VIAJAR A MARTE O COCINAR CON LEÑA: NOTAS SOBRE LA TRAGEDIA VENEZOLANA
EDUARDO ORTIZ RAMIREZ
1. Viajar a
Marte con Hilary Swank
La serie Away de Netflix recoge la temática del viaje a Marte, que según vimos
desde años recientes se programó para 2030.
Parecieran, según mi comentario de profano, asumirse las condiciones
tecnológicas previsibles dados los desarrollos tecnológicos alcanzados por la
humanidad hasta estos contextos. Científicos de varios países en una acción
multinacional emprenderán el viaje. Vimos alguna vez que, parte de los
problemas que estarían presentes seria la generación de oxígeno y se percibe
ahora que también la de agua.
Cuando de niño o joven supimos de la llegada del
hombre a la luna, o de la realización del primer trasplante de corazón, muchos
países en desarrollo se encontraban muy lejos de tales adelantos y logros del
ser humano. Ante la formalización para su uso y aplicaciones del genoma
humano y también hoy día, ante los
estragos del Covid19 o la aparición y difusión de la vacuna respectiva,
también muchos están muy lejos de los recursos y posibilidades que deberá
implicar su difusión o ha implicado el conjunto de fases que son consideradas.
El caso del viaje a marte, con los cientos de miles
de millones de dólares que también hemos revisado implica, representará en los
años treinta de este siglo, la prueba fehaciente del desconocimiento de las
posibilidades de la ciencia y la tecnología, para muchos países de los que se
encuentran en vías de desarrollo. Lamentablemente Venezuela formará, directamente,
parte de ese grupo.
2. Alejamiento
del desarrollo
Aunque se puede caer en la ociosidad, no deja de ser
importante mirarnos con cierta frecuencia sobre lo distante que estamos de
otros en cuanto a desarrollo. Más aun, después de más de 21 años de una
administración que ha sumergido la nación en un empobrecimiento sostenido[2].
La situación económica y social, comparando día con día, no está igual,
está cada vez peor. De un dólar en
mercado negro bordeando los 3.000 Bs F. en diciembre 2016, nos acercamos a 400.000
Bs S. en septiembre de 2020. Más
miseria, más desespero de los ciudadanos.
Nuestras vías de comunicación y los sistemas de
transporte se deterioran y no se mejoran, o se dejan en mal estado, mientras
Alemania o Francia inventan, gestionan o instalan hoy día, sistemas de
transporte colectivo sin chofer. Una economía que no tiene para pagar sus
obligaciones de deuda externa o arreglar las escaleras mecánicas de su sistema
metro, no puede convertirse en una Venezuela potencia o en una nación
del primer mundo, como les ha gustado plantear a los líderes de la
administración bolivariana. No se puede alardear de tecnología si no se
invierte en ella y se apuntala el sistema educativo con recursos y estrategias
de apoyo a la competitividad de la nación;
mientras, en Inglaterra o los EE.UU., ya hace tiempo que la ciencia ha pasado a
estudiar sofisticaciones como por qué la mordida del tigre dientes de sable era
de esa manera y no de otra, o si las ovejas pueden ser tan inteligentes como
los perros (ver www.dw.com 9/11/17) o a las
programaciones de la cohetería y los viajes espaciales.
Pero, no es necesario compararnos con los más
desarrollados para impresionarnos. Puede hacerse con varios países
latinoamericanos que han ido modernizándose, como algunos de la Alianza del
pacifico (Chile, Colombia, México y Perú). En el caso de México, hay que
reconocer las ejecutorias del programa México Conectado, con inversión
de recursos y dando acceso a banda ancha a la población, así como su conexión
con la educación y la posibilidad de aprovechar sus aportes para la disminución
de la brecha digital. Pero también, avances en puntos específicos en
sistemas de transportes de países de
América Latina (Colombia, Perú, Chile) nos permiten apreciar cómo nos alejamos
de la modernización y el desarrollo (Ver ¿Cómo funciona el proyecto México
conectado?, http://www.mexicoconectado.gob.mx/).
Venezuela se aleja del
desarrollo y la prosperidad. La administración bolivariana dilapidó ingentes
recursos y con ello una oportunidad notable para retomar la ruta hacia el
desarrollo. Se requerían adecuadas políticas, buenos equipos, sentido de la
oportunidad y concepciones dinámicas y de operatividad e impulso para la
economía. Se requerían y se requieren medidas de cierta urgencia y efectividad
–como las relativas a la atención de la inflación y la escasez- para evitar la
erosión del país y la migración efervescente que se ha profundizado en
los últimos tres a cinco años, alcanzando la cifra de más de 5 millones de
migrados y solo aguantada hoy por los contextos y cuadros internacionales de
pandemia y cuarentenas por el Covid19. La acción migrante de un pueblo
sin experiencia y que no había tenido necesidad de ello, es algo terrible.
Pero, muy poco de aquellas políticas, equipos y medidas, ha habido en más de 21
años de administración bolivariana. Contrario a ello, con lo que si convive
cada día más la nación –y correspondientemente es a lo que más se acerca-, es
con un empobrecimiento sostenido que, de manera fundamental, solo deja
de afectar a la camarilla dado el contexto hiperinflacionario, de
escasez, de inadecuadas políticas y de dolarización informal (que ha pasado a
ser causa efecto del deterioro del bienestar de los ciudadanos y no el “…menos
mal que existe” indicado por el presidente NM).
3. Desatinos y rumbos del país.
¿Qué pasará con el país?, ¿Cuándo se
acomodarán las cosas?, ¿Cuándo volveremos a vivir en forma normal en cuanto a
tendencias más o menos aceptadas en relación al trabajo, bienestar, disfrute y
oportunidades –apartando consideraciones sobre la nueva normalidad que genera
el Covid19?, ¿Cuándo nuestros hijos andarán tranquilos en las calles?, ¿Cuándo
podrá incorporarse la porción de migrantes que decidan regresar?; son las
preguntas que se hacen numerosos venezolanos.
En contraposición, los ejecutores de
la administración bolivariana y el presidente NM, en particular, han pensado en momentos que en la nación se vive
un milagro, en el sentido de haber
logrado grandes cambios económicos y sociales, cuyo componente fundamental
seria la incorporación de grandes masas de pobladores al disfrute de la riqueza
nacional, con la correspondiente consecución de un más alto nivel de vida.
¡Nada más alejado de la realidad! Este relativo optimismo se contrapone a un
gobierno –la administración bolivariana- excesivamente particular en sus fines
y considerablemente confuso en sus métodos y logros. La
administración del caso considera, así, que lo ha venido haciendo ampliamente
bien.
Los altamente optimistas sobre como están y
estarán las cosas de la economía y la sociedad, generalmente están asociados al
oficialismo en sus fines, propuestas y actividades. Si hay colas, se hacen, y
si la escasez es innegable, existe el recurso de la guerra económica y más recientemente las sanciones, a las
que nos enfrentan la derecha, los empresarios y el imperialismo. Para este
grupo social, las perspectivas del país están condenadas al éxito. Pueden
ser de variado tipo, pero algunos de los optimistas dentro de los resultados actuales,
forman parte de sectores que nunca fueron atendidos por administraciones
anteriores de las más recientes antes de 1999 y que en esta administración se
han beneficiado de políticas sociales o del populismo. Más aún, la estrategia comunicacional de la administración
bolivariana alcanza a estos sectores y los estimula a mantener expectativas
altas sobre la futura solución a sus problemas (sea cierto o no, o haya
disminuido o no el margen grupal del efecto).
A lo
anterior se le añade la anomia y la indiferencia ante el contexto. Personas que no leen
prensa, no oyen informaciones y -peor aún- no les interesa lo que pasa a su
alrededor. Esto lo ha fortalecido la administración bolivariana, gestionando la
adquisición de medios televisivos y prensa, que se ofrece seguirán informando
para todos, pero una vez se ejecuta la transferencia de propiedad comienzan los
despidos y la censura. La indiferencia puede ser total o también asociada
a solo leer el periódico que saca tal o cual alcaldía y considerar que con eso
basta. La vieja idea de que eso no me afecta, no me interesa o me preocuparé
cuando me toque a mí, llevan a esta especie de refugio cómodo en el
desconocimiento de lo que pasa alrededor o de la existencia de puntos de vistas
alternos.
Este contexto es, en parte, el
resultado de las ideas del bolivarianismo inicialmente difundidas por el
presidente Hugo Chávez y hoy día se
encuentran en las figuras de sus continuadores y del Presidente Nicolás Maduro. Se entusiasmó a una
porción alta de la población venezolana, dadas las ofertas de crear una
verdadera democracia, acabar con la corrupción y la llamada democracia de partidos. Honor,
pulcritud, comedimiento, eficiencia en la administración pública, oportunidades
de una repartición más equitativa del ingreso, fueron las ofertas iniciales en
1998 y 1999. Muchos acogieron estas ideas como suyas y les profesaron esperanzas.
Transcurridos más de 21 años los entusiasmados son muchos menos y no todos los
que se mantienen presentan la inocencia y honestidad que hubo en sus tiempos
iniciales. La problematización económica, social y política después de más de
cuatro lustros enfrenta a los venezolanos -sino en su mayoría- en una porción bastante
representativa ante la frustración de esperanzas no materializadas por un
proyecto que, además de las ideas señaladas, hizo renacer el militarismo, superponiendo lo militar a
lo civil, en el contexto de las democracias insuficientes de América Latina y
Venezuela.
