EL CAMBIO ECONÓMICO EN VENEZUELA
EDUARDO ORTÍZ RAMÍREZ
Esta nota parte
de la hipótesis de que en cerca de los
últimos 50 años, en lustros más-en lustros menos, se habría ido deteriorando la
posibilidad del cambio económico hacia
el desarrollo en la economía venezolana y, en donde, también, la nación en
vez de debilitar el rentismo, lo fue
fortaleciendo, abandonando también la ruta hacia el desarrollo que se habría
trazado en cerca de los 20 años previos. Varias sociedades a las que les íbamos
adelante, en economía y sistema político, hoy nos ocupan delantera.
Igual que
sucedió en el segundo gobierno de Carlos
Andrés Pérez (1989/1993), en los más de 25 años del período de la administración bolivariana (desde 1999), ha estado
presente la idea del cambio económico.
Así, estuvo presente en el Plan 2001/2007,
Plan de la Patria y el más reciente
propuesto por el Presidente Maduro,
que abarcaría desde 2025, entre
otros. Apartando lo concerniente a este último, en todos ellos, sin embargo,
más han sido, aunque no únicamente, las medidas efectistas o, también, las de
efectos negativos reales, que los resultados positivos en cuanto a crecimiento estable, cambio económico
–ni que decir institucional- registrados para el ciudadano –o la Sociedad
Civil- o que pudiesen ubicarse como cambios
estructurales positivos de largo plazo.
En la literatura
y cultura económicas está suficientemente claro lo que se entiende como cambio estructural en la economía. La modificación de la posición y presión de
distintos sectores económicos, la distribución del empleo junto a los cambios
en sus grados de especialización o tecnificación, los aumentos en la
productividad y el mejor desempeño de la nación y sus agentes en términos de
competitividad (incluida la perspectiva de inserción en Clusters) y niveles de
bienestar alcanzado, son, entre
otros, parte de los elementos que tradicionalmente se evalúan para tales
asuntos.
Es claro que
esto es un proceso dinámico donde el
factor tiempo no es irrelevante. Pero, también, es claro que su relevancia
no debe llevar a desplazar la materialización
de expectativas positivas sólo para el largo plazo. No se requiere mucha
agudeza, para verificar que tales cambios no se han dado en el período
transcurrido de los dos gobiernos de la Administración
Bolivariana. En atención a estos menesteres, pueden ubicarse por lo menos tres perspectivas que han estado presentes
sobre el cambio económico en esta
última.
La primera, es la manera tácita que han
tenido los dos presidentes y el “gobierno revolucionario” de concebir el cambio estructural. El calificativo de
tácita deriva de que, aun con sus deseos, esta manera de concebir el cambio económico, cada día les ha hecho
más difícil de materializarlo. La misma concierne a las ideas socializantes
que, cuando han podido o considerado pertinente, han asomado, aunque la Constitución de 1999, grosso modo, diga
otra cosa. No habiéndose materializado un proceso
socialista-comunista, los “revolucionarios” han optado por una especie de justicialismo puntual, atendiendo a
aquellos instrumentos que consideran permitirían materializar la revolución con
el transcurrir del tiempo, como es el caso de la Ley de tierras, las misiones, los 15 motores como base de la Venezuela
Potencia, entre otros elementos. O,
con aquel tipo de discurso repetitivo, como son buena parte de las llamadas
medidas sociales y productivas abarcadas por distintos instrumentos, o que
resurgen, aunque previamente no hayan demostrado la eficiencia que buscan;
entre otras cosas, compensar efectos de otras variables como la flotación del bolívar, la dolarización
informal, la escasez de efectivo, la crisis bancaria, el deterioro del salario real que crecientemente ha sido bonificado
(para el periodo de su segunda década de ejecutorias), entre otras tantas
presentadas en un período de 25 años (una
generación)[1].
La segunda, atañe a la idea permanente
de que el cambio económico puede
mantenerse, apuntalarse, ampliarse, profundizarse o realizarse, según el caso,
con el cambio de ministros. Es larga
la experiencia venezolana en estos menesteres. En una cultura que ha sido –y
hoy día más que nunca lo es- altamente presidencialista,
debe tenerse a mano la pregunta de ¿para qué sirve un ministro? Normativamente,
puede uno pensar que los ministros requieren autonomía y posibilidad de que sus
opiniones sean tomadas en cuenta. El ciudadano podría así evaluar si un
ministro lo está haciendo bien o de manera diferente a sus predecesores. Si no
es este el caso, pasan a ser entonces los ministros, funcionarios que acoplan
su punto de vista a lo que quiere el Presidente o a lo que se denomina en
ciertos ambientes la línea política.
Es el caso así que, en los últimos
gobiernos en alrededor de 50 años (de variada inclinación política), ha
habido ministros con preparación, pero totalmente fútiles en términos de sus
determinaciones, porque el Presidente
de turno es el que ha determinado
todo el rumbo, o han pasado a formar
parte, junto con él, de una especie de camarilla
que no tiene que ver con el sentido más responsable del trabajo en equipo, del
respeto de distintas opiniones y, en último lugar, de la democracia (por lo demás, también pasa en países cercanos).
Curiosamente, fue, en el particular
segundo gobierno de Rafael Caldera (1994/1999),
donde a algunos ministros se les dio –con mucha conveniencia para el
Presidente- más autonomía[2].
La tercera, atañe a la perspectiva de
una especie de relativo consenso, que se ha venido estructurando con
planteamientos originados y discutidos en distintos ambientes y que no tiene
que ver con los extremistas del
neoliberalismo, ni con la
perspectiva tecnocrático-conservadora que se mantiene en algunos ambientes
públicos o privados. Se trata, realmente, de que debe diversificarse la
economía, con sus respectivas consecuencias en las exportaciones y con el
aumento de las interrelaciones técnico-económicas y comerciales entre sus áreas
petrolera y no petrolera. Se trata, también, de que ello debe apuntalarse en el
desarrollo de la competitividad y la
productividad, respetándose los derechos
de propiedad privada, impulsándose el cambio
institucional y la meritocracia –que no siempre está presente en los grados,
o en todos los lugares, donde se dice que lo está- e impulsando un cambio institucional verdadero en la
perspectiva de los neo-institucionalistas[3]
que aparte aquella poco productiva y disciplinada imagen, que se ha desprendido
de los ministerios y que en el actual “gobierno revolucionario” se ha mantenido
y profundizado en su resultados negativos. Claro que, en lo que atañe al área
petrolera hoy día hay un escenario, con variaciones profundas, diferente al de
los primeros años de la Administración Bolivariana
o al que tuvieron otras administraciones.
Para este tercer
perfil del cambio económico, pueden anotarse dos ideas que se han venido
difundiendo y aceptando en distintos ambientes, aun con lo que es su preliminar
carácter obvio. La primera idea es
que, la materialización de este tercer perfil requiere atender, considerar y
beneficiar a los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso.
Esto es, no debe seguirse teniendo indiferencia ante los perniciosos efectos de
la concentración y regresión de esta última, que no es, por lo demás, un tema
descubierto por los “revolucionarios” o sus líderes. La segunda idea, atañe a la vieja problemática de profesionalizar la gerencia pública,
que se ha venido extendiendo hacia el propio perfil que deben tener los
políticos y funcionarios, así como hacia los que, de nuestra parte, hemos
llamado líderes del desarrollo[4].
Dure lo que dure la actual administración, los próximos políticos y
funcionarios se encontrarán –y deberán encontrarse- con un ambiente mucho más
exigente.
En cualquier
caso, de cambio económico, muchas
cosas siguen sólo en proyecto.
15 de septiembre
de 2024
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[1]Eduardo
Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/8954317/Catorce_a%C3%B1os_de_Hugo_Chavez_Vol_2_No_12_OCTUBRE_2012_Universidad_Central_de_Venezuela_Facultad_de_Ciencias_Econ%C3%B3micas_y_Sociales_Escuela_de_Econom%C3%ADa_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ;
también, https://www.academia.edu/27889104/_DE_DONDE_SALI%C3%93_TANTA_POBREZA_19_agosto_2016_EDUARDO_ORTIZ_RAM%C3%8DREZ
[2] Eduardo
Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/34970817/VENEZUELA_DOS_PERIODOS_DE_AJUSTES_1989_1999_Eduardo_Ortiz_Ram%C3%ADrez
[3] Eduardo
Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/32205214/DESARROLLO_Y_CAMBIO_INSTITUCIONAL_CAPIV_Eduardo_Ortiz_Ram%C3%ADrez
[4]
EOR, Ídem.
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