La conciencia de finalidad es saber qué objetivos se quieren lograr en
la lucha política, cómo se lograrán esos objetivos, cuáles serán los medios,
qué herramientas se utilizarán. -
JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
10/02/2022 05:00 am
Sólo un político de la estatura,
peso, trayectoria y auctoritas podía hablarle como lo hizo en aquél entonces a
la nación. Sí, uno de los padres fundadores del ejercicio de la democracia que
nos dimos desde 1958, podía atreverse a dictar catedra política como dio ese
día 4 de febrero. Ese discurso, me toco oírlo en vivo, en el propio seno del
hemiciclo del Senado ese martes 4 de febrero. Me apoyo en la línea argumental
del prólogo del Dr. Luís Castro Leiva en el Folleto Dos discursos.
En efecto, ya lo había advertido en ese mismo espacio el 1er de marzo de
1989, cuando los hechos del Caracazo, donde habló del rumbo del país y la
necesidad de las rectificaciones necesarias que no se hicieron oportunamente.
Por ello, Luís Castro Leiva, en dicho prólogo que debe ser releído del
folleto Dos Discursos, afirmó…” El discurso sobre esos sucesos se
estructura de modo simple en una introducción y tres partes argumentales.
Introduce situándonos en la gravedad de lo ocurrido, se duele del dolor y
muertes causados, asume la responsabilidad de su palabra: nos dispone para
pensar la hora. Exhorta a la Política a que canalice los sentimientos populares
hacia actitudes cívicas. Y desde el inicio presenta el problema fundamental:
que se vea la realidad tal y como ésta es en toda su complejidad, no como la
ilusión de un ensayo que desea hacerla a imagen y semejanza de su tecnológica
simplicidad. En la primera parte, el Presidente aborda las relaciones entre Economía,
Sociedad y Tecnocracia a la luz de la disolución social. Corrige el orden de
las prioridades equivocadas. Precisa el significado de las percepciones
sociales en juego. Economía y Sociedad, dice, no se excluyen, por lo contrario,
se incluyen de modo necesario.
Posteriormente el mismo Castro Leiva hace la siguiente observación ” …. el
ciudadano Rafael Caldera se atrevió a pensar por los que no podían ni querían
hablar ya más. El silencio era la más elocuente verdad. Hizo tres observaciones
sobre la técnica legislativa en torno al Decreto de Suspensión de Garantías,
que inician su pensamiento para la ocasión. Las tres de importancia capital.
Dos, sin embargo, se adueñan del sentido común.
Atreverse a cuestionar la tesis del magnicidio presentada por el Primer
Magistrado de la República ha podido revelarse como una temeridad; fue un acto
de valentía moral. Una apreciación adicional se puede añadir a la fuerza
jurídica y moral de las consideraciones que hiciera el Presidente Caldera
acerca de la justicia y legalidad de la acusación de magnicidio por su Juez y
Parte: con un poder de fuego como el de los rebeldes, ¿qué hubiese quedado del
Palacio, si el Terror hubiese sido el propósito de aquella voluntad? Por su
parte, la tercera observación tuvo efecto predictivo inmediato: era preciso no
excederse en el uso de la suspensión. La censura pretendió hacer del miedo la
base para defender mal el miedo de un «liberalismo a medias». Olvidan los
liberales a medias que la Libertad sólo se defiende con más Libertad…”.
…” Terminadas las observaciones al Decreto de Suspensión de Garantías, el
Presidente ataca el fondo. Por primera vez en años un Orador desde el Congreso
sintetiza las condiciones de posibilidad de nuestra Democracia. Enuncia su
teoría de los cuatro factores de estabilidad institucional y el espíritu de los
principios que los habría de animar:
(i) nuestra Democracia se sostiene por una comprensión civilizada del concepto
de enemistad política en función del interés común; (ii) por la lealtad
profesional de las Fuerzas Armadas; (iii) por la conciencia social del
empresariado; (iv) por el consentimiento popular. Uno a uno, todos los factores
se han hecho pedazos…”
En ese sentido, el político es un hombre de acción, y por ello, requiere
equiparse de adecuados instrumentos conceptuales para una mejor comprensión de
la realidad, de los fenómenos políticos y la resolución de ellos. Caldera
percibió y comprendió cabalmente la gravedad del momento. Hay una relación
entre conocimiento, formulación de políticas y sentido de poder.
Del maestro de la ciencia política en Venezuela, como lo fue el Dr. Manuel
García Pelayo, tomo de nuevo su categorización de las cualidades de un
político: 1) saber qué se quiere o conciencia de finalidad; 2) saber qué se
puede o conciencia de posibilidad; 3) saber qué hay que hacer o conocimiento de
la instrumentalidad; 4) saber cuándo hay que hacerlo o sentido de oportunidad y
5) saber cómo hay que hacerlo o sentido de la razonabilidad.
La conciencia de finalidad es saber qué objetivos se quieren lograr en la lucha
política, cómo se lograrán esos objetivos, cuáles serán los medios, qué
herramientas se utilizarán, el discurso, en tal sentido, busco crear conciencia
ciudadana. La conciencia de posibilidad es saber los márgenes de acierto, límites
y qué margen de aciertos se pueden permitir para tener una carrera política
exitosa, o una gestión gubernamental eficiente en el ejercicio del gobierno, es
decir los límites de la acción colectiva del gobierno en aquel entonces, lo
tercero es que hay que tener conocimiento de la instrumentalidad, la
importancia del discurso político no sólo como pieza oratoria, sino como
condición de conducción, de liderazgo. El cuarto factor, es el sentido de la
oportunidad, es conocer ese momentum mediante actos de liderazgo
y acciones políticas concretas que no solamente nos ponen en la interpretación
cabal de la política, de su acción mediante el uso de los instrumentos del que
se dispone como credibilidad, auctoritas (capital político). En esos años
Caldera, era el político con mayor credibilidad y tenía una interesante
intención de voto de acuerdo a las encuestas de la época. El Congreso es el
foro adecuado y la audiencia nacional, se les está hablando al país nacional no
a las direcciones nacionales de los partidos políticos.
Por último, cómo hay que hacerlo, en palabras de Don Manuel: con sentido de
razonabilidad, se realiza en un acto de liderazgo, con una decisión, un
discurso brillante y coherente, o la palabra oportuna que le dé sentido de
dirección a los actos políticos en un contexto determinado.
Quienes acompañamos a Caldera en esa ocasión, presenciamos el muro de
contención civil, frente a la barbarie del intento de golpe, o como dijo Castro
Leiva…”
La Política recupera la dignidad de su oficio. La idea de servicio público
halla de nuevo su vocación. El Presidente Rafael Caldera dijo lo necesario,
dijo lo suficiente. La Nación en su urgencia ha oído bien. El pueblo ha sido
interpretado en su deseo de Libertad. No hay «por ahora» que valga cuando se
tiene a la rectitud como sentido del Deber. En Democracia se es tanto más libre
cuanto mejor se enrumben los deberes de Libertad. Las dificultades de la
República en Democracia ponen a prueba al Político y a su vocación. Dos veces
hemos oído a los políticos hablar y a la Política callar. El presidente
Caldera, Senador Vitalicio de Venezuela, el ciudadano Rafael Caldera, restituyó
la idea de la Política a su vocación, su voz a la República. La Nación ha oído
bien…”
jesusmazzei@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario