lunes, 29 de noviembre de 2021

Lecturas múltiples

 Lecturas múltiples

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 







Las elecciones regionales y locales del pasado 21 han dado mucho de qué hablar. Aunque sectores de oposición radical las han descalificado, sus resultados no deben ser desestimados si se busca desalojar, cuanto antes, a Maduro. Afortunadamente, muchos análisis ofrecen aportes en este sentido.

 

Inicialmente, se buscó poner en contexto la victoria de las fuerzas chavo-maduristas. Algunos numerólogos se refirieron inmediatamente a las cifras de abstención y a la suma de los votos no oficialistas para señalar que ese triunfo fue muy relativo. Además, la votación del PSUV fue la más baja de toda su historia, si se dan como ciertas las cifras que viene publicando en cada elección el CNE. Desde el lado opositor, se puso en evidencia el terrible daño que significó anteponer aspiraciones individuales de líderes o grupos a la búsqueda de candidaturas unitarias. Se aduce que la suma de votos adjudicados a la oposición le hubiesen dado la victoria en 14 estados ganados por el chavismo, de haber concurrido con candidatura única. Los casos más notorios fueron Táchira y Mérida. Tampoco debe subestimarse que la oposición obtuvo un tercio de las alcaldías –bastante más que en los comicios anteriores—y pobló a pueblos y ciudades con sus concejales.

 

No sorprende que un lugar central lo ocupan las irregularidades, ventajismos y atropellos del fascismo. El informe preliminar de la Misión de Observadores Europeos (MOE), si bien señala importantes avances en la realización del proceso con relación a comicios anteriores, objeta el apoyo a candidatos oficialistas con recursos públicos, el sesgo abierto de medios de comunicación a su favor, la falta de independencia judicial --reflejada en la confiscación de tarjetas y símbolos de partidos opositores y la inhabilitación (inconstitucional) de candidaturas no oficialistas-- y la instalación de centros de control de electores (“puntos rojos”) cerca de los lugares de votación. Hay que recordar, además, la falta de garantías civiles, reflejada en la existencia de más de 250 presos políticos y numerosos perseguidos. Y, a pocas horas de haberse reconocido su triunfo, fue detenido un día entero el alcalde de un municipio del sur de Mérida, Omar Fernández. Asimismo, esbirros del Sebin acosaron a la alcaldesa electa de San Juán de los Morros. Pero la gota que colmó el vaso ha sido la abierta confiscación de la voluntad popular en Barinas, al inhabilitar el tsj (¡minúsculas obligadas!) a Alfredo Superlano para no reconocer su triunfo electoral. Elecciones democráticas, en verdad, no fueron. Maduro lo confesó, implícitamente, cuando quiso descalificar a la MOE, tildándola de “espías”.

 

Por último, las insuficiencias e irregularidades detectadas dirigen la atención a la necesidad de limpiar el ente supervisor (CNE), empezando porque la designación de sus miembros sea conforme a lo pautado en la constitución para garantizar su imparcialidad política. Es menester asegurar, además, su autoridad para imponer multas u otras medidas pertinentes a quienes violen las normas que regulan los procesos electorales. Entre otras cosas, debe velar porque se cumplan los lapsos establecidos para cada proceso y para que permanentemente sea actualizado el Registro Electoral Permanente.

 

Es injustificable, empero, que análisis tan diversos hayan soslayado un aspecto crucial con relación a las posibilidades de utilizar el voto para sacar a Maduro y a sus militares corruptos. ¿A cuenta de qué, quienes se identificaron como partidarios del peor gobierno que ha conocido la Venezuela moderna, el más corrupto, ineficiente, requetemalo y mendaz, sacaron tan alta votación relativa? Y aquí no vale aquello de que, con la abstención –más del 58%-- la votación del PSUV fue tan sólo del 19% del REP. Lo que debe ser preocupación central, en vez de regodearse con excusas fáciles, es el hecho de que, bajo las actuales circunstancias, casi un 20% de la población adulta, incluyendo en este total a la que migró, haya votado por el chavismo. En algunos estados este porcentaje fue bastante mayor. Decir que se debió al ventajismo, que muchos empleados fueron conminados a votar por los candidatos oficialistas, a la confusión sembrada por los llamados “alacranes”, o al chantaje de quitarles a la gente los CLAPs (u otras prebendas), no ayuda. Tampoco el bombardeo ideológico por los medios estatales. Ello solo incidiría en la votación de una secta fanatizada, veneradora de Hugo Rafael, el Eterno, que no debe pasar del 5% de la población. Estos son, además, los datos del proceso, los parámetros fijados por el fascismo que deben ser tomados en cuenta si se quiere formular una estrategia exitosa.

