AVEX y Rafael Caldera: 48 años después.-
Venezuela, buscaba abrirse al
mercado externo como una palanca al desarrollo y al avance tecnológico del
momento
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JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
09/12/2021 05:00 am
AVEX y Rafael Caldera: 48 años después.-
Venezuela, buscaba abrirse al
mercado externo como una palanca al desarrollo y al avance tecnológico del
momento
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JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
09/12/2021 05:00 am
Mail: fgap1749@gmail.com
Podríamos asumir, con algo de optimismo, que la dinámica mundial podría resultar más esperanzadora, si el enfrentamiento con China se orienta por una senda de competencia creativa y generadora de bienestar, como podría ser el caso con la reciente decisión de la Unión Europea (UE), de aprobar el ambicioso proyecto de la Puerta Global (Global Gateway), y la iniciativa del presidente Joe Biden de invitar a un centenar de líderes del mundo, a una conferencia virtual para reflexionar, entre otros, sobre el futuro de la democracia y el desafío que generan los gobiernos autoritarios.
Tales iniciativas, con potenciales beneficios para los países en desarrollo y la institucionalidad democrática, podría ayudar a limitar la atmosfera conflictiva que está estimulando el presidente de China Xi Jinping, en su estrategia encaminada a fortalecer el liderazgo de su país a escala mundial, con una actitud más directa y agresiva, que presenta la Ruta de la Seda como el proyecto emblemático; aprobado en el 2013, en el que participan aproximadamente 70 países, en su mayoría en desarrollo, pero también algunos miembros de la UE como Italia, España, Portugal y Grecia.
Por otra parte, la estrategia expansiva china también contempla posiciones más agresivas, incluso de carácter militar, como son los casos: del expansionismo en el mar meridional, la presión sobre Hong Kong, los choques militares en la frontera con la India y las crecientes amenazas a Taiwán. Acciones que están orientando las relaciones con occidente en el peligroso esquema de la trampa de Tucídides, generando la incertidumbre de un potencial enfrentamiento militar de consecuencias impredecibles.
Conviene resaltar que las iniciativas de la UE y los Estados Unidos, pueden representar un cambio cualitativo, al abordar la relación con China de forma más integral, tratando de definir límites, sin menospreciar las oportunidades que puede conllevar el relacionamiento económico con la poderosa potencia asiática.
Con la iniciativa de la Puerta Global, la UE va conformando una estrategia proactiva, orientada, tanto a definir límites al expansionismo chino, particularmente a la Ruta de la Seda; como a construir una relación equilibrada frente al eje geopolítico del Asia Pacifico que crece significativamente. En la estrategia, además del nuevo proyecto de la Puerta Global, se suman el acuerdo de Libre Comercio suscrito con Japón, un actor fundamental en el escenario asiático; pero también el acuerdo de inversiones negociado con China y pendiente de las aprobaciones formales.
En el marco de la Puerta Global, la UE contempla invertir en los próximos cinco años unos 300 mil millones de euros en proyectos de infraestructura, energías limpias, educación, transporte, protección ambiental; con la activa participación del Fondo Europeo del Desarrollo Sostenible y la progresiva incorporación de capitales privados.
Al presentar el proyecto la Unión Europea ha destacado, entre otros, que la Ruta de Seda china se ha convertido en una trampa financiera, con créditos, que en un primer momento se presentan favorables y luego generan una creciente dependencia con China y sujetos a su discrecionalidad, toda vez que no hacen parte de las reglas del Club de Paris; por el contrario, el proyecto europeo de la Puerta Global funcionará bajo la modalidad de subvenciones.
Por su parte, el presidente Joe Biden está convocando a unos 110 jefes de gobierno y líderes, para una conferencia virtual, a los fines de reflexionar sobre el futuro de la democracia y sus principales desafíos, en particular la amenaza que representa la geopolítica del autoritarismo contra los valores del orden liberal internacional. Conferencia que se efectuará, mediante paneles de trabajo y sesiones plenarias, el jueves 9 y viernes 10 de esta semana.
