LA ECONOMIA Y EL
BIENESTAR: ENTRE LOS PRECIOS Y LA INDIFERENCIA PARA AUMENTAR SALARIOS.
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
La dolarización, que no ha sido solución determinante para economías que
la hayan asumido (que son pocas y poco determinantes en la economía internacional)
y que se ha presentado de manera chucuta e informal en Venezuela, ha generado mayormente
espacios de beneficio para sectores vinculados a la administración bolivariana,
al manejo de dineros oscuros, y a grupos sociales de por si beneficiados en la distribución
del ingreso[1].
La trampa en sentido técnico, en la que se encuentra la economía venezolana,
es conceptual y operativa. Del lado conceptual,
la administración del país ha, en la práctica, rechazado la revisión de
experiencias internacionales en el tratamiento de políticas antiinflacionarias
y, el desiderátum teórico y práctico ha terminado siendo la perspectiva de que todo aumento de salarios es inflacionario.
Por otra parte, también se da la excusa de la productividad. Todo aumento también debe estar asociado al aumento
de la productividad; esto, independientemente que las políticas y acciones vayan por caminos
diferentes a este último. También está el recurso analítico de que todo control de precios es inflacionario.
Realmente es así en Venezuela, y deberían asignárseles nuevas perspectivas al
control por el lado de la sociedad civil, en la traza de los consumidores pues,
efectivamente, del lado de los productores y comerciantes se tiene un automatismo para que todo aumento de salarios se convierta en un
aumento de precios incluso más que proporcional. En tales dimensiones, está
la trampa y la sociedad, y los policy
makers, si los hubiere, deben pensarlo.
En tales circunstancias, no se
aumentan los salarios porque se convertirán en inflación –inflación alta como la actual (39,4% para enero/observatoriodefinanzas.com)
o hiperinflación como la
recientemente vivida. De estas últimas, quienes más afectados salen son los
trabajadores de ingresos fijos y en bolívares (un kg de café más de trescientos Bs, un kg de
queso blanco/calidad aceptable alrededor de 150 Bs con un salario mínimo de 130
Bs/los bonos son circunstanciales, discrecionales u otra cosa). Así, los trabajadores son los que deben
esperar el crecimiento de la productividad o ser afectados por una política antiinflacionaria
inexistente en un contexto de una dolarización informal que beneficia a los
sectores dolarizados y más acomodados y que desata la inflación en dólares.
Sin ser ella misma una solución la pregunta siempre será ¿Por qué no dolarizan?
Y la respuesta será que determinados agentes económicos y políticos se
benefician de tal informalidad en la presentación
monetaria de la economía.
Es impresionante que una administración
preocupada por el destino y situación de los sectores populares, que son mayoría,
haya señalado que en dos o tres meses no habrá aumento salarial con la
presencia del hambre en la calle y con los trabajadores públicos de educación salud,
y otras áreas, empobrecidos con salarios irrelevantes.
Se trata, entonces, de un ajuste/estabilización
(¿?) en base al deterioro del salario real, sin mayores efectos en el
crecimiento, pues recuperar una pequeña parte de lo altamente perdido del
producto no es precisamente, para celebrar tan efusivamente.
24 de febrero 2023
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
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