miércoles, 27 de julio de 2016

Diálogo y cooperación

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Felix Arellano

Otro tema donde la negociación y la cooperación son fundamentales, son las llamadas Cláusulas Democráticas, que han crecido en las diversas organizaciones en nuestro hemisferio

El diálogo y la cooperación constituyen una base fundamental para la construcción de gobernabilidad internacional, pero también en el funcionamiento eficiente de la democracia. En el escenario mundial la construcción de reglas que faciliten la convivencia de una diversidad de actores, representa uno de los grandes retos. Paradójicamente, la tendencia es que los Estados insisten en su autonomía y, en consecuencia, en la descentralización o la anarquía internacional; pero, el escenario anárquico es un gran riesgo para los Estados, de allí la conveniencia de acordar reglas mínimas de funcionamiento y la necesidad de cumplirlas.

En la clásica visión del realismo político el uso del poder representa la clave para la gobernabilidad, el poder hegemónico impone las reglas, las armas y el poder militar son las bases para definir la dinámica de funcionamiento. Pero, esta visión tiene limitaciones, entre otros, los costos, su vulnerabilidad y el carácter asimétrico. Los costos económicos, sociales y políticos de los Estados hegemónicos tienden a crecer y en algún momento la sociedad lo resiente. Por otra parte, es una dinámica inestable y asimétrica, pues los más débiles, que no reciben las mejores condiciones, pueden representar un factor de inestabilidad creciente.

En la compleja dinámica mundial el poder es fundamental, pero nuevas visiones se van desarrollando y la cooperación y el diálogo van conformando un camino más eficiente, incluyente y estable para la construcción de la gobernabilidad. También la estabilidad de la democracia exige del diálogo entre los diversos miembros de la sociedad. El diálogo debe reunir algunas condiciones operativas básicas, por ejemplo: debe incluir a la diversidad de actores, no deben existir exclusiones; debe ser transparente; el engaño y la manipulación no juegan a favor del diálogo; se debe desarrollar bajo la acción libre y voluntaria de los jugadores, lo que excluye la violencia, la presión o el uso de la fuerza.

Tenemos múltiples ejemplos sobre el papel del diálogo y la cooperación para construir gobernabilidad uno importante es el tema de los Derechos Humanos. Diversos grupos han presionado a sus gobiernos para lograr mayor sensibilidad sobre el tema y han logrado que se adopte una interesante diversidad de acuerdos, entre otros, la carta universal de los derechos humanos, luego el desarrollo de los derechos civiles y políticos y los económicos sociales y culturales.

Otro tema donde la negociación y la cooperación son fundamentales, son las llamadas Cláusulas Democráticas, que han crecido en las diversas organizaciones en nuestro hemisferio. Ahora, la situación venezolana, donde se deteriora tanto los derechos humanos como la inconstitucionalidad democrática, representa una experiencia para identificar debilidades de la normativa y propiciar una mayor participación de la sociedad civil.

En el tema de la seguridad y defensa también se puede apreciar el papel del diálogo y la cooperación. Con las nuevas manifestaciones del terrorismo, por ejemplo los llamados “lobos solitarios”, los grandes ejércitos, las grandes adquisiciones de armas, la fuerza bruta pierden vigencia; ahora, debemos construir una seguridad negociada, de inteligencia, de cooperación.

martes, 26 de julio de 2016

Fondos privados de pensiones

Tomado de http://www.bbc.com/mundo/noticias-36890288


Chile, la cuna de los fondos privados de pensiones (las AFP), se rebela contra un invento que se extendió por toda América Latina

  • 26 julio 2016
Protesta en SantiagoImage copyrightAFP
Image captionMiles de chilenos se oponen a los fondos privados.
El gobierno militar de Augusto Pinochet en Chile terminó hace más de un cuarto de siglo. Pero una de sus políticas más representativas sigue en pie y es más controversial que nunca.
Chile fue un precursor mundial de la privatización de la seguridad social.
Desde 1980 operan en el país fondos privados de pensiones en un esquema que ha sido adoptado en muchos países latinoamericanos, entre ellos Argentina y Perú.
Pero muchos chilenos están profundamente descontentos con este modelo, como lo expresaron el domingo miles de manifestantes en las calles de Santiago, pidiendo un cambio profundo en esta estrategia.

Un cambio de modelo

El modelo de pensiones chileno consiste en que los ciudadanos depositan sus ahorros de jubilación en cuentas individuales manejadas por entidades privadas del sector financiero, conocidas como Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
Protesta en SantiagoImage copyrightAFP
Image captionLos fondos privados fueron creados durante el gobierno militar.
El rendimiento de esos fondos determina el monto de la pensión a que cada individuo tiene derecho cuando llega el momento de su jubilación.
El sistema de AFP sustituyó a aquel en el que los trabajadores pagaban una contribución al Estado para financiar las pensiones de los actuales jubilados.
Esto con la expectativa de que los futuros trabajadores contribuyeran a su vez cuando les llegara el turno a ellos de ser pensionados.
En el esquema anterior, el monto de la pensión era fijo y conocido de antemano.
En el actual depende de las fluctuaciones del mercado.
En su momento, el modelo privado de pensiones fue visto como una invención genial de los llamados Chicago Boys, los economistas entrenados en Estados Unidos que manejaron la economía chilena durante el gobierno militar entre 1973 y 1990.

Tras el milagro económico

Los fondos privados reemplazaban a un sistema de pensiones estatal que era visto como ineficiente.
Y los ahorros de jubilación de los chilenos, que en 2015 superaban losUS$160.000 millones, fueron puestos a disposición de entidades financieras que los reinvertían en la economía nacional, siendo vistos en su momento como el gran combustible que alimentaba lo que se dio en llamar el "milagro chileno".
Hoy las cosas se ven distintas.
es un tema en el cual no existen soluciones mágicas
Rodrigo Valdés, Ministro de Hacienda
AFP
Hay 10 millones de trabajadores afiliados al sistema. Muchos de los trabajadores que confiaron sus ahorros a esos fondos están jubilándose y no están contentos con el monto de pensión que reciben.
Los empleados depositan el 10% de su sueldo en estas cuentas de ahorro pensional, más una cuota de administración que le pagan a la AFP.
En promedio, la pensión que reciben los jubilados chilenos llega hoy a alrededor de US$300 mensuales.
Esto pese a que las AFP parecen ser bastantes rentables. La prensa chilena cita un informe del investigador Gonzalo Durán de la Fundación Sol, quien asegura que en los primeros nueve meses de 2015 las ganancias de las AFP aumentaron en 71,4% comparadas con el mismo periodo el año anterior
Para aumentar la polémica, la ley que creó esos fondos eximió de participar en ellos a los integrantes de fuerzas militares y otros funcionarios estatales, que al jubilarse siguen recibiendo generosas pensiones "de las de antes", más cercanas al ingreso que tenían cuando trabajaban.
Lo que ha incrementado la furia contra el sistema y ha alimentado las exigencias de un cambio.

Impacto político

Los medios de comunicación chilenos coinciden en describir la protesta contra el sistema de AFP del domingo como una manifestación masiva.
Sus organizadores dijeron que hubo 150.000 personas en la capital, Santiago, donde vive la mayor parte de la población chilena, pero se replicó en otras ciudades del país.
Protesta contra administradora de fondos de pensionesImage copyrightAFP
Image captionMuchos chilenos no están contentos con el monto de sus pensiones
"La marcha fue convocada por distintas organizaciones sociales y gremiales, sin participación de los partidos políticos", reportó desde Santiago la colaboradora de BBC Mundo, Paula Molina.
"Aunque su convocatoria no es tan grande como la que han tenido, por ejemplo, las marchas estudiantiles, la marcha contra la AFP ha tenido gran impacto político", continuó.
"El tema de las AFP ha estado en discusión permanente en Chile, y el gobierno convocó a una comisión para su reforma que ya entregó sus resultados, sin que se haya tomado ninguna medida concreta a partir de ellos. El día siguiente a la marcha, las principales autoridades y figuras políticas se refirieron a ellas".

Sin fórmula mágica

El mandatario chileno Ricardo Lagos, actual precandidato presidencial, habló de "tomar la marcha con seriedad", añadió nuestra colaboradora.
El Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, también reaccionó, asegurando que no existían "fórmulas mágicas" en esta materia.
En declaraciones a los medios chilenos, el funcionario advirtió que el gobierno "no tiene fondos para hacer un aporte sustancial al sistema", reaccionando ante los que piden que el fisco dedique recursos a garantizar que las pensiones de los chilenos estén a la medida de lo que ellos esperan.
Protesta en SantiagoImage copyrightAFP
Image captionVarios manifestantes piden el regreso al antiguo sistema pensional.
La Asociación AFP de Chile, entidad gremial que representa a los fondos privados,se defiende e insiste en que han manejado bien el ahorro de pensiones de los chilenos.
En un boletín publicado en el primer trimestre de 2016 aseguraban que los "fondos de pensiones ganan 17,6% por año para sus afiliados en 35 años del sistema".
Y reaccionando a las manifestaciones del fin de semana, el gerente de la Asociación AFP de Chile, Fernando Larraín decía a medios de ese país: "Lo que suscribe la Asociación de AFP es que este es un sistema que requiere cambios, y lo que más nos preocupa son las pensiones de todos los chilenos y en esa línea la Asociación de AFP está disponible para dialogar, para conversar y para tratar de hacer todas las mejoras que el sistema requiera".

¿AFP estatal?

En momentos anteriores de la discusión, el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet había propuesto el establecimiento de una AFP estatal que compitiese con las privadas, lo que presumiblemente redundaría en beneficio de los trabajadores.
Pero el tono de la controversia se ha acentuado, con varias organizaciones sindicales pidiendo ahora una reforma total del sistema.
Michelle BacheletImage copyrightPRESIDENCY OF CHILE / HANDOUT
Image captionBachelet ha propuesto una AFP estatal.
La Coordinadora Nacional de Trabajadores No+AFP, uno de los organizadores de las protestas, indica en un comunicado sus exigencias: "Llamamos a la presidenta a que termine de una vez con el sistema de AFP impuesto en dictadura y arestablecer un sistema de reparto solidario, financiado de manera tripartita y administrado por un organismo sin fines de lucro, como el que tienen todos los países de Europa y Norteamérica y los países de la OCDE".
Dicho de otra manera, piden que se regrese al sistema que existía antes de 1980.
Una de las características más notorias de la transición a la democracia chilena después de 1990, luego de casi dos décadas de gobierno de facto, fue que el modelo económico impuesto por Pinochet se mantuvo en sucesivos gobiernos civiles de distintos partidos políticos.
Pero las presiones para cambios más profundos están aumentando en años recientes, desde las exigencias de los estudiantes universitarios por matrículas gratuitas, hasta estas demandas por los trabajadores por regresar a un sistema de pensiones público.
El legado de los Chicago Boys, que ha perdurado desde 1990 contra viento y marea, está hoy en veremos.

lunes, 25 de julio de 2016

El ajuste económico empobrecedor de Nicolás Maduro


 Humberto García Larralde, economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com
 
Es una verdad de Perogrullo que la economía se ajusta continuamente a sus circunstancias. El principal mecanismo de ajuste, como aprenden quienes inician sus estudios en esta disciplina, es el sistema de precios. Las políticas públicas afectan la forma en que opera este sistema y pueden aliviar o acentuar las restricciones que acotan el desenvolvimiento económico. La forma en que el gobierno incide determinará la bondad o el daño del ajuste: podrá optimizar el uso de los recursos, siempre limitados, aumentando el producto y contribuyendo con el asentamiento de instituciones que propicien que su usufructo sea socialmente justo, o podrá intervenir el sistema de precios, distorsionando la asignación de recursos y desplazando la inversión productiva por la especulación, a la vez que reparte el producto social por mecanismos no mercantiles que fomentan corruptelas.
 
Lo insólito del caso venezolano es que Maduro pretende hacernos creer que su gobierno no está “ajustando” la economía. Para él, la palabra “ajuste” forma parte de su arsenal de guerra. Vendría siendo, según él, la cabeza de proa de supuestos intereses foráneos que buscan someter la economía venezolana a sus intereses. ¡Qué nada se interponga al manejo discrecional del país por parte de los “revolucionarios” quienes, por antonomasia, representamos al pueblo!
 
Durante los catorce años del gobierno de Chávez el ingreso per cápita por exportación de petróleo se incrementó en más de un 500%. La “revolución” aprovechó la bonanza para afianzar los objetivos políticos del Presidente, acosando a la economía doméstica con restricciones y controles de precio que redundaron en un ajuste distorsionado y muy ineficiente. Las importaciones, más que se triplicaron por cada venezolano durante ese lapso y, para finales de 2015, la producción manufacturera por habitante era un 23% menor a la de 1998 y la agrícola había caído en un 7%. El ajuste chavista, de muy baja calidad, nos hizo mucho más vulnerables a los vaivenes del mercado petrolero mundial, pero mientras su precio rondaba los $100 por barril, no mostraba sus costuras.
 
Maduro ha mantenido el esquema destructivo anterior, salvo que ahora se ha visto obligado, adicionalmente, a ajustarse a la reducción drástica del ingreso externo. En absoluto se ha propuesto superar este cerco reactivando el aparato productivo doméstico a través del desmantelamiento del sistema de regulaciones y de controles de precio (y de cambio), que hoy asfixian su quehacer. Tampoco atiende a la caída brutal en la capacidad adquisitiva de la población, tomando las medidas imprescindibles para aplacar la altísima inflación, la más alta del mundo. Lo que ha hecho es rezagar el ajuste en los salarios, con lo que ha evitado hasta ahora que se dispare una hiperinflación, pero a costa del empobrecimiento brutal de los trabajadores.
 
Su interés ha sido privilegiar el pago de la deuda pública externa, para lo cual ha contraído las importaciones violentamente, agravando aun más el desabastecimiento interno, con su trágica secuela de colas insufribles en busca de alimentos regulados, malnutrición y muertes evitables si se pudiera producir o importar libremente medicamentos y equipos médicos. Pone al Ministro de la Defensa a cargo de la distribución de estos escasos recursos para cubrir las apariencias, como si el problema fuera de disciplina y control logístico. Juega con la salud de los venezolanos.
 
Ante la gravísima situación que padece la inmensa mayoría de los venezolanos, los economistas hemos venido exhortando que se apliquen políticas de estabilización macroeconómica que reduzcan  sustancialmente el déficit público y su financiamiento monetario –la maquinita de imprimir billetes del BCV-; unifiquen y liberen el tipo de cambio con apoyo de un generoso financiamiento externo negociado con los organismos internacionales; y sustituyan los controles y regulaciones por la promoción activa de la competencia, tanto nacional como internacional.
 
Al levantar la restricción externa, al aparato productivo doméstico podrá importar insumos, equipos y repuestos para reactivarse, ya que hoy opera con apenas un 35% de su capacidad. Ello permitiría sustituir importaciones, reduciendo las necesidades de divisas, y generar empleos, cada vez mejor remunerados en la medida en que se incremente la productividad. Adicionalmente, una unificación cambiaria que equilibrara la capacidad adquisitiva interna y externa del bolívar se traduciría en que la mitad de las importaciones de bienes de consumo final e insumos disminuyan de precio, ya que hoy deben recurrir al dólar paralelo, mucho más caro. No obstante, se encarecerían aquellos bienes que importa hoy el gobierno con dólares subsidiados. Buena parte de los venezolanos ya pagamos esos productos a precios muy superiores (de “bachaquero”), pero una porción creciente se ve obligado a padecer colas maratónicas en espera de poder conseguir algún alimento o producto farmacéutico a precio regulado, dados sus miserables ingresos. Será menester instrumentar mecanismos eficaces de compensar a estos sectores mientras se reactive la economía, vuelvan a llenarse los anaqueles con productos a precios estables y se generen empleos bien remunerados. La condicionalidad que exigirían los organismos financieros internacionales para otorgar los recursos que facilitarían estos avances sería el saneamiento de las cuentas públicas para reducir el gasto dispendioso y cerrar el déficit que alimenta la inflación. Para no comprometer el gasto social habrá que privatizar empresas que hoy constituyen enormes desaguaderos de dinero. En fin, un ajuste expansivo, enriquecedor, que atraerá cuantiosas inversiones y mejorará el bienestar de los venezolanos, en contraposición al actual ajuste empobrecedor. Pero el gobierno de Maduro rechaza este tipo de ajustes descalificándolos con una serie de epítetos propios de la retórica comunistoide, alegando la defensa de la “revolución”. En realidad, bajo tal disfraz, defiende un sistema de complicidades entre factores de una oligarquía militar y civil parásita que se ha apoderado de las distintas instituciones del estado para depredar el sistema de controles, los diferenciales de precio y las oportunidades de extorsión, y expoliar la riqueza social sin rendición de cuentas.  
 
Bajo banderas “socialistas” el chavismo ha conformado un estado patrimonialista que ha privatizado el usufructo de muchos bienes públicos por parte de esta oligarquía corrupta -¡ah, las mieles del poder!-, mientras denuncia "los intentos del imperio, por medio del FMI por doblegar a Venezuela”. Las imposturas ideológicas, como se ve, pueden ser inmensamente rentables. 

miércoles, 20 de julio de 2016

Otro fracaso: las fronteras

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Felix Arellano

¿Qué tenemos en la frontera con Colombia? Una larga frontera de 2.219Km con una realidad dramática, donde prevalece un conjunto de ilícitos, una diversidad de mafias, impunidad, privilegios y enormes problemas

El tema de fronteras resulta muy complejo para nuestro país, tanto por la diversidad de frentes: Colombia, Brasil, Guyana y el mosaico de islas del Caribe; como por su irregular y contradictoria administración, situación que se ha agravado en los años del proceso bolivariano que, concentrado en la estrategia de perpetuarse en el poder,  ha abandonado o menospreciado los manejos técnicos de la política exterior. En este contexto, el caso de Guyana es grave por las incoherencias en el proceso de negociación pendiente y en la frontera con Colombia encontramos muchas contradicciones.

¿Qué tenemos en la frontera con Colombia? Una larga frontera de 2.219Km con una realidad dramática, donde prevalece un conjunto de ilícitos, una diversidad de mafias, impunidad, privilegios y enormes problemas. En el complejo ámbito de los problemas, entre otros, se pueden destacar: narcotráfico, lavado financiero, problemas cambiarios, comercio de extracción, refugiados, personas ilegales, irregulares armados.

También encontramos una institucionalidad menospreciada por el proceso bolivariano. Por una parte, todos los avances que se habían alcanzado como parte de los desarrollos normativos en la Comunidad Andina, por ejemplo: las Zona de Integración Fronteriza (ZIF) o las Empresas Multinacionales Andinas.

Pero también una relación comercial muy activa, particularmente entre el Táchira y el Norte del Santander, que aprovechando los avances en la liberación comercial y las normas andinas, logró estimular redes activas de pequeña y mediana industria. Todo un pujante engranaje de producción, comercio, inversión y empleo en progresiva destruición por razones ideológicas.

Parte de la institucionalidad menospreciada por el proceso bolivariano tiene que ver con las diversas comisiones binacionales, que se habían creado entre ambos gobiernos para promover el diálogo, la cooperación y la generación de confianza.

El radicalismo, con sus falsos discursos y destructivas acciones, avanzó en la denuncia del Acuerdo de Cartagena, en la parálisis de la comisiones binacionales existentes, pero también en una muy opaca relación con las FARC, lo que llevo al traste muchos años de esfuerzos para la construcción de una relación confiable y creativa entre ambos países.

Igualmente, debemos destacar que las diferencias de modelos políticos, agravados por el radicalismo bolivariano, han afectado sensiblemente la relación. El autoritarismo bolivariano ordena, no negocia. En el plano nacional despliega el control hegemónico del poder, en el plano internacional se apoyaba en el despilfarro de la chequera petrolera, que se está agotando. 

En gran medida los problemas con Colombia y con otros países de la región,  responden a la interpretación que sobre la soberanía sostiene el proceso bolivariano, definida de forma rígida, centralizada, vertical, autoritaria, militarista y burocrática. Con lo que busca evitar cualquier control o limitación desde el ámbito internacional.

En la visión autoritaria de la soberanía se inscribe la reciente Ley Orgánica de Fronteras de 23 artículos: aprobada en el conjunto de la Ley Habilitante y publicada  G.O.Ex N.6210 del 30/12/2015. La visión centralizada y militarista de la ley se hace evidente al agrupar los 2.219 Km de frontera con Colombia en 8 zonas de seguridad.

Como parte del deficiente manejo de los temas de frontera, en el caso de Colombia, el proceso ha decidido, entre otros, evadir el problema, congelar o romper las relaciones y, finalmente decretar el estado de excepción desde agosto 2015, primero en San Antonio y Ureña, y progresivamente ha alcanzado toda la frontera. Conviene destacar que este procedimiento solo ha logrado agravar los problemas existentes y crear nuevos.

Para enfrentar efectivamente los problemas con Colombia y en general el tema de las fronteras resulta indispensable tanto un cambio de modelo, como una nueva visión sobre la soberanía que pueda ser interpretada y trabajada de forma dinámica, flexible, creativa, participativa, descentralizada, multisectorial, transparente; democrática, sustentable.

En este cambio de visión y de país se debe construir una nueva Ley de Fronteras, avanzar en el proceso de descentralización e iniciar una nueva relación con Colombia y con los países de la  región fundamentada en el diálogo, la negociación y la cooperación.

domingo, 17 de julio de 2016

Entrevista a Humberto Garcia Larralde

  • Tomado de http://www.contrapunto.com/noticia/humberto-garcia-larralde-este-gobierno-se-esta-cayendo-solo-88318/



  • VANESSA DAVIES
  • Domingo, 17 de Julio de 2016 a las 7:49 a.m

En una situación como esta posiblemente Hugo Chávez "habría entendido que debía buscar otras vías", señala el presidente de la Academia de Ciencias Económicas. "Maduro aplica un ajuste económico terrible que descansa sobre el estómago de la gente"
Si el sello de Venezuela en la primera década del siglo XXI fue la política, el de los últimos tres años es la economía: la economía conduce al debate nacional, condimenta el malestar de la población y apura un desenlace que pone los pelos de punta a los políticos.
A Humberto García Larralde, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE), se le ha “secado la saliva” -como se dice coloquialmente- de tanto insistir en que el Gobierno debe cambiar las políticas económicas. Economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), García Larralde considera que el actual Gobierno venezolano es cruel con la población y lo acusa de descansar un ajuste económico en el estómago de la gente.
“No hay guerra económica sino guerra contra la economía” por parte del Ejecutivo Nacional, concluye en su conversación con Contrapunto.
-Usted dice que hay crueldad en el Gobierno porque no cambia las políticas económicas. ¿Por qué lo afirma?
-Porque hay soluciones. Hay unas propuestas claras, que hemos señalado los economistas, sobre cómo reactivar la economía, cómo abatir la inflación, cómo generar una mayor capacidad de consumo real de la población con empleo, salarios. No es la primera vez que lo decimos, pero el Gobierno no lo toma en cuenta. Se empeña en mantener políticas fracasadas que deterioran los salarios, provocan inflación, generan desabastecimiento, paralizan el aparato productivo y destruyen la economía. Resulta cruel que teniendo posibilidades de resolver la crisis, no se haga algo al respecto.
-¿El Gobierno no se apega a ninguna política económica?
-El Gobierno montó un esquema de controles, regulaciones e intervenciones, que es un caldo de cultivo para la corrupción.
-¿Es deliberado?
-En principio no, pero eso genera sus propias dinámicas. La economía funciona con incentivos. Cito lo que dijo el exministro Miguel Rodríguez en 1989 sobre Recadi: si allí ponías a la madre Teresa de Calcula igual se corrompía. Ahora está pasando algo peor, porque los diferenciales (entre dólar y bolívar) son mucho mayores, no hay transparencia, no hay rendición de cuentas. Nada obedece a ningún criterio económico: se aplica el “como va viniendo vamos viendo”.
-¿Los problemas que tenemos son solo por la corrupción?
-El presidente Nicolás Maduro es prisionero de su incapacidad de trascender de lo que él considera el legado de Chávez. Está congelado, incapacitado de tomar decisiones que lo aparten de allí. El modelo de Chávez demostró ser inviable cuando cayeron los precios del petróleo. Con el petróleo mejoró la situación de mucha gente, pero a expensas de la destrucción del aparato productivo, la dependencia de las importaciones, los controles que le quitaron incentivos a la iniciativa privada.
-¿Cómo estamos ahora?
-Ahora dependemos de las importaciones pero no podemos importar, tenemos un aparato productivo destruido, alta inflación y un sistema de controles y regulaciones que matan toda iniciativa privada. Ese es el legado de Chávez que tiene preso a Maduro. Detrás de eso se han generado intereses poderosos que no quieren soltar algo. En el fondo la retórica izquierdosa lo que hace es esconder poderosos intereses enquistados en el Estado.
Maduro prisionero
-¿Con Chávez caminó la economía? ¿O no?
-Hubo un enorme reparto de la renta petrolera, pero no aumentó la productividad. La única manera de sostener el nivel de vida de la población es mejorar la productividad, y para hacerlo hay que invertir, desarrollar tecnologías, mejorar la eficiencia, ser competitivos. Con Chávez hubo acoso al sector privado, reducción de aportes a las universidades y a la investigación. Esos enormes ingresos petroleros mejoraron el nivel de consumo de la población, pero no con base en la productividad; mejoró el consumo per cápita, pero no la productividad. Todo se hizo con reparto de la renta y cuando no se puede repartir la renta o el reparto, resulta ineficiente debido a la burocracia y a las pugnas. Y ahora, cuando caen los precios, nos quedamos peor.
-¿Pudo tener Chávez una relación distinta con el sector productivo?
-Chávez nunca pensó que debía buscar los consensos y acuerdo nacional. Pero como digo lo uno también digo lo otro: el sector privado en Venezuela está condicionado por la ayuda del Estado, las transferencias. En el pasado era de otra manera, mediante incentivos, créditos, el decreto de compra venezolano, un bolívar sobrevaluado. El sector privado en general se ha desarrollado con la ayuda estatal y amparado por la renta. Es una cultura. Somos país petrolero y Chávez lo que hizo fue exacerbar la dependencia del petróleo; esa fue su única forma de asumir su responsabilidad sobre la economía.
-¿Lo que sufrimos ahora es por la caída de los precios del petróleo?
-No. Es el resultado final de un modelo que no funciona: inviable, productivo, ineficiente; destruye los salarios, fomenta la inflación y la corrupción. La caída de los precios del petróleo lo agrava.
-Si Chávez estuviese vivo, ¿estaríamos así?
-Voy a especular un poco. Supongo que Chávez –como tenía más juego, más muñeca, más capacidad de maniobra- no hubiese permitido que la cosa llegara a este extremo. Maduro es prisionero de una manera de entender el legado de Chávez que le impide tomar una decisión; está fosilizado y la situación empeora. Chávez habría entendido que debía buscar otras vías, hubiese buscado entendimiento con el sector privado y financiamiento externo. Pero es solo una especulación.
Guerra contra la economía, no guerra económica
-¿La guerra económica es una excusa?
-Por supuesto que no hay guerra económica. Esa es una postura para los fanáticos. Este gobierno tiene una clara naturaleza fascista y el fascismo concibe la política como una guerra, como una confrontación permanente con manipulación maniquea de símbolos: “los nuestros contra los otros”. Apela a la violencia y a la epopeya. La guerra económica es la forma de explicar su incapacidad para resolver la situación. La guerra económica no existe; lo que existe es un desincentivo enorme para que cualquier empresa, llámese buhonero o Polar, produzca. Hay un control policiaco de los eslabones de la cadena de distribución, y con esa actitud policiaca las empresas no pueden producir. Las estructuras de precios actuales no permiten recuperar costos, las empresas no tienen dólares para importar. Hay una guerra contra la economía por parte del Gobierno, que el Gobierno alega que es una guerra económica de los productores.
-Contra el expresidente chileno Salvador Allende hubo sabotaje económico. ¿No lo habría ahora?
-La de Allende fue otra realidad. Hubo situaciones parecidas en cuanto a precios controlados, falta de bienes y desabastecimiento. Pero también hubo la acción de Estados Unidos para contribuir con su derrocamiento.
-¿No hay todo eso ahora en Venezuela?
-No. Es un mito total. Lo triste es que a Estados Unidos no le importa un carrizo lo que suceda acá. A ellos les interesa cierta estabilidad. La eventualidad de un derrumbe en Venezuela les preocupa, porque tendría un efecto desestabilizador en la región. En absoluto hay interés de Estados Unidos en meterse acá y conspirar. Este gobierno se está cayendo solo.
-¿Por qué se cae solo?
-Por la total inviabilidad de sus políticas económicas y sociales. ¿Cómo se alimentan las misiones? Cada vez está todo más deteriorado. La gente protesta de forma atomizada porque no hay un liderazgo colectivo, porque hay mucha represión, lo que es deplorable y lamentable. Hay represión con armas de fuego, con militares, con colectivos. El gobierno se ha mantenido hasta ahora, pero el derrumbe progresivo es evidente.
-¿Hay especulación y acaparamiento?
-Si no hay competencia, si no hay reglas de juego claras, si no hay transparencia, si no hay capacidad de informar a la población por supuesto que el empresario pondrá el precio más alto que pueda. ¿Cuál es la cura? La competencia promovida por el Gobierno. Los gobiernos capitalistas, neoliberales promueven la competencia. Si se va a la unificación cambiaria con un paquete de medidas que incluya la búsqueda de financiamiento externo, se podría establecer un cambio estable en torno a 400 o 500 bolívares, que es la mitad del dólar paralelo. Si liberas los controles y quitas las regulaciones y unificas el tipo de cambio los precios bajarían y habría competencia. Los bachaqueros desaparecerían. La única forma de evitar especulación y altos precios es con la competencia externa e interna.
“Paquetazo asimétrico”
-¿Tenemos ahora medidas neoliberales? ¿Un paquetazo neoliberal?
-Vivimos un paquetazo asimétrico. El único objetivo del ajuste hambreador del presidente Maduro es garantizar el pago de la deuda externa, por 12 mil millones de dólares anuales. Para ello, se han reducido de manera drástica las importaciones, lo que implica reducir bienes y materia prima. Maduro aplica un ajuste económico terrible que descansa sobre el estómago de la gente y sobre la salud del pueblo venezolano. Es el peor ajuste posible. El gobierno se llena la boca hablando sobre las maldades del ajuste neoliberal mientras hace el peor ajuste posible.
-¿Se lo recomendó alguien?
-No. Maduro es preso del legado de Chávez. No se ha rodeado de gente talentosa. Y hay poderosos intereses creados en torno al dólar preferencial, los mecanismos de fijación de precios, el resguardo de la frontera. Es el peor ajuste posible.
-¿Sería igual que si lo impusieran organismos internacionales?
-De haber un ajuste negociado con organismos internacionales sería expansivo, tendrías capacidad de importar insumos y estabilizar el tipo de cambio. Podrías sustituir importaciones porque el aparato productivo tendría capacidad de respuesta.
-Si se tomaran medidas ahora, ¿en cuánto tiempo se verían los resultados?
-Si se toman medidas coherentes y completas se verán resultados en dos años. Se debe tener un programa de transferencia y de compensación para sectores afectados. Hay precios que no podrán subsidiarse. A la gente debe compensarse. ¿Con qué dinero? Con financiamiento externo. Pero si saneas las cuentas debes desprenderte de empresas.
-¿De qué tendría que desprenderse el Estado?
-De las empresas estatizadas que han sido destruidas. ¿Por qué no aparecen las otras marcas de harina de maíz precocida? Se ha destruido a fincas productivas, como la Agroisleña. Las empresas básicas producían en manos privadas, ahora producen menos y de manera irregular. Se necesita una economía que genere empleo, que aumente la productividad.
El bloqueo es autoinducido
-El Gobierno denuncia que tiene un bloqueo internacional.
-No tiene un bloqueo. Lo que pasa es que sus problemas políticos han hecho carísima la contratación de préstamos. El Gobierno puede intentar conseguir que le presten, pero a un costo altísimo. Internacionalmente no hay disposición para comprar bonos venezolanos.
-¿Es algo contra Venezuela?
-El capital no tiene frontera sin prejuicios; donde hay ganancias, hay ganancias. Si en Venezuela hubiese posibilidad de obtener ganancias el capital se mete acá, pero lo que hay es una alta inseguridad sobre si el gobierno cumple con los pagos y garantice estabilidad social y económica. Hay un bloqueo autoinducido.
-¿Recurrir al Fondo Monetario Internacional sería solución?
-El FMI ha tenido un aprendizaje. En los años 90 aplicaba la misma receta con pocas variantes frente a situaciones disímiles, y eso generó crisis y críticas. Ahora no es así, y se refleja en la actitud frente a la crisis griega: los bancos alemanes y el Banco Central Europeo querían que Grecia les pagara completo, pero el FMI les dijo que ningún país puede reponer préstamos si no crece. Si se lo asfixia no puede reponer. Es una actitud diferente y más flexible del FMI. EN el caso venezolano, uno pensaría que, dada la potencialidad del país, se debe dejar que crezca y no ahogarlo. Eso depende de quien negocia.
-¿Cuánto necesita Venezuela ahora?
-Importar lo que se importó el año pasado requiere 20 mil millones de dólares. Para pagar deuda externa son 6 mil millones más; se necesitan entre 10 mil y 12 mil millones para pagar deuda con proveedores. Es decir, unos 30 mil millones este año, un poco más el año que viene. Pero en la medida en que la economía se reactive, se hace menos dependiente el país de las importaciones, se traen capitales extranjeros y otros sectores necesitarán cada vez menos. Todo depende del equipo económico.
-¿Este equipo económico no genera confianza?
-¿Quién? ¿Cuál?
-¿No hay equipo económico?
-No hay equipo económico en lo absoluto. Miguel Pérez Abad es un gestor, está tratando de darle un barniz de cierta racionalidad pero no ha hecho nada. Cuando se trata de sincerar los precios hay unos saltos de garrocha. Los controles de precios son un absurdo.
-¿Cómo se fijan los precios?
-No hay ninguna racionalidad. Hay un intento de decirle al consumidor que el control es para ayudar al consumidor, y cuando no pueden más sueltan los precios.
-Hay países afines al gobierno venezolano, como Bolivia y Ecuador, en los que la economía funciona. ¿Qué pasa allí?
-Que no han destruido la economía privada; han sido más racionales. Rafael Correa en Ecuador es economista; la ecuatoriana es una economía dolarizada. En Venezuela la enorme riqueza petrolera le dio a Chávez la ilusión de que podía resolver las cosas a realazos. Es una muestra más de las perversiones del rentismo. En el Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV planteamos que los gobiernos no deben manejar la renta, sino que la renta debe ir a unos fondos blindados para atender los problemas del país. Necesitamos un acuerdo nacional que impida que los gobiernos manejen eso a discreción.