La auctoritas alcanza su más plena expresión cuando se sigue a alguien
no tanto por lo que dice, sino por quién lo dice
JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
14/04/2022 05:02 am
Vuelvo a un concepto que desde mis años de estudios de pregrado en mi Alma Mater la UCV, fueron elementos de mi estudio y reflexión; el concepto de auctoritas. Estudiado ampliamente por el maestro de la ciencia política, Don Manuel García-Pelayo. Tema también trabajado por Rogelio Pérez Perdomo, Juan Carlos Rey y Graciela Soriano de García- Pelayo, en trabajos pioneros publicados tanto en la Revista de la Facultad de Derecho, de la UCV, en los años 60, como en los cuadernos del Instituto de Estudios Políticos. Este interés se amplió, con los años, dada la evolución del concepto, su pertinencia de aplicación a la crisis del sistema político venezolano de los años 90 y posteriormente a la irrupción de una nueva clase política en el siglo XXI, tanto en la oposición y en el gobierno.
Tiene auctoritas quien posee la capacidad para ser auctor; es decir, para fundamentar o fortalecer un juicio o una decisión. ¿Quiénes son portadores de auctoritas? Una persona, una institución o un grupo laxo.
Como nos interesa el individuo, añadiremos qué tipo de auctoritas se basa en el reconocimiento de la posesión por una persona (testimoniada por sus actos) de cualidades excepcionales para enjuiciar situaciones difíciles, para decidir lo que se puede hacer ante ellas y para hacerlo efectivamente con éxito. Es decir, tiene auctoritas de esta última especie quien sabiendo qué hay que hacer, cuándo hay que hacerlo y cómo hay que hacerlo, lo hace efectivamente. De aquí se derivan la idea en torno a la política, al tipo de líder y cuál es la visión de la política. De aquí se entiende que la auctoritas deriva la capacidad moral para dirigir, orientar o aconsejar. Si esta existe, se crea un vínculo entre la persona o institución y la comunidad, se comparten valores y motivación, aparece el liderazgo.
La política tiene dos visiones una de conflicto y lucha y otra en base al compromiso en la convivencia de fuerzas opuestas, en esto tiene que estar claros los políticos. Se entiende a la política como creación de un orden en función de determinados valores. El liderazgo en un político se basa también en la credibilidad, toma años ganarla e instantes perderla. A través de la persistencia, consistencia, y demostraciones de paciencia de que uno es meritorio de la confianza y respeto de los seguidores. Esta se pierde con un paso en falso, un acto inconsistente, un acuerdo roto, una mentira, un encubrimiento. Hay tres tipos de políticos: los profetas, los manipuladores y el estadista (en otra oportunidad podemos ampliar la definición de cada una de estas categorías de liderazgo).
Hay dos ideas que deseo enfatizar, por un lado, el político con liderazgo es una función de dirección en un contexto determinado dirigido al logro mutuo. Por otro lado, el liderazgo actual debe tener un carácter ético-moral, que quiere decir no solo el ejercicio exclusivo del poder, sino relación de necesidades y aspiraciones mutuas.
Otro son los objetivos, estos deben ser significativos, tanto para el líder y sus seguidores. Ello quiere manifestar que se forme una unidad de propósitos y fines, donde ambos intenten la consecución de algo importante para ambas partes.
El último elemento son los valores. Esto es esencial porque va asociado a toda nuestra argumentación anterior, porque el liderazgo debe tener como marco unos valores; por ejemplo, ¿qué tipo de sociedad desearía contribuir a crear y potenciar?, ¿qué tipo de relaciones inter-organizativas le interesa fomentar?, y así se pueden hacer otras interrogantes. Lo importante de los valores es que, en gran parte, el éxito de algunos líderes se basa en la existencia de creencias, de muchos valores, marcos de referencia (lealtad, perseverancia, fe).
Finalmente, el político con liderazgo es en suma, la encarnación de ciertos valores por parte de una personalidad, de un grupo, o una organización en que se reconozcan la necesidad de sus seguidores y cómo concretarlas y darles confianza para alcanzar resultados, debe ser un motivador para llevar a cabo ciertos objetivos, y la capacidad para lograr la cristalización de esos objetivos. Entre auctoritas y políticos, hay una positiva, dinámica y virtuosa relación dialéctica.
Hoy pocos políticos tienen la auctoritas de un Rafael Caldera, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Arístides Calvani, Lorenzo Fernández, Enrique Pérez Olivares, Jóvito Villalba, Ramón J. Velásquez, Luís Herrera Campíns, Teodoro Petkoff, Moisés Moleiro, Américo Martín, Pompeyo Márquez, hoy en el escenario político nacional salvo excepciones como Ramón Guillermo Aveledo, no oteo y observo, en el panorama político actual ningún venezolano con esas cualidades, por eso la desafección y escepticismo de la opinión pública venezolana y la sociedad civil del hecho político concreto y en general de la política, como fenómeno que gobierna a las sociedades contemporáneas. Veremos.
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