relevo formada por los politólogos fundadores y Geraldin León, además, como editora de la revista Politeia y también integrante de la sangre nueva de politólogos, tienen un inmenso reto y responsabilidad: mantener la alta calidad académica de los artículos y la pluralidad de los autores. Hay que recordar en esta importante fecha al maestro Manuel García- Pelayo que fundo la revista y la dirigió en sus primeros siete números, su impronta, ejemplo y tenacidad, deben ser los valores que guíen mantener a Politeia en el futuro.



            Finalmente, hace dos años se editó el número 56, en forma digital que se puede descargar en el portal Saber UCV, que muestra la continuidad y persistencia de la primera publicación de ciencias políticas del país a pesar del entorno tan adverso, deseo felicitar a Geraldin León, por el trabajo realizado como editora en los últimos años de la revista Politeia y a ella, que le toca dirigir igualmente, al Instítuto, en un momento complicado por el entorno tan difícil. Congratulaciones por la labor realizada. Felicitaciones pues, al Instituto por esta fecha tan especial para los politólogos en particular y que Politeia siga guiando y sembrando de rico pensamiento y análisis enjundioso, a la ciencia política venezolana como revista pionera que es.



jesusmazzei@gmail.com

 

miércoles, 25 de mayo de 2022

¿Tiempos de crispación?

 

¿Tiempos de crispación?, 

por Félix Arellano

¿Tiempos de crispación?
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Tiempos de polarización y de radicalismos destructivos nublan el horizonte a escala global, con particular rigor en nuestra región. Se aprecian lejanos, e incluso cuestionados, los proyectos de convivencia política, para propiciar gobernabilidad y estabilidad, que se conformaron en varios países, bajo el liderazgo de los llamados partidos tradicionales, entre otros, el Frente Nacional en Colombia (1952), el Pacto de Punto Fijo en nuestro país (1958), más reciente la concertación de partidos democráticos chilena (1988). En estos momentos las narrativas populistas y autoritarias menosprecian tales esfuerzos y los califican como consolidación de privilegios de las rancias aristocracias políticas.

La política como el espacio para el debate de ideas y construcción de proyectos de progreso, bienestar social y equidad, sostenibles y sustentables; se enfrenta con un ambiente de polarización, enfrentamientos, exclusión y violencia; que desperdicia oportunidades, afectando a la sociedad en su conjunto y, con mayor intensidad, a los más vulnerables.

Las propuestas de centro que intentan promover equilibrios, facilitar la convivencia y la gobernabilidad están perdiendo terreno en la mayoría de los países; por el contrario, se está fortaleciendo la polarización radical, lo que pareciera conducirnos a nuevas décadas perdidas en términos de progreso y bienestar.

El radicalismo en sus diversas variantes ideológicas y con diferentes grados de intensidad se posiciona en: México, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Bolivia. El caso de Perú se presenta tan complejo, que se podría definir como un desgobierno, en un contexto de radicalismo efervescente.

Adicionalmente observamos un autoritarismo hegemónico, avanzando en el camino de las democracias iliberales de partido único, en los casos de Nicaragua y Venezuela y, en Cuba se consolida el control totalitario del país por parte del partido comunista.

Por otra parte, crece la incertidumbre, tanto por la evolución de los acontecimientos políticos en Chile, con el progresivo deterioro de la popularidad del joven Presidente Gabriel Boric, en un ambiente político de alta crispación; como por las perspectivas de los procesos electorales en Colombia y Brasil, en pleno desarrollo, y cargados de radicalismo y polarización.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales colombianas que se efectuará próximo domingo, seguramente dejará un país plenamente polarizado y los proyectos de tendencia centrista, como la plataforma centro esperanza, no han contado con el apoyo popular. En el caso de Brasil, no existe ninguna posibilidad de una tercera opción, ante el choque de trenes que ya están desplegando el Presidente Jair Bolsonaro quien opta por la reelección, y el Expresidente Luiz Inácio Lula da Silva quien, al superar la larga lista de investigaciones judiciales, ha lanzado su candidatura.

Incluso en los Estados Unidos, para las elecciones de medio término del Congreso previstas para el mes de noviembre, la polarización y el radicalismo están dominando la escena. En el partido republicano se consolida el liderazgo hegemónico del Expresidente Donald Trump, promotor de una rígida agenda conservadora.