Capitalismo de estado, aumento de la corrupción, deterioro de los servicios,
profundización de la dependencia petrolera y del rentismo, controles
permanentes aumentados en áreas de la mayor relación con la riqueza nacional,
como el manejo de las divisas obtenidas del rentismo, son parte de la nueva
frustración presente en muchos venezolanos a pesar de la comodidades de algunos
y las incondicionalidades de otros.
Tal tipo de ideas del bolivarianismo
se expandieron también en los ochenta y los noventa, al haber desaprovechado la
nación el período que se vincula a los inicios de la industrialización y la
democracia desde finales de los cincuenta hasta mediados de los setenta.
Trabajo, orden, limpieza, posibilidades de expandir la economía y los proyectos
de inversión, estuvieron presentes en este periodo. Autopistas, industrias,
escuelas y hasta las ideas e iniciativas de crear un Metro para Caracas, surgieron
de esos años a pesar del rentismo. Pero la sociedad venezolana no tenía
albergado el consenso, y el resentimiento y el radicalismo político de quienes
no veían esos resultados como desarrollo –parte de los grupos políticos e
individuos relacionados con esta posición, se encuentran hoy en el ejercicio
del poder político o crearon las bases para otros similares- hicieron su parte
para horadar un proyecto en curso que encontró su alteración definitiva en las
bases más profundas de la renta petrolera al convertirse en un distribucionismo
exacerbado a partir de mediados de los setenta. Como señaló D.F. Maza
Zavala, el trabajo -en el contexto de la Gran Venezuela de la Primera administración de Carlos Andrés Pérez
de 1974 a 1979- fue sustituido por el dinero fácil, que además pasó a formar
parte del impulso de la corrupción. Realmente la llamada “revolución bolivariana”,
cuajó, en forma extrema, estas desviaciones.
4. Cocinar con leña.
Vista esta evolución, previa y
durante la administración bolivariana -donde se ha destruido la economía y
afectado la democracia-, la aparición de la leña en los fogones y cocinas de
numerosas familias que no alcanzan el suministro de gas por que
no les llegan las bombonas (o las pequeñas alcanzan precios de 15$ como sucede
hoy día en San Félix/oriente del país) o las cocinas eléctricas que tienen no pueden
ser operativas por los continuos apagones, cortes de luz y la profunda crisis
del sector eléctrico, pasa a representar un profundo retroceso técnico
y/social.
Se informa ahora, como algo normal,
sobre venta de leña en distintos lugares del país de oriente, centro y
occidente, tal cual un combustible fundamental. Desde antes
de 2020, ya se pronunciaba esta crisis y el uso de la leña como combustible. Varios
factores de considerar, han destacado médicos, ambientalistas y profesionales
diversos, en cuanto a esta difusión del uso de leña, que tiene como base –indudablemente-
la propia crisis de la producción y distribución del gas, lo cual a su vez
tiene de fundamento el proceso de destrucción y alteración de la producción petrolera
venezolana y las condiciones y funcionamientos que vinieron adquiriendo tal
producción y sus derivados. Dicen así los especialistas y los sensatos, se
afectan los parques nacionales y naturales, pero también las condiciones de
vida y reproducción de la fauna. Las cabeceras de los ríos como ha sido tradición
resaltar desde los estudios de ambientes, ecología y geografía económica,
pueden salir perjudicados por talas indiscriminadas y excesivas. Por otra parte,
los hogares y sus habitantes pueden salir también aquejados o alterados, por el
humo derivado del uso de la leña según el espacio y el tipo de leña.
Se deriva así una especie de poesía trágica, para la “revolución“
que ha buscado salvar al hombre y darle la
mayor suma de felicidad posible, mientras ha conseguido, contrariamente, penurias
e insuficiencias; que ha intentado unirlo más a la naturaleza y evitar el carácter depredador del capitalismo y
lo ha llevado, más bien a recurrir a la leña, por ausencia de insumos básicos y
naturales de la vida moderna; que ha perseguido crear un país de clase media y del
primer mundo (expresiones de HC
y asumidas por NM) y ha avanzado
profusamente en la destrucción de cosas mínimas y básicas que ya eran naturales
y consustanciales a la vida regular; que ha buscado desarrollar un país potencia y más recientemente una potencia agrícola exportadora y -hoy día-
muchos hogares deben cocinar con leña alimentos básicos traídos de distintos
lugares del resto del mundo.
Son “grandes logros” para el atraso y
el antidesarrollo, verdaderamente.
25 de septiembre 2020
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com