domingo, 24 de marzo de 2019

LA INTEGRACIÓN, LOS IZQUIERDISTAS NOVELEROS[1] Y PROSUR: ¿Qué tanto se puede esperar?


LA INTEGRACIÓN, LOS IZQUIERDISTAS NOVELEROS[1] Y PROSUR: ¿Qué tanto se puede esperar?

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ







De las cosas más naturales, pero también de las menos convenientes que podían pasarle  a la integración latinoamericana en la primera década de los años dos mil, después de numerosos fracasos, esfuerzos e intentos por impulsarla, estaba el que cayera bajo el estímulo, conducción o zarandeo de parte de los restos y resultados traumáticos de la tampoco exitosa izquierda latinoamericana[2]-

Ello llevo a enfocar, bajo perspectivas integralistas, totalizantes o “no economicistas”, según sus agentes, lo que en términos estrictos debe implicar siempre al comercio y al desarrollo. Los proyectos de integración, que habían comenzado en los sesenta y setenta con perspectivas omniabarcantes[3] volvieron así, en los dos mil, a recorrer los caminos de quererlo solucionar todo sin solucionar nada realmente. Para ello, resultaron para algunos muy apetecibles los dólares petroleros de  Venezuela y el voluntarismo jactancioso y nada respetuoso de procedimientos que tenía el presidente HC. Basta recordar su ofrecimiento en la cumbre de Mar del Plata prometiendo, para crear un fondo de apoyo con numerosísimos fines (económicos, sociales y humanitarios), de nada más y menos que 10.000 millones de dólares (increíble, para quienes entienden de cifras a nivel internacional). Obviamente que ante tamañas ambiciones y propuestas, lo que mejor calzaba era apuntalar una perspectiva sistémica (en su sentido contrario), que pudiera enfrentarse al malvado capitalismo y a su hermano natural: el imperialismo.  Correspondientemente, surgieron organizaciones, instituciones o instrumentos como UNASUR, CELAC y cualquier otro semejante cuyo fin era –o terminó siendo-,  fundamentalmente, representar foros políticos para la defensa e impulso de aquellas posiciones e intereses. Pero, contrariamente a ideas mal conceptualizadas y más difundidas de lo debido, no eran organismos de integración económica y social –incluso si se tratase de ser amplios en el concepto-. UNASUR se desempeñó así, mayormente, como un foro para el manejo burocrático de intereses políticos.

Su respaldó en figuras del izquierdismo novelero, que a los efectos estuvo representado por el presidente Lula de Brasil, quien con su experiencia política no pudo evitar entrar en la redes de la corrupción, pero, además, jamás iba a alterar ese pragmatismo institucionalizado que con todo derecho -por lo demás- ejecuta con frecuencia Brasil en cuanto al comercio y la integración; esté allí el presidente que esté. Los otros estuvieron representados por unos izquierdistas/peronistas bastante curiosos, como son los experimentados esposos Kirchner (también de manera impresionante en proceso y recordatorios de corrupción, según el caso). Y el tercero, no olvidando el caso de Bolivia, sería el líder del dinero ya señalado: el presidente HC de Venezuela, que construyó un legado para que esta fuera de mal en peor, llegando a la terrible situación actual de la misma, con un resultado de suspensión/expulsión dentro del propio MERCOSUR en las dinámicas y secuencias tenidas durante la particular administración de NM; continuadora, por lo demás, de las gestiones y posiciones de aquel, mientras Brasil y Argentina siguen en sus innegables esfuerzos para mejorar variables y procesos. Visto así, la desaparición de UNASUR –en proceso pero inevitable[4]- pasa a representar un logro a pesar de que fue su propio sentido, estructura, matiz y uso, lo que estuvo en la base de tal desvanecimiento, representando lo peor de lo peor en confusiones e intentos en cuanto a la integración latinoamericana.

Es en los sentidos anotados donde la propuesta, aparición y conformación de PROSUR adquiere gran relevancia. Más aun, pues ello coincide con la gran crisis presente en la sociedad venezolana desde hace varios años y pronunciada desde inicios de 2019, a la vez que con la perspectiva de conformación de nuevas esperanzas y proyectos que puedan sustituir los fracasados y en ejecución desde hace más de 20 años.

Los jefes de Estado de Argentina, Brasil, Chile (Anfitrión), Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú iniciaron en Santiago de Chile el viernes 22 de marzo el encuentro de Presidentes de América del Sur que pretende finiquitar la UNASUR y poner en marcha un nuevo proyecto de integración regional, el PROSUR. La reunión del llamado Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina (PROSUR), comenzó con el primer punto de la agenda del día, el “Diálogo para la coordinación y colaboración en América del Sur”, que se desenvolvió en abierto a los medios de comunicación. Debe resaltarse que todos los presidentes de Suramérica fueron invitados a este encuentro, a excepción de NM, pero solo estuvieron presentes los mandatarios de los seis países que, además de Chile, han abandonado en los últimos meses la UNASUR[5].

Así, siete presidentes de Sudamérica firmaron la declaración de Santiago para crear el PROSUR la cual enuncia la voluntad de "construir y consolidar un espacio regional de coordinación y cooperación, sin exclusiones, para avanzar hacia una integración más efectiva" que contribuya al "crecimiento, progreso y desarrollo" de los países de Sudamérica[6]. Puede observarse la intención que se persigue, sin embargo, no hay a esta altura mayores precisiones y la de sustituir a UNASUR sumerge la propuesta en interrogantes adicionales dado lo hecho y lo no hecho por esta última, según sus propios preceptos de funcionamiento.

Debe señalarse que la declaración firmada en la sede del Gobierno de Chile, el palacio de La Moneda, expresa la voluntad de "construir y consolidar un espacio regional de coordinación y cooperación, sin exclusiones, para avanzar hacia una integración más efectiva" que asista al "crecimiento, progreso y desarrollo" de los países de Sudamérica, las cuales no pasan de ser expresiones bastante generales y que lo deseable para beneficio de PROSUR y la región, es que se pudiesen alcanzar mayores y no tardías precisiones, no cayendo en las amplias declaraciones que tipifican los ámbitos latinoamericanos, según hemos precisado más arriba. Las materias de infraestructura, energía, salud, defensa, seguridad y combate al crimen, prevención y manejo de desastres naturales fueron enumeradas como prioritarias.

Los ministros de Relaciones Exteriores de los países firmantes recibieron el mandato de profundizar el diálogo para implementar gradualmente el PROSUR. También debe señalarse que los vicecancilleres de Bolivia, Uruguay, y el embajador de Surinam en Cuba, no firmaron la Declaración por haber participado en calidad de observadores, pero continuarán presentes en todas las instancias próximas de dialogo y pueden firmar su ingreso si fuese la decisión de sus naciones. Chile asumió la primera presidencia "pro tempore" del  organismo por los próximos 12 meses, periodo tras el que le pasará la presidencia a Paraguay[7] .

No puede separarse la inevitable desaparición de UNASUR, de las acciones que es conveniente tomen las naciones de la región para ayudar a los necesarios e imprescindibles cambios que deben darse en Venezuela y, en ello, la conformación de PROSUR tiene su alta significación. Pero esto último y las necesidades de impulsar distintos mecanismos para promover la tambaleada integración latinoamericana, pues sus proyectos en curso presentan distintos problemas a atender o no resueltos entre sus miembros y cuyas soluciones, ni total y ni siquiera en parte, las va a brindar fácilmente la existencia de aquel. No hay integración perfecta, pero ella apremia a que se atiendan tales problemas y desafíos en las relaciones comerciales y de otro tipo entre los países de la subregión.

Es buena la iniciativa de la creación de PROSUR, pero tampoco significa solución inmediata o automática a numerosísimos problemas que existen en los perfiles comerciales y de la integración en América Latina o en grupos de sus países[8].




25 de marzo de 2019
@eortizramirez
eortirzramirez@gmail.com





[1] Esta expresión la usamos sin querer señalar que este tipo de posturas han debido avanzar más en la línea de las izquierdas o gobiernos tradicionales de este tinte, sino por su grado de indefinición y de actuaciones ambiguas.
[2] Ni cuba, ni Bolivia, ni Nicaragua, ni mucho menos Venezuela son éxitos. Tampoco las innumerables experiencias armadas, que buscaron imitar el particular caso cubano y que terminaron en cosas algo distintas a sus inspiraciones iniciales, en su sentido y actividades abarcadas.

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