lunes, 13 de febrero de 2017

¿QUÉ LE ESPERA A VENEZUELA?

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ

El ahora-aquí.

¿Qué pasará con el país?, ¿Cuándo se acomodarán las cosas?, ¿Cuándo volveremos a vivir en forma normal?, ¿Cuándo nuestros hijos andarán tranquilos en las calles?, son las preguntas que se hacen numerosos venezolanos. Al igual que los que se han ido -según el caso de los que deseen volver-: ¿Cuándo podré volver y vivir con relativa tranquilidad? En contraposición, los ejecutores de la administración bolivariana y el presidente Maduro, en particular, piensan que en la nación se vive un milagro, en el sentido de haber logrado grandes cambios económicos y sociales, cuyo componente fundamental seria la incorporación de grandes masas de pobladores al disfrute de la riqueza nacional con la correspondiente consecución de un más alto nivel de vida. ¡Nada más alejado de la realidad! Este relativo optimismo se contrapone a un gobierno –la administración bolivariana- excesivamente particular en sus fines y considerablemente confuso en sus métodos y logros (ver Eduardo Ortiz Ramírez. La economía y la administración Maduro. https://www.academia.edu/31147100/LA_ECONOM%C3%8DAY_LA_ADMINISTRACI%C3%93N_MADURO). La administración del caso considera, así, que lo está haciendo ampliamente bien. 

Los altamente optimistas sobre como están y estarán las cosas de la economía y la sociedad, generalmente están asociados al oficialismo en sus fines, propuestas y actividades. Si hay colas, se hacen, y si la escasez es innegable, existe el recurso de la guerra económica a la que nos enfrentan la derecha, los empresarios y el imperialismo. Para este grupo social, las perspectivas del país están condenadas al éxito. Pueden ser de variado tipo, pero algunos de los optimistas forman parte de sectores que nunca fueron atendidos por administraciones anteriores de las más recientes antes de 1999 y que en esta administración se han beneficiado de políticas sociales o del  populismo. Más aún, la estrategia comunicacional de la administración bolivariana alcanza en estos sectores a mantener expectativas altas sobre la futura solución a sus problemas (sea cierto o no, o haya disminuido o no el margen grupal del efecto).

A lo anterior se le añade la anomia y la indiferencia ante el contexto. Personas que no leen prensa, no oyen informaciones y -peor aún- no les interesa lo que pasa a su alrededor. Esto lo ha fortalecido la administración bolivariana, gestionando la adquisición de medios televisivos y prensa, que se ofrece seguirán informando para todos, pero una vez se ejecuta la transferencia de propiedad comienzan los despidos y la censura.  La indiferencia puede ser total o también asociada a solo leer el periódico que saca tal o cual alcaldía y considerar que con eso basta. La vieja idea de que eso no me afecta, no me interesa o me preocuparé cuando me toque a mí, llevan a esta especie de refugio cómodo en el desconocimiento de lo que pasa alrededor o de la existencia de puntos de vistas alternos.

Este contexto es, en parte, el resultado de las ideas del bolivarianismo inicialmente difundidas por el presidente Hugo Chávez y hoy día se encuentran en las figuras de sus continuadores y del Presidente Nicolás Maduro. Se entusiasmó a una porción alta de la población venezolana, dadas las ofertas de crear una verdadera democracia, acabar con la corrupción y la llamada democracia de partidos. Honor, pulcritud, comedimiento, eficiencia en la administración pública, oportunidades de una repartición más equitativa del ingreso, fueron las ofertas iniciales en 1998 y 1999. Muchos acogieron estas ideas como suyas y les profesaron esperanzas. Transcurridos más de dieciocho años los entusiasmados son muchos menos y no todos lo que se mantienen presentan la inocencia y honestidad que hubo en sus tiempos iniciales. La problematización económica, social y política después de más de tres lustros enfrenta a los venezolanos -sino en su mayoría- en una porción por lo menos de uno a uno ante la frustración de esperanzas no materializadas por un proyecto que, además de las ideas señaladas, hizo renacer el militarismo, superponiendo lo militar a lo civil, en el contexto de las democracias insuficientes de América Latina y Venezuela. Capitalismo de estado, aumento de la corrupción, deterioro de los servicios, profundización de la dependencia petrolera y del rentismo, controles permanentes aumentados en áreas de la mayor relación con la riqueza nacional, como el manejo de las divisas obtenidas del rentismo, son parte de la nueva frustración presente en muchos venezolanos a pesar de la comodidades de algunos y las incondicionalidades de otros.

Tal tipo de ideas del bolivarianismo se expandieron en los ochenta y los noventa, al haber desaprovechado la nación el período que se vincula a los inicios de la industrialización y la democracia desde finales de los cincuenta hasta mediados de los setenta. Trabajo, orden, limpieza, posibilidades de expandir la economía y los proyectos de inversión, estuvieron presentes en este periodo. Autopistas, industrias, escuelas y hasta las ideas e iniciativas de crear un Metro para Caracas, surgieron de esos años a pesar del rentismo. Pero la sociedad venezolana no tenía albergado el consenso, y el resentimiento y el radicalismo político de quienes no veían esos resultados como desarrollo –parte de los grupos políticos e individuos relacionados con esta posición, se encuentran hoy en el ejercicio del poder político- hicieron su parte para horadar un proyecto en curso que encontró su alteración definitiva en las bases más profundas de la renta petrolera al convertirse en un distribucionismo exacerbado a partir de mediados de los setenta. Como señaló D.F. Maza Zavala, el trabajo -en el contexto de la Gran Venezuela de la Primera administración de Carlos Andrés Pérez de 1974 a 1979- fue sustituido por el dinero fácil, que además pasó a formar parte del impulso de la corrupción.

¿Qué cosas tendrán que arreglarse?

Lo que deberá atenderse y reconstruirse después que finalice la administración bolivariana es significativamente amplio, pero puede enfocarse en asuntos inevitables o en algunos de los fundamentales. No es fácil arreglar un país. No es sencillo encontrarle a una nación un rumbo extraviado desde hace décadas, con resultados de empobrecimiento de manera importante en los últimos dieciocho años. Es empedrado para caminar, el caso de una nación donde su administración actual y sus simpatizantes, muestran una notable indiferencia –o dan explicaciones “convenientes”- en cuanto al destino de más de 1 billón (millón de millones) de $ ingresados por concepto de petróleo en alrededor de 18 años.

Las siguientes son –aproximativamente- algunas de las áreas donde deberá haber énfasis, detenimiento, trabajo, consenso y cambios importantes.

Rentismo y sectores.  Venezuela seguirá teniendo y disfrutando del petróleo. Al ser controlado por el Estado y gobierno de turno se continuará presentando el rentismo que le indica a los buscadores de renta que en el área estatal es donde se encuentra la renta y el dinero. Es asunto viejo pensar que hay que darle impulso a otros sectores de la economía. Lo que en décadas se logró en desarrollo sectorial ha desaparecido o se ha visto alterado de manera importante. Productos de las áreas automotriz, metalmecánica, construcción o química, en los cuales se habían alcanzado logros de producción y de exportación, han vuelto a convertirse en objetivos a alcanzar o retomar. La administración bolivariana ha sido particularmente deformadora de la estructura productiva que se había alcanzado colocando a variados sectores hoy día a punto del colapso. No hay instrumentos ni política que solucione esto en días o semanas, se requerirán años y lustros. Así, la Venezuela Post-rentista es una temeridad o una oferta demagógica y lo que se debería buscar es que los efectos negativos del rentismo sean compensados por los positivos, que deriven de una mejor organización sectorial.

Instituciones. BCV y ministerios. El proceso atroz de desinstitucionalización observado en los más de dieciocho años de administración bolivariana ha producido el descalabro de variadas instituciones. El BCV se ha deteriorado grandemente en funciones, sentido y gestiones. Ahora hemos oído que la autonomía de un Banco Central es una especie de invento malévolo del capitalismo. El antiguo Cordiplan y variadas Oficinas y ministerios están considerablemente deteriorados. PDVSA de tener una caja negra pasó a convertirse en una caja de Pandora. La Cancillería, por su parte, ha acumulado ingentes problemas de funcionamiento y sentido. A finales de los noventa, Venezuela estaba necesitada de un impulso y desarrollo institucional considerable, para cualquier reestructuración futura habrá que recuperar las instituciones que se pueda e iniciar con otras desde cero.

Controles y formación de precios. Una amalgama impresionante tiene Venezuela actualmente, en la interrelación de formación de precios, controles, mercado cambiario, deformaciones estructurales de la producción asociadas a la desindustrialización, escasez, valores y comportamiento ciudadano. Esto no lo solucionará una idea extrema de libre mercado ni el invento de controles adicionales a los perniciosos ya desarrollados por la administración bolivariana. Si bien la economía presenta una dolarización informal, el dólar paralelo no es el único determinante de la inflación (un punto de vista favorable y discutible sobre la dolarización puede verse en César R. Gallo P. Dolarización y pobreza en Venezuela www.prodavinci.com;  10 de febrero, 2017). Venezuela en 2017 –y ya desde 2016- se encuentra claramente en hiperinflación, pues para ello no es necesario que estemos en los terribles cuatro dígitos; la intensidad y velocidad de los aumentos de precios, la desvalorización del dinero y la actitud de distintos agentes económicos en la búsqueda de alternativas a esta última, lo permiten afirmar. Desmantelar el control de cambios que ha sido un generador de alteraciones productivas, a la vez que de corrupción así como un arma de control político puede hacerse de un día para otro, pero los efectos de ello serán notables en distorsión, confusiones y alteraciones productivas. Lo dramático es que va a tener que suceder. Igual que en otros precios, donde se deberán quitar controles, pero no siempre el mercado va a brindar los mejores o más rápidos equilibrios, según los casos. Los agentes económicos –empresarios, consumidores y gobierno- deberán reeducarse para canalizar la formación de precios relativos, 