 

El problema central es que las fuerzas democráticas no representaron la opción política esperada a los ojos de un número demasiado importante de venezolanos, sobre todo de los jóvenes, a quienes les han robado su futuro. Es decir, sus candidatos no supieron o no lograron --salvo escasas y valiosas excepciones--, capitalizar lo que es el asunto más importante de toda elección a celebrarse en el país en estos momentos –incluidos los de carácter regional o local--, que es encarnar la única opción económica, social, moral y políticamente posible al desastre urdido por tan deplorable régimen. Por diversas razones, no fueron percibidos, al menos no con la intensidad suficiente, como un proyecto radicalmente distinto de sociedad a la de Maduro y sus cómplices, la única capaz de lograr que sobreviva Venezuela como país en el que vale la pena vivir. Por supuesto que el lamentable espectáculo de las divisiones y pugnas en el campo opositor hizo su efecto, como la indefinición de buena parte de las fuerzas democráticas por participar y la decisión tardía de hacerlo. Dificultó posicionarse con claridad en estos comicios como referente del cambio necesario.

 

No es descargo tampoco argumentar que, en elecciones de alcance regional y local, los proyectos nacionales no están en juego. Si queremos acabar con las prácticas de expoliación de las mafias que controlan el Estado, la transparencia y rendición de cuentas de gobernadores y alcaldes, la corresponsabilidad ciudadana activa en estos asuntos, su organización para defender sus derechos ante el centralismo dictatorial, los problemas gravísimos de la seguridad personal y otros, son claves para deslindar, a partir de los problemas locales y regionales, el proyecto alternativo a reivindicar.

 

Pueden alegarse circunstancias atenuantes de la débil presencia opositora entre el electorado, además del ventajismo y de las otras irregularidades ya comentadas. Una explicación plausible es que el liderazgo chavo-madurista en algunas regiones o localidades haya podido ser mejor, comoquiera que definamos este término. Supondría reconocer que el nivel de descomposición y de perversión que distingue al núcleo central del madurismo, no caracteriza necesariamente a todos sus dirigentes. Sea como fuere, su impacto hubiese sido bastante más acotado, como las maniobras de aquellos que buscaban confundir al electorado, en presencia de una opción democrática clara. El reto debe ser, además, atraer el chavismo sano que pueda existir a las filas democráticas.   

 

En las distintas versiones del Plan País existen propuestas de solución a los problemas económicos, de los servicios, de la seguridad personal, la salud, la educación, etc. que sólo podrían instrumentarse conquistando el régimen de libertades y garantías requeridos para el despliegue pleno de la iniciativa ciudadana, en aras del bienestar material y espiritual de los venezolanos. Saber transmitir esto de manera sencilla, pero con la pasión que lo amerita, es central a toda participación electoral futura, sea ésta el referendo revocatorio o las presidenciales y legislativas a acordar. El éxito futuro de los líderes que se han ido forjando en las luchas sociales y políticas en distintas partes del país, como de aquellos que se consolidan a nivel nacional, debe nutrirse de estas consideraciones. De no ser así, continuaremos siendo vulnerables a las trapacerías depredadoras del fascismo. 


domingo, 28 de noviembre de 2021

Exportaciones no tradicionales: tienen futuro

 


Exportaciones no tradicionales: tienen futuro

Hoy la preocupación de los decisores estatales debe estar centrada en la necesidad de la diversificación económica venezolana.-


 

JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

25/11/2021 05:00 am







El tema de la diversificación de la economía, comercio exterior, y las exportaciones no tradicionales es para mí un tema apasionante, primero, por la influencia intelectual que recibí del Dr. Régulo Campo Martínez, mí tío, uno de los fundadores de AVEX y de las lecturas que también realicé, de la obra de Alberto Adriani Mazzei, que me inculcaron desde muy joven el interés por estos temas: la diversificación de la economía, creación de un aparato productivo multiproductor.

Ahora bien, luego de leer el 17 de este mes al Presidente de AVEX, al Dr. Ramón Goyo, evidencian cifras que muestran un cauto optimismo, un incremento del sólo 30% en relación año 2020 y al final del año un monto de 1.800 millones producto no de una clara y coherente política de exportaciones no tradicionales, sino del riesgo y empoderamiento de los empresarios, que a diferencia de finales de los años 90, cuando tuvimos cifras de exportaciones no tradicionales de 7.200 millones de dólares en el gobierno del Presidente Caldera, me convenzo aún más en ese sentido, de lo estratégico del tema y de contar con una sólida política pública para ese sector, de la cual se ha adolecido en los últimos años y que se ha actuado en forma incoherente y espasmódica.

Por lo demás, me sirvió de estímulo sobre el tema el estudiar postgrados en comercio exterior y economía internacional, donde la interrelación y conocimiento, a través de la docencia de entre otros brillantes maestros como: D.F Maza Zavala, Oswaldo Padrón Amare, Domingo Maza Franki, Maxim Ross, Guillermo Márquez, Eduardo Ortiz R, Manuel Garaicoechea, Ramón Peña, Carlos Guerón, Omar Bello, Diego Luís Castellanos, Simón Molina Duarte, Luisa Romero entre otros y además, de la lectura del pionero Informe Meir Merhav, del año 1973, concluí en lo importante de las exportaciones no tradicionales como motor diversificador de la economía nacional.

Hoy la preocupación de los decisores estatales debe estar centrada en la necesidad de la diversificación económica venezolana, luego que la sociedad, el mercado, la economía y la política, pasan por la peor crisis estructural-sistémica del país (pérdida en los últimos años 8 años del 80% PIB, gran endeudamiento, inflación imparable, recesión, en síntesis un cuadro depresivo de la economía venezolana).

Siguiendo a uno de mis más destacados maestros de ciencia política, el Dr. Humberto Njaim, definimos a una política pública "…es un determinado sector persigue el propósito de creación de las condiciones para que se produzca una determinada situación o se despliegue y desarrolle una determinada actividad…". Como se puede observar primero es una actividad efectuada por el Estado y es un curso de acción ante determinada problema que se persigue resolver en la interacción pública-privada. El enfoque no solo se limita a un aspecto administrativo sino a los avatares de la política, al juego entre actores, a su interacción estratégica.

Por otra parte, la Venezuela desde mediados de los años 60, en adelante trabajo en esa ruta en forma coherente y coordinada. Por una parte, la fundación de AVEX y la necesidad de crear conciencia exportadora que ayudará a diversificar la economía nacional y finales de esa década, más concretamente en 1968, lo que significo la exposición flotante hacia el Caribe y los trabajos pioneros de Carlos D’Ascoli y luego, a partir de los años 70, de la creación del ICE, la promulgación de la Ley de Incentivos a las Exportaciones y la creación del Fondo Financiamiento para el Fomento de las Exportaciones, El seguro a las Exportaciones, todo en el primer gobierno del Dr. Rafael Caldera ( no temo a equivocarme al afirmar el Jefe de Estado que más ha apoyado y hecho, por este sector en los últimos 50 años), crearon la base institucional y de modernización, con visión de futuro, para incentivar el comercio exterior venezolano que poco a poco fue aumentando las exportaciones hasta que a mediados de los 90, cuando se fusiona el ICE con el Ministerio de Fomento y se crea el Ministro de Industria y Comercio y el Banco de Comercio exterior, que fortalecerá aun más el andamiaje institucional del sector. Venezuela, llegó a exportar a finales del año 1998 a un monto repito de 7.200, representando para aquel entonces el 25% de las exportaciones totales del país.

El promedio de los últimos años es de acuerdo a las cifras de AVEX…” de las exportaciones no tradicionales de Venezuela se situó en casi 5 millardos de dólares durante los últimos 15 años. “…Desde 2013 se ha producido un estancamiento estructural en las ventas foráneas y no se han superado los 2,5 millardos de dólares”, aseguró hace uno años el Dr. Ramón Goyo, presidente de la Asociación Venezolana de Exportadores…”. Y con la pandemia del COVID-19, el cuadro es aún más alarmante La Asociación Venezolana de Exportadores (Avex) advirtió hace unos meses que se podrían reducir las ventas del sector exportador privado entre 15% y 20% al cierre de este año por causa de la paralización del país a propósito del confinamiento por Covid-19 y la escasez de combustible. Y más adelante la guinda de la torta puesta estos años… “

Cifras de hace más de 40 años. Estas cifras hay que revertirlas y buscar como un objetivo estratégico exportar más de 10.000 millones de dólares en los próximos años como meta. Esto ameritará una coherente política aduanal, de transporte, aranceles, de servicios estatales en general, que atiendan al sector en forma eficiente y coordinada, en lo que se quiere lograr: estimular las exportaciones no tradicionales y diversificar el aparato económico nacional. El comercio exterior genera divisas, puestos de trabajo, genera una estructura económica más sólida que hace que una economía se diversifique. Es hora de tomar audaces decisiones para ir a una sinergia pública-privada y contar con un potente sector externo no petrolero. 

 

jesusmazzei@gmail.com

 

jueves, 25 de noviembre de 2021

ELECCIONES 2021: A PARTIR DEL 21 DE NOVIEMBRE, TODOS SEGUIRÁN HACIENDO LO MISMO.

 

ELECCIONES 2021: A PARTIR DEL 21 DE NOVIEMBRE, TODOS SEGUIRÁN HACIENDO LO MISMO.

EDUARDO ORTIZ RAMIREZ

 


Mirando la oposición, varios seguirán en el ficticio gobierno interino, y el cual, ha permitido a ciertos personajes disfrutar los dineros del Estado, entre otras cosas. Otros, líderes en campañas, elecciones, trifulcas y estrategias en salir de una administración de más de 22 años, pasarán a evaluar por qué no se ha logrado derrotar a aquella. Primarias, intereses personales, caprichos de llegar a un cargo o alacranes, todas serán explicaciones que no evitarán que vuelvan a hacer lo mismo. En tal sentido, demasiado poética la expresión de buscar una elección de nuevos líderes.

Las sociedades parecieran necesitar grandes revueltas culturales y políticas, para que puedan surgir nuevos líderes. Solo en esos casos, podrá darse rienda suelta al sentimiento de alegría de “se fueron todos”. Y es que todos tienen que irse. Por descontado se da la Administración Bolivariana. En este caso nos referimos a quienes lideran su oposición.

