domingo, 15 de diciembre de 2019

Reforma, ajuste y costo social



Es el efecto macro económico, pero este tipo de medidas debe manejarse con criterios de viabilidad y eficacia política, en economías en países en vías de desarrollo, como el nuestro y otros de otras.-


  JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
12/12/2019 05:00 am


Escudriñando en mi biblioteca, me tope con un artículo de dos brillantes economistas del FMI de hace treinta y cinco años, de Yukon Huang y Peter Nicholas, quienes escribieron para la estupenda revista Finanzas y Desarrollo, que recomiendo consultar por la web, de ese organismo de junio del año 1987 un artículo intitulado “Los Costos Sociales del Ajuste”, donde mencionaban tres costos sociales que tenían los programas de ajuste y reforma del FMI: las medidas del ajuste ideadas para equilibrar la demanda y la oferta agregadas a menudo si no inevitablemente deprimen la producción, el empleo y el consumo, generan una recesión, el segundo, es que, los cambios en la estructura de incentivos estimulan la redistribución de recursos y por tanto, de los beneficios entre sectores y actividades y el tercero, los retardos y dificultades en el movimiento de recursos productivos en otros usos en respuesta a cambios en los precios relativos pueden añadir costos inicialmente, son los que ellos denomina costos de transición.

Es el efecto macro económico, pero este tipo de medidas debe manejarse con criterios de viabilidad y eficacia política, en economías en países en vías de desarrollo, como el nuestro y otros de otras latitudes latinoamericanas, debido a que esta tiene impacto sobre los sectores populares, el impacto que tiene alto nivel de endeudamiento, como promover la equidad y la eficiencia en ciertas estructuras productivas, sus costos sociales, cuando el crecimiento que se logra no es suficiente para proteger a los más pobres, visualizar los objetivos de corto y largo plazo de las reformas, el papel del financiamiento externo adecuado, son entre otros, los factores; son los condicionantes de estas medidas, de su éxito total o parcial, o de su fracaso como fue el caso del segundo gobierno de Pérez o en el caso del segundo Gobierno de Caldera, que en perspectiva histórica, iba en camino de lograr resultados positivos como los tuvo entre 1997-1998, si sé hubieran prolongado en el tiempo más allá de 1999, pero no fue el caso se prefiero el camino del populismo de izquierda.

Así las cosas, los recientes acontecimientos de Chile y lo que algunos han interpretado como hechos con gran paralelismo con Venezuela de 1989, con contextos históricos diferentes, el país, se abría a un nuevo período constitucional, con la toma de posesión del Presidente Pérez, llegada que estuvo precedida de grandes expectativas, por lo vivido en los años 1974-1979, que en buena fue el basamento de su oferta y su discurso electoral, de las elecciones de 1988 (el tá barato dame dos y la borrachera de petrodólares que le entro al país por primera vez en su historia). Solamente, en diciembre de 1988, Pérez y su equipo de asesores económicos tienen acceso a información oportuna y veraz, de primera mano de la situación real y concreta del país (en sus variables macroeconómicas).

En efecto, el país entro en shock (El Gran Viraje), con un programa de ajuste, de reformas económicas que se aplico en forma rápida y no gradual, el cual no fue negociado y consultado, no se tuvo interlocución e información, previa con la sociedad civil y la sociedad política y sus integrantes (partidos políticos, sindicatos, etc), no sólo no se les comunico sino que falto y se adoleció de una política informativa y formativa de la opinión pública previa, para llevar a cabo la ejecución de medidas económicas, dada la magnitud de ellas en los días de febrero luego de una majestuosa y dispendiosa toma de posesión. Se implemento pues, un severo programa de ajuste económico que se aplico sin anestesia, por un equipo sí, bien muy meritorio, es verdad, desde el punto de vista académico, sin embargo, carente de toda experiencia y pericia política en todo el sentido de la palabra, sin el apoyo total del partido de gobierno (AD) y la enajenación de su sector sindical.

Se requería en aquel entonces, pues, a la hora de gobernar e implementar esas decisiones, tacto político, capacidad de comunicación, persuasión y un timing especial, ver el margen de maniobra que dan las decisiones, para llevar cabo no solamente las tareas normales del día a día de gobierno, sino igualmente, negociar, conversar con los diversos actores con los que se convive y la posible influencia del entorno internacional que también repercute, porque Venezuela fue un país piloto, debido a la porosidad manifiesta entre el ambiente interno y el externo. Se trata armonizar no sólo el conflicto sino el dilema o las opciones entre decisiones complejas. El arte de dirigir y decidir, en un gobernante se basa en ocasiones en un cálculo muchas veces basado, en forma racional, incremental o burocrática de los costos y beneficios y el ejercicio, del equilibrio de una decisión sobre políticas públicas y el gabinete económico del año 1989, sobrestimo el liderazgo de Pérez y su capacidad de interlocución. Caso contrario fue el liderado por Caldera, y ejecutado por Teodoro Petkoff, Matos Azocar, Rojas Parra, entre otros ministros del segundo gobierno de Caldera, que tenían pericia y experiencia política y un competente manejo económico.

En fin, lo que le dio viabilidad y eficacia política al segundo programa de ajuste de la economía venezolana, conocido, como la Agenda Venezuela, fue que se manejo con variables políticas de elaboración, construcción estratégica y no solamente el éxito de las variables macroeconómicas, eh allí el quid de la cuestión. Es equilibrar ajuste y estímulo.



jesusmazzei@gmail.com


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