Autonomía de poderes. Igual que en otros casos, la administración bolivariana ha convertido la autonomía de los distintos poderes en algo sin sentido. Simplemente -según su óptica- debe haber parcialidad y no hay nada más que discutir. Viéndolo con un ejemplo particular es más o menos lo que los administradores cubanos decían y ejecutan sobre la prensa: los periodistas de los medios oficiales -que son los permitidos- deben estar parcializados hacia el gobierno y no hay nada más que plantear. Nombramientos adecuados a los cargos, misiones, respeto y sentido de autoridad será parte fundamental de lo que haya que retomar, recuperar o desarrollar en los lustros venideros a cualquier cambio de administración en Venezuela. Ello implicará regresar a nociones elementales de la autonomía de los poderes públicos por los que ha transitado la humanidad en por lo menos los últimos doscientos años.

Educación. La administración bolivariana ha buscado convertir la educación en lo que alguien ubicó alguna vez como un Aparato Ideológico de Estado. Igual que en Cuba, donde a pesar de habérsele asignado ese rol, ni surgió el hombre nuevo ni los ciudadanos dejaron ni dejaran de pensar en abandonar el país (de interés Yoani Sánchez, Medir la desesperanza www.14ymedio.com, La Habana | Febrero 12, 2017). Los esfuerzos de aquel intento no siempre han sido procesados, sea por el descaro o la resistencia de la sociedad civil. Pero desde el área primaria hasta la universitaria, se ha ido formando un sector dual en cuanto a lo que se enseña en uno y otros lugares y que -en los controlados por la administración bolivariana- tiene que ver en momentos o puntos con claro proselitismo político. En docentes, alumnos e instituciones tendrán que haber cambios notables para retomar o desarrollar un verdadero sentido de la educación en pro del desarrollo del país. Es con recursos humanos preparados técnicamente en distintos niveles y áreas, como se desarrolla una nación y esta gana el respeto a nivel internacional, no es con manuales de adoctrinamiento o proselitismo político.

Militarismo. Con la idea de la unión pueblo y ejército, los militares han pasado a ocupar y desempeñar en la actual Venezuela posiciones y actividades para las cuales no existe percepción que se acople a la idea de su sujeción al poder civil ni a su razón de existencia. Privilegios y beneficios no siempre justificados están, además, permanentemente referidos y sentidos por la opinión pública y la comunidad. Esto deberá cambiar e incluso ejecutarse cambios a lo interno del organismo militar. No será un proceso fácil ni exento de discrepancias, pero es indudable que la nación deberá asumirlo.

Comentario final.

Las sociedades avanzan, evolucionan o se problematizan en la medida en que las ilusiones y deseos –según sean convenientes o distorsionadas, de avanzada o de retroceso- se convierten en proyectos de desarrollo, se unen voluntades para la materialización de los mismos y esta última permite encontrar -en los casos de éxito- la llamada por los neo institucionalistas dependencia de ruta. A excepción de algunas décadas del siglo XX como las del sesenta y setenta no se encuentran en la historia nacional de la última centuria, períodos donde se anduviese cerca de tal encaminamiento hacia el desarrollo.

Numerosos elementos positivos podrían destacarse en el tránsito de los últimos doscientos años tenidos por Venezuela y sus habitantes (Independencia política, avance institucional, urbanización, alfabetización eliminación de enfermedades, crecimiento económico y grados de desarrollo, oportunidades de avance para personas y familias, aumento de la atención a los marginados y excluidos de políticas de mejoramiento social, son solo parte de ellos). Pero más importante en esta nota es resaltar la necesidad que hoy se tiene de albergar una nueva línea de actuación que pueda convertirse, en base al consenso, en un proyecto que, por distintas vías, pudiera volver a unir esfuerzos en pro de combatir la anomia y lograr la exaltación para impulsar el crecimiento y  desarrollo.

Nadie se arrepiente, nadie rectifica en la sociedad venezolana del rentismo. Nadie lo hace, porque la mayoría sabe dónde está el dinero, y los que han sido los mismos de siempre, esperan regresar allí. Solo la flexibilidad, el realismo, el consenso y una adecuada política económica permitirán enrumbar a Venezuela por caminos de mayor éxito. Lo más fácil es indudablemente tener optimismos o pesimismos exagerados. Lo más difícil es recuperar el desarrollo perdido, convertirlo en perdurable, reencaminar el país adecentando el comportamiento de dirigentes y dirigidos así como eliminar o reducir considerablemente la alta inseguridad personal, social y económica, entre otros elementos. Pero todo esto es distinto a lo que hace la administración bolivariana.

@eortizramirez









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