viernes, 21 de julio de 2023

VENEZUELA: VIEJOS Y NUEVOS INTENTOS DE CAMBIO POLÍTICO/ECONÓMICO VISTOS DESDE 2023.

 

VENEZUELA: VIEJOS Y NUEVOS INTENTOS DE CAMBIO POLÍTICO/ECONÓMICO VISTOS DESDE 2023.

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ



Esta relativamente corta nota, busca insistir en periodos e ideas estimulantes de entusiasmos e ilusiones que han difundido políticos, albergado los venezolanos y sus necesidades o estimulado cambios o desviaciones/deformaciones en Venezuela en los últimos 120 años. Planteado de esa manera, pareciera demasiado, pero efectivamente se puede lograr una periodización que clarifique la intención. Más aun cuando se trata de enrumbar la economía y la sociedad venezolana, en un contexto de elecciones y en un cuadro económico social de recesión, empobrecimiento, migración y distanciamiento creciente de muchos logros que alcanzó la sociedad y la economía venezolana en décadas pasadas, a pesar de deficiencias que se pudieron haber tenido o presentado.

No es cierto que la economía y el país se encuentren ahora en los lustros recientes enrumbados, en base a la independencia y la diversificación económica, tal cual se ha señalado, de distintas maneras, en el contexto de la Administración Bolivariana, que acumula ya más de 23 años. Como tampoco que estemos en capacidad de convertirnos en abastecedores de las necesidades en el área del transporte, la producción de medicinas y productos farmacéuticos en general y mucho menos para pasar a la conquista del espacio. Impresiona como mientras peor se sitúan las variables económicas, el Presidente Nicolás Maduro en sus discursos y defensas de su administración, más virtudes y avances le destaca a la economía y la nación, viéndola cada día mejor o a lo sumo diciendo que se tienen algunos problemas…; ah!... pero que ellos derivan es de las sanciones y la guerra económica.

 Las sociedades avanzan, evolucionan o se problematizan en la medida en que las ilusiones y deseos –según sean convenientes o distorsionadas, de avanzada o de retroceso- se convierten en proyectos de desarrollo, se unen voluntades para la materialización de los mismos y esta última permite encontrar -en los casos de éxito- la llamada por los neo institucionalistas dependencia de ruta. A excepción de algunas décadas del siglo XX, como las del sesenta y setenta, no se encuentran en la historia nacional de la última centuria y cuarto, períodos donde se anduviese cerca de tal encaminamiento hacia el desarrollo. Rómulo Betancourt fue un visionario en ese sentido, y ello le permitió convertirse en uno de los pocos líderes del desarrollo[1] que hemos tenido[2].

La revisión de la historia nacional de los últimos ciento veinte años, nos permite observar ilusiones y entusiasmos –aunque normativamente no siempre de los más adecuados- en determinados procesos económicos y políticos. Desde el punto de vista económico y político, debe señalarse la importancia que tuvieron el café y el cacao hasta 1925, junto al sentido de paz relativa alcanzada por los gobiernos de Cipriano Castro y sobre todo de Juan Vicente Gómez[3] y, más o menos desde esa fecha, por alrededor de 90 años, el desplazamiento de aquellos bienes agrícolas por el petróleo como factor económico, que no se sembró[4], usando inversamente la recomendación de Arturo Uslar Pietri.

Desde los puntos de vista políticos, económicos, sociales y militares, según los casos, existen otras ideas y procesos de entusiasmo de la población venezolana que deben destacarse.

1. En primer lugar, el militarismo, que estuvo presente durante todo el siglo XX hasta 1958 a excepción del llamado trienio 1945/1948 y del inmediato y corto período de Rómulo Gallegos (menos de un año durante 1948). Los militares y sobre todo los venidos de los andes pasaron a considerarse y difundir la idea de un orden inspirado y sostenido por ellos, a pesar de mayores o menores modernismos o amplitudes según los casos. En el inconsciente colectivo de los venezolanos o en expresiones de la conciencia inmediata surgen recuerdos de la tranquilidad, paz y orden relativos en algunos tiempos de ese período[5]. En general el resaltar el militarismo busca destacar la rectitud, el orden y la disciplina, como que los militares fuesen los únicos que en la sociedad tienen esos valores y formas de comportamiento; realmente también los hay en organizaciones religiosas, universidades, instituciones deportivas y empresas, entre otros ámbitos.

2. En segundo lugar, la industrialización, el impulso de la modernización y la democracia desde finales de los cincuenta[6] hasta mediados de los setenta. Trabajo, orden, limpieza, posibilidades de expandir la economía y los proyectos de inversión, estuvieron presentes en este periodo. Autopistas, industrias, escuelas y hasta las ideas e iniciativas de crear un Metro para Caracas, surgieron de esos años a pesar del rentismo. Pero también se ordenaron y/o regularizaron campañas de prevención de enfermedades vía -por ejemplo- cruzadas masivas de vacunación[7] así como la regularización de la protección social vía Seguro Social Obligatorio.  Economías hoy día en progreso como Chile y Colombia, ente otras, tenían varias ausencias y deficiencias y miraban a Venezuela en variados aspectos como un ejemplo de buen avance. Pero esta parte positiva se convirtió o desarrolló dialécticamente su contrario.

Pues la sociedad venezolana no tenía albergado el consenso, y el resentimiento (acumulado en alrededor de 150 años previos) así como el radicalismo político de quienes no veían esos resultados como desarrollo –parte de los grupos políticos e individuos relacionados con esta posición, se encuentran hoy en el ejercicio del poder político en la Administración Bolivariana y se identificaron desde sus inicios con ella- hicieron su parte para horadar un proyecto en curso (dejándole a la nación y a algunas de sus instituciones cicatrices imborrables dado el escenario de lucha armada[8] y el estímulo hacia populistas y demagógicas formas de funcionamiento) que encontró su alteración definitiva en las bases más profundas de la renta petrolera, al convertirse la gestión administrativa de la nación en un distribucionismo exacerbado, a partir de mediados de los setenta con la primera administración de Carlos Andrés Pérez (1974/1979) en el contexto de aumentos de precios del petróleo desde inicios de tales años. Como señaló D.F. Maza Zavala, el trabajo -en el contexto de la Gran Venezuela de la Primera administración de CAP- fue sustituido por el dinero fácil que, además, pasó a formar parte del impulso de la corrupción; y en un contexto donde comenzó a manifestarse la inflación, los déficit en cuenta corriente y, entre otras cosas, el endeudamiento externo. La gran paradoja: un petroestado, alborotado con el incremento de precios de su commodity, que termina endeudado y con buscadores de renta y de corrupción enriquecidos vía corrupción.

3. En tercer Lugar, la corrupción, el desasosiego, el autoritarismo en condiciones de democracia, los partidos convertidos en el eje repartidor de la “democracia” y la corrupción, con la democracia de partidos, forman parte de un período de más o menos 20 25 años que va desde mediados de los setenta hasta 1999, pues hay que decir que los pueblos y naciones también desvían sus caminos, enrumbándose inadecuadamente según  coyunturas, riqueza fácil e inadecuados liderazgos[9]. Se trataba ahora, en este tercer y desviado entusiasmo, de un pueblo –en no insignificante proporción- confundido, con cultura de campamento (como alguna vez señaló un dramaturgo) y buscador de arreglos, según herencias, períodos e historia; y políticos y administradores que parecieron ser más ineficientes mientras uno sustituía al otro (Luis Herrera Campins 1979/1984, Jaime Lusinchi 1984/1989, Carlos Andrés Pérez 1989/1993 -2da administración-, R. J. Velázquez 1993/1994 y Rafael Caldera 1994/1999 -2da administración-) y, una masa de aquel mismo pueblo -en su acepción amplia, abarcando también clases medias y altas- observando en cada oportunidad electoral, la ocasión misma para su proyecto personal o grupal, a pesar de las luces que todavía podían irradiar en momentos algunos de los presidentes, el congreso, algunos ministros y determinados políticos e intelectuales que podían fungir como la reserva moral del país. Se registró en la  secuencia referida, el episodio notable de un pueblo eligiendo, con distintas esperanzas y entusiasmos, a dos presidentes por segunda vez[10] (Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera), cuyos resultados, en ambos casos, terminaron con mayores dramas y problemas económicos y sociales que con los que comenzaron[11] tal segundo mandato.