Por otra parte, en el partido demócrata, el sector progresista se radicaliza, al extremo de asumir propuestas claramente socialistas, situación impensable un tiempo atrás. Pareciera que se desvanece la estrecha y exitosa coordinación bipartidista que caracterizaba el manejo de los temas de alta política con implicaciones para la seguridad nacional.

Conscientes que las especificidades de cada país limitan la definición de generalidades, es evidente que podemos apreciar algunas tendencias que estimulan el ascenso de los proyectos populistas, radicales y autoritarios; en este contexto, destacan los problemas histórico estructurales de exclusión por diversas razones, entre otras, étnicas, económicas, político ideológicas, de género.

Los excluidos y vulnerables se presentan como la base fundamental de los proyectos populistas radicales. Llevan años enfrentando menosprecio y visualizan los discursos radicales como un camino de reivindicación o venganza. El maltrato histórico limita la capacidad para reflexionar, además están enfrentando las perversas consecuencias de la pandemia del covid-19 y todo indica que la irracional invasión de Ucrania con sus negativas consecuencias globales incrementara la pobreza.

La desconexión de los partidos tradicionales con los graves problemas de la población, ha facilitado el terreno para el populismo, que se presenta con las banderas del nacionalismo, el patriotismo, los valores tradicionales, la xenofobia y estimula pasiones y fanatismo. Para la gran mayoría de los excluidos, con resentimiento y hambre, no es fácil discernir que son objeto de una manipulación.

Una gran mayoría de pobres del Perú que apoyaron con su voto a Pedro Castillo, a quien consideraban un genuino representante de sus vivencias, esperaban soluciones urgentes y efectivas; la realidad está resultando un desastre, que empobrece al Perú y perjudica a los más vulnerables; empero, frente al fracaso, los populistas y radicales activan la campaña de la desinformación, las falsas noticias, la manipulación informativa de la guerra hibrida; estrategias que cuentan con el apoyo en los centros de poder de la geopolítica del autoritarismo. Pero también activan la represión y la violación de los derechos humanos.

El radicalismo y la polarización avanzan con la manipulación estimulando pasiones y hormonas, pero no promueven un debate exhaustivo y argumentado de la complejidad que enfrentamos a nivel local y global. Se simplifican los problemas y las soluciones y se engaña al electorado. Luego se posiciona la decepción y el desasosiego, pero por lo general los radicalismos son de tendencia autoritaria y una vez en el poder el objetivo es mantenerlo a cualquier costo.

Se requiere de un amplio esfuerzo cooperativo a nivel internacional, nacional y local para fortalecer los valores liberales, es decir, las libertades, la institucionalidad democrática y los derechos humanos ante la arremetida de la geopolítica del autoritarismo; pero también resulta fundamental el trabajo a nivel nacional y local.

Es necesario retomar los procesos de formación política de las nuevas generaciones, abordando la realidad en su complejidad multidisciplinaria y propiciando el diálogo, la negociación y la cooperación como caminos para la construcción de sociedades más inclusivas y respetuosas de la dignidad humana. Es una tarea urgente en los partidos políticos a los fines de ir superando su desconexión con la sociedad y, un reto para la sociedad civil en su conjunto.

 

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo
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lunes, 23 de mayo de 2022

Bienes públicos, males públicos y el cambio político en Venezuela

 Bienes públicos, males públicos y el cambio político en Venezuela

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 





La consideración de la situación actual del país –si en verdad empieza a “arreglarse”-- amerita repasar un concepto básico de la economía, que es el de Bien Público. Un Bien Público (puro) es aquel que, una vez producido, no puede privar de su consumo a ningún integrante de la comunidad. Otra manera de entender esto es que los beneficios que genera no pueden ser capturados (privatizados) totalmente por ninguno, en exclusión de los demás. Debido a ello, nadie se siente incentivado a financiar, por sí solo, su producción. Ésta, por tanto, depende de la voluntad colectiva, la cual suele ser asumida a través del Estado. La producción de bienes públicos es la función principal del Estado, según enfoques ortodoxos. De la naturaleza no privativa de su consumo se desprende el problema del gorrión o free-rider: la persona que decide no contribuir para la producción de un Bien Público a conciencia de que no puede ser excluido de sus beneficios. Un ejemplo sencillo es el del vecino que se niega a aportar a la pintura del edificio donde reside o a reparar el ascensor, a sabiendas que, una vez terminada esta labor, también disfrutará de ello de todas formas. A nivel general, evade su deber ciudadano como corresponsable del manejo de la cosa pública. Se asume “masa”, pendiente de que le den, propósito de regímenes como el chavista.

 

A nivel nacional, los bienes públicos más conocidos son los referidos a los sistemas de salud y asistencia social, educación, seguridad y protección, así como los servicios de agua, electricidad, comunicación y transporte. Son la sustancia que define la calidad de vida de la población –atención de salud, mejor educación, seguridad personal, protección de los derechos ciudadanos, etc. A la vez, fomentan la actividad productiva y comercial, proporcionando lo que se conoce como “externalidades positivas”, que reducen los costos de transacción y amplían las oportunidades de negocio. Es decir, el disfrute de los bienes públicos por parte de ciudadanos y empresas, está en la base de su bienestar y prosperidad.

 

Un gobierno interesado en el bienestar del pueblo procurará que el Estado produzca con eficiencia los bienes públicos en la cuantía, calidad y variedad realmente deseada por la sociedad. Debe tomar en cuenta su costo de oportunidad, pues una propuesta excesivamente ambiciosa –sea una autopista, represa, un estadio o lo que fuera-- implica restarle recursos, por ejemplo, a la educación o la salud. En países “normales”, en los que la producción de bienes públicos se financia con impuestos, tasas o cargos específicos, una persona podría sentirse motivada a manifestar poco interés por alguno en particular, como excusa para evadir que le pechen por ello. Esta tendencia a no revelar las auténticas preferencias por un bien público plantea el problema de cuál debe ser su oferta, si no se conoce su demanda: ¿Cuánto gastar en cada uno, sabiendo que reduce los recursos disponibles para otros? ¿Cómo no sobrepasarse o evitar quedarse corto? Los textos de economía proponen medidas para que la gente revele sus verdaderas preferencias por tales bienes, pero, más allá, subyace la necesidad central de profundizar la democracia para que la toma de decisiones se aproxime, lo más posible, a sus verdaderos deseos.

 

Por supuesto que el sustento de una oferta adecuada de bienes públicos reside en el funcionamiento adecuado de las instituciones. Son las normas que determinan los objetivos a proseguir, la adecuación de las organizaciones para optimizar su logro, el sistema de premios y castigos que contribuyen con ello, los mecanismos de supervisión y control para corregir las fallas y/o para ajustar los propósitos, y una cultura de servicio, de transparencia y de rendición de cuentas entre quienes tienen responsabilidades al respecto. Son propias de la democracia liberal, asentada en el equilibrio y autonomía de poderes, el imperio de la ley y la representación abierta y sin trabas de la voluntad popular.

 

El problema fundamental de la Venezuela actual es que el desmantelamiento de tal institucionalidad en manos de autoproclamados “revolucionarios”, se ha traducido, de manera cada vez más extendida, en que el Estado produzca, no bienes públicos, sino “males” públicos. Por ejemplo, el sistema de administración de justicia, que debe asegurar la igualdad de los ciudadanos ante la ley y velar por que sus derechos sean respetados (protección), fue “privatizado” (bien público impuro) por la jerarquía chavista a través de sucesivas reformas y modificaciones en la conformación del poder judicial. Lo transformó en su propio bufete de abogados, dedicado a perseguir y penalizar a quienes disienten, en un mal público. El desprecio por los derechos humanos, otra de sus responsabilidades constitucionales, ha permitido todo tipo de abusos por parte de los cuerpos policiales y militares encargados del “resguardo de la paz y la tranquilidad ciudadana”, resultando en matracas y confiscaciones en sus razzias y en una atroz ristra de ajusticiamientos –concentradas en los barrios populares—, como ha sido denunciado por Provea, el padre Infante y muchas ONGs defensoras de derechos humanos. Un mal público transformado hasta el extremo en fatalidad. Asimismo, la defensa de la soberanía nacional, objetivo básico de la FAN, ha sido vulnerada por militares traidores que han permitido que el país se someta a intereses foráneos –Cuba, Rusia—, y que sea cauce para el tráfico de estupefacientes.

 

La degradación del Estado para producir males públicos en vez de bienes públicos ha sido resultado, fundamentalmente, de la corrupción deliberada de quienes ejercen responsabilidades en sus órganos correspondientes. Al comienzo, también incidieron las gríngolas ideológicas de quienes creían realmente en los cantos de sirena de Chávez. Pero, a estas alturas, los clichés sólo sirven para encubrir e intentar absolver las pillerías cometidas contra el país. Hoy se afianza en la impunidad y en las complicidades compartidas entre quienes, desde el poder, se han ufanado en expoliar a la nación. Mientras, además de la inseguridad y la pobreza, los venezolanos padecen de servicios colapsados.

 

Es en este contexto que debe evaluarse si la situación mejora, como pretende acreditarse el gobierno. ¿Están dadas las condiciones para que la venta de cinco o diez por ciento de las acciones de algunas empresas públicas, por ejemplo, rescate su función de proveedoras de bienes públicos o se trata, más bien, de una vía para lavar dinero sucio? ¿Dónde están las reformas en su gestión, la divulgación de sus estados financieros y las garantías para motivar la inversión privada en ellas u en otras áreas? ¿Puede esperarse que el levantamiento de algunas sanciones redunde en la conversión de muchos males públicos en bienes públicos? Lamentablemente, la reciente “reforma” del poder judicial en absoluto abona a favor de las garantías y seguridades requeridas para que podamos confiar en que vamos bien encaminados. Más bien, ahora el congreso chavomadurista asoma un proyecto de ley de cooperación internacional que restringe a las ONGs y las amenaza con sanciones diversas, pero libera al Estado de la necesidad de rendir cuentas por sus actividades de “cooperación internacional”. Es decir, cocinan otro mal público, en perjuicio de quienes se amparan en los servicios –bienes públicos—de estas ONGs.

 

La lucha por rescatar la institucionalidad democrática, para que impere el Estado de Derecho y se respeten cabalmente los derechos humanos, no puede descansar, por más que algunos se ilusionen con que la situación mejore. Es evidente que, en absoluto, la gestión del gobierno se traduce en un proyecto incluyente, donde todos puedan beneficiarse, y con perspectivas de prosperidad creciente y de justicia social. No puede soslayarse el cambio político. Es importantísimo, además, tener en cuenta que solo en este marco, con una reforma y un saneamiento del Estado, podrá éste dedicarse a producir los bienes públicos que requiere la población. Entre los obstáculos a tal transformación destaca la falta de independencia del poder judicial y la corrupción del mando militar. Los informes sobre la violación de derechos humanos y las indagaciones de la CPI dan fe de sus implicaciones.

 

La propuesta de algunos de instrumentar un mecanismo autónomo, con supervisión externa, para asegurar que el ingreso petrolero resultante de un levantamiento negociado de las sanciones sea canalizado a atender la emergencia humanitaria del país, es un claro reconocimiento de la necesidad de contar con mecanismos institucionales que eviten su desvío hacia fines perversos. Pero, con un Estado como el que tenemos, ¿puede esperarse que redunde en beneficio de los servicios públicos de salud, educación, seguridad ciudadana, transporte y en las posibilidades de recreación del venezolano?

domingo, 22 de mayo de 2022

¿Globalización en ocaso?

 


¿Globalización en ocaso?

De hecho, algunos autores hablan del paso de una sociedad globalizada segmentada a una sociedad global integradora y más equitativa, que está por verse


 

JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

19/05/2022 05:00 am



El tema de la globalización es recurrente y apasionante, recientemente dos acontecimientos, me permiten compartir con los amigos lectores algunas ideas ya vertidas en este diario sobre este tema. Un escenario para el debate de ideas, si estamos en esa circunstancia o en una nueva fase del proceso de globalización, esto viene como consecuencia de los que ha significado la pandemia del COVID-19, que ha sido una crisis de sanitaria de dimensiones globales y por la otra, un hecho político-militar, la invasión rusa a territorio ucraniano, que supone un cambio en las reglas en el orden geopolítico mundial y graves repercusiones en el mundo militar y de carácter estratégico.

Estamos en mi modesta opinión; en lo que Carlota Pérez definió un intervalo de reacomodo desde todas las dimensiones posibles desde lo económico, lo financiero, lo comercial, lo social lo político, en fin; en un momento de cambios que definirán las próximas oleadas de la globalización en las décadas por venir. El nuevo ciclo que aquí se abre da lugar a un debate en curso sobre la crisis de la globalización, el desarrollo de una post-globalización (es decir una globalización que sigue en desarrollo, pero con nuevas características que hacen a una nueva fase posterior), o una desglobalización, de una post-globalización con rasgos diferentes, de una globalización alternativa a la asociada al orden internacional liberal con la emergencia de nuevos focos de dinamismo económico en diversas regiones, de globalizaciones alternativas (la irrupción de lideres populistas antiglobalizadores, una derecha pos-liberal).

En ese sentido, cobra siempre actualidad para ubicarnos en el concepto de globalización, la definición que nos ofreció en forma lucida hace unos veinticinco años el politólogo Luciano Tomassini que goza de una sólida perspectiva, y estimo, es una de las que tiene mayor consenso en la comunidad académica y enmarca un carácter el dinámico de la tendencia y proceso; el cual lo refirió como: “… un proceso de difusión de ideas, valores, formas de producción y de comercio, procesos y productos, diseños organizativos y formas de conducta, a través de las fronteras nacionales. Un proceso, por lo tanto, que está conduciendo a una creciente articulación e interdependencia de todas las sociedades…”. Añadiría, aún más, por las interconexiones e interrelaciones que produce la globalización.

Además de lo anterior, el paso a una sociedad globalizada, como la del presente, tiene una diferencia sustancial con anteriores procesos globalizadores, el cual ha evolucionado dentro del sistema capitalista industrial y el componente actual diría fundamental, que caracteriza este sistema globalizado, es el conocimiento intensivo. También esta su complejidad y multidimensionalidad, por la pluralidad de relaciones que se dan entre sus componentes, por la pluralidad cuantitativa de sus diversos componentes, esto es sus diversas dimensiones y las relaciones que se dan entre lo interno y externo de las relaciones entre los estados, actores individuales, corporaciones etc.

Aún más, la pandemia, ha puesto en la palestra la dimensión de salubridad y la fragilidad que tiene la condición humana desde el punto de vista de lo sanitario y el poder de contención al contagio masivo del virus originario desde China y en otro orden de ideas, desde el punto de vista militar, las consecuencias del apoyo logístico, de equipamiento y de soporte de inteligencia que tiene el ejército ucraniano, por parte de occidente tiene como consecuencia en la no conclusión del conflicto militar, que junto con la propia naturaleza de qué guerra están haciendo, los ucranianos está reconduciendo globalmente el hacer la guerra en el futuro y su impacto en los estudios militares y estratégicos del futuro.

En tal sentido, el valor de los productos simbólicos, la producción localizada en diferentes áreas, con una integración horizontal de las diferentes organizaciones multinacionales y complejos estatales y no estatales y empresariales, plantean un sistema internacional con diferencias sustanciales y se entrelaza con proceso anteriores que son diferentes son ellos: la internalización y la transnacionalización y una probable deslocalización de industrias y cadenas de suministro y de valor.

En ese sentido, el impacto más inmediato de la globalización en el sentido común, es que estamos en un nuevo proceso histórico central y cambio de época caracterizado por profundas transformaciones estructurales, en los presupuestos, criterios, y certezas básicas, en los paradigmas a partir de las cuales organizamos nuestra existencia individual y colectiva para actuar en el mundo, visualizando la construcción de nuestra subjetividad individual y colectiva en un proceso de interacción e interrelación compleja con los sistemas sociales y naturales que conforman el planeta, es un proceso multidimensional.

Por tal razón, consideramos a la globalización, efectivamente un proceso multidimensional caracterizado a mi entender por seis vertientes principales interrelacionadas: La militar, económica con sus dos subdivisiones: la financiera y la comercial, la comunicacional/cultural, la científica,/tecnológica, la ecológica/ambiental, la sanitaria y por última, la política que por ser la última no es la menos importante, es sí la determinante de las relaciones internacionales actuales y el rol de los estados en la estructura internacional y de los diversos actores políticos que la componen internamente y su relación dialéctica con su pares en otros lados de esa estructura nacional y subnacional (la sociedad civil y la política).

Para algunos estudiosos de la globalización, ella surge en el siglo XV, por lo cual no es nuevo, hoy en la era contemporánea ha cambiado la distribución del poder, las reglas de su funcionamiento, el carácter de frecuencia, complejidad y dimensión de las interacciones, y por último, la capacidad relativa de orientar los procesos, ejemplo de ello, el rol de los diversos actores transnacionales que muchas veces poseen mayor capacidad que algunos Estados, en orientar en su beneficio las acciones estratégicas emprendidas. Para los estudiosos ha habido cinco procesos globalizadores.

De hecho, algunos autores hablan del paso de una sociedad globalizada segmentada a una sociedad global integradora y más equitativa, que está por verse. Se ha abierto pues, el debate de hacia dónde vamos, por esta doble crisis: la pandemia y la guerra de Rusia-Ucrania. La interrogante, está la globalización en un ocaso, creo que no. 

 

jesusmazzei@gmail.com   

 

miércoles, 18 de mayo de 2022

¿Se radicaliza el gobierno mexicano?

 

¿Se radicaliza el gobierno mexicano?, 

por Félix Arellano





¿Se radicaliza el gobierno mexicano?
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El apoyo popular tanto del partido Morena, actualmente en el gobierno en México, como de la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se deterioran progresivamente; incluso, la fortaleza del propio Presidente se estanca. Ya han enfrentado algunas derrotas contundentes y, ante las elecciones locales (gobernaciones y ayuntamientos) previstas para el presente año y las presidenciales para el 2024, pareciera que la estrategia del gobierno se radicaliza, incrementa la presión y la manipulación, para tratar de subir los números en las encuestas.

En el marco de la nueva estrategia de presión, se inscribe la sorpréndete propuesta de reformas en el sistema electoral, presentada recientemente por el gobierno, que conlleva cambios en la Constitución, para lo cual se requiere un importante apoyo en el poder legislativo, que no se percibe actualmente, entre otros, debido a que en las pasadas elecciones legislativas, el partido Morena perdió la mayoría absoluta en el Congreso y, el reciente intento de imponer una reforma en el sector energético, no contó con el apoyo de la oposición, que frente a esa maniobra ha logrado actuar coordinadamente (los partidos PRI, PAN y PRD), lo que el presidente calificó como una “traición a la patria”; es decir, a sus intereses.

Entre los principales elementos que contiene el proyecto de reforma electoral destacan: cambios en la composición y procedimiento de elección del órgano electoral (Instituto Nacional de Elecciones INE), eliminación de los diputados plurinominales y reducción del número de miembros de los órganos legislativos regionales.

Sin menospreciar la conveniencia de realizar reformas en las instituciones a los fines de su modernización, todo pareciera indicar que, con el proyecto electoral, el presidente incrementa el cuestionamiento al INE, pues su objetividad en el manejo de los resultados del reciente referéndum revocatorio, confirmó claramente el deterioro de la popularidad del gobierno. En efecto, si bien el presidente ganó la consulta, ha resultado una victoria pírrica, pues el nivel de participación resultó tan bajo que apenas alcanzó un 18% del padrón electoral.


Desde una perspectiva más crítica se podría interpretar que el presidente y su partido aspiran lograr una reforma que permita el control del órgano electoral, una jugada típica de los gobiernos populistas y autoritarios, paso previo para promover una democracia plebiscitaria, mediante la cual un supuesto respaldo del pueblo (muy cuestionable por el control del órgano electoral) se convierte en la fundamentación para la eliminación de los controles y equilibrios propios de la democracia, de esa forma van despejando el camino para perpetuarse en poder.

Por otra parte, posicionar en el debate público una reforma electoral, podría facilitar la introducción del complejo tema de la reelección presidencial, que está claramente prohibida en el Artículo 83 de la Constitución; empero, dado que el rechazo popular castiga más fuertemente al partido, el objetivo sería repetir con el presidente AMLO, quien sigue manteniendo importante respaldo en los sectores humildes y en las zonas rurales, para las elecciones del 2024.

Ahora bien, sin el control del Congreso y con el reciente fracaso de la reforma energética, para poder avanzar en la reforma electoral el gobierno podría retomar viejas prácticas autoritarias y fraudulentas, que predominaron durante la larga hegemonía de 70 años del PRI en el poder y, en consecuencia, incrementar la presión sobre los críticos, los partidos de oposición, los medios de comunicación; pero también, la compra de conciencias y saltos de talanquera, que permita alcanzar los votos necesarios para aprobar la polémica reforma.

Al inicio de la gestión del presidente AMLO se podía calificar de grave injuria dudar de su probidad, asociándole a prácticas fraudulentas; empero, también la imagen del “ascético presidente paladín en la lucha contra la corrupción”, ha enfrentado un fuerte golpe, con la información sobre la ostentosa vida de su hijo José Ramón López Beltrán quien vive en los Estados Unidos, que circuló ampliamente y el gobierno desmintió de forma categórica; pero, ha dejado huella en los sectores humildes, que constituyen la base dura del respaldo popular.

La política exterior, en particular la relación con Estados Unidos constituye otro de los temas que han influido en el deterioro del respaldo de los grupos más radicales, que califican de debilidad, incluso de traición la posición frente al imperio. En relación a este tema conviene recordar que, desde los inicios en la política del presidente AMLO en la década de los setenta, particularmente en sus intentos de llegar a la presidencia (2006, 2012), AMLO como político cultivo una narrativa antisistema, anti imperialista y rupturista.

En esos largos años de lucha política AMLO se vinculó con los movimientos radicales que participan el Foro de San Pablo; ha sido un admirador de la dictadura comunista de Cuba y promovió la satanización del acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos. Para esos grupos, la actuación del presidente, frente al imperio, en particular frente al presidente Donald Trump, constituye una traición de los principios revolucionarios originales.

Pero la posición del presidente AMLO frente a la compleja administración del presidente Trump, puede ser calificada como una hábil y exitosa estrategia; empero, el presidente AMLO no ha tenido la honestidad de reconocer sus errores del pasado y precisar al país la importancia y conveniencia del acuerdo de libre comercio, donde México está logrando importantes beneficios. Pareciera que el presidente AMLO aspira mantener el respaldo duro de los radicales y fanáticos y, en tal sentido, no alterar el falso discurso frente a las instituciones liberales.

El presidente podría reconocer que el libre comercio genera beneficios significativos que México está disfrutando, pero también puede conllevar inequidades que se pueden enfrentar con la negociación de reformas en el tratado, la inclusión de mecanismos de equidad e incentivos para los más débiles. Con su silencio el presidente AMLO pareciera perpetuar en los fanáticos, la imagen de “la ballena (Estados Unidos) comiéndose a la sardina (México)”, que no ha resultado cierta con la aplicación del acuerdo.

Los radicales fanáticos también cuestionan la reciente gira del presidente AMLO por varios países de América Central (Guatemala, Honduras y El Salvador) y estiman que está actuando como mensajero del imperio, para tratar de resolver el complejo tema migratorio de los Estados Unidos, que utiliza a México como plataforma de acceso. Pero el presidente no quiere enfrentar a los radicales, cuestionando sus argumentos y perder más popularidad.

En consecuencia, no defiende los éxitos de la relación con el imperio y para manipular la relación con los radicales incorpora el fortalecimiento de las relaciones con la dictadura cubana, abrazando a Miguel Díaz-Cannel y aceptando orgulloso la medalla José Martí; pero desconociendo la flagrante violación de los derechos humanos en la isla, que se ha agudizado luego de las pocas horas de libertad que vivieron muchos cubanos, al salir a las calles a pedir libertad el 11 de julio del 2021, y ahora enfrentan una brutal represión.

Adicionalmente, para cohesionar el apoyo radical, ahora el presidente AMLO se presenta como el líder defensor de los gobiernos autoritarios de la región e inicia una campaña en de cuestionamiento sobre la eventual exclusión de esos gobiernos de la próxima Cumbre de las Américas, que en esta oportunidad tiene como anfitrión al gobierno de los Estados Unidos y está prevista para efectuarse en la ciudad de Los Ángeles del 06 al 10 de junio.

El sistemático menosprecio del presidente AMLO de los derechos humanos y los valores liberales que privilegian las libertades y la institucionalidad democrática, está contribuyendo a desvanecer la imagen del presidente AMLO como una cara amable del populismo latinoamericano.

 

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

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