Tanto el proyecto de la Puerta Global que la Unión Europea acaba de aprobar, como la iniciativa del presidente Biden, que incluye como uno de los temas de la agenda la coordinación frente al desafío chino, proyectan un ambiente que estimula una competencia creativa e incluyente, en la medida que contemplan una activa participación de los países en desarrollo, actores fundamentales en el esquema de expansión chino a escala global.
Ahora bien, no podemos desconocer que las democracias occidentales están reaccionando tarde y con limitaciones, por la débil coordinación, frente al enorme expansionismo de China a escala mundial, que lleva años avanzando y con muy hábiles estrategias.
Por un largo tiempo, desde los años de Deng Xiaoping, con muy bajo perfil, el “soft power”, la cara amable y cooperativa de China, que con financiamiento en condiciones favorables y mucha cooperación técnica y tecnología, ha logrado penetrar la gran mayoría de países en desarrollo, pero también las economías desarrolladas.
China representa para la gran mayoría de los países en desarrollo el principal socio comercial tanto en las importaciones de los bienes primarios, como en la venta de los productos manufacturados y alta tecnología; pero también se está transformando en el principal inversionista en proyectos fundamentales de infraestructura, energía y recursos naturales.
Los países occidentales y con ellos los valores del orden liberal que privilegia las libertades, la institucionalidad democrática y los derechos humanos, han perdido terreno, facilitando la expansión amarilla por el planeta. La Unión Europea concentrada en sus problemas internos, que han alcanzado su máxima expresión con el retiro del Reino Unido y Estados Unidos en sus contradicciones internas que ha exacerbado Donald Trump con el aislamiento que ha posicionado en la agenda nacional con su “América first”.
Han sido muchos años de indiferencia frente a los graves problemas que enfrentan los países en desarrollo, algunos de ellos producto de los tiempos de dominación colonial. Luego, la pandemia del covid-19, que representaba una oportunidad para un sólido y masivo apoyo en múltiples ámbitos a favor de los países en desarrollo, con especial énfasis en los más vulnerables, ha sido desaprovechado.
Lamentablemente lo que observamos ha sido el predominio de una actitud racional egoísta de controlar los recursos sanitarios y, en particular, monopolizar las vacunas, abandonado la gran mayoría de la humanidad a su suerte. Posición irracional, pues la anhelada inmunidad de rebaño no se logra exclusivamente a nivel nacional en un mundo globalizado e interdependiente.
China, por el contrario, ha desarrollado estrategias hábiles y creativas que han fortalecido su liderazgo internacional, abonando a favor de la geopolítica del autoritarismo, como han sido los casos de las llamadas: “diplomacia de las mascarillas” que conllevó un apoyo inmediato en material médico y sanitario y, luego la “diplomacia de las vacunas”. Toda una dinámica efectiva de cooperación y control que ha desplazado una vez más a los países occidentales.
El proyecto europeo de la Puerta Global, podría sentar las bases para un punto de inflexión en las relaciones con los países en desarrollo y de esa forma lograr definir limites concretos a la expansión china. En la conferencia sobre la democracia se podría establecer un proyecto más amplio, con la participación de todos los países democráticos occidentales, un nuevo Plan Marshall, para ayudar a los más débiles a enfrentar las graves consecuencias sociales que está generando la pandemia y, paralelamente, promover los valores liberales profundamente amenazados por la geopolítica del autoritarismo.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
El Programa Mínimo Común: 1958
Este programa dio sus frutos en ese
primer quinquenio el cual tuvo un liderazgo dotado de clara determinación y
capacidad estratégica para el cumplimiento de los objetivos.-
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JESÚS E. MAZZEI
ALFONZO
02/12/2021 05:00 am
La clase política o
elite del año 1958, tenía claro que país había que construir, poseían una
visión, sentido, capacidad y autonomía estratégica. Ellos examinaron el proceso
de modernización iniciado en 1936: con los altibajos de los distintos procesos
democráticos llevados a cabo en esa época y además, venían de un profundo
proceso de aprendizaje y el peso que va tener el desarrollo del proyecto
militarista: el Nuevo Ideal Nacional, que era llevar a cabo el proyecto
octubrista, bajo las directrices de las FF.AA. Entonces, que país se quería
construir a partir de 1958, era pues, el propósito del estamento político de
ese año. Una modernización en democracia.
Los líderes del año 1958,
critican el proyecto del 48-58, porque se baso en una modernización
fundamentalmente en obras públicas construidas y concentradas en Caracas, y
dejando de lado, otras variables socio-económicas de desarrollo de la sociedad
venezolana y conculcando las libertades públicas.
El nuevo proyecto del año 1958
hace una profunda autocritica y enuncia cinco objetivos fundamentalmente:
Respeto al resultado y defensa del gobierno surgido de las urnas, gobierno de
unidad nacional, programa mínimo de gobierno, tregua política y convivencia unitaria
y con ello, generar un gran consenso nacional.
Para tal fin, se plantean
varias políticas públicas a formular e implementar, en el quinquenio del año
1959-64 y que sirviera de base para los siguientes años.
Por una parte, una carta
fundamental que incluya la defensa de los Derechos Económicos y Sociales,
regularizar las relaciones Iglesia y Estado, una reforma administrativa, visto
los complejos problemas de gobernar y gobernabilidad de aquel entonces,
elaborar un proyecto constitucional consensuado.
En otra parte del programa,
una política económica, donde el estado tiene un papel fundamental en lo fiscal
y monetario, pero reconociendo el rol primordial que cumple el emergente sector
privado y el sentido, de estimular las inversiones extranjeras que coadyuven al
desarrollo nacional. Para ello, se plantea, un plan de desarrollo económico
integral que va abarcar todos loas actores y factores de producción del aquel
momento y las diferentes variables vialidad, sanidad, educacional, agropecuaria,
industrial, se plantea una reforma agraria y modernización del sistema
tributario etc.
Política petrolera y minera
bien estructurada, que buscará revisar las relaciones entre el estado y las
empresas transnacionales que aquel momento manejaban el negocio petrolero y
crear una empresa nacional petrolera (cristalizará en la creación de la
Corporación Venezolana del Petróleo y la creación de la OPEP).
Una política social y laboral
integral que tome en cuenta, el cambio de las relaciones obrera-patronales, el
rol cada vez más activo de la mujer en el mercado de trabajo y la reforma de la
Ley del Trabajo del año 1936.
Una Política educacional
innovadora como nunca antes. Intervención del Estado en la educación sin
detrimento del principio de la libertad de enseñanza, entre otros aspectos.
La Política militar,
constituirá en un constante perfeccionamiento técnico y modernización de las
distintas ramas de las de la Institución armada. Afianzar su rol institucional
y no partidista e ideológico, como lamentablemente se ha desvirtuado en estos
22 años de la mal llamada revolución bolivariana.
Por otra parte, una política inmigratoria eficaz, que tome en cuenta las
verdaderas necesidades del país de sangre extranjera que contribuya en la
creación de infraestructura y conocimiento y finalmente, una política exterior,
que obedezca a los interés nacionales y no subordinarse a potencias extranjeras
o a países en una clara referencia la subordinación y sumisión como la de hoy
en día. Esta política, tendrá como lineamientos: la paz y la cooperación,
respaldo a la autodeterminación de los pueblos, Adhesión de los compromisos
bilaterales y multilaterales del país, respecto al rol jugado por la ONU y a la
OEA; esto es la diplomacia multilateral y adhesión a la solución pacífica de
los conflictos, establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con
todos los países y fomento de políticas de intercambio comercial y la
celebración de convenios bilaterales con otras naciones, utilizando el petróleo
y otros minerales y productos agropecuarios como instrumento de comercio y
cooperación internacional.
Al mismo tiempo, este programa
dio sus frutos en ese primer quinquenio el cual tuvo un liderazgo dotado de
clara determinación y capacidad estratégica para el cumplimiento de los
objetivos y realización de este programa mínimo, que si se quiere, ha quedado
eclipsado por el significado del Pacto de Punto Fijo, pero es el complemento de
aquel, porque ambos están interrelacionados. Esta élite política tuvo
auctoritas de la que carece la actual, que no es una élite sino grupo
hegemónico de poder excluyente, que tuvo una clara definición de los retos que
enfrentaban en los difíciles años de 1958-1964, sólo para empezar y que
enrumbaron a la nación venezolana, con un balance positivo a pesar de a algunas
errores que como toda obra humana la cual no es perfecta sino perfectible, y
que comparadas con un balance con la revolución bolivariana en diferentes
variables (económicas, sociales, políticas, de infraestructura entre otras) saca
una nota sobresaliente en todas las políticas y realizaciones públicas.
Además, la comparación de la
calidad de las élites del año 58, con la actual, es incomparable no tiene un
parámetro de comparación, la de ese año es superior en calidad intelectual, saldo
de gestión, obra física entre otros patrones de medición. Un balance abrumador
en la sumatoria de sus ejecuciones y consecuencias para el desarrollo y
modernización del país. Hoy lo que hay es una casta que ha destruido al país,
con una calidad política e intelectual pésima.
jesusmazzei@gmail.com
Mail: fgap1749@gmail.com
No exageráramos al resaltar el impacto que están generando los recientes acontecimientos políticos en Chile, que luego de ser considerado por varios años “la Suiza política de la región”, un país de certidumbres, ha entrado en una fase de inestabilidad que se exacerba con los resultados de la primera vuelta de las elecciones generales, celebrada el pasado 21 de noviembre, donde los radicalismos se han impuesto, lo que genera perspectivas francamente desalentadoras sobre el futuro del país.
Pareciera que se han desvanecido las opciones de centro, que por varios años han predominado en el escenario político chileno; situación que plantea inquietudes sobre las circunstancias que han generado la crisis y las posibilidades de reconstrucción del entendimiento y una nueva estabilidad política. Conviene destacar que la plataforma de la concertación, que facilitó la transición pacífica, propiciando un envidiable crecimiento económico, fue la base de la estabilidad política desde 1990 hasta el 2010.
Ahora bien, el estallido social de octubre del 2019, marcado por una profunda violencia y vandalismo, rompe la imagen de armonía que prevaleció por varios años y nos enfrenta con una realidad que no se percibía, caracterizada por significativos niveles de pobreza, desigualdad, discriminación y exclusión. La burbuja explotó y sus consecuencias se encuentran en pleno desarrollo.
El país crecía económicamente, pero la desigualdad también, lo que evidencia las paradojas que afloran en la dinámica política chilena. En ese contexto, cabe destacar que por varios años el país fue gobernado desde la democracia por gobiernos socialistas, fue el caso de la Sra. Michelle Bachelet, quien ejerció la presidencia en dos periodos no consecutivos, manteniendo altos niveles de popularidad y reconocimiento internacional; empero, durante su gestión la crisis social ha debido estar en pleno desarrollo; al respecto, ¿qué podemos concluir?, ¿qué gobernó un socialismo aislado de la realidad social nacional?
La creciente desconexión de los políticos y los partidos con los problemas y necesidades que enfrenta la población, constituye una de las graves perversiones que está experimentando la política en los sistemas democráticos a escala mundial y Chile, incluyendo sus líderes socialistas, forman parte de esa tendencia. Todo indica que el liderazgo desconocía la dimensión de los problemas, en consecuencia, no los enfrentó lo que ha estimulado una bomba social en formación.
El caso chileno, sorprendentemente, nos confronta con la crisis de los gobiernos de centro, que teóricamente se presentan como la opción para superar los radicalismos que crecen en el mundo. Ahora Chile se encuentra con pobreza, desigualdad y discriminación que constituyen caldo de cultivo para generar los proyectos radicales y, en efecto, es lo que está planteado con los resultados de la primera vuelta, donde se ha impuesto la polarización de las posturas radicales.
Con una participación del 47% del padrón electoral, José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, radicalismo conservador, ha logrado el primer lugar con el 27.9% de los votos y, en segundo lugar, se encuentra Gabriel Boric de la coalición de izquierda radical Apruebo Dignidad con el 25.8% de respaldo electoral; quienes pasan a la segunda vuelta prevista para el 19 de diciembre.
En estos momentos, la sociedad chilena se enfrenta con los discursos radicales y polarizados. Las propuestas deben girar entre la satanización del mercado y las libertades, hasta la promoción del nacionalismo, la xenofobia y la exclusión.
Por lo pronto, la primera vuelta también ha dejado un Congreso polarizado y paradójicamente fragmentado, tanto Senado como Diputados están divididos entre la derecha y la izquierda, pero ambos grupos fragmentados entre radicales y centro, un interesante desafío para la gobernabilidad del próximo presidente. Cabe destacar que la polarización y fragmentación del poder legislativo también se aprecia en los casos de Perú, Ecuador, Argentina y es la tendencia que se proyecta en Brasil y Colombia.
Por otra parte, el predominio del radicalismo en la elección presidencial también ocurrió en Perú, donde el electorado –con la abstención más alta de los últimos veinte años y 18 candidatos para seleccionar– optó, en la primera vuelta, por las dos opciones radicales: Pedro Castillo de Perú Libre, partido marxista y Keiko Fujimori, de Fuerza Popular, conservador radical, situación que mantiene el país en una permanente inestabilidad política que está afectando la burbuja económica.
Asumimos que el crecimiento económico chileno en gran medida fue posible por los gobiernos de centro que por varios años dirigieron el país y lograron mantener, sin mayores complicaciones, un modelo de apertura económica, que generaba seguridad jurídica y confianza a la inversión; empero, no se lograba apreciar el nivel de descontento y malestar social que crecía y explotó con las protestas del 2019.
Para la geopolítica del autoritarismo la crisis chilena resulta un éxito que permite desacreditar las bondades del modelo de libertades; en tal sentido, no sorprende el apoyo que los autoritarios pueden ofrecer para incrementar la inestabilidad política en Chile, pero no es responsable asumir que ese apoyo constituya la causa fundamental del problema, seria menospreciar la crisis estructural que enfrenta el país.
Entre las paradojas que están aflorando en Chile debemos destacar el caso de Francisco Parisi, el tercer candidato más votado con un 12% del electorado, quien ha realizado una campaña electoral exclusivamente virtual, pues no reside en el país y tiene abierta una investigación judicial acusado de estafa y lavado de capitales. En tales condiciones, sorprendentemente ha logrado superar en votos a candidatos de formación y tradición política en el país. Estamos ante los efectos de los cambios tecnológicos que vive el mundo, no siempre coherentes con la ética.
Otra paradoja política que se aprecia en los resultados de la primera vuelta, tiene que ver con el importante respaldo que ha logrado José Kast, en las 20 comunas más pobres del país (Latinoamerica21, 25/11/21). Desde la perspectiva de los esquemas clásicos, una contradicción que la izquierda radical no logre conexión con la población que definen como el proletariado.
Caso interesante que se suma a la ruptura de viejos paradigmas; pero también preocupante, pues pareciera reproducir la dinámica de los falsos populismos, los cantos de sirena con matices de violencia que el radicalismo conservador pregonan exacerbando, entre otros, el nacionalismo, la xenofobia y la exclusión.
Los discursos en la campaña electoral para la segunda vuelta generan angustia para decir lo mínimo. Por ejemplo, para Gabriel Boric de la izquierda radical, el “neoliberalismo económico nació en Chile y debe morir en Chile”. Satanizar el libre comercio está resultando un componente clásico de los discursos radicales, pero es un falso discurso, que no reconoce los beneficios que genera la apertura comercial y no presenta las soluciones para superar sus potenciales inequidades.
Por su parte el candidato Kast promete orden y progreso, con nacionalismo, rechazo al orden liberal internacional y xenofobia. Muchas experiencias ilustran que el orden con discriminación avanza al autoritarismo y la inestabilidad. No debemos olvidar que un importante porcentaje de la población chilena ha demostrado, incluso con violencia, su desasosiego, son muchos y pretender imponer el orden pude propiciar mayor inestabilidad con consecuencias impredecibles.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
Lecturas múltiples
Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com
Las elecciones regionales y locales del pasado 21 han dado mucho de qué hablar. Aunque sectores de oposición radical las han descalificado, sus resultados no deben ser desestimados si se busca desalojar, cuanto antes, a Maduro. Afortunadamente, muchos análisis ofrecen aportes en este sentido.
Inicialmente, se buscó poner en contexto la victoria de las fuerzas chavo-maduristas. Algunos numerólogos se refirieron inmediatamente a las cifras de abstención y a la suma de los votos no oficialistas para señalar que ese triunfo fue muy relativo. Además, la votación del PSUV fue la más baja de toda su historia, si se dan como ciertas las cifras que viene publicando en cada elección el CNE. Desde el lado opositor, se puso en evidencia el terrible daño que significó anteponer aspiraciones individuales de líderes o grupos a la búsqueda de candidaturas unitarias. Se aduce que la suma de votos adjudicados a la oposición le hubiesen dado la victoria en 14 estados ganados por el chavismo, de haber concurrido con candidatura única. Los casos más notorios fueron Táchira y Mérida. Tampoco debe subestimarse que la oposición obtuvo un tercio de las alcaldías –bastante más que en los comicios anteriores—y pobló a pueblos y ciudades con sus concejales.
No sorprende que un lugar central lo ocupan las irregularidades, ventajismos y atropellos del fascismo. El informe preliminar de la Misión de Observadores Europeos (MOE), si bien señala importantes avances en la realización del proceso con relación a comicios anteriores, objeta el apoyo a candidatos oficialistas con recursos públicos, el sesgo abierto de medios de comunicación a su favor, la falta de independencia judicial --reflejada en la confiscación de tarjetas y símbolos de partidos opositores y la inhabilitación (inconstitucional) de candidaturas no oficialistas-- y la instalación de centros de control de electores (“puntos rojos”) cerca de los lugares de votación. Hay que recordar, además, la falta de garantías civiles, reflejada en la existencia de más de 250 presos políticos y numerosos perseguidos. Y, a pocas horas de haberse reconocido su triunfo, fue detenido un día entero el alcalde de un municipio del sur de Mérida, Omar Fernández. Asimismo, esbirros del Sebin acosaron a la alcaldesa electa de San Juán de los Morros. Pero la gota que colmó el vaso ha sido la abierta confiscación de la voluntad popular en Barinas, al inhabilitar el tsj (¡minúsculas obligadas!) a Alfredo Superlano para no reconocer su triunfo electoral. Elecciones democráticas, en verdad, no fueron. Maduro lo confesó, implícitamente, cuando quiso descalificar a la MOE, tildándola de “espías”.
Por último, las insuficiencias e irregularidades detectadas dirigen la atención a la necesidad de limpiar el ente supervisor (CNE), empezando porque la designación de sus miembros sea conforme a lo pautado en la constitución para garantizar su imparcialidad política. Es menester asegurar, además, su autoridad para imponer multas u otras medidas pertinentes a quienes violen las normas que regulan los procesos electorales. Entre otras cosas, debe velar porque se cumplan los lapsos establecidos para cada proceso y para que permanentemente sea actualizado el Registro Electoral Permanente.
Es injustificable, empero, que análisis tan diversos hayan soslayado un aspecto crucial con relación a las posibilidades de utilizar el voto para sacar a Maduro y a sus militares corruptos. ¿A cuenta de qué, quienes se identificaron como partidarios del peor gobierno que ha conocido la Venezuela moderna, el más corrupto, ineficiente, requetemalo y mendaz, sacaron tan alta votación relativa? Y aquí no vale aquello de que, con la abstención –más del 58%-- la votación del PSUV fue tan sólo del 19% del REP. Lo que debe ser preocupación central, en vez de regodearse con excusas fáciles, es el hecho de que, bajo las actuales circunstancias, casi un 20% de la población adulta, incluyendo en este total a la que migró, haya votado por el chavismo. En algunos estados este porcentaje fue bastante mayor. Decir que se debió al ventajismo, que muchos empleados fueron conminados a votar por los candidatos oficialistas, a la confusión sembrada por los llamados “alacranes”, o al chantaje de quitarles a la gente los CLAPs (u otras prebendas), no ayuda. Tampoco el bombardeo ideológico por los medios estatales. Ello solo incidiría en la votación de una secta fanatizada, veneradora de Hugo Rafael, el Eterno, que no debe pasar del 5% de la población. Estos son, además, los datos del proceso, los parámetros fijados por el fascismo que deben ser tomados en cuenta si se quiere formular una estrategia exitosa.
El problema central es que las fuerzas democráticas no representaron la opción política esperada a los ojos de un número demasiado importante de venezolanos, sobre todo de los jóvenes, a quienes les han robado su futuro. Es decir, sus candidatos no supieron o no lograron --salvo escasas y valiosas excepciones--, capitalizar lo que es el asunto más importante de toda elección a celebrarse en el país en estos momentos –incluidos los de carácter regional o local--, que es encarnar la única opción económica, social, moral y políticamente posible al desastre urdido por tan deplorable régimen. Por diversas razones, no fueron percibidos, al menos no con la intensidad suficiente, como un proyecto radicalmente distinto de sociedad a la de Maduro y sus cómplices, la única capaz de lograr que sobreviva Venezuela como país en el que vale la pena vivir. Por supuesto que el lamentable espectáculo de las divisiones y pugnas en el campo opositor hizo su efecto, como la indefinición de buena parte de las fuerzas democráticas por participar y la decisión tardía de hacerlo. Dificultó posicionarse con claridad en estos comicios como referente del cambio necesario.
No es descargo tampoco argumentar que, en elecciones de alcance regional y local, los proyectos nacionales no están en juego. Si queremos acabar con las prácticas de expoliación de las mafias que controlan el Estado, la transparencia y rendición de cuentas de gobernadores y alcaldes, la corresponsabilidad ciudadana activa en estos asuntos, su organización para defender sus derechos ante el centralismo dictatorial, los problemas gravísimos de la seguridad personal y otros, son claves para deslindar, a partir de los problemas locales y regionales, el proyecto alternativo a reivindicar.
Pueden alegarse circunstancias atenuantes de la débil presencia opositora entre el electorado, además del ventajismo y de las otras irregularidades ya comentadas. Una explicación plausible es que el liderazgo chavo-madurista en algunas regiones o localidades haya podido ser mejor, comoquiera que definamos este término. Supondría reconocer que el nivel de descomposición y de perversión que distingue al núcleo central del madurismo, no caracteriza necesariamente a todos sus dirigentes. Sea como fuere, su impacto hubiese sido bastante más acotado, como las maniobras de aquellos que buscaban confundir al electorado, en presencia de una opción democrática clara. El reto debe ser, además, atraer el chavismo sano que pueda existir a las filas democráticas.
En las distintas versiones del Plan País existen propuestas de solución a los problemas económicos, de los servicios, de la seguridad personal, la salud, la educación, etc. que sólo podrían instrumentarse conquistando el régimen de libertades y garantías requeridos para el despliegue pleno de la iniciativa ciudadana, en aras del bienestar material y espiritual de los venezolanos. Saber transmitir esto de manera sencilla, pero con la pasión que lo amerita, es central a toda participación electoral futura, sea ésta el referendo revocatorio o las presidenciales y legislativas a acordar. El éxito futuro de los líderes que se han ido forjando en las luchas sociales y políticas en distintas partes del país, como de aquellos que se consolidan a nivel nacional, debe nutrirse de estas consideraciones. De no ser así, continuaremos siendo vulnerables a las trapacerías depredadoras del fascismo.
Exportaciones no tradicionales: tienen futuro
Hoy la preocupación de los decisores
estatales debe estar centrada en la necesidad de la diversificación económica
venezolana.-
JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
25/11/2021 05:00
am
jesusmazzei@gmail.com