¿Eran acaso necesario 22 años para que tres gobernaciones (al menos hasta ahora tres) fueran conseguidas por los especímenes de la política que las ganaron? ¿Eran necesarios tantos años (equivalentes a una generación) para que algún personajillo dijera que hay que sentarse a evaluar lo hecho, lo no hecho y la necesaria unión para poder triunfar? Ese lujo se lo puede dar un gobierno y una revolución fracasada que hoy afirma, en la expresión de alguno de sus voceros que hay que corregir la manera de gobernar (¿se irán a corregir las ideas de base y las acciones mil veces repetidas?) pero no quienes se adjudican los valores y el puesto de actuar contra un gobierno, incluso usando los propios dineros del Estado.

Vendrán nuevas reuniones tipo México, que, sin mucho adivinar, terminarán en nuevos vacilones y turismo de “negociadores”. Del lado de los ganadores de puestos, vendrán los coqueteos con la administración bolivariana. De veras pudiera ponerse esperanzas en algunos de los alcaldes electos, para que con un sentido operativo pudieran demostrar eficiencia en sus gestiones y allí pudieran, en algunos casos, presentarse bases para nuevos cuadros administrativos. Pero en los más visibles, individualistas acérrimos, tramposos, corruptos, alacranes o en los busca puestos de aquellos que no esperan castigos en el voto, porque no estamos en alcaldías, distritos o comunidades europeas, en esos no habrá esperanzas.

La responsabilidad de los resultados es de todos. De un pueblo rentista acostumbrado al populismo y a vivir del Estado, en sus componentes ricos o pobres; de políticos hechos para nunca pensar en abandonar la lucha política y el poder, algo así como que a los políticos venezolanos no se les despide (pasa también en otros países latinoamericanos pero no en el mundo anglosajón tal cual se indicó); de un gobierno que ha generado esperanzas en la anomia a fuerza de frustraciones y que no le da vergüenza sacar 3 y ½ millones de votos, observándose una curva claramente descendente.

La abstención pasó a ser así la gran victoriosa y es que no votar es también una opción, cuando siempre se presenta la perspectiva ganadora del menos malo. Si el que no vota tiene corresponsabilidad, el que vota también la tiene. Tantas balandronadas tiene el escenario político venezolano que ya varios quieren recularse en la migración como determinante en la abstención (alrededor de 60%[1]).

Es así como Venezuela, en este campo de la política, como en el de la economía, vive de ilusiones que llevan tarde o temprano a un gran desengaño. Ya los veremos pues, el año que viene y los siguientes, haciendo lo mismo: nos referimos a la oposición pues del lado de la Administración Bolivariana ya sabemos lo que es.

 

25 de noviembre

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com

 



[1] Un visitante/simpatizante de esos que vienen a congraciarse con la Administración Bolivariana decía que eso era normal, y no es cierto. Cuando en algunos países como Colombia se acercó al 70% en décadas pasadas, ya había una profunda crisis.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Reflexionando sobre Glasgow

 

Reflexionando sobre Glasgow, 

por Félix Arellano




Reflexionando sobre Glasgow
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Ha concluido recientemente la 26 reunión de la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP26), que tuvo lugar en la ciudad de Glasgow en Escocia; por lo tanto, ahora hablamos del Acuerdo de Glasgow, que está generando interesantes reflexiones y muy diversas lecturas, varias de ellas cargadas de escepticismo y desconfianza, situación inevitable, pues nos encontramos frente a un tema muy complejo y con grandes expectativas de los grupos ambientalistas.

En esta oportunidad, nuestra lectura es limitada y se concentra en aspectos políticos, resaltando avances, en particular aquellos pequeños, quizás intangibles, pero significativos para generar las condiciones que permitan avanzar en los cambios que se requieren en beneficio de nuestro ecosistema.

Veamos algunos aspectos que parecen elementales, pero son relevantes. Se ha mantenido del ritmo de las reuniones, desarrollado sistemáticamente 26 conferencias; en ese proceso, el número de gobiernos participantes no ha disminuido, la agenda se ha fortalecido y el tratamiento de los temas se ha profundizado; los compromisos siempre son mayores y más exigentes, tanto para los gobiernos, como para la sociedad en su conjunto.

Sobre aspectos técnicos cabe destacar que, en los resultados de la reunión de Glasgow encontramos avances, por ejemplo, se ha reconocido claramente los efectos del carbón como energía sucia; empero, poderosos intereses, particularmente de China e India, han impedido adoptar compromisos más categóricos. Ahora bien, no obstante, la complejidad y lentitud de la dinámica multilateral, la COP avanza en la identificación de los problemas, los factores determinantes, los obstáculos y la formulación de propuestas técnicas para la solución.

El riguroso y sistemático trabajo de la COP y toda la maquinaria técnica que ha generado de académicos, investigadores, gremios y ONG están realizando aportes desde diversos ángulos: trabajando en los diagnósticos, promoviendo propuestas, generando conciencia, formando recursos, colaborando en la aplicación de las acciones, controlando el cumplimiento de los compromisos, denunciando las irregularidades.

La COP ha estimulado la conformación de toda una red de instituciones y personas concentradas en la búsqueda de soluciones, que crece y se multiplica a escala mundial.

