jueves, 22 de febrero de 2018

NO ES MADURO, ES EL GOBIERNO Y SU IDEOLOGÍA JUNTO A VEINTE AÑOS ENCIMA.


EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ


“La gente se atreve cada vez menos a opinar sobre determinados asuntos o a opinar en contra de la corriente del momento. Y eso es preocupante y peligroso, porque si la gente tiene miedo de opinar, eso significa que algo no va bien, que está habiendo un afán totalitario. Pero, insisto, no desde el poder político, como en la época de Franco, sino desde una especie de jurados populares que machacan al que opina algo que les desagrada y que, en lugar de debatir, solo insultan. A veces ni siquiera leen lo que ha dicho alguien. Solo les ha llegado un rumor”. 
Javier Marías. Entrevista en:
https://www.larazon.es


En distintos procesos de cambio social y político, sean estos innovadores o restauradores, los individuos, los grupos sociales, las masas o los partidos políticos, toman iconos o símbolos contra los cuales dirigen sus objetivos, emociones o razones políticas. Así ha sido con reyes, zares, dictadores y presidentes. Se confunde lo que representa el personaje con su importancia individual en varios casos. ¿Es un objetivo político fundamental salir del presidente Maduro para quienes lo adversan? No. El presidente Maduro, bueno o malo, eficiente o no, descarado o no, autoritario o no, podría salir de la presidencia y todo podría seguir igual o incluso peor.

Se trata de la administración o gobierno bolivariano, el espacio y agente que si representa un objetivo político fundamental en la contienda política actual en Venezuela. Se trata de una administración cuyas bases se estructuraron en la primera Constituyente, cuyo resultado -la Constitución de 1999 (aprobada en referéndum el 15 de diciembre de 1999)- tenía el germen de lo que el presidente Chávez quiso desarrollar en 2007, con su proyecto de reforma constitucional (rechazada en referéndum) de instauración del socialismo[1], que no pasaba más que representar la excusa para el proyecto autoritario personalista.

Pero se trata también de la administración que propuso e impulsó las Líneas generales para del plan de desarrollo económico y social 2001-2007, Proyecto Nacional Simón Bolívar/Primer Plan Socialista…2007/2013 y el Plan de la Patria… 2013-2019 (Gaceta Oficial extraordinaria 6118)[2], todos ellos –en grado creciente- con un signo colectivista, grandilocuente y con una fuerte ideologización, aunque hayan sido no suficientemente leídos por seguidores u oposicionistas. Ligados a tales planes están un abundante conjunto de decretos, leyes y mini planes, que han servido para tratar de darle forma a propuestas itinerantes, desordenadas y en algunos casos sin ningún cumplimiento, pero ahí están y forman parte del espíritu y la ideología de la administración o gobierno bolivariano y que han pasado a ser usadas, repetidas o calcadas por seguidores que no tienen la más mínima disposición para lo que Mao insistía como la educación de los cuadros de la revolución (sirviera esto para lo que como fuera, como fue el caso de su propio proyecto dictatorial)[3]. Es este entonces el marco operativo y político que debe ser focalizado, pues el presidente Maduro si no pudiese atender la presidencia, por causas de salud como cualquier ser humano, podría ser sustituido por otro, aunque parezca elemental. Es esta una de las ideas que debería ser cultivada en el pueblo oposicionista y el oficialista (que no quiere socialismo) pues en este caso se trata, seguramente peor aún, de un socialismo engamelotado[4] y rentista. La función de la segunda constituyente (iniciada y formalizada en 2017), es permitir que esto último siga siendo posible.

La ideología colectivista/socialista, ha estado en la base del proceso de desinstitucionalización en curso, desde que comenzó la administración bolivariana, impidiendo -por otra parte- cualquier flexibilización o cambio de posiciones, más aun cuando esto último, al alterarse o preverse la continuidad del régimen, pone en ascuas la futura tranquilidad de los individuos que hoy lo dirigen, en razón de conflictos o acusaciones internacionales en los cuales pueden estar inmersos. Es ese, el marco institucional de resolución de numerosos conflictos políticos y económicos que, aunque han estado presentes durante toda la administración bolivariana, han aumentado y se han agudizado a partir de las complicaciones políticas y económicas desde 2012 –y las cuales se amplían y profundizan en 2013 al 2018-.

No es estrictamente asociable esto último, a la desaparición física del presidente Hugo Chávez, pues en tiempos de sus gestiones se desarrollan numerosos conflictos, incluido el del intento de golpe de Estado de 2002 o alguno dirimido por votación como el del referéndum 2007 ya señalado[5]. Pasó a coincidir, más bien, con el aumento de la problematización económica y social, que tuvo un punto álgido en las crisis –iniciadas en febrero- de 2014 y en su continuación en base a permanencia de presos políticos o aumento de acciones de corte represivo. Las mismas negociaciones económicas que se dieron a partir de 2014 con el sector privado, cayeron así, también, en frustración y en un muy bajo nivel de acercamiento para llegar a acuerdos. El panorama fue igualmente de fracaso, tanto en lo político como en lo económico, en las negociaciones iniciadas después de la pensada suspensión del referéndum revocatorio por parte de la administración de Nicolás Maduro en 2016 (puede verse de manera ilustrativa As Venezuela crumbles, the regime digs in http://www.economist.com  Jan 28th 2017). No por casualidad, igualmente, terminaron dándose resultados de fracaso en las negociaciones de Republica Dominicana, iniciadas desde noviembre de 2017 –entre gobierno y oposición- y finalizadas ya en febrero 2018 y que tuvieron de base todo el complejo escenario político-económico de 2017, con agudos conflictos políticos en el primer semestre y entrada de mayores conflictos económicos en el segundo (hambre, deuda, escasez, desempleo, informalización e hiperinflación)[6]. Este es el resultado de 20 años encima. De esto es que se trata.

