Gobernar hoy en el siglo XXI
En las democracias gobernar es
más intricado porque se debe gobernar bajo varias premisas como consulta,
persuasión, cooperación, negociación y coordinación y no bajo la amenaza,
disuasión y cooptación
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JESÚS E.
MAZZEI ALFONZO
16/01/2025 05:00 am
Este artículo lo escribo guiado por las ideas, planteamientos,
documentos del Consejo Latinoamericano de la Administración para el
Desarrollo (CLAD), organismo intergubernamental fundado entre
otros, por Venezuela( México y Perú los otros), a iniciativa del presidente
Caldera, en 1972, en su primera administración( 1969-74) sus ideas me nutren,
desde que profundicé mi relación profesional con este organismo a partir del
año 1986 y además de la reelectura del artículo Francisco Velásquez, “Gobiernos
Tecnocráticos y Administración”, del año 2021.
Gobernar entonces, en los próximos años será aún más un asunto complejo y
complicado, por el momento de cambios epocales que están en proceso, la
evolución de la globalización y la cada vez más acelerada revolución que afecta
la TIC´S y esto se pone entre otras cosas, de manifiesto en la
importancia de la convocatoria de la CEPAL, el próximo mes de
febrero, a examinar entre otros temas, la oportunidades y posibilidades del
gobierno abierto a nivel local, pero que se extiende a los prolegómenos de lo
gobernable a lo regional y nacional y del Foro los objetivos de Desarrollo
Sostenible, en Chile en marzo de este año, entre otras iniciativas de este
organismo especializado de la ONU.
En efecto, es un desafío y un reto, aún mayor de cumplir con los objetivos
planteados, es un asunto transdisciplinario, por ello, el gobernante de una
nación tiene el inmenso desafío de gobernar no solo para una parcela del país,
una facción, sino para toda una nación, es la obra de una élite, nos guste ó no
nos guste es la realidad, de quienes gobiernan, pero para ello la cabeza del
Estado requiere gente capacitada, experimentada, formada, con mesura, no
improvisada. Con conocimiento y experticia política y técnica.
Por ello, se debe profundizar en las capacidades y conocimiento, de la función
de gobernar, sobre todo en la oficina del alto gobernante (el Jefe del Estado o
de Gobierno). Esto requiere liderazgo transformacional. Por ello, la primera
condición para gobernar es saber escoger sus colaboradores, segundo, tener un
norte de políticas públicas con sentido común y que generen confianza.
Esto por lo demás, no se ha cumplido en Venezuela, en los últimos 25 años, ya
que se presenta entre otras cosas, alta rotación de los altos cargos directivos
(ministros y presidentes de empresas del Estado, directivos de segundo escalón
jefe de misiones diplomáticas), analfabetas funcionales con título, que no
saben qué hacer en un cargo, no tiene destrezas de dirección, planificación y
coordinación y trabajo en equipo y una excesiva militarización de la
administración pública y creen que los organismos civiles son cuarteles y no
organizaciones que cada una tiene una cultura y un espíritu de cuerpo que las
hace particulares y singulares en sus mecanismos de toma de decisión ( se toman
decisiones autoritarias y no en forma colegiada). Por ello, las empresas del
Estado y organismos públicos de la Administración centralizada y
descentralizada productora de bienes y servicios, están hoy con una pésima
calidad organizacional y allí vemos por ejemplo la calidad del estado como
prestador de servicios esenciales.
Ya que, por otra parte, no tienen sentido de estado, sino de estructurar una
simbiosis de estado-gobierno-partido e ideología, un partido-estado. Si no vean
la evolución del papel y rol de PDVSA (creo que desapareció desde el año 1999,
la palabra eficiencia y meritocracia). Hoy es una empresa en el último escalón
de calidad y eficiencia, de las empresas de América Latina. Hoy se gobierna con
los peores.
El alto gobernante, debe tomar decisiones, interactuar con los ministros, altos
funcionarios de la administración pública que él designa, llevar a cabo
reuniones de consejo de ministros, conducción y negociación al interno son a mí
manera de ver los elementos complejos y dinámicos, de entender y comprender,
reflexionar, sobre el arte de gobernar, otra cualidad saberse rodear y
acompañar en esta compleja y difícil tarea. Sobre ellos históricamente han sido
unos de los retos del estudio y reflexión de la teoría política. El tema del
buen gobernante o del ejercicio del gobierno, abarcar dos aspectos: el político
y el administrativo. El político, porque abarca el ámbito de toma de decisiones
y el administrativo, la administración pública debe propender a tener
innovación elástica y estar en permanente actualización porque va hacia la
realización de propuestas, programas y planes de acción. Implica, además, la
conducción y coordinación horizontal y vertical de las diferentes acciones de
gobierno.
En cualquier caso, el buen gobernante debe al menos cumplir con estas premisas
para llevar a feliz término una gestión gubernamental que son a saber:
identificar los problemas en forma adecuada. Clasificarlos en forma oportuna lo
que se une a un claro sentido de prioridades. Luego determinar cuáles ameritan
tratamiento inmediato y en forma eficaz y eficiente. Hay otras tres condiciones
importantes que se une a sus cualidades cualitativas, por otra parte, saber
cuándo disminuir las tensiones y procesos conflictuales de la sociedad que
gobierna. Darle estabilidad a su equipo de gobierno y proporcionar un sentido
dialogante con sus adversarios y como dice, la carta de Innovación de gestión
pública del CLAD…”un cambio radical en los modelos y metodologías de gestión
vinculados a las tecnologías emergentes y disruptivas: la Administración
digital, al manejo de grandes fuentes de datos (Big Data & Anaylitcs),
internet de las cosas, realidad virtual, blockchain y, especialmente, la
introducción en la gestión pública de la inteligencia artificial y de la
automatización de procesos mediante la robotización…”
A la hora de gobernar se requiere, pues, tacto político, capacidad de
comunicación, persuasión y un timing especial, para observar
el margen de maniobra que dan las decisiones, para llevar cabo no solamente las
tareas normales del día a día de gobierno, sino igualmente la parte más
estratégica, el mediano y largo plazo, negociar, con los diversos actores con
los que se convive y la posible influencia del entorno internacional que
también influye en las tareas de gobernar, porque hoy en día hay una porosidad
manifiesta entre el ambiente interno y el externo, por la complejidad del
ambiente internacional y la irrupción de problemas nuevos.
El político en funciones de alto gobierno debe conocer cuál es el margen y
repito, el timing de maniobra que tiene para tomar decisiones
y en inicio de desarrollo de siglo y los siguientes años influirán más en el
gobierno, por la velocidad y profundidad, de los cambios tanto en el entorno
internacional, y los específicos de lo tecnológico, en las distintas esferas
del quehacer y conocimiento humano, rapidez e incertidumbre serán los signos de
los tiempos por venir.
En las democracias gobernar es más intricado porque se debe gobernar bajo
varias premisas como consulta, persuasión, cooperación, negociación y
coordinación y no bajo la amenaza, disuasión y cooptación.
En este sentido, la interacción entre los agentes políticos (partidos,
sindicatos grupos de interés y de presión, líderes, etcétera) y las decisiones
de política es el objeto central de la teoría política contemporánea y el
diseño de políticas públicas es uno de sus desafíos En esta interacción, las
expectativas racionales de los agentes juegan un papel esencial en la acción
política, lo cual debe tomarse en cuenta. La relación dialéctica entre sociedad
política y civil, es un elemento que debe tomar en cuenta en quien ejerce
funciones de gobierno, No es un problema que se arregla con buena gerencia,
porque gobernar es esencialmente un problema y asunto político. Hay que crear
valor público mediante la innovación de la gestión pública.
En suma, en la actividad política es difícil, pero el ejercicio del gobierno,
del gobernar es más intricado, complejo, debido a que es optar entre opciones,
es saber qué se quiere, saber qué se puede y qué no se puede hacer, saber
cuándo hay que hacerlo y finalmente, cómo hay que hacerlo. El político en
funciones de gobierno debe tener pues, iniciativa estratégica, pero con un sentido
de las proporciones y de estado, con una visión y perspectiva alta.
Por ello, los funcionarios o gerentes públicos, deben analizar e interpretar
los datos, tanto a nivel tecnológico como de conocimiento humano (sistemas de
inteligencia colectiva internos y externos a la Administración), que faciliten
la detección proactiva de las nuevas necesidades sociales e individuales de los
servicios públicos con el objetivo de un mayor bienestar social he allí los
retos de gobernar en estos primeros años lustros del siglo XXI, ya rumbo a la
tercera década de esta centuria. Se debe gobernar con altas índices de
eficiencia, ética y no de mediocridad.
jesusmazzei@gmail.com
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