Otro elemento interesante tiene que ver con la capacidad creativa e innovadora que está caracterizando la negociación, particularmente, en la conformación de los incentivos para promover conductas responsables en los diversos actores involucrados en el tema: gobiernos, empresas y la sociedad; entre otros, a los fines de reducir y progresivamente eliminar la emisión de los gases de efecto invernadero o desarrollar mecanismos eficientes de absorción de tales gases.

La COP ha estimulado la incorporación de creativos mecanismos del ámbito financiero (bonos de carbono), y de innovación técnica y tecnológica como recursos fundamentales para apoyar el logro de objetivos ambiciosos y complejos, tales como: eliminar las energías contaminantes (combustibles fósiles) o evitar el incremento de la temperatura del planeta. Paralelamente, la capacidad creativa de muchos investigadores y empresas está concentrada en la generación de técnicas y tecnologías sustentables para beneficio del ecosistema.

También debemos destacar que la COP ha logrado avanzar en la progresiva incorporación de la equidad en el proceso de negociaciones. La situación de los más débiles y vulnerables frente a las consecuencias del cambio climático, ha estado presente en la agenda y en los compromisos y, no obstante, las dificultades y resistencias, se van logrando avances.

En efecto, la declaración de Glasgow desarrolla ampliamente el tema del apoyo a los países más vulnerables, particularmente en el aporte de recursos técnicos y financieros.

Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, conviene resaltar que el tema ecológico en general y, el cambio climático en particular, están contribuyendo a la transformación de los paradigmas vigentes. El monopolio y la primacía de los Estados se van diluyendo, no desaparecen, pero resultan cada día más limitados para poder enfrentar los desafíos que conlleva el mundo global.

Casos como el efecto invernadero, el deterioro de la capa de ozono o la propagación de nuevos virus o bacterias que amenazan a la humanidad; no encuentran solución cuidando las fronteras o imponiendo restricciones nacionales. Por otra parte, los nuevos temas, en particular la ecología, confirman que la ruta para la construcción de soluciones efectivas y eficientes, conlleva desarrollar el proceso de: diálogo, negociación y cooperación, sin exclusiones.

La pandemia del covid-19 nos está demostrando que la inmunidad de rebaño exige de la atención de la humanidad en su conjunto. Las burbujas de privilegiados no resultan eficientes. La construcción de soluciones globales exige de la participación, no solo de todos los gobiernos, también de múltiples sectores que forman parte de la sociedad civil, en particular de cada uno de nosotros como seres humanos, que nos enfrentamos con la urgencia de cambios de patrones sociales, conductas de consumo y de comportamiento individual.

Otro elemento de la dinámica ecológica que incide en los cambios de las relaciones internacionales, tiene que ver con el papel de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que se posicionan como un novedoso actor, cada día más activo y necesario. Representan un medio de acción de los ciudadanos en la intrincada dinámica de la interdependencia compleja que vivimos a escala global; permiten, entre otros, articular propuestas, ejercer presión tanto interna como global, promover iniciativas, apoyar el seguimiento y cumplimiento de los compromisos.

Entre los factores que estimulan el escepticismo frente a Glasgow destacan los dilemas entre los urgente y lo acordado y, entre lo acordado y su efectivo cumplimiento. Este último aspecto constituye un tema medular en las relaciones internacionales, que algunos estiman se puede supera con la adopción del carácter vinculante de los compromisos; es decir, el obligatorio cumplimiento de las normas, elemento importante en la dinámica del orden liberal internacional 2.0 (OLI 2.0).

Compartimos la conveniencia del OLI 2.0 para construir soluciones globales más dinámicas y eficientes; empero, debemos reconocer que la realidad se presenta contradictoria frente a la efectividad del carácter vinculante de las normas, que no garantiza el pleno cumplimiento de los acuerdos. Tampoco la existencia de sanciones, un tema sensible en la dinámica internacional, donde los Estados, muchos de ellos con una visión rígida de la soberanía, rechazan la existencia de controles, limitaciones y peor aún sanciones provenientes del contexto internacional.

Los casos de la integración económica y la Organización Mundial del Comercio (OMC) ilustran cómo las reglas vinculantes y la existencia de sanciones no resuelven plenamente la debilidad de la normativa internacional, ni garantizan el pleno cumplimiento. En esencia, nos enfrentamos con el ambiguo y manipulable concepto de la voluntad política; si los gobiernos no están dispuestos y los incentivos no resultan atractivos, el incumplimiento se impone.

Un punto de quiebre frente a la irresponsabilidad de los gobiernos lo puede representar la sociedad civil, que puede estimular el cumplimiento de la agenda ecológica desde la base, pero eso es posible en sociedades libres y democráticas.

En este sentido la ecología está estimulando la conformación de una dinámica novedosa, donde la población, que progresivamente adquiere consciencia de los problemas, desarrolla los esfuerzos para asumir los cambios de conducta que exigen las circunstancias que está enfrentando el planeta.

Pero no todo es tan sencillo y los obstáculos frente a los temas ecológicos son enormes, entre otros, los gobiernos anclados en la rígida visión de la soberanía; las corporaciones concentradas en maximizar beneficios, sin mayor interés por la sensibilidad social y ecológica; nosotros los ciudadanos como consumidores con patrones depredadores de la naturaleza y, una nueva resistencia va creciendo y penetra la política, los negacionistas quienes, por desconocimiento, convicción o intereses, rechazan las evidencias de la amenaza ecológica que estamos enfrentando, no solo por el cambio climático.

El panorama es dramático; empero, cuando observamos la creciente participación de la juventud en la gran mayoría de los países, luchando por las transformaciones en múltiples ámbitos, incluyendo la ecología; encontramos razones para tener esperanzas. Sin diferencias de ningún tipo, resulta fundamental formarnos en valores de convivencia y respeto, tanto de la dignidad humana, como del ecosistema.

Como dirían nuestros aborígenes: la madre tierra requiere ser tratada como amor y respeto; en consecuencia, los gobiernos, las empresas, los negocios, la competitividad, pero también el consumo individual; deben avanzar en la aceptación y aplicación del cambio de paradigma, por una vida ecológicamente respetuosa del sistema en su conjunto.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

domingo, 21 de noviembre de 2021

Del gobernante y gobernar

 


Del gobernante y gobernar

El político en funciones de gobierno debe tener pues, iniciativa estratégica, pero con un sentido de las proporciones


 

JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

18/11/2021 05:00 am




                El gobernante de una nación tiene el inmenso reto de gobernar no solo para una parcela del país, sino para todo un país. La cabeza del Estado, debe tomar decisiones, interactuar con los ministros, en fin, con un entramado extenso de altos representantes de la administración pública, dignatarios extranjeros y conducir al estado en tiempos de incertidumbre y complejidad como los tiempos actuales perturbados por la pandemia y sus consecuencias multisectoriales, que abracan todos los aspectos de la vida humana, amén de la aceleración de los cambios tecnológicos en la robótica, big data, inteligencia artificial y en el entorno interno; entre otros: recibir cuenta de ministros, llevar a cabo reuniones de Consejo de Ministros, conducción y negociación al interno de la sociedad, con ponderación, son a mí manera de ver los elementos complejos de entender y comprender, del reflexionar y actuar para gobernar.

Sobre estos aspectos y otros, ha sido históricamente unos de los retos del estudio y reflexión de la teoría política en nuestro campo los últimos 30 años. El tema del buen gobernante o del ejercicio del Gobierno, abarcar dos aspectos: el político y el administrativo. El político, porque abarca el ámbito de toma de decisiones y el administrativo, porque va hacia la realización de propuestas, programas y planes de acción. Implica, además, la conducción y coordinación horizontal y vertical de las diferentes acciones de gobierno. Debe tener un adecuado asesoramiento las reflexiones para actuar y tomar decisiones. El político en funciones de gobernante es un hombre de acción, y por ello, requiere de adecuados instrumentos conceptuales para una mejor comprensión de los fenómenos políticos, debe tener una visión y perspectiva amplia de las cosas sobre las cuales se gobierna.

El buen gobernante debe al menos cumplir con estas premisas para llevar a feliz término una gestión gubernamental que son a saber: identificar los problemas en forma adecuada. Tratar de darles un orden de prioridad en forma oportuna lo que se une a un claro sentido de propósito. Luego determinar cuáles ameritan tratamiento inmediato y en forma eficaz y eficiente. Hay otras tres condiciones importantes que se une a sus cualidades cualitativas, por otra parte, saber cuándo disminuir las tensiones y procesos conflictuales de la sociedad que gobierna. Darle estabilidad a su equipo de gobierno y proporcionar un sentido dialogante con sus adversarios. Lo ideal es tener sociedades políticas, con conflictos no existenciales, sino de carácter agonal, no suma cero.

 

Se requiere, pues, a la hora de gobernar tacto político y un talento excepcional y no un simple operador político, capacidad de comunicación, persuasión y un timing especial, ver el margen de maniobra que dan las decisiones, para llevar cabo no solamente las tareas normales del día a día de gobierno, sino igualmente, negociar, conversar con los diversos actores con los que se convive y la posible influencia del entorno internacional que también repercute, porque hoy en día hay una porosidad manifiesta entre el ambiente interno y el externo. Por eso, las labores del gobernante deben converger y no diverger, deben engranarse, para mejorar las decisiones que al final de cuentas van al seno de las sociedades democráticas. Se trata armonizar más que el conflicto permanente, sino el dilema o las opciones entre decisiones democráticas a escala de cada nación y decisiones tecnocráticas a escala supranacional. El arte de dirigir y decidir, en un gobernante se basa en ocasiones en un cálculo muchas veces basado, en forma racional, incremental o burocrático de los costos y beneficios y el ejercicio, del equilibrio de una decisión sobre políticas públicas.

El político en funciones de gobierno debe conocer cuál es el margen y repito, el timing de maniobra que tiene para tomar decisiones. En las democracias gobernar se hace más intricado porque se debe gobernar bajo varias premisas como consulta, cooperación, negociación y coordinación, lograr que estas herramientas se utilicen armónicamente, en forma adecuada, requiere de conocimiento, pericia y sentido de Estado.

En este sentido, la interacción entre los agentes políticos (partidos, sindicatos grupos de interés y de presión, líderes, etcétera) y las decisiones de política es el objeto central de la teoría política contemporánea y el diseño de políticas públicas es uno de sus desafíos En esta interacción, las expectativas racionales de los agentes juegan un papel esencial en la acción política, lo cual debe tomarse en cuenta. La relación dialéctica entre sociedad política y civil, es un elemento que debe tomar en cuenta en quien ejerce funciones de gobierno, para ello se requiere una dosis amplia de conocimiento de la cultura, historia e idiosincrasia del país donde se gobierna. No es un problema que se arregla con buena gerencia, porque gobernar es esencialmente un problema político.

Por consiguiente, se entra en el dilema ¿es la política la fuente de las políticas públicas? o por el contrario ¿las políticas públicas hacen la política? Estamos en pleno desarrollo de una sociedad del conocimiento, que viene de una sociedad de la organización, donde lo fundamental es la programación y el planeamiento y muchas veces en la política se dan dos posibles vías de acción, según el cual las políticas públicas no pueden ser sino el resultado y la ejecución de la decisión política es decir, el paradigma racional-secuencial o por el contrario pondrán el acento en la dimensión confrontativa-discontinua de las elaboración de las políticas ubicándolas como una de las arenas fundamentales en las que se libra la lucha política.


En suma, en la actividad política es difícil, pero el ejercicio del gobierno, del gobernar es más intricado, complejo, debido a que es optar entre opciones, es saber qué se quiere, saber qué se puede y qué no se puede hacer, saber cuándo hay que hacerlo y finalmente, cómo hay que hacerlo, y en sociedades postindustrales de carácter democrático, es más complicado, por los diversos intereses a incluir y satisfacer y sobre todo en un mundo donde lo interno y externo se vuelve más poroso, como consecuencia de la globalización. El político en funciones de gobierno debe tener pues, iniciativa estratégica, pero con un sentido de las proporciones.



jesusmazzei@gmail.com 

 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Radicalismo en ascenso

 

Radicalismo en ascenso, 

por Félix Arellano






Radicalismo en ascenso
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Vivimos tiempos de radicalismos a escala mundial y en nuestra región se aprecia con especial intensidad, generando serias consecuencias en términos de estabilidad política, convivencia ciudadana, crecimiento económico y bienestar social. La gran mayoría de países latinoamericanos están enfrentando la conformación de una atmosfera política caracterizada por fuertes tensiones, donde se están imponiendo las visiones y agendas extremas, desplazando las posiciones de centro, pero también la prudencia, el diálogo y la concertación política.

En este contexto, la gran mayoría de los cuerpos legislativos en la región se están transformando en los espacios de enfrentamiento, “el ring de boxeo”, concentrándose en debates permanentes de narrativas y malabarismo jurídicos, que desgastan y deterioran a la institución; toda vez que paralizan el cumplimiento de sus funciones fundamentales, como órgano de formulación de las normas, supervisión y control de la gestión gubernamental. Adicionalmente, van perdiendo su capacidad de representación y generación de soluciones a los problemas del país.

El nivel de la diatriba se presenta como un juego suma cero, que paraliza la institución y todos pierden, en particular los sectores más vulnerables de la sociedad, que sufren las consecuencias del aislamiento de los políticos; concentrados en su mayoría en las agendas personales y luchas estériles, sin dedicar la atención necesaria a las necesidades de sus electores a quienes básicamente reconocen durante los procesos electorales.

Los radicalismos que avanzan en la región se caracterizan, entre otros, por desarrollar narrativas cargadas de pasión y fanatismo; donde la racionalidad y el fin básico de la política, que supone estar al servicio de la sociedad, se desvanecen; sustituidos, por un acentuado nacionalismo, xenofobia y exclusión; adicionalmente, con propuestas fantasiosas de progreso y cambio, carentes de viabilidad, que chocan con las realidades de la interdependencia que vivimos a escala mundial.

Las perspectivas tanto de la región en su conjunto, como de la mayoría de países, se presentan poco alentadoras. El radicalismo está ocasionando, entre otros, la pérdida de oportunidades. Países paralizados por gobiernos y políticos concentrados en enfrentamientos maniqueístas y anacrónicos. Reproduciendo viejos debates ideológicos que no resuelven los problemas y crean nuevos, en particular el aislamiento de la política y los políticos frente a la realidad social.

El deterioro y debilitamiento de la institucionalidad democrática constituyen otras de las negativas consecuencias de los radicalismos que nos acechan. Crece la desconfianza y el rechazo contra los partidos, los políticos, pero también, contra las instituciones democráticas.

La geopolítica del autoritarismo aprovecha las debilidades de la democracia en la región para impulsar sus proyectos expansivos de liderazgo y hegemonía globales, manipulando sus políticas de apoyo, asistencia y cooperación; pero también promoviendo un discurso que busca resaltar las supuestas bondades del autoritarismo para generar orden y progreso.

Sobre las estrategias del autoritarismo debemos estar atentos y enfrentar con hechos concretos, resaltando que el orden que pregonan se sostiene bajo las prácticas de represión y sistemática violación de los derechos humanos y, en lo que al progreso respecta, se transforma en burbujas de privilegiados, sustentadas en políticas clientelares y discrecionales, sin mayor estabilidad jurídica, promovidas para beneficiar a los amigos del poder.

Los sectores vulnerables, que enfrentan condiciones históricas y estructurales adversas, –ahora agravadas por los perversos efectos de la pandemia del covid-19– se convierten en presas fáciles de los movimientos populistas y radicales y sus falsas propuestas, con fantasiosas y faraónicas transformaciones, algunas de ellas cargadas de violencia, pero en esencia de muy dudosa aplicación práctica, que terminan agravando la pobreza, un objetivo estratégico a los fines de lograr un mayor control social.

El radicalismo con sus falsas promesas estimula el voto y, por tanto, aprovecha las bondades de la democracia para llegar al poder, lo que le confiere legitimidad de origen; empero, en el ejercicio de gobierno desarrollan un libreto autoritario es decir, el desmantelamiento de la institucionalidad democrática y la conformación de una dinámica que tiende a consolidarse con el uso de la represión.

Para extinguir los equilibrios y contrapesos institucionales que deben caracterizar a la democracia, los radicalismos avanzan en el control y debilitamiento de instituciones fundamentales, como los medios de comunicación, la academia; pero también, las fuerzas militares que van cooptando con beneficios y presión.

A los fines de incrementar el control social y dar señales de cohesión, el nacionalismo y la constante creación de un enemigo, una invasión o un magnicidio son recursos manipulados con tal intensidad, que van perdiendo sentido, Son parte de un libreto vacío que, al resultar ineficiente, abre camino a una mayor represión como alternativa para silenciar la crítica y la presión interna.

La polarización de la sociedad representa otro recurso fundamental para fortalecer la estrategia del poder, fragmentar la organización social en sus diversas expresiones: sindicatos, gremios, academia, iglesias y, en particular, movimientos y partidos políticos. El radicalismo desde el poder hace suya la estrategia de “dividir para vencer”. La exclusión y progresiva destrucción política del contrario, de los críticos; sometidos a la descalificación, la persecución y la violación de sus derechos fundamentales.

Las expresiones del radicalismo que hemos mencionado, con diverso grado de intensidad, se hacen presente en la vida política de la mayoría de los países de la región, el inventario puede resultar largo, pero conviene destacar algunos casos relevantes. En Brasil crece la polarización de la sociedad en dos proyectos radicales que poco tienen que aportar para la efectiva solución de sus problemas nacionales y ambos insisten en manipular a la población promoviendo pasiones, divisiones y violencia.


Chile, hasta hace poco tiempo la Suiza política de la región, está enfrentando una fase de incertidumbres, radicalismo y violencia que no prometen buenos tiempos. En Argentina, la tradicional ambigüedad de las diversas expresiones del peronismo, está abriendo paso a radicalismos polarizantes, incluso se espera que, en las elecciones parlamentarias, surja en la escena política, en particular en el Congreso, una representación de la ultraderecha.

Perú, que ha vivido en los últimos años una marcada inestabilidad política, particularmente visible en el poder legislativo, pero manteniendo una burbuja relativamente estable y prospera en el ámbito económico, el radicalismo que se proyecta, luego que en las pasadas elecciones nacionales, donde participaron 18 candidatos, los partidos más radicales lograron la mayor votación popular y el partido Perú Libre, con su doctrina anacrónica y manipuladora, logró finalmente la victoria; situación que está exacerbando las tensiones políticas y amenaza con destruir la burbuja económica.

Ecuador, que inicialmente se presentaba como una interesante excepción, en la medida que Guillermo Lasso asumió en la fase final de su campaña electoral una posición de centro más equilibrada que resultó exitosa, en los últimos días está radicalizando su posición, perdiendo aliados y estimulando el enfrentamiento con el correísmo que activa su capacidad de manipulación y oposición obstruccionista.

En Colombia el actual debate político, con miras a la definición de candidaturas para las próximas elecciones nacionales, se presenta complejo e incierto y el radicalismo se posiciona en la agenda. Las recientes protestas han alimentado una atmosfera de cuestionamiento, sin mayores propuestas de soluciones viables y sustentables.

Por otra parte, se esperaba que el joven presidente de Bolivia, Luis Arce, se liberara del radical proyecto de Evo Morales, propiciando un gobierno de unidad y equilibrios, pero los hechos evidencian lo contrario, lo que está estimulando una creciente ola de protestas, con unos partidos que por sus divisiones pierden espacios y liderazgo.

Todo pareciera indicar que el presidente Arce de Bolivia, Andrés López Obrador en México y Nayib Bukele de El Salvador están creando las condiciones para incorporar a sus países en la senda del radicalismo que tiene como principales exponentes los casos de Venezuela y Nicaragua.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.