domingo, 15 de septiembre de 2024

EL CAMBIO ECONÓMICO EN VENEZUELA

 

EL CAMBIO ECONÓMICO EN VENEZUELA

EDUARDO ORTÍZ RAMÍREZ

 


Esta nota parte de la hipótesis de que en  cerca de los últimos 50 años, en lustros más-en lustros menos, se habría ido deteriorando la posibilidad del cambio económico hacia el desarrollo en la economía venezolana y, en donde, también, la nación en vez de debilitar el rentismo, lo fue fortaleciendo, abandonando también la ruta hacia el desarrollo que se habría trazado en cerca de los 20 años previos. Varias sociedades a las que les íbamos adelante, en economía y sistema político, hoy nos ocupan delantera.

Igual que sucedió en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989/1993), en los más de 25 años del período de la administración bolivariana (desde 1999), ha estado presente la idea del cambio económico. Así, estuvo presente en el Plan 2001/2007, Plan de la Patria y el más reciente propuesto por el Presidente Maduro, que abarcaría desde 2025, entre otros. Apartando lo concerniente a este último, en todos ellos, sin embargo, más han sido, aunque no únicamente, las medidas efectistas o, también, las de efectos negativos reales, que los resultados positivos en cuanto a crecimiento estable, cambio económico –ni que decir institucional- registrados para el ciudadano –o la Sociedad Civil- o que pudiesen ubicarse como cambios estructurales positivos de largo plazo.

En la literatura y cultura económicas está suficientemente claro lo que se entiende como cambio estructural en la economía. La modificación de la posición y presión de distintos sectores económicos, la distribución del empleo junto a los cambios en sus grados de especialización o tecnificación, los aumentos en la productividad y el mejor desempeño de la nación y sus agentes en términos de competitividad (incluida la perspectiva de inserción en Clusters) y niveles de bienestar alcanzado, son, entre otros, parte de los elementos que tradicionalmente se evalúan para tales asuntos.

Es claro que esto es un proceso dinámico donde el factor tiempo no es irrelevante. Pero, también, es claro que su relevancia no debe llevar a desplazar la materialización de expectativas positivas sólo para el largo plazo. No se requiere mucha agudeza, para verificar que tales cambios no se han dado en el período transcurrido de los dos gobiernos de la Administración Bolivariana. En atención a estos menesteres, pueden ubicarse por lo menos tres perspectivas que han estado presentes sobre el cambio económico en esta última.

La primera, es la manera tácita que han tenido los dos presidentes y el “gobierno revolucionario” de concebir el cambio estructural. El calificativo de tácita deriva de que, aun con sus deseos, esta manera de concebir el cambio económico, cada día les ha hecho más difícil de materializarlo. La misma concierne a las ideas socializantes que, cuando han podido o considerado pertinente, han asomado, aunque la Constitución de 1999, grosso modo, diga otra cosa. No habiéndose materializado un proceso socialista-comunista, los “revolucionarios” han optado por una especie de justicialismo puntual, atendiendo a aquellos instrumentos que consideran permitirían materializar la revolución con el transcurrir del tiempo, como es el caso de la Ley de tierras, las misiones, los 15 motores como base de la Venezuela Potencia, entre otros  elementos. O, con aquel tipo de discurso repetitivo, como son buena parte de las llamadas medidas sociales y productivas abarcadas por distintos instrumentos, o que resurgen, aunque previamente no hayan demostrado la eficiencia que buscan; entre otras cosas, compensar efectos de otras variables como la flotación del bolívar, la dolarización informal, la escasez de efectivo, la crisis bancaria, el deterioro del salario real que crecientemente ha sido bonificado (para el periodo de su segunda década de ejecutorias), entre otras tantas presentadas en un período de 25 años (una generación)[1].

La segunda, atañe a la idea permanente de que el cambio económico puede mantenerse, apuntalarse, ampliarse, profundizarse o realizarse, según el caso, con el cambio de ministros. Es larga la experiencia venezolana en estos menesteres. En una cultura que ha sido –y hoy día más que nunca lo es- altamente presidencialista, debe tenerse a mano la pregunta de ¿para qué sirve un ministro? Normativamente, puede uno pensar que los ministros requieren autonomía y posibilidad de que sus opiniones sean tomadas en cuenta. El ciudadano podría así evaluar si un ministro lo está haciendo bien o de manera diferente a sus predecesores. Si no es este el caso, pasan a ser entonces los ministros, funcionarios que acoplan su punto de vista a lo que quiere el Presidente o a lo que se denomina en ciertos ambientes la línea política. Es el caso así que, en los últimos gobiernos en alrededor de 50 años (de variada inclinación política), ha habido ministros con preparación, pero totalmente fútiles en términos de sus determinaciones, porque el Presidente de turno es el que ha determinado todo el rumbo, o han pasado a formar parte, junto con él, de una especie de camarilla que no tiene que ver con el sentido más responsable del trabajo en equipo, del respeto de distintas opiniones y, en último lugar, de la democracia (por lo demás, también pasa en países cercanos). Curiosamente, fue, en el  particular segundo gobierno de Rafael Caldera (1994/1999), donde a algunos ministros se les dio –con mucha conveniencia para el Presidente- más autonomía[2].

La tercera, atañe a la perspectiva de una especie de relativo consenso, que se ha venido estructurando con planteamientos originados y discutidos en distintos ambientes y que no tiene que ver con los extremistas del neoliberalismo, ni con la perspectiva tecnocrático-conservadora que se mantiene en algunos ambientes públicos o privados. Se trata, realmente, de que debe diversificarse la economía, con sus respectivas consecuencias en las exportaciones y con el aumento de las interrelaciones técnico-económicas y comerciales entre sus áreas petrolera y no petrolera. Se trata, también, de que ello debe apuntalarse en el desarrollo de la competitividad y la productividad, respetándose los derechos de propiedad privada, impulsándose el cambio institucional y la meritocracia –que no siempre está presente en los grados, o en todos los lugares, donde se dice que lo está- e impulsando un cambio institucional verdadero en la perspectiva de los neo-institucionalistas[3] que aparte aquella poco productiva y disciplinada imagen, que se ha desprendido de los ministerios y que en el actual “gobierno revolucionario” se ha mantenido y profundizado en su resultados negativos. Claro que, en lo que atañe al área petrolera hoy día hay un escenario, con variaciones profundas, diferente al de los primeros años de la Administración Bolivariana o al que tuvieron otras administraciones.

Para este tercer perfil del cambio económico, pueden anotarse dos ideas que se han venido difundiendo y aceptando en distintos ambientes, aun con lo que es su preliminar carácter obvio. La primera idea es que, la materialización de este tercer perfil requiere atender, considerar y beneficiar a los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso. Esto es, no debe seguirse teniendo indiferencia ante los perniciosos efectos de la concentración y regresión de esta última, que no es, por lo demás, un tema descubierto por los “revolucionarios” o sus líderes. La segunda idea, atañe a la vieja problemática de profesionalizar la gerencia pública, que se ha venido extendiendo hacia el propio perfil que deben tener los políticos y funcionarios, así como hacia los que, de nuestra parte, hemos llamado líderes del desarrollo[4]. Dure lo que dure la actual administración, los próximos políticos y funcionarios se encontrarán –y deberán encontrarse- con un ambiente mucho más exigente.

En cualquier caso, de cambio económico, muchas cosas siguen sólo en proyecto.

 

15 de septiembre de 2024

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com

Riesgo político, incertidumbre y guerra

 

Riesgo político, incertidumbre y guerra

Siendo toda la actividad política esencialmente dinámica, tampoco el poder consolidado carecerá de adversarios. La neutralización de los mismos será, muchas veces, la mejor garantía para su conservación y supervivencia

 


JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

12/09/2024 05:00 am



El riesgo político, y lo que conlleva en la incertidumbre en la política y en la guerra, es un tema que ha interesado a los estudiosos de la ciencia política contemporánea en los últimos años, que yo recuerde fue al Dr. Ramón Escobar Salom, uno de nuestros políticos mejor preparados y formados, hombre de estado y analista formidable, al que le leí y escribir, por primera vez sobre este tema, en su columna del Diario El Nacional "La Ventana de Papel", hace unos 43 años aproximadamente y me abrió una veta de interés intelectual.

Pero qué podríamos decir inicialmente qué es el riesgo político, cