martes, 18 de septiembre de 2018

NI SUEÑO NI VATICINIO: lo realmente sucedido después del 17 de agosto en Venezuela


NI SUEÑO NI VATICINIO: lo realmente sucedido después del 17 de agosto en Venezuela

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ


El presidente NM ha regresado de su viaje a China, en el cual buscaba apoyos, financiamientos y nuevas rutas a compartir. En el regreso y de paso por Turquía, pudo comer carnes especiales. Sobre China se han difundido y apreciado numerosas informaciones en sus desempeños y juegos políticos, sobre Turquía quedan en lo acumulado sus intentos por ser incorporada a La Unión Europea,  su carácter de nación desgarrada -según indicó hace ya algo S. Huntington- y los recientes episodios políticos. En su encuentro con la prensa internacional ya en Venezuela, volvimos a apreciarle sus ideas de los sueños y vaticinios ya materializándose sobre la Venezuela potencia, los logros alcanzados y el bienestar que deriva de la protección al salario de los venezolanos, según sus valoraciones.

Si bien a los planes y programas económicos, incluso los serios y rigurosos, no es fácil observarles los éxitos en asuntos de días, como se sabe desde los aportes de Kuznets y otros autores, no menos cierto es que cuando las cosas se encaminan bien, pueden haber señales de reestructuraciones, impulsos y nuevos aportes o perfiles que deriven de lo observable en los consumidores y los variados agentes económicos. Las naciones, además, construyen y demuestran un contexto. El Chile, por ejemplo de los gobiernos recientes –de variada inclinación- demuestra continuación y esfuerzos por el crecimiento económico y el aumento del bienestar de sus ciudadanos, pero también por el ordenamiento de formas, normas, leyes y procedimientos que se vinculan y aportan al impulso y desarrollo de la nación sureña. Algunos de esos detalles o grandes esfuerzos, los tuvo ya Venezuela cuando varias naciones estaban más atrasadas que ella, en los años cincuenta, sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado. Lamentablemente, y por razones que superan el interés de esta nota, perdimos ese surco.

El caso que nos ocupa, es si las medidas del 17 de agosto de los corrientes dan entusiasmo, fundamento o muestras atinentes a los intereses oficiales. El contexto de las apreciaciones oficialistas parte, indudablemente, de la creencia en grandes apoyos que tendría la nación venezolana en la perspectiva de gestiones de naciones como Rusia, China o Irán[1]. Un universo bastante complejo de intereses y subterfugios bordea los apoyos de estas naciones a Venezuela y ya –recientemente- no se demuestran fáciles desembolsos financieros. Y dado que no vendrá de estas naciones, en lo inmediato ni en lo mediato el conjunto de recursos para financiar el desarrollo o los proyectos que tuviese la administración bolivariana, puede afirmarse que seguimos en la misma situación de escasez de divisas, disminución de la producción petrolera –impedimento ahora para aprovechar cualquier pequeño aumento en los precios del petróleo, aun significando ello la continuación del rentismo-, escasez en la producción y distribución de bienes –a pesar de cajas CLAP y otros mecanismos- y la correa de estrangulamiento que significa la hiperinflación en cuanto a destrucción de patrimonios familiares y empresariales.

En tales sentidos aumento de salario mínimo, mercado cambiario y su retro alimentador biunívoco que es la hiperinflación, pueden considerarse la trilogía destructora de sueños y vaticinios, con los cuales endulza el Presidente NM las perspectivas futuras de la economía venezolana, pues el año 2018 se ha estructurado ya como el quinto de recesión continuada de la economía y de la inflación que han conocido y conocerán los venezolanos pues ya algunos registros locales la ubican en 200% mensual  para un mes reciente y ni que decir de la proyección del FMI para todo el año en conjunto. No es el imperialismo, no es una guerra económica que lideran los EUA, las derechas latinoamericanas o algunos malintencionados empresarios locales: son los resultados de gestores de política económica que no quieren y/o no pueden por sus compromisos políticos, económicos y financieros cambiar los rumbos de esta última, que creen que lo están haciendo muy bien o que como existe ya en las ideas o expresiones transmitidas en las vocerías –y no en los falsos positivos[2]; expresión muy de gusto en la administración bolivariana- ven éxitos y cosas buenas muy contrarias a lo que realmente existe.

En tales sentidos y razones hay que evaluar preguntándose: ¿que ha logrado el aumento del salario mínimo? El salario mínimo, que no es más que una referencia de lo que mínimamente ganan las personas en labores no tecnificadas y sin mayores grados de destrezas o estudios, se ha convertido ahora –o hasta ahora-, en una especie de salario madre[3] o referencia para todo, que ha causado verdaderos males -incluso en los actores de la administración pública- donde se han –también- eliminado diferencias y bonos. Actividades docentes, médicas y de otros tipos cuando se enfocan con el perfil del salario mínimo actual, están a le espera de futuras crisis que se vienen acumulando desde el 17 de agosto señalado. No es solo el costo aumentado para la estructura salarial y productiva, sino el efecto pernicioso y profundo en cuanto a la estructura de los salarios relativos en una economía rentista y populista, que no venía precisamente ni de los ochenta ni los noventa del siglo pasado, o de incluso de los dos primeros lustros de esta administración[4], de una situación de miseria y pobreza rampante, sino de una donde los salarios -en su debida diferenciación- representaban un relativo elemento de estímulo.

Tal salario mínimo, en esa estructura  y con el nivel de 1800 Soberanos está recibiendo y seguirá recibiendo los embates de la inflación, que se vuelve fundamental dentro de los propios desequilibrios económicos y más aún cuando no se le combate debidamente con los elementos que la economía tiene como disciplina -que si no perfectos, se han ordenado desde perspectivas teóricas y de acumulación de distintas experiencias-. Los sueños no tienen límites y las fantasías tampoco. La administración bolivariana persiste en creer que el salario y el bienestar venezolano están protegidos por que un elemento no convincente en los mercados, como el Petro, lo sustenta.

El segundo elemento de la trilogía está altamente vinculado a este último, pues la administración creyó que con el Petro y la idea de flexibilizar (no flexibilizando) el mercado cambiario habría un lluvia de divisas y que el DICOM II, en una segunda/tercera fase pasaría a ser la derrota del mercado paralelo. En realidad, este último continúa siendo la alternativa para familias y empresarios que son afectados en el ampliado contexto de escasez de divisas. De las más de 30 subastas DICOM II realizadas durante 2018 puede acotarse que: 1) la administración bolivariana ni quiere ni puede ofrecer divisas, a diferencia de la administración argentina; 2) los montos en divisas bordean para el total de  subastas alrededor de unos 30 millones de $; 3) en algunos casos los montos no han alcanzado el millos de $; 4) no es claro que esas experiencias estén exentas de privilegios.

Visto así y en ausencia de políticas adecuadas, llegamos directo a la correa de estrangulamiento que representa la hiperinflación. Las políticas de controles de precios o cambios, ficticias o reales y que son generadoras automáticas de mercados negros; la política de financiamientos con populismos, generadoras de dinero inorgánico; la situación derivada de un cono monetario que nació asfixiado y con reales y potenciales mecanismos de desvalorización; la nueva estructura de salarios señalada y un mercado negro de divisas que la administración bolivariana no le ha quedado más alternativa que seguirle sus pasos; son estos todos, y otros más, los elementos alimentadores y retro alimentadores de la hiperinflación. A pesar de estas realidades reales o de la vida que se vive viviéndola –valgan las expresiones de gustos de algunos-, la administración bolivariana observa felicidad en el contexto nacional, a pesar de la destrucción de los patrimonios o de las listas largas de quiebras de empresas, problemas de electricidad o inundaciones.

Puede uno preocuparse por el mundo, la estructura del poder político mundial, los imperios de uno u otro tipo o la manera de mantenerse o perpetuarse los gobiernos, pero existen realidades técnicas que van más allá y que les preocupan a varios y que solo se pueden mirar y atender si se está en el camino del desarrollo y de las procuras del mismo. Preocuparse por ejemplo por la estructura del comercio mundial, sus instituciones[5]  o de las formas de participar en él, o lo que puedan representar para el mismo las amenazas de países o gobernantes impertinentes o no prudentes, puede ser altamente válido, pero ante todo lo es, si la nación produce bienes o servicios, tiene metas y proyectos de tecnologías, reestructuraciones o encaminamientos en la búsqueda de aquel, si no felicidad, país potencia o éxito son solo palabrería.



@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com





[1] Nombramos a estos países, pues otros partícipes y cooperantes desde latitudes más cercanas como Cuba, Nicaragua o Bolivia son lo que en economía puede entenderse como compensación o mayormente beneficiados.
[2] Un falso positivo es cuando se piensa que algo es verdad cuando no lo es, y un falso negativo es cuando uno piensa que no hay algo que efectivamente está presente. En tal sentido la administración bolivariana tiene varios falsos negativos (puede verse www.bbc.com/mundo/noticias/2015/12/151120_diccionario_medico_falso_positivo_negativo_finde_dv 5 de diciembre 2015).
[3] Este concepto lo extrapolamos de las masas madre que se usa n en la actividad de hacer panes.
[4] En ninguno de estos casos, o estas temporalidades señaladas, esto significa la añoranza de un paraíso perdido.
[5] ANNE O. KRUEGER.  El sistema de comercio internacional corre riesgo de desintegración Sep. 17, 2018  www.project-syndicate.org.



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