La
magia de la agricultura tropical
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Mayo 2022
Venezuela, desde el Descubrimiento de América, luego durante la Colonia y por varios siglos más, fue un territorio que dependía de la agricultura posible en el trópico, donde el café y el cacao fueron los principales productos de exportación hacia Europa. Progresivamente se fueron desarrollando otros cultivos y una ganadería de buena calidad, para llegar a tener una agricultura que logró sobrevivir a la riqueza petrolera del siglo XX, la cual se convirtió en el motor de la economía venezolana.
Esa agricultura venezolana, hasta finales del siglo pasado,
logró producir alrededor del 70% de los requerimientos alimenticios de la
población. Sin embargo, durante las dos primeras décadas del siglo actual, los
gobiernos de turno, sin saber por cuales razones, han ido colocando obstáculos
que progresivamente han disminuido la actividad agrícola, hasta tal punto, que
se estima que desde el año 2018 solo se ha logrado aportar el 20% de los requerimientos
alimenticios de la población.
En la Venezuela por venir es imprescindible recuperar la
agricultura, aprovechar los inmensos recursos edáficos, hídricos y climáticos
disponibles, sacar partido a esa magia de la agricultura tropical que comienza
con la llegada de las lluvias, cuyas aguas comienzan a llenar los esteros y los
pastos comienzan a brotar como verdes alfombras en los potreros. El ganado va a
pastar para iniciar su recuperación de la escasez del verano, los frutales se
muestran con abundancia de frutos, los maizales florecen y comienzan a llenar
sus mazorcas, se comienza a observar el rojo de los campos de sorgo, las
doradas espigas de arroz se mecen al impulso del viento. Los girasoles
embellecen los campos con sus cabezas circulares y doradas, cañaverales en
flor, cebollas, tomates, pimentones, raíces y tubérculos, patillas, melones,
pepinos, multitud de alimentos que se pueden producir en estas tierras
tropicales.
Así es la magia de la agricultura tropical, variada en
especies y en sabores, en paisajes, en tecnologías, en sistemas de producción,
en agricultores. En la Venezuela por venir todos los comprometidos con el agro
deben dedicarse a producir alimentos para la población, a producir forrajes
para el ganado, fibras textiles, flores, madera para construcción y
mobiliarios, en fin, todo lo que se le pueda sacar racionalmente a estas
maravillosas y disímiles tierras que cubren nuestro territorio.
En los años recientes se ha mantenido una insuficiente
actividad agrícola en el país gracias a la testarudez de muchos agricultores
que se resisten a rendirse ante tantas limitaciones, ya que a la frecuente
falta de insumos de calidad ahora se ha sumado la escasez de combustible,
fundamental para poner en marcha los motores de las maquinarias y equipos, que
harían posible una agricultura amplia y variada para contribuir con las soñadas
seguridad y soberanía alimentaria de la población venezolana. Gracias a esos
“tercos del campo”, como se han identificado, se logra cubrir un 20% de
nuestras necesidades alimentarias; sin embargo, disponemos de recursos
naturales, materiales y humanos suficientes, para que con adecuadas políticas
agrícolas, se pueda aprovechar a cabalidad la magia de la agricultura tropical
y se pueda satisfacer los requerimientos para una adecuada nutrición de todos
los habitantes de nuestro país.
Pedro Raúl Solórzano
Peraza
Mayo 2022
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