Las paradojas de la globalización
Creo que se debe ir es a la
gobernabilidad, de este fenómeno y tendencia histórica, para que pueda ser un
proceso inclusivo, dentro del cual todos podamos sacar beneficios y tener una
globalización más equitativa y solidaria esta es la ruta a seguir
JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
13/07/2023 05:00 am
Releyendo
el libro“ La Paradoja de la globalización” de Dani Rodrik,
11 años después, cobra este texto mayor actualidad, en la reflexión y análisis
contemporáneo el contexto histórico e intelectual en aquel entonces y el que
hoy se nos presenta, y que pone en evidencia las encrucijadas, los vaivenes que
ha tenido esta tendencia y proceso de la humanidad (La Globalización). Pues
bien, la globalización tiene, entre otras, muchas características, desearía
recalcar o destacar dos de ellas, por una parte, su alcance, es decir la
extensión del proceso y la intensidad de los fenómenos que le son propios. Es
decir, en el alcance y la profundidad que producen sus efectos en los distintos
niveles de los procesos sociales y en los cambios operados en los sistemas
políticos de los Estados nacionales que forman parte de la estructura
internacional. Ambos procesos en una resignificación de la aceleración del
tiempo de la modernidad. En la globalización, la simultaneidad es esencialmente
la modalidad temporal dominante. Hay un proceso sincrónico.
En efecto, la globalización es polifacética, multiforme, modifica estructuras
económicas, afecta procesos sociales, promueve nuevas tecnologías, replantea
figuras y categorías políticas, y especialmente impacta y afecta nuestras vidas
de distinto modo, positiva y negativamente, dependiendo de la economía,
ubicación geográfica, recursos, tecnología, educación e infraestructura.
En ese sentido, el marco conceptual y analítico que ofrece el profesor de
Economía Política de Harvard, Dani Rodrik, en su último libro La
paradoja de la globalización, ofrece algunas respuestas a los dilemas o
paradojas de esta dinámica internacional, como fuerte incidencia en lo interno
de cada uno de nuestros países. Nos centraremos en tres de ellas. Rodrik habla
del «trilema político de la economía mundial» entre el Estado
nación, la democracia y la hiperglobalización. Según su análisis solamente dos
de las tres premisas son compatibles al mismo tiempo. Es decir, (1) la
democracia se debilita en el marco del Estado nación si éste está integrado
profundamente en la economía internacional; (2) la democracia y el Estado
nación son compatibles solamente si retrocede la globalización; (3) la
democracia puede convivir con la globalización si se articulan fórmulas de
gobernanza transnacional y se debilita el Estado nación.
En primer lugar, la hiperglobalización y el Estado nación funcionarían bien en
un mundo friedmaniano en el que los únicos servicios que proveen los gobiernos
son aquellos que garantizan el buen funcionamiento de los mercados es decir su
marco regulatorio. En este mundo, según Rodrik, «el objetivo de los gobiernos
es ganar la confianza de los mercados para poder atraer comercio y entradas de
capital: austeridad, gobiernos pequeños, mercados laborales flexibles,
desregulación, privatización y apertura comercial».
Citando a Rodrik «Consideremos todo lo que se necesita. Los mercados modernos
precisan una infraestructura de transporte, logística y comunicación, que en
gran parte es el resultado de inversiones públicas. Necesitan sistemas de
cumplimiento de contratos y protección de los derechos de propiedad. Precisan
regulaciones que aseguren que los consumidores tomen decisiones informadas, que
las externalidades se internalicen y que no se abuse del poder del mercado.
Necesitan bancos centrales e instituciones fiscales para evitar el pánico
financiero y los ciclos comerciales moderados. Precisan protecciones sociales y
redes de seguridad para legitimar los resultados distributivos». Es decir
instituciones que le provean de gobernabilidad.
Sigamos con el marco establecido por Rodrik: la segunda opción consiste en
limitar la globalización para fortalecer la democracia y la soberanía nacional.
El autor propone un replanteamiento de los acuerdos comerciales y una
regulación más rigurosa de los movimientos de capital para permitir la
expansión del espacio democrático a nivel nacional que priorice los objetivos
sociales y económicos nacionales sobre los de las empresas y grandes bancos
transnacionales, sobre lo que en una oportunidad denomino Peter Drucker la economía
simbólica. Por lo tanto, se podría fijar una tasa a las transacciones
financieras, como lo propuso Joseph Tobin hace más de 39 años.
En tercer lugar, para cerrar el trilema, existe la posibilidad de ir
sacrificando paulatinamente el Estado nación y construir redes sólidas de
democracia transnacional que sean compatibles en escala, espacio y poder, con
la globalización. Es por esta vía por la que Europa, dada su experiencia en la
construcción de un proyecto supranacional, podría superar los desafíos del
trilema. Solamente a través de una Europa federal, política y económica, los
europeos podremos continuar integrándonos en la economía global, preservando
nuestra democracia. Es decir, lograr una gobernanza total no sólo Europea sino
global. Es eso posible, no lo sabemos pareciera que el mundo desea caminar
hacia ese rumbo, es caminar en la modelación y en la mayor interacción de ese
proceso.
Sin embargo, siguiendo a Rodrik «El Estado nacional vive, si no del todo bien,
y sigue siendo esencialmente la mejor alternativa a la gobernanza de la
economía, la sociedad en términos democráticos. La búsqueda de governance
global es algo absurdo o por lo menos hoy imposible dado las últimas tres
crisis: la pandemia del Coviv-19, la Guerra Rusia contra Ucrania y la crisis de
la economía mundial. Es improbable que los gobiernos nacionales cedan un
control significativo a instituciones trasnacionales, y las reglas
armonizadoras no beneficiarían a sociedades con necesidades y preferencias
diversas. La Unión Europea puede ser la única excepción para este axioma,
aunque su crisis actual tiende a demostrar que es así».
Creo que se debe ir es a la gobernabilidad, de este fenómeno y tendencia
histórica, para que pueda ser un proceso inclusivo, dentro del cual todos
podamos sacar beneficios y tener una globalización más equitativa y solidaria
esta es la ruta a seguir. Estos son alguna de las paradojas, es lo que la hace
un asunto interesante para el análisis y comprensión y estudio contemporáneo.
Finalmente, como dice Rodrik «Deberíamos esforzarnos por alcanzar una máxima
globalización que sea coherente con un espacio para la diversidad en los
acuerdos institucionales nacionales».
jesusmazzei@gmail.com
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