miércoles, 16 de junio de 2021

Mercosur: crecen las tensiones

 

Mercosur: crecen las tensiones, 

por Félix Arellano





Mercosur: crecen las tensiones
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Se ha suspendido una vez más la Cumbre de Cancilleres y ministros de Economía de Mercosur que, con el objeto de abordar la situación de la unión aduanera —particularmente lo relativo a los niveles del Arancel Externo Común (AEC) y las negociaciones comerciales con terceros países—, estaba prevista en principio para el 8 de junio, luego para día de hoy martes 15 y, ahora, postergada de nuevo sin fecha definida. Todo indica que tales temas se están convirtiendo en la nueva manzana de la discordia, generando un debate que se complica en la medida que los gobiernos asumen posiciones político ideológicas, lo que limita las opciones técnicas, tornando radicales y excluyentes las propuestas.

Las diferencias sobre el tema de la unión aduanera no son nuevas y es una temática que conlleva diversos elementos en su contenido, pero la atención se ha concentrado en los temas señalados, no obstante que la lista de asuntos pendientes en el Mercosur es larga.

El tema ha estado en la agenda del presente año y fue objeto de enfrentamientos en la pasada Cumbre de Jefes de Estado, que en el marco del 30 aniversario de la suscripción del Tratado de Asunción, se efectuó en el mes de marzo. Adicionalmente, se agudizaron, particularmente entre Argentina y Brasil, en la reunión del Consejo del Mercado Común efectuada el pasado 26 de abril.

En estos momentos el escenario se presenta en las siguientes condiciones: por una parte, Brasil y Uruguay promueven la posición de mayor apertura, propiciando tanto una reducción significativa de los niveles del AEC, como la flexibilización de las negociaciones comerciales con terceros países que contemple la posibilidad de realizar negociaciones individuales cada uno de los países miembros.

Por el contrario, el gobierno de Alberto Fernández de Argentina inicialmente ha rechazado las dos propuestas; empero, teniendo en cuenta que ejerce la presidencia semestral del bloque y, a los fines de lograr algún acuerdo en la cumbre, los medios informan que ha flexibilizado su posición en la revisión del AEC, apoyando una reducción prudente de los aranceles; pero, junto con Paraguay, se oponen a la propuesta de permitir las negociones comerciales de forma individual.


Como se puede apreciar, sería posible que el bloque logre aprobar el proceso de revisión de los niveles de protección del AEC, que seguramente será una negociación compleja y larga; pero se presenta difícil construir algún consenso que permita negociaciones comerciales individuales, toda vez que la postura de Argentina se presenta más rígida y, no debemos olvidar que la unanimidad es la base del sistema de toma de decisiones del Mercosur; en consecuencia, el voto negativo de cualquiera de los miembros se constituye en un veto que paraliza la propuesta.

En el fondo subyacen tanto las diferencias políticas de los gobiernos de Argentina y Brasil, como sus visiones actualmente contrapuestas sobre la inserción en la economía global.

Las discrepancias entre las dos grandes economías del Mercosur son históricas y Mercosur representa uno de los mecanismos que ha permitido fortalecer las relaciones y establecer una comunicación más estrecha y dinámica; empero, el presidente Jair Bolsonaro de Brasil ha asumido una actitud frontal contra el presidente Alberto Fernández de Argentina, incluso desde el proceso de la campaña electoral, defendiendo efusivamente la reelección del presidente Mauricio Macri.

Para ilustrar la complejidad del debate sobre el tema de la unión aduanera, conviene destacar que los expresidentes brasileños Henrique Cardozo e Ignacio Lula han hecho público su respaldo a la posición del gobierno argentino, por considerar que fortalece el proceso de integración. Por otra parte, el Consejo Empresarial Argentino-Brasil (Cembrar), en reunión efectuada el pasado 10 de junio, han señalado que: «consideran inoportuno plantear la reducción del AEC en una coyuntura global tan compleja e incierta» y, adicionalmente, enfatizaron «la necesidad de negociar en forma conjunta, como bloque, con terceros países».

Además de las antipatías personales entre los presidentes de Argentina y Brasil, también los distancia sus concepciones sobre los modelos de desarrollo y las visiones sobre el papel de la inserción en la economía global. En el caso de Brasil, tanto el presidente Bolsonaro, como su poderoso ministro de Economía Paulo Guedes, iniciaron sus funciones cuestionando la dinámica de funcionamiento del Mercosur. Tal posición se ha suavizado en el ejercicio del poder, y la amenaza de un posible retiro de Brasil del Mercosur parece totalmente descartada, pero están presionando fuertemente por una flexibilización profunda y cuentan con el apoyo del gobierno del presidente Luis Lacalle Pou de Uruguay.

La posición del presidente Bolsonaro representa un giro radical de Brasil frente al Mercosur. Desde la conformación del bloque ha existido la impresión que tal esquema de integración representaba un mecanismo para la expansión brasileña, que consolidaba sus exportaciones y, el AEC constituía la forma de controlar el nuevo mercado. En ese contexto, el cuestionamiento del proyecto en su conjunto y, en particular de la unión aduanera, ha sido impactante.

El otro tema de choque entre estos grandes países tiene que ver con las visiones sobre la inserción en la economía global. En términos generales, los gobiernos del Mercosur, en particular Argentina y Brasil, han sido cautelosos, e incluso escépticos sobre tal inserción. El Mercosur se ha caracterizado por una posición conservadora, para algunos proteccionista, frente a la apertura al mercado global.

Tal visión se correspondía con la posición tradicional de Brasil, que ha privilegiado el fortalecimiento de su mercado interno. Con el presidente Bolsonaro todo eso ha entrado en revisión, en tal sentido, presiona para un cambio sustancial del Mercosur. Por el contrario, el gobierno argentino considera conveniente mantener la posición cautelosa que ha prevalecido en el bloque en relación a la inserción global.

Al debate sobre la viabilidad de la unión aduanera, ahora también debemos incorporar los efectos de la pandemia del covid-19, que está estimulando la reflexión más exhaustiva sobre la globalización y las grandes cadenas globales; en particular, aspectos puntuales y estratégicos, tales como la alta dependencia en una fuente de suministros o el papel de China como «fábrica del mundo». Pero todos estos elementos entran en la discusión que deben estar desarrollando los ministros del Mercosur. Esperemos la capacidad creativa pueda superar las posturas ideológicas, anacrónicas y paralizantes.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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