martes, 17 de noviembre de 2015

Paris: crece el fanatismo

Felix Arellano

Leer esta nota en: www.talcualdigital.com
La gran mayoría de las religiones cultiva valores de paz, amor y convivencia; pero todo indica que el radicalismo islámico se está exacerbando e imponiendo sobre los musulmanes tolerantes

Hemos visto con horror los atentados en Paris y de nuevo nos enfrentamos con la terrible complejidad del terrorismo, particularmente el religioso, que es fanatismo exacerbado, creencia de superioridad, en esencia soberbia. El fanatismo, en sus diferentes manifestaciones, es ciego y sordo, pero ahora se acompaña de crueldad. Europa se encuentra en pleno debate de la inmigración creciente a su territorio, cuando el fantasma del radicalismo religioso estalla de nuevo en las calles de Paris, con cientos de muertos y heridos e ISIS asume la responsabilidad.

En la reciente cumbre de la Unión Europea con África, el tema de las migraciones y los refugiados giro en toda la agenda, se plantearon diversas propuestas para tratar de superar las condiciones económicas, sociales y políticas que estimulan migraciones. El tema no es fácil, pues también algunos pueblos europeos enfrentan problemas económicos y sociales, Grecia puede ser el mejor ejemplo, pero no el único.

Ahora bien, el problema de las migraciones se complica aún más, si las sociedades europeas vincula los migrantes con el fanatismo religioso y algunos de ellos pueden serlo. Conviene resaltar que la pobreza no es condición básica del fanatismo, pero puede ayudar. En el radicalismo islámico encontramos fortunas, un caso ilustrativo ha sido Osama Bin Laden proveniente de familia acaudalada; por estas, entre otras razones, el tema del fanatismo religioso terrorista resulta tan complejo de enfrentar, tiene que ver con valores de superioridad y soberbia que se cultivan sistemáticamente.

Formar los fanatismos es una tarea de tiempo y persistencia. Pueden existir seres humanos con condiciones favorables para asumir el fanatismo, pero la labor fundamental tiene que ver con el proceso de alienación sistemática. Se espera que los individuos en formación asuman que cumplen un papel divino de salvación de la humanidad, que incluso deben sacrificar sus vidas por un destino superior, que solo es posible bajo sus creencias. Sus ideales son los puros, ellos tienen la verdad, por eso deben dedicar sus vidas a la destrucción del mal y del vicio, que puede variar, pero que en general el radicalismo islámico lo vincula con occidente y sus valores.

Muchos de los fanáticos, que en defensa de sus fantasías, asumen el terrorismo, se diluyen en las sociedades y continúan su tarea, en algunos casos silenciosa, de reclutar ingenuos o mentes perversas y multiplicar el fanatismo. No es un enemigo fácil de enfrentar, no necesariamente, tiene un territorio. Esta ha sido la estrategia de Al Qaeda; por el contrario, ISIS promueve su Califato, con una expansión territorial que está generando la revisión de las fronteras existentes.

El Califato, con una estrategia bien articulada, que aún no ha sido organizada, podría ser relativamente más fácil de enfrentar, pero, las células terroristas que se están expandiendo y multiplicando en los países democráticos, caracterizados por sus libertades públicas, son mucho más difíciles de erradicar. El gobierno francés calcula como dos mil terroristas religiosos dispersos en su territorio. Estos terroristas realizan acciones individuales, simples kamikazes que sacrifican sus vidas para promover violencia y sangre, buscan amedrentar y destruir las bases morales de su enemigo.

Con el terrorismo religioso enfrentamos una lucha novedosa, que no se resuelve con fuerza física, con grandes contingentes, con cuantiosos y sofisticados armamentos. Son seres humanos fanatizados y obcecados en sus creencias, que en cualquier espacio público pueden generar violencia y el terror de la muerte. Para el fanatismo la vida tiene un valor muy relativo, pues está al servicio de unas creencias superiores. Si bien en el plano de la inteligencia y la seguridad es mucha la tarea que se debe desarrollar para enfrentar el problema, también es importante abordarlo en el plano de los valores.

En occidente hemos trabajado arduamente y por mucho tiempo en cultivar valores de tolerancia, convivencia, inclusión, cooperación; incluso pudiéramos destacar el amor al prójimo; si bien los resultados no son óptimos, pues en la política encontramos que se cultiva ideologías radicales y fanáticas; empero, en el plano religioso se han logrado importantes avances.

Ahora bien, en general la gran mayoría de las religiones cultiva valores de paz, amor y convivencia; pero todo indica que el radicalismo islámico se está exacerbando e imponiendo sobre los musulmanes tolerantes. Resulta fundamental que los musulmanes amantes de la paz tomen las riendas para la formación de valores de tolerancia y convivencia.

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