En el plano de la política económica, el mayor entusiasmo fue albergar, en algunas ocasiones, las ideas extremas del neoliberalismo y la crítica acérrima a la sustitución de importaciones o el acotamiento de frases cómodas y jocosas, según instituciones y ministerios, o impulsar ideas melosas del amor por el país o de la defensa de la figura presidencial, según el caso y momento. La cultura del extremo hizo de la suyas, en momentos de este periodo y en las ideas y entusiasmos dominantes.

4. En cuarto lugar, el periodo de las ideas del bolivarianismo, inicialmente difundidas por  Hugo Chávez y hoy día en las figuras de sus continuadores y de Nicolás Maduro. Esto entusiasmó a una porción alta de la población venezolana, dadas las ofertas de crear una verdadera democracia, acabar con la corrupción y la llamada democracia de partidos. Honor, pulcritud, comedimiento, eficiencia en la administración pública, oportunidades de una repartición más equitativa del ingreso, fueron las ofertas iniciales en 1998 y 1999[12].

Muchos acogieron esas ideas como suyas y les profesaron esperanzas. Transcurridos más de veinte y tres años de administración política de la nación, los entusiasmados son muchos menos y no todos lo que se mantienen presentan la inocencia y honestidad que hubo en sus tiempos iniciales[13]. La problematización económica, social y política después de casi cinco lustros, pasó a enfrentar a los venezolanos -ya como mayoría- ante la frustración de esperanzas no materializadas, por un proyecto que además de las ideas señaladas hizo renacer el militarismo, superponiendo lo militar a lo civil, en el contexto de las democracias inestables e insuficientes de América Latina y Venezuela en particular –tal cual se señaló-, así como a la necesidad de construir un nuevo entusiasmo, impulso y misión para la economía y el país, dada que la alteración y destrucción alcanzada pasó a abarcar las dos dimensiones.

Capitalismo de estado, aumento de la corrupción, deterioro de los servicios, profundización de la dependencia petrolera y del rentismo, controles permanentes aumentados en áreas de la mayor relación con la riqueza nacional y no de grupos o partidos como el manejo de las divisas obtenidas del rentismo, destrucción de patrimonios empresariales y familiares, clima de zozobra e inestabilidad en trámites, procedimientos y seguridad personal y familiar, pasaron a formar parte definidamente de la nueva frustración presente en muchos venezolanos bordeando la segunda década desde los inicios de la administración bolivariana en 1999, a pesar de la comodidades de algunos y las incondicionalidades de otros. Y ello es la base, por lo demás, de la indescriptible migración de venezolanos que cada día fue arreciando más, desde hace cerca de 10 años y que hoy día supera los 7 millones de migrantes, conformándose como uno de los mayores movimientos migratorios a nivel mundial, y ante el cual el Presidente NM ha ofrecido en momentos -si lo dejasen, liberándole recursos de los retenidos internacionalmente- poderse traer 50.000 venezolanos, mientras las cifras ya conocidas internacionalmente ascienden a los millones señalados, con sus fundamentos en registros internacionales.

Cuatro ilusiones, esperanzas, ideas y entusiasmos -vistas hasta ahora- que, en alrededor de más de cien años nos trasladan a la Venezuela problematizada, deteriorada y conflictiva de inicios de la tercera década del siglo XXI. Numerosos elementos positivos podrían destacarse en el tránsito de los dos primeros períodos de entusiasmos e ilusiones señalados, tenidos por Venezuela y sus habitantes y que abarcaron hasta mediados/finales de los setenta (Independencia política, avance institucional, urbanización, alfabetización, eliminación de enfermedades, crecimiento económico y grados de desarrollo, oportunidades de avance para personas y familias, así como aumento de la atención a los marginados y excluidos de políticas de mejoramiento social, son solo parte de ellos). El tercer periodo, de confusiones/desviaciones –tal cual se señaló más arriba-, abarca desde mediados de los setenta hasta finales de los noventa, pero nunca el daño llegó a niveles mayoritaria, significativa o extendidamente radicales. Contrariamente, el descalabro se presenta en el cuarto periodo, esto es en la rimbombante administración bolivariana que se ha planteado quedarse por mil años (expresión que puede interpretarse políticamente, pero que han sido expresiones literales de sus dirigentes) proponiéndose refundar instituciones, crear un hombre nuevo, convertir a Venezuela en una potencia de todo tipo, llevar a los venezolanos al disfrute de cualquier máximo de felicidad o a cualquier meta pensable. Pero realmente, la revolución más larga[14] del siglo XX y XXI (o la última del siglo XX[15]) –en lo visto hasta ahora- se convirtió en un fracaso y en una decepción para las mayorías –que habían acompañado previamente a los partidos de la democracia de partidos AD y COPEI-, que alguna vez se esperanzaron en ella, con el agravante de haber transformado negativamente o destruido la economía y la nación.

5. En quinto lugar y correspondientemente con lo presentado, es importante en esta nota  resaltar la necesidad que se tuvo, y el intento de albergar una quinta ilusión, entusiasmo y misión que hubiera podido convertirse -en base al consenso- en un proyecto que por distintas vías hubiese permitido unir esfuerzos en pro de combatir la anomia (observada en años posteriores a 2017, 2018 y 2019),  y que todavía existe en sectores de la población, a pesar de las expresivas y cuantiosas movilizaciones tenidas durante el año 2017[16], o los meses de enero y febrero de 2019[17], abarcando hasta los nefastos sucesos de impedimento para que ingresara la ayuda humanitaria el día 23 de febrero en los puntos conocidos y cuyo contexto atañe a la figura del llamado Presidente interino personificado en Juan Guaido.

El chavismo dominante de años recientes, está controlado por el Presidente NM y su camarilla y existe inclinación a pensar que factores nacionales e internacionales son los que ejecutan verdaderos controles y determinaciones sobre su figura. Grupos y figuras alternativas a este último y su camarilla, plantean ahora por distintas vías algo así como aprovechar o seguir desarrollando un chavismo sobreviviente, que rescataría unos supuestos elementos puros, bien encaminados y exitosos, que habría alcanzado y ejecutado HC. Se trata de fantasía y demagogia, pues el verdadero legado de este último, es el más fiel determinante de la situación de debacle en que ha terminado la economía y la nación venezolana. Con un cambio de gobierno, se suceda cuando se suceda, quedará, eso sí, el chavismo resentido, que persistirá en señalar lo bueno que era todo durante la administración ya conocida –hasta ahora- por más de 23 años.

La nueva misión y entusiasmo en lo que ubicamos como el quinto período (sin que haya implicado efectos tan tangibles o registrables como los cuatro previos), pasó a conformarse a partir de  los impulsos e iniciativas que  rodearon e inspiraron las acciones políticas desarrolladas por el presidente de la Asamblea Nacional y Presidente interino señalado, con el cometido muy importante, como propuesta para el país, basado en la trilogía: hacer que cesara la usurpación, que se estableciese un gobierno de transición y se realizasen elecciones libres. Esto resume  nada más y nada menos que la idea de que la mayoría de las que se habían realizado desde un momento hasta la presencia reciente de la propuesta no habían sido libres, bien organizadas y supervisadas y ello se consideraba suficiente para que las voluntades multitudinarias se expresasen en una perspectiva que le abriría caminos a Venezuela, para enrumbarse hacia la recuperación de la institucionalidad y la superación de la aguda problemática económica y social. Nada de esto se llevó a efecto y se acumularon, más bien, numerosos problemas en el manejo de recursos, en una Presidencia interina que nunca fue tal, a pesar del apoyo internacional que de palabra se daba, junto a algunos gestos y reconocimientos. Trifulcas políticas, grupismo, acciones dislocadas y manejos dudosos de recursos, dieron al fin al traste con esta quinta oleada de entusiasmo y posibilidad de estructurar una perspectiva de recuperación, cambio y transformación de la sociedad y economía venezolana, con el abordaje primeramente de la administración política.

6. En sexto lugar, se trata de La sexta ola de ilusión y entusiasmo para los venezolanos, la cual mantiene el matiz del necesario abordaje y cambio en la administración política del país y para ello son fundamentales las elecciones de 2024. Es ello lo que le da valor a las elecciones primarias de la oposición, pero, mas que eso, nos interesa destacar otra dimensión para esta sexta ola de entusiasmo, que de no ser masivo no será exitoso, ante tantas limitaciones que más de 23 años administrando al país de la manera señalada le brindan a la Administración Bolivariana. Demos las primarias por realizables y que de allí surja una candidata o candidato de la oposición, habiéndose podido sortear inhabilitaciones y acciones interesadas desde el nuevo y ajustado CNE. Sabido es que en estos procesos electorales, hay los que aparecen, hacen arreglos descarados o creen que por tener dinero o haber tenido responsabilidades políticas previas, pueden abordar el marco de la dirección de un país.

Realmente, el pueblo venezolano, buscando una opción distinta a la que actualmente dirige a la nación, no debería equivocarse con oportunistas y engañadores de oficio. Se corren grandes peligros en estas elecciones, vistos del lado de la opción desde la oposición. Cuando HC fue elegido era la oposición, mas allá de sus matices políticos y de origen militar. Muchos habían justificado o “explicado” un golpe de Estado (1992) y, el contexto nacional brindado por la segunda administración de Rafael Caldera, junto a matices del otro candidato, brindaron un contexto muy favorable para quienes resultaron ganadores.  Había la necesidad urgente de que muchos tuvieran nuevas esperanzas de mejoramiento. Puede pasar lo mismo, independientemente de matices e intensidades, hoy día, por el solo deseo de cambio que, según apreciaciones y la observable calle, lo desean 8 de cada 10 venezolanos.

En un contexto de una democracia y una economía de tantas debilidades y deterioros acumulados (puede apuntarse que con decrecimiento recesivo, disminución del consumo, empobrecimiento acentuado, junto a disminución de ingresos de exportación, entre otros elementos)[18], puede suceder lo mismo, pues los candidatos en elecciones, no infrecuentemente cambian el discurso de lo que realmente van a poder o a querer ejecutar. Correspondientemente, el electorado puede salir factiblemente decepcionado o sin que sus expectativas puedan ser factibles de alcanzar. En una situación económica y social como la de Venezuela, esto podría ser poco menos que dramático, si gana un opositor en el entendido de que se logren superar tramoyas, engaños y “fallas accidentales” que algunos seguramente prepararán. Algo que parece inocente en política es que esto sea evitado hablando con la mayor sinceridad y no ofreciendo lo que no se pueda satisfacer. Pues puede volver a presentarse una decepcion y desanimo[19], al no encontrar secuencia entre ofertas y realidad en políticas y resultados, como lo derivado de las elecciones de 1998.

Ya veremos.

Julio 2023

eortizramirez@gmail.com

@eortizramirez



[2] Curiosamente, varios intelectuales/académicos muy valiosos, con origen en la izquierda venezolana de tiempos cercanos a tal figura, me corroboraron tal apreciación en conversaciones para una investigación.

[3] Entre sus logros estuvieron hacer las carreteras  y crear el Ejército.

[4] Se le atribuye  a Uslar Pietri  (periodista, político y escritor) la popularización de la expresión “Sembrar el petróleo” quién, el 14 de Julio de 1936, publicó en el diario caraqueño Ahora, un editorial titulado “Sembrar el petróleo”. La frase, sin embargo quien la conceptualizó fue Alberto Adriani, antes de esa fecha y como parte de sus proyectos a ejecutar una vez desapareciese la dictadura de J. V. Gómez. Fue diplomático y periodista, con estudios de economía, y además fue funcionario en el gobierno de Eleazar López Contreras y murió muy joven (38 años, 1898/1936); varios de sus escritos fueron recopilados en el libro Labor venezolanista. Distintos elementos de discusión sobre este término pueden verse en: Humberto García L. (Compilador), La ilusión de la “siembra del petróleo”; CDCH/CENDES 2018;

puede verse también sobre A. Adriani, J Mazzei: A .Adriani, Político y estadista https://www.blogger.com/blog/post/edit/2720287295586447558/4449236497717147713.

[5] Con la llegada de HC al poder político, desde inicios de 1999 se han vuelto a resaltar los valores de los militares apartándose la ubicación y significación de su sujeción al poder civil, y habiéndose esto último pasado a manifestar en la amplia ubicación de los mismos en labores políticas y administrativas y en el exaltamiento de la conformación del poder cívico-militar.

[6] Estudios de J. A. Mayobre, O. Araujo, A. Cordova, H. Silva, A. Baptista, M. I. Purroy  y Bitar y Troncoso, entre otros, dan luces sobre los inicios o basamentos de la industrialización para este período.

[7] Ya se había previamente realizado las concernientes a la erradicación del paludismo en base a la exitosa campaña llevada a cabo por Arnoldo Gabaldon (Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.25 n.2 Caracas feb. 2005. Vidal Rodríguez Lemoine. A sesenta años de la aplicación del DDT en la lucha contra la malaria en Venezuela).

[8]VerEduardoOrtizRamírez https://www.academia.edu/41858377/CUALQUIERA_PUEDE_SER_DE_LOS_SESENTA_una_perspectiva_de_la_Venezuela_Violenta_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ_4_de_febrero_de_2020.  Este escrito forma parte, junto a otros treinta, del libro La violenta década de los sesenta en Venezuela, como compilación de testimonios, flexibles en cuanto a restricciones académicas, realizada por Enrique Viloria Vera, José Pulido y Petruvska Simne, y publicado en 2020 por Barra Libros Editores.

 [9] En tal sentido, la idea de que los pueblos no se equivocan o que siempre tienen la razón, es por lo menos polémica.

[10] La reincidencia e incluso el deseo de permanencia, no es un fenómeno extraño al sentido y perfil hasta ahora visto en la conformación de las estructuras políticas latinoamericanas, incluso en los casos de las democracias –o las así presentadas-. Caudillismo, presidencialismo, personalismo y líderes que asumen reencarnación o “misiones históricas”, por una parte, así como ausencia de desarrollo de la sociedad civil y lento y tardío desarrollo de las instituciones como reglas del juego, por la otra, indudablemente que están relacionados con ello. Tan generalizado se presenta este fenómeno en las democracias inestables de la región que, el populismo, autoritarismo y continuismo como fenómeno asociado a los procesos de cambios constitucionales, adquieren diversas transfiguraciones. Los más de veinte y tres años de administración bolivariana, con sus secuencias, estilos, jugadas y la aguda desinstitucionalización que ha ejecutado, borrando los límites y diferencias entre Gobierno y Estado, ha convertido las deformaciones y disfunciones políticas en algo negativamente muy superior a lo destacado. Puede verse Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/48223775/LAS_DEMOCRACIAS_INESTABLES_DE_AMERICA_LATINA_Caracas_4_de_mayo_2021.; también,  Félix Arellano, Contradicciones del “efecto Bukele” https://www.blogger.com/blog/post/edit/2720287295586447558/4891903728256851369; ver también para el caso Bukele: https://www.economist.com/the-americas/2023/07/20/nayib-bukele-shows-how-to-dismantle-a-democracy-and-stay-popular?s=03.

[14] Este planteamiento atañe a resultados observables o registrados en procesos históricos de distintos casos ubicados como revoluciones, y los cuales pueden haber sido temporales y desaparecer como en el caso de la más vieja –en América Latina- y ya muy probada -en su poco éxito en conducir al crecimiento y desarrollo económico- revolución cubana.

[15] Leonardo Vivas. Chávez: la ultima Revolución del siglo. Planeta 1999.

[17] Tales movilizaciones dejaron numerosos fallecidos y un número importante de detenidos.

[19] También se ha presentado en Colombia con evolución, ejecutorias y resultados de la elección y Presidencia del Presidente Petro.

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