miércoles, 30 de agosto de 2023

¡Líbranos de la moda “Milei”!

 ¡Líbranos de la moda “Milei”!

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 






Los resultados de las elecciones primarias para presidente en Argentina arrojaron un nuevo fenómeno político en la figura de Javier Milei, economista y diputado, quien, sin maquinaria partidista, sorprendió aventajando a sus contendores de centro derecha (Juntos por el Cambio) y peronista (Unión por la Patria). Con lenguaje tremendista y provocador, ofreció acabar con la “casta política” que, según él, se ha enseñoreado en los gobiernos de ese país, reducir ministerios, planes sociales y aportes a los fondos de jubilación, eliminar el Banco Central (dolarizando la economía) y permitir el libre porte de armas, entre otras cosas. Rebajaría impuestos y eliminaría subsidios diversos, como las indemnizaciones laborales, proyectándose como neoliberal puro, campeón del empresariado y la libre iniciativa. Aún más, su fobia a toda norma estatal le permite autodesignarse como anarcocapitalista y presumir de libertario. Sin pretender calificar tal postura, es obvio que puede resultar atractivo para la población de un país como Argentina, cuyo enorme potencial ha sido frustrado por el despilfarro populista de sus gobiernos y la subordinación de la economía a una serie de controles políticos contraproducentes.

 

Para algunos en Venezuela, víctima de un chavo-madurismo hermanado en tantos aspectos negativos con la conducta irresponsable del kirchnerismo argentino, pero llevado a extremos aún peores, la fórmula de Milei aparece como la varita mágica que hará desaparecer el proyecto “socialista” --o capitalista de Estado-- que ha destruido nuestras libertades y los medios de vida de las grandes mayorías. El tiro de gracia para tan oprobioso ensayo sería la reducción drástica del Estado, como ofrece Milei. Ciertamente, las 9 vicepresidencias, los más de 30 ministerios, la proliferación de centros e institutos creados ad hoc ante problemas coyunturales con los cuales no sabe lidiar este (des)gobierno, invitan a desmontarlos para “liberar las fuerzas productivas” y devolverles a sus ciudadanos oportunidades para desenvolverse. Hay que entender, empero, que esa pretensión intervencionista, hasta el extremo de invocar un mítico y absolutamente inviable, “Estado Comunal”, lo que hizo fue destruir las funciones básicas del Estado.

 

La tarea sine qua non de la transición democrática será reconstruir al Estado venezolano para que pueda asumir la producción de los bienes públicos que requiere la nación para la realización plena de sus pobladores y generar las externalidades en materia administrativa, jurídica y política, con base en los cuales afianzar el imperio de la ley, los derechos y garantías del ordenamiento constitucional, la convivencia pacífica en libertad y una gestión sana, auditable y responsable de los recursos públicos.

 

Bienes públicos, en economía, son aquellos cuyos beneficios no pueden ser capturados en exclusividad por nadie. Ergo, no hay incentivos para su producción suficiente por parte de particulares. El principio de “no exclusión”, asimismo, posibilita que, una vez producido un bien público, pueda ser aprovechado (consumido) sin pagar por él (free-rider). ¿Entonces, quién lo sufraga, cómo se financia? En respuesta, su provisión adecuada suele recaer en el Estado, capaz de conjugar los medios para ello (producción conjunta). También puede delegarla, con el financiamiento y las regulaciones del caso, a entes privados. Los más importantes son los servicios de educación, salud, seguridad, infraestructura de transporte y comunicaciones, y la provisión de agua, electricidad y otros servicios esenciales. Algunos son bienes públicos “impuros” --su consumo puede cobrarse--, pero ello no exime al Estado de su responsabilidad.

 

En Venezuela, lamentablemente, la ruina de su economía, la destrucción de PdVSA, las corruptelas y el aislamiento (por default) de los mercados financieros foráneos, ha dejado al Estado sin los recursos para producir y mantener estos bienes públicos, más con la parafernalia de atribuciones adicionales que asumió con la excusa socialista. Recurrió, entonces, al financiamiento monetario (emisión de dinero del BCV), desatando una de las peores hiperinflaciones conocidas en América Latina. Y, para empeorar las cosas, instrumentó como solución un severo ajuste para reducir la liquidez, achicando el crédito con encajes prohibitivos, anclando el precio del dólar y contrayendo los salarios públicos, lo que perjudicó aún más la producción interna. Asimismo, ahuyentó parte del talento requerido para la función pública.

 

Las externalidades, por su parte, se refieren a los efectos de uno o de varios agentes económicos sobre otro(s), no recogidos en los precios. Por ejemplo, la contaminación, una externalidad negativa, perjudica a la población (y al ambiente), sin que la fábrica contaminante pague por tal daño (costo), a menos que el Estado intervenga, obligándola a instalar filtros o imponiéndole una multa. Un parque provee una externalidad positiva en la forma de un entorno más agradable, aire fresco, trino de pájaros, etc., sin que el residente o usuario pague directamente por ello. Es decir, las externalidades producen efectos --costos y/o beneficios sociales-- que no son reflejados como costos y/o beneficios privados. Luego el cálculo privado no coincide, necesariamente, con el óptimo social. Un buen sistema de salud, por ejemplo, reduce las enfermedades y mantiene a la población más sana, mejorando, con ello la productividad, beneficios que van más allá de lo que puedan pagar pacientes concretos por tratarse. Igual la educación: fomenta la ética y la conciencia ciudadana y contribuye con la generación y divulgación de conocimientos útiles a la sociedad, conectándola con los avances de la humanidad en otras partes del globo.

 

En Venezuela, un sistema de salud colapsado, sin recursos, con fuga de talento, implica un enorme costo para la sociedad, como para los individuos. Obviamente, ello ataña también a la educación y a los servicios públicos en general: electricidad, agua, etc. Y la descomposición del Estado obliga a empresas y a ciudadanos a tomar previsiones ante las arbitrariedades, ineficiencias, deterioro de la infraestructura, la incertidumbre y la inseguridad. La no rendición de cuentas, la corrupción y la falta de transparencia, potencian estos efectos negativos. Un Estado responsable debe procurar la maximización del beneficio social, produciendo bienes públicos que aumenten las externalidades positivas, y reducir las negativas. Pero el Estado de terror chavo-madurista tiene como misión generar males, no bienes públicos.

 

Los derechos civiles y políticos pueden considerarse externalidades (positivas) básicas, pues permiten el empoderamiento ciudadano y, con ello, su participación activa en la búsqueda de soluciones a los problemas de la sociedad. Para su cumplimiento se requiere un Estado fuerte, capaz de hacer respetar el ordenamiento constitucional, en un marco de justicia y equidad compartidas. Ello añade otro aspecto a tomar en cuenta desde una perspectiva liberal, los derechos socioeconómicos, pero divide este campo de pensamiento entre “derecha” e “izquierda”. Esta última enfatiza que la igualdad de los ciudadanos ante la ley no es tal si no se procura igualar las oportunidades con políticas sociales y asistenciales que doten a los menos favorecidos con los recursos para cubrir sus necesidades básicas, incluyendo salario mínimo y subsidios variados. La derecha señala que ello lleva a prácticas intervencionistas que alteran el funcionamiento de los mercados, limitando la libre iniciativa individual y reduciendo el tamaño de la torta. Los llamados “libertarios” aborrecen de tales ayudas; cada quien debe valerse por sí mismo.

 

Discrepo. Una batería de políticas sociales bien concebidas e instrumentadas, al beneficiar a los más necesitados, genera externalidades positivas de gran impacto en la seguridad de las familias y de la población, reduciendo una variada gama de costos sociales y fortaleciendo las libertades ciudadanas. En la Venezuela depauperada de hoy, serán decisivas para la incorporación activa de las mayorías a la democracia. Son temas que las fuerzas democráticas deben plantearse con profundidad en conexión con los demás problemas e insuficiencias del país. Precisamente por ello, ¡no nos empatemos, a cuenta de las posturas de Milei en Argentina, a plantearnos como panacea la eliminación del Estado!

sábado, 26 de agosto de 2023

Riesgo político, incertidumbre y guerra

 

Riesgo político, incertidumbre y guerra

El análisis de riesgo político, es realizado por servicios de estudios, consultores que tiene personal de alto nivel en cuanto a su formación profesional y trayectoria, muchas veces han pasado por experiencias gubernamentales...


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

 

 

 

24/08/2023 05:01 am

 




El riesgo político, es un asunto que ha interesado a los estudiosos de la ciencia política contemporánea en los últimos años, que yo recuerde fue a Ramón Escobar Salom, uno de nuestros políticos mejor preparados y formados, hombre de estado y analista formidable, al que le leí y escribir, por primera vez sobre este tema, en su columna del Diario El Nacional "La Ventana de Papel", hace unos 42 años aproximadamente y me abrió una veta de interés intelectual.


Pero qué podríamos decir inicialmente qué es el riesgo político, cuáles son sus características, es realmente útil para el análisis de los sistemas políticos, de las políticas públicas, los problemas de gobernabilidad, y entre otros issues en su estabilidad, perdurabilidad y grado de gobernabilidad. El riesgo involucra la incertidumbre e información muchas veces parcial e incompleta, asimétrica, ahora bien profundizando en su definición y características tiene varios componentes fundamentalmente, hay riesgo en cuanto a un determinado evento cuando no sabemos o no podemos determinar alguna, o varias, de las siguientes variables: si puede ocurrir en absoluto (incertidumbre de factibilidad), cuándo ocurrirá (incertidumbre de tiempo), dónde ocurrirá (incertidumbre de lugar), cómo ocurrirá (incertidumbre de modo), cuántas veces en una determinada unidad de tiempo ocurrirá (incertidumbre de frecuencia), cuánto daño producirá (incertidumbre de severidad) Estos factores están inmersos en el riesgo político de Venezuela, en la eventualidad de un cambio político o no en el porvenir. Involucra entonces, expectativas y percepciones, de un país en la ruta de sus políticas públicas: que credibilidad, asertividad y eficiencia.

Ahora bien, el riesgo es percibido como un obstáculo que se interpone entre la actividad y el objetivo perseguido por esa actividad, porque es muy difícil tener una actividad predictiva eficiente, sobre todo en la ejecución de políticas públicas, para evitar la incertidumbre sobre las decisiones que se implementan, sobre todo cuando no se tiene equipos de gobierno que generen confianza y credibilidad, en el manejo de las políticas públicas (es el caso de Venezuela del siglo XXI), por ejemplo, cómo es posible revertir una imagen de un gobierno que desde el año 2005, ataco el capital productivo existente de 12.700 grandes empresas que había en Venezuela en 1998, hoy quedan poco más de 2.300, trabajando a un 22 % de su capacidad instalada( un alto riesgo político por decisiones tomadas en esos años)

Por otra parte, en el caso de la política, la actividad se relaciona con el poder, con el ejercicio del poder político, sus características, relaciones entre otros factores. Con la guerra actual, absurda e injustificable de Rusia, contra un país soberano como Ucrania, que ha demostrado coraje y dignidad, hay tres elementos a tomar en cuenta. La relación ofensiva y defensiva, el centro de gravedad y el punto culminante de la victoria, factores que analizare en futuros artículos.

Otro factor que influye, por lo tanto, desde el momento en que la actividad política se realiza siempre en el contexto de una pluralidad y diversidad de actores antagónicos que son adversarios y no enemigos a muerte, la mera existencia de esta multiplicidad ya constituye un riesgo en sí y de por sí, este es el escenario de la Venezuela, presente desde que llegó el chavismomadurismo, confrontación, falta de observa al de la otra acera como adversario y no enemigo a liquidar. En la enorme mayoría de los casos prácticos, la decisión política puede generar toda una gama de consecuencias no predecibles; algunas de ellas inadecuadas por falta de negociación política y otras muy difíciles o hasta imposibles de prever.

Por otra parte, así como el poder es disputado en su adquisición, también lo es en su ejercicio y esto se observa claramente en el actual conflicto europeo. Eso es algo que también sabe todo político: una vez conquistado el poder, no es cuestión de sentarse sobre los laureles que otorga. Nunca hay, en realidad, verdaderos "vacíos" de poder en política. En el mismo instante en el que una posición de poder declina, sus adversarios concurrirán inmediatamente a ocuparla. Y, si no declina, estarán permanentemente en la tarea de debilitarla para que decline y pueda ser conquistada. A la etapa de la conquista del poder sigue, pues, necesariamente la etapa siguiente orientada a la defensa, conservación y consolidación de la conquista del poder político.

Asimismo, siendo toda la actividad política esencialmente dinámica, el tampoco el poder consolidado carecerá de adversarios. La neutralización de los mismos será, muchas veces, la mejor garantía para su conservación y supervivencia. De este modo, la expansión del poder surge frecuentemente como una de las vías que conducen a su consolidación y/o viceversa y este es otro factor de riesgo político, dado la información imperfecta que se pueda tener y el grado de incertidumbre.

Con lo expuesto no se pretende, en absoluto, haber agotado el tema del riesgo político. El objetivo de este breve artículo ha sido doble: por un lado, señalar su contexto, los aspectos principales y, por el otro, ofrecer una perspectiva diferente a la que por lo general se utiliza cuando se habla de "riesgo político". Lo común es considerar como "riesgo político" solamente aquellos que el accionar político genera para la economía, como se puede ver actualmente con la irrupción de un neoproteccionismo y una recesión en la economía mundial, dada la crisis del COVID-19, la nueva dimensión de la guerra al terrorismo, la ciberseguridad, las diferentes burbujas económicas. O también, por ejemplo, es medir la diferencia entre las tasas internas de retorno al capital invertido -tomando al mercado norteamericano como "riesgo cero"- para lograr un indicador del "riesgo país" o -por extensión- del "riesgo político" por ejemplo. El procedimiento, por supuesto, es válido desde una óptica económica, como la hacen actualmente las calificadoras de riesgo.

Hoy en día, los analistas de riesgo político, observarán en sus análisis que la implementación de políticas públicas produce ganadores y perdedores, a estos últimos, los analistas de riesgo observan el grado de compensación que tendrán al seno del sistema político, y además, si se producirán perturbaciones que afecten la estabilidad y viabilidad, del sistema político, ésta es otra variable que tendrán en cuentan los analistas de riesgo. Se analizan los problemas sociales existentes y potenciales, la interacción entre actores.

El análisis de riesgo político, es realizado por servicios de estudios, consultores que tiene personal de alto nivel en cuanto a su formación profesional y trayectoria, muchas veces han pasado por experiencias gubernamentales lo que les permite tener una pericia desde adentro de los fenómenos del arte de gobernar y del ejercicio del gobierno. No son infalibles, aún utilizando los más completos instrumentos teóricos-conceptuales y sistemas de información, pueden equivocarse porque hay elementos como la sorpresa, el azar, la incertidumbre, que actúan, contra los eventos socio-políticos, los cuales no son lineales, son impredecibles.

jesusmazzei@gmail.com 

 

miércoles, 23 de agosto de 2023

Cumbre de Yeda: negociación y geopolítica

 

Cumbre de Yeda: negociación y geopolítica, por Félix Arellano











Cumbre de Yeda: negociación y geopolítica
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La cumbre organizada por la monarquía de Arabia Saudita, para explorar opciones de paz ante la invasión de Ucrania, efectuada en la ciudad de Yeda (Yidda), los días 5 y 6 del presente mes, confirma el complejo giro en la política exterior del reino, caracterizado por una progresiva vinculación al bloque iliberal que promueven China y Rusia; tratando de fortalecer su posición como potencia regional, pero sin romper abruptamente con sus socios tradicionales, particularmente, con los Estados Unidos, relaciones que se han debilitado en los últimos años.

La cumbre constituye un paso interesante, en la línea correcta, pero limitado, particularmente por la ausencia de Rusia, que ha reaccionado agresivamente, con un intenso ataque de misiles sobre el territorio ucraniano. Adicionalmente, Dimitri Medvédev expresidente ruso, ha afirmado: «Rusia no necesita negociar la paz. Ucrania debe arrodillarse y suplicar clemencia» (06/08/2023).

Entre los aspectos positivos de la cumbre destaca el número de países participantes, que se calcula en 40, incluyendo la presencia de gobiernos aliados a Rusia o supuestamente neutrales, como China, Sudáfrica, India y Brasil, que conforman el grupo de los Brics. Países que asistieron básicamente en deferencia al gobierno anfitrión y actuaron como muro de contención, controlando las propuestas de Volodormir Zelenski presidente de Ucrania, quien asistió personalmente a la cumbre.

En Arabia Saudita, el príncipe heredero oficial Mohammed bin Salmán, quien controla el poder desde el 2017, está desarrollando una política exterior compleja y contradictoria. En los primeros años en el poder, embarcó al reino en la guerra en Yemen, inició un enfrentamiento contra Catar por el liderazgo regional y exacerbó las históricas diferencias con Irán. Decisiones que incrementaron la conflictividad en la región.

Si bien en algunos de esos escenarios contó con el apoyo de occidente, la llegada de Joe Biden a la presidencia de los Estados Unidos, no generó buenas perspectivas. Cabe destacar que, en la campaña presidencial, Biden llegó a calificar al reino saudí como «un paria» (2020) por la sistemática violación de los derechos humanos.

Situación que se agravó con el asesinato de Jamal Khashoggi, periodista saudí y columnista de The Washington Post, en el consulado de Arabia en Estambul (02/10/2018), pues existen serios indicios de la vinculación del príncipe heredero con el caso, lo que ha afectado sensiblemente su imagen en occidente.

Las diferencias con los valores liberales de occidente, en particular con la institucionalidad democrática y los derechos humanos; las discrepancias con el gobierno demócrata en los Estados Unidos y el tradicional enfrentamiento con Israel, en el marco del largo conflicto árabe israelí; se han sumado para vincular al ambicioso e impredecible príncipe con los gobiernos autoritarios e iliberales, en particular con China, que es un importador neto de petróleo y, desde la presidencia de Xi Jinping, está desarrollando una hábil estrategia de expansión a escala global.


China y Rusia, han tratado de calmar sus diferencias, que son bastantes, para conformar un bloque revisionista del orden internacional liberal y, en particular, enfrentar el liderazgo de los Estados Unidos. Una línea de acción atractiva para el príncipe, pero compleja para su país, particularmente en términos de seguridad militar, por los estrechos lazos existentes con occidente.

La vinculación con China ha sido gradual e intensa y su la mediación para lograr el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán, representa un punto de inflexión. El enfrentamiento entre ambos países ha sido complejo y profundo, con raíces religiosas, toda vez que Arabia Saudita constituye el epicentro del sunismo e Irán del chiismo; dos visiones que se enfrentan dentro del islam.

A las diferencias religiosas se suman las ambiciones geopolíticas por el liderazgo en el medio oriente. Pero también existen factores que los vinculan como el manejo del tema petrolero en el marco de la OPEP o el conflicto con Israel, en defensa del movimiento palestino.

Con la mediación china los dos países firmaron el acuerdo de restablecimiento de las relaciones en marzo del presente año. Luego Irán abrió su embajada en Arabia y un consulado en Yeda en junio; posteriormente, Arabia Saudita abrió su embajada en Teherán y un consulado en la sagrada ciudad de Mashad en el mes de agosto. En tal contexto, Hoseim Amir, Ministro de Relaciones Exteriores de Irán ha realizado recientemente una visita oficial a Riad (17/08/2023). Este impresionante giro ya empieza a genera efectos, con el inicio de negociaciones de paz en Yemen.

Además del restablecimiento de relaciones con Irán, otras acciones vinculan al reino de Arabia con el bloque iliberal, como es el caso de su participación, como observador, en el Grupo de Cooperación de Changai, bloque conformado en el 2001, e integrado en su mayoría por gobiernos iliberales y autoritarios.

En el giro rupturista frente a occidente del príncipe heredero oficial, cabe destacar la reticencia en el reconocimiento del Estado de Israel, proyecto que ha promovido el gobierno de los Estados Unidos, tratando de sumar el reino de Arabia en el marco de los Acuerdos de Abraham, suscritos por los Emiratos Árabes Unidos (agosto 2020) y Bahréin y Marruecos (septiembre 2022), reconociendo el Estado de Israel e iniciando relaciones diplomáticas.

En el análisis de escenarios se podría considerar que Arabia Saudita estrecha relaciones con países críticos de los Estados Unidos, como mecanismo de presión para lograr mejores condiciones y un apoyo más sólido en materia de seguridad e inteligencia. En relación con los acuerdos de Abraham, formalmente Riad argumenta que se debe llegar a una solución en el conflicto entre Israel y los palestinos, para poder avanzar; empero, tales acuerdos han evidenciado que varios gobiernos árabes conservadores temen más a Irán que a Israel.

Por otra parte, con la cumbre de Yeda el príncipe heredero oficial busca, entre otros, mejorar las relaciones con occidente, fortalecer su imagen y liderazgo internacional. Adicionalmente, constituye un paso positivo que se inscribe en el proceso exploratorio para la construcción de la paz en Ucrania, que inició en Dinamarca el pasado mes de junio.

En estos momentos se presentan como esfuerzos incipientes, para algunos simples juegos geopolíticos; empero, pueden contribuir a definir condiciones para futuras y necesarias negociaciones de paz.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

miércoles, 16 de agosto de 2023

Ecuador: elecciones y gobernabilidad, por Félix Arellano

 

Ecuador: elecciones y gobernabilidad,

 por Félix Arellano





Ecuador: elecciones y gobernabilidad
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Ecuador se enfrenta al proceso electoral más novedoso y complejo de su historia democrática el próximo domingo 22, entre otras razones, pues es la primera vez que se aplica el mecanismo previsto en el Artículo 148 de la Constitución, popularmente definido como: «muerte cruzada», que aplicó el presidente Guillermo Lasso, mediante el Decreto Ejecutivo 741, para evitar su destitución por parte de la Asamblea Nacional; empero, tal mecanismos conlleva elecciones generales, incluyendo al presidente, para conformar un nuevo gobierno que debe cumplir con el periodo constitucional que correspondía al presidente Lasso (2021-2025)

Para tornar más compleja la situación, el proceso se ha teñido de sangre, con el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato del Movimiento Construye, el pasado miércoles 09 de agosto, en plena campaña electoral, el primer magnicidio en una elección presidencial en el Ecuador.

El pueblo ecuatoriano elegirá un nuevo gobierno y parlamento, para un corto ejercicio (hasta el 2025), que deberá asumir enormes desafíos, toda vez que, a los problemas estructurales, vinculados con el incremento de la pobreza, producto de la pandemia del covid-19; la marginalidad y la exclusión, en particular de los pueblos indígenas; se deben sumar los crecientes problemas de inseguridad, asociados al crimen organizado y el narcotráfico.

En el globalizado negocio del narcotráfico, Ecuador se posiciona en el procesamiento, almacenamiento, distribución y exportación; un proceso que tiene su fase inicial en la producción primaria, que se concentra en otros países andinos como: Bolivia, Colombia y Perú.

En consecuencia, la costa ecuatoriana se ha convertido en centro de una guerra de grupos irregulares que aspiran controlar el rentable negocio, con vinculaciones con grupos transnacionales como el cártel de Sinaloa y guerrilleros colombianos.

Durante la administración del presidente Lasso la intensidad de los problemas se fue agudizando, en particular la inseguridad – en lo que va del presente año se calculan 4200 muertes violentas, la mayor cifra en su historia (El País, 13/08/2023); a lo que debe sumarse, el deficiente manejo de la crisis y la sorprendente incapacidad para lograr acuerdos necesarios para construir gobernabilidad, en particular en el Asamblea Nacional. Todo ese conjunto de factores de inestabilidad, facilitaron los avances de la oposición radical correista que aspiraba la destitución del presidente.


El presidente Lasso, desde el primer día en el poder, ha debido estar consciente de la fragilidad de su gobierno. Su partido CREO solo logró 12/137 representantes en la Asamblea Nacional y UNES, el partido de Rafael Correa, alcanzó 49/137; si bien ningún partido tenia mayoría, el presidente requería del apoyo de sectores críticos del correismo; en particular, del movimiento indígena Pachakutik con 27 representantes y la izquierda democrática con 18 representantes.

Cabe destacar que el triunfo de Guillermo Lasso, en su tercer intento, en las elecciones del 2021, sorprendió a propios y extraños; al superar a Andrés Arauz el candidato del expresidente Correa. Para el triunfo de Lasso resultó crucial la negociación con algunos sectores indígenas, en particular con el movimiento evangélico indígena, propiciada en gran medida por las diferencias que fueron creciendo entre algunos de esos movimientos con el presidente Correa, situación que Lasso logró capitalizar.

En ese contexto, resultó desconcertante la ausencia del sector indígena en el equipo de gobierno del presidente Lasso. Para los críticos, ha prevalecido el menosprecio a los pueblos indígenas. Ante los riesgos de la gobernabilidad resultaba prioritario negociar el respaldo de algunos líderes de la oposición, entre otros, Yaku Pérez y su movimiento indígena Pachukutik o Xavier Huertas de la izquierda democrática; además de otros representantes de los movimientos sindicales, gremios profesionales, movimientos estudiantiles, entre otras expresiones de la sociedad civil.

La habilidad de Guillermo Lasso para negociar con los sectores sociales durante la campaña electoral, extrañamente se desvaneció en la acción de gobierno y, al respecto, resultan relevantes las declaraciones del canciller Juan Carlos Holguín, quien declaró: «Ganamos una elección escuchando a la sociedad civil, pero al llegar al poder abandonamos esa prioridad» (BBC, 22/06/2022). Los críticos sostienen que el breve gobierno del presidente Lasso se concentró en los temas macroeconómicos y de competitividad, sin mayor sensibilidad social, menospreciando los graves problemas sociales, que se incrementaron por los perversos efectos de la pandemia del covid-19 (Álvaro García, 08/06/2023, Fundación Carolina).

En tales condiciones, la oposición en la Asamblea Nacional, luego de varios intentos, logró reunir los votos necesarios (mayo 2023) para iniciar el juicio político al presidente y llegar a la aplicación del artículo 130 de la Constitución Nacional, que con un mínimo de 92 votos de los 137 miembros, permite a la Asamblea Nacional destituir al Presidente; empero, Guillermo Lasso se adelantó a los acontecimientos y recurrió al procedimiento constitucional de disolver el Asamblea Nacional, previsto en el Artículo 148 de la Constitución (17/05/2023), que también conlleva la salida del presidente.

Ahora el pueblo ecuatoriano asistirá a las urnas el próximo domingo 20, para elegir un gobierno de transición hasta el 2025 y. el proceso electoral, en pleno desarrollo, tiende a reproducir la polarización y fragmentación que está marcando la situación política en la región.

Originalmente están inscritos 8 candidatos, y el Movimiento Construye ha seleccionado a Christian Zurita en sustitución al asesinado Fernando Villavicencio.

Tal fragmentación se transforma en la práctica en una polarización en dos grandes tendencias; por una parte, el correismo que ha promovido, desde hace varios años, el expresidente Rafael Correa, quien no pudo inscribir su candidatura, pero su movimiento, definido como la Revolución Ciudadana, ha presentado a Luisa Gonzales a la presidencia y Andrés Arauz a la vicepresidencia.

Frente al poderoso movimiento correista, que encabeza todas las encuestas, se presentan 7 candidatos, lo que confirma la fragmentación de la oposición democrática y su inexorable debilidad. Tal fragmentación de la oposición democrática caracterizó las pasadas elecciones en Bolivia, donde Luis Arece, el delfín de Evo Morales, se enfrentó a 7 candidatos de la oposición democrática o en Perú que se inscribieron 17 candidatos para la primera vuelta y finalmente triunfó Pedro Castillo del Partido Perú Libre de tendencia marxista leninista.

Las divisiones de la oposición democrática, por agendas personales e intereses de corto plazo, abren el camino para el ascenso del populismo autoritario con sus falsas promesas de transformación. En este contexto, todo indica que el correismo asumirá las riendas de la transición, en condiciones adversas, con enormes expectativas sociales y un discurso populista poco eficiente y sostenible, que podría erosionar la débil institucionalidad democrática ecuatoriana.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

martes, 15 de agosto de 2023

"Milei tiene un componente libertario que lo hace un bicho raro en comparación a las ultraderechas de América Latina"

https://www.bbc.com/mundo/articles/c720v3yp82no


 "Milei tiene un componente libertario que lo hace un bicho raro en comparación a las ultraderechas de América Latina"

Ilustración de Trump, Milei y Bolsonaro

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY

Pie de foto,

A Milei se le ha comparado con expresidentes como Trump o Bolsonaro.

  • Author,Gerardo Lissardy
  • Role,BBC News Mundo

El inesperado triunfo de Javier Milei en las elecciones primarias de Argentina el domingo desató una ovación ultraconservadora desde la región hasta Europa.

El excandidato presidencial chileno José Antonio Kast; el diputado brasileño Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente Jair Bolsonaro; el líder de Vox en España, Santiago Abascal, y Hermanos de Italia, el partido de la premier Giorgia Meloni, celebraron en mensajes públicos el 30% de votos que obtuvo Milei.

Pero, ¿cómo se compara este candidato que se define como libertario y disputará las presidenciales argentinas de octubre con esos políticos de extrema derecha o con el expresidente estadounidense Donald Trump?

“La ultraderecha tiene mucho más que ver con las ideas que se profesan. Y es aquí donde Milei calza bastante bien”, dice Cristóbal Rovira, profesor de ciencia política en la Universidad Católica de Chile, en una entrevista con BBC Mundo.

Este académico que investiga desde hace tiempo a la extrema derecha en la región y Europa cree que esta corriente política “llegó para quedarse” en América Latina, aunque como a Milei les pueda resultar difícil alcanzar el gobierno.Saltar Recomendamos y continuar leyendo


Final de Recomendamos

Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Rovira, doctor en ciencia política de la Universidad Humboldt de Berlín e investigador del Centro de estudios de conflicto y cohesión social (Coes) en Santiago:

Línea
Cristóbal Rovira

FUENTE DE LA IMAGEN,ARCHIVO PERSONAL

Pie de foto,

El académico Cristóbal Rovira investiga desde hace años a la extrema derecha de América Latina y Europa.

¿Cómo definirías a Javier Milei desde el punto de vista ideológico?

Hay una ola bastante global de las ultraderechas. Parten en Europa occidental, donde está el caso emblemático de Jean-Marie Le Pen en la Francia de los años 80, se expanden a Europa del este y hoy vemos que empiezan a ganar territorio en otras partes: Trump, Bolsonaro…

Milei calzaría dentro del prototipo de lo que son estas ultraderechas.

A nivel académico los definimos por dos criterios importantes. Primero, están a la derecha de la derecha convencional y profesan ideas con mucha mayor radicalidad. En el caso de Argentina, Milei se posiciona a la derecha del macrismo.

Segundo, mantienen una relación ambivalente con el sistema democrático y a veces profesan ideas autoritarias. Eso las diferencia de las derechas tradicionales, que actúan dentro de las reglas del juego democrático.

El caso de Milei entra muy bien en esta doble tipificación.

¿Qué rasgos de estilo y propuestas políticas lo colocan a nivel de la ultraderecha?

Ojo que cuando hablamos de ultraderecha no nos referimos tanto a estilos políticos.

Esto me parece relevante porque en el debate latinoamericano ha surgido este cliché de que ser de ultraderecha es ser como Trump o Bolsonaro: personajes muy rupturistas con un lenguaje bastante vulgar que conecta con demandas de la ciudadanía, sobre todo por estar en contra del "establishment".

Pero ese estilo político no necesariamente lo tienen los líderes de ultraderecha en Europa o Kast en Chile.

Conceptualmente, la ultraderecha tiene mucho más que ver con las ideas que se profesan. Y es aquí donde Milei calza bastante bien, porque tiene ideas muy de la derecha en las cuestiones morales como el aborto, en términos del crimen y esa idea de mano dura muy fuerte.

En cierto sentido es neoliberal, contra el Estado y con una agenda de privatización, lo cual lo acerca a Kast y Bolsonaro.

Pero Milei tiene un componente libertario que lo hace un bicho un poquito raro en comparación a las ultraderechas que tenemos en América Latina, donde ese componente por lo general está menos presente.

Otro aspecto peculiar de Milei es que ha ido mutando un poco su perfil ideológico.

Hoy se define como alguien contra el aborto pero hace unos años este tema no lo levantó con fuerza. Entonces ha ido girando hacia posturas más conservadoras moralmente pero que no necesariamente estaban en sus orígenes como personaje político.

¿Milei tiene más características de libertario o de extrema derecha? ¿O un conjunto encierra al otro?

Creo que un conjunto encierra al otro: él lleva a un paroxismo la cuestión libertaria que lo lleva a ser muy de ultraderecha. Es una combinatoria entre ambos elementos. A veces le da más énfasis a la cuestión libertaria, otras a la cuestión moral y otras a la del crimen.

Pero el paquete ideológico que defiende en su conjunto claramente lo posiciona en estas ultraderechas.

Javier Milei

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY

Pie de foto,

Milei ha sacudido el tablero político en Argentina.

Y en el caso argentino es muy importante la crítica que él hace a la “casta política” en su conjunto, donde introduce a la derecha más tradicional del macrismo y de Patricia Bullrich.

Otra característica que has señalado en la ultraderecha es la agitación de sentimientos anti inmigración. ¿Se observa esto en Milei o se diferencia de las posturas de Trump y Kast?

Efectivamente, eso Milei no lo tiene.

Pero ojo que el rasgo anti inmigratorio por lo general en las ultraderechas de América Latina está poco presente, por ejemplo si pensamos en Bolsonaro. Sí está muy presente en las ultraderechas europeas.

Por eso es importante tener en mente que todas estas ultraderechas tienen elementos en común, pero hay rasgos que las definen. Es como una gran familia donde hay primos, algunos se asemejan más, pero no son todos idénticos.

Si se juntan todos la pasan fantástico, pero se diferencian en algunos elementos como el rasgo anti inmigratorio.

Giancarlo Summa, un ítalo-brasileño que estudia el resurgimiento de la extrema derecha en el proyecto Mudral, ha señalado que Milei no reivindica abiertamente la memoria de la dictadura militar en Argentina como lo hacen Bolsonaro en Brasil o Kast en Chile. Esto no es una diferencia menor tampoco…

Es verdad y volvemos a esa metáfora de que todos ellos son primos pero no hermanos.

En el componente militar, por lo menos hasta ahora, no es que Milei profese una defensa muy irrestricta de lo que fue eso.

Uno se centra en la figura de él, pero pensemos que también está tratando de armar algún grupo político. Con su vicepresidenta, Victoria Villarruel, la relación con el mundo militar es mucho más directa.

Es decir, que el proyecto político de Milei está en una etapa casi embrionaria y se corre hacia la ultraderecha...

Exacto. Y esos otros elementos ideológicos de la ultraderecha a veces no vienen del líder principal como Milei, sino de las personas que trabajan junto a él en levantar el proyecto que, como dices, es muy embrionario hoy.

Javier Milei habla durante un acto de campaña

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Con 30% de los votos, Milei logró el mayor apoyo en las primarias argentinas para elegir a los candidatos presidenciales de cada partido.

Pensemos que a Milei le quedan meses de campaña y ahí pueden ir decantándose otros elementos ideológicos.

Milei hace planteos como dinamitar el Banco Central argentino y dolarizar la economía, que no parecen encajar con un nacionalismo clásico. O permitir la venta de órganos, lo que tampoco parece encajar con una visión conservadora religiosa. ¿Son más diferencias con la ultraderecha de otros países?

A cada una de estas ultraderechas hay que entenderlas en sus propios contextos nacionales y el argentino tiene una peculiaridad importante: hay una crisis económica muy grande, con el problema histórico de la inflación.

Como Milei es un candidato radical, me parece lógico que para enfrentar ese problema defienda una idea radical como la dolarización y la eliminación del Banco Central.

También me parece lógico que la ultraderecha en Chile no se meta en esa temática, porque los problemas que tenemos son diferentes a los de Argentina.

Pero como conversamos antes, el aspecto libertario le da a Milei un énfasis peculiar en comparación con otras ultraderechas que tenemos en América Latina.

Y a veces estos planteamientos libertarios lo ponen en jaque con la cuestión moral. ¿Cómo podemos pensar que una persona anti aborto diga que se puede permitir eventualmente el comercio de niños o de órganos? Esas son las cosas que no cuajan bien.

¿Milei le quita votos a la derecha convencional argentina o capta votos antisistema de diferentes lugares del espectro ideológico?

En Europa muchos analistas plantean que el viejo voto socialdemócrata sindicalista giró hacia la ultraderecha. Eso empíricamente es bastante falso; sabemos que los votantes de Marine Le Pen en Francia, la AfD en Alemania o Vox en España generalmente votaban a la derecha tradicional, se sienten abandonados por esta y empiezan a votar por la ultraderecha.

Es una incógnita hasta qué punto ese argumento viene a América Latina. Sin embargo, las evidencias en distintos países nos dicen que el voto ultraderecha latinoamericano es una combinatoria de distintos tipos de votantes: uno que venía de la derecha convencional y gira a la ultraderecha, otro que es un voto bronca contra el "establishment" y un tercer tipo de votante que viene de un mundo de izquierda conservadora moralmente y por fatiga puede terminar votando a la ultraderecha.

Patricia Bullrich junto a Mauricio Macri y otros dirigentes de Juntos por el Cambio.

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Patricia Bullrich es la candidata de la centro-derecha tradicional argentina.

Necesitamos más análisis empírico para saber la proporción en cada caso. No me atrevería a decir el porcentaje dentro del voto de Milei, pero por lo que hemos visto pensaría que gran parte son votos protesta y hay que ver cuánto es un voto ideológicamente duro.

Una de las características de políticos como Trump o Bolsonaro que has señalado es que parecen mantener una fidelidad de sus votantes a prueba de errores. ¿Se aplicaría esto también a Milei o sería apresurado considerar el apoyo que obtuvo en estas primarias como votos seguros para él en octubre?

No me extrañaría que Milei mantenga el importante caudal de votos que tuvo en una elección presidencial.

Ahora, tengamos en consideración que movilizó 30% de los votos con una participación electoral que no fue tan elevada para la tradición de primarias en Argentina. Entonces, ojo que si subimos la participación electoral ese 30% puede disminuir.

No quiero decir que él tiene perdida la elección, pero creo que se le pone un poquito cuesta arriba.

Así como estos liderazgos generan una adhesion muy fuerte también generan tasas de rechazo muy importantes. Y esto es primordial para las segundas vueltas electorales, cuando los votantes solemos votar por el mal menor.

En una eventual votación de Milei contra quien sea, es muy probable que otras personas que no votaron a quien haya pasado terminen decantándose por esa otra opción porque quieren evitar que llegue la ultraderecha al poder.

En Chile, Kast ganó la primera vuelta contra Boric con una participación electoral de 45%. En la segunda vuelta la participación subió a 55% y Boric ganó por 10 puntos de diferencia.

Mucha gente votó por él para evitar que Kast llegue al poder. Es similar a lo que pasó en Francia cuando Macron le ganó a Marine le Pen.

Entonces, ¿hasta qué punto el resultado de las primarias argentinas representa una señal de avance de la ultraderecha en América Latina?

Buena pregunta. Creo que lo que hemos estado viendo en América Latina es que estas ultraderechas vienen creciendo: Milei hace cinco años no existía. Kast sacó 8% de los votos en 2017 y hoy está donde está.

Mi olfato político me diría que esta realidad llegó para quedarse. No me extrañaría que en muchos otros países de América Latina veamos un efecto dominó y estos liderazgos empiecen a ganarse un espacio en la arena electoral.

Simpatizantes de Milei con una bandera del candidato presidencial argentino.

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Rovira estima que gran parte de los votos de Milei son de "protesta" más que ideológicos.

Sin embargo, me cuesta pensar que en la gran mayoría de los países de América Latina esos liderazgos van a terminar conquistando el Poder Ejecutivo. Una cosa es que obtengan el 20%, 30% o 35% de los votos y otra que tengan el porcentaje suficiente para ganar.

Esa es la gran incógnita para octubre en Argentina: si ese 30% que tiene Milei es suficiente para eventualmente en una segunda vuelta lograr el Poder Ejecutivo.

Muchos en la región ven al presidente salvadoreño Nayib Bukele como ejemplo de mano dura contra el crimen. ¿Bukele también entra en el campo de la ultraderecha?

Si volvemos a la metáfora de los primos, Bukele es el que pareciera un poquito más lejano a la familia. Yo lo engarzaría dentro de la ultraderecha con una salvedad importante: sus orígenes.

Si uno piensa en los orígenes de Kast o Bolsonaro, siempre fueron de derecha y terminan montando su propio vehículo electoral muy a la derecha. Milei incluso siempre ha tenido posiciones a la derecha, sobre todo en cuestiones económicas que ahora combina con la cuestión moral.

Bukele, en cambio, parte un poquito a la izquierda, se posiciona contra el "establishment", termina defendiendo la mano dura y después lo combina con cuestiones muy conservadoras moralmente.

Bukele ha ido girando hacia posturas muy hacia ultraderecha, por eso lo posicionaría dentro de ese gran conglomerado.

¿Qué lección debería tomar la clase política tradicional latinoamericana en general frente al surgimiento de figuras como Milei?

Una primera lección es que la gran mayoría de las veces estos actores ganan no siempre por la agenda económica, sino más bien por la agenda cultural: cuestiones como el aborto o el matrimonio igualitario han venido ganando terreno en América Latina y ya no prima solo la cuestión económica de Estado o mercado.

Sergio Massa

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Sergio Massa, ministro argentino de Economía, es el candidato presidencial del peronismo.

Segundo, hay un malestar muy generalizado contra la capacidad de los políticos para escuchar las demandas de la ciudadanía.

Estos actores de ultraderecha conectan con esas sensibilidades, proponiendo muchas veces soluciones que van a generar más problemas. Entonces la clase política de América Latina tiene que entender mejor esas problemáticas.

El tercer punto es que una de las demandas transversales en América Latina tiene que ver con el crimen organizado y ni la izquierda ni la derecha convencional han logrado proponer soluciones de largo plazo que sean compatibles con el sistema democrático.

Es otro gran talón de Aquiles.

Has escrito que estos liderazgos de ultraderecha, de llegar al gobierno, pueden desembocar en “regímenes competitivos autoritarios”, donde sigue habiendo elecciones pero gobiernan más como dictadores. ¿Esto no puede pasar también con liderazgos de izquierda?

Por cierto que sí, Venezuela es el mejor ejemplo: quien construyó el regimen competitivo autoritario venezolano fue la izquierda y no la derecha.

Pero hoy si uno analiza el panorama global de erosión de los sistemas democráticos, proviene bastante más desde la ultraderecha que de la ultraizquierda.

Incluso en América Latina la ultraizquierda no está muy bien posicionada electoralmente. Más bien las ultraderechas han venido ganando terreno. Sabemos por la evidencia comparada que ponen en riesgo los regímenes democráticos y pueden provocar procesos de gradual erosión democrática.

Es un tipo de riesgo diferente al que plantearon la derecha o las dictaduras de los años 60 o 70, cuando simplemente querían desmoronar el espacio político.

Y con esto no quiero decir que las ultraizquierdas no sean peligrosas.