La mayoría de las administraciones en los veinticinco años previos a la bolivariana, hicieron el planteamiento de disminuir la dependencia petrolera y, contrariamente, la aumentaron. La administración del presidente Nicolás Maduro declaró pomposa e irrealistamente  el año 2016 como el del fin del rentismo y, el 2017, como el del inicio de un nuevo modelo. Y ninguna de las dos cosas ha sucedido. Si en el peso del producto petrolero y no petrolero, así como en sus tasas de crecimiento, esto no es siempre evidenciable, en los mecanismos de difusión, encadenamientos o en la creación de economías externas y dinámica de la inversión privada, así como en el populismo, si es perceptible como el petróleo fue captando cada vez más espacios de la economía venezolana.

A la llegada del Presidente Chávez, las exportaciones no tradicionales, por ejemplo, apartando momentos de los inicios de los años noventa, nunca alcanzaron saltos estructurales contundentes y estables. Tampoco sucede durante la administración bolivariana. Contrariamente, durante esta, caen en un estancamiento estructural y definitivamente alterador de cualquier posibilidad de impulso básico. La ausencia de una definida política de desarrollo de las exportaciones no tradicionales, ha sido la otra cara de un rentismo no solo no derrotado sino más bien apuntalado.

El presidente Fox –no muy querido por la administración bolivariana- usó con frecuencia la expresión para calmar ánimos y generar entusiasmos durante su presidencia en México “…lo mejor está por venir…”. El presidente Maduro se ha expresado recientemente, aunque parezca increíble con los resultados vistos y después de veinte años de administración bolivariana encima de la nación y del pueblo, admitiendo el éxodo de los venezolanos y enviando un mensaje a quienes se han ido del país para señalarles que dondequiera que estén no encontrarán “los logros de la revolución” (www.lapatilla.com 16 febrero2018).

Ningún cambio en el modelo económico, ninguna originalidad, ejecutoria de una política económica efectista e itinerante, alta ideologización, destrucción de instituciones y de la economía y sus empresas:  esto no es solo responsabilidad del presidente o por su figura en sí misma. Viene del legado y de una administración que cree que todo está muy bien y que le interesa su perpetuación en su manera de percibir a Venezuela. No es algo neutral. No se puede compaginar con la libertad, la democracia, el buen crecimiento y la prosperidad económico-social, que son las ideas–fuerza que debe albergar Venezuela. Son varias las figuras que como el presidente Maduro, tiene la administración bolivariana, toda ella y su equipo, ideología y manera de proceder.

@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com





[1] “En la campaña del SÍ y del NO finalizada recientemente, el Presidente Chávez pedía así, en uno de sus discursos, que como capitán se le diera más tiempo para cada día poder conocer más los distintos detalles que necesita conocer un capitán… Las revoluciones conocidas en el mundo -al menos en el siglo XX- han producido realmente un estancamiento en el progreso y evolución de la vida de los ciudadanos y han terminado siendo estos procesos mayormente generadores de desesperanzas y resentimientos…Una idea por lo menos dramática que ha soltado el Presidente Chávez a sus seguidores y al país como explicación del entusiasta rechazo que se le dio a través del NO a su nefasta e indescriptible propuesta de reforma constitucional, es la de que el pueblo no está suficientemente maduro para el socialismo…” (Eduardo Ortiz Ramírez, Chávez: el socialismo como excusa. www.analitica.com 6 diciembre 2007).
[2] Como ha sucedido en otros ámbitos, la administración bolivariana, en la voz del presidente, planteó ir adelantando la elaboración del nuevo plan de la patria que regirá a partir de 2019 –considerando obviamente segura su reelección-. Esto a pesar de la convulsionada y nada exitosa gestión en numerosísimos problemas. Ver Eduardo Ortiz Ramírez  
[3] Suficientes ilustraciones pueden verse en sus propios textos o en J Chang y J. Halliday, Mao. La historia desconocida. Taurus 2006.
[4] Gamelote: planta forrajera de las Gramíneas, de hojas muy largas, que crece en las regiones cálidas.
[5] Deben recordarse las fuertes reacciones del presidente Chávez ante la pérdida de este o triunfo del NO.
[6] Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/35870673/EL_ESCENARIO_2018_Y_EL_FRACASO_DE_LAS_NEGOCIACIONES_EN_VENEZUELA; Leonardo Vera,  ¿Han sido las hiperinflaciones latinoamericanas catalizadoras de cambios políticos? http://masterecointerucv.blogspot.com/2018/02/hiperinflacion-tomado-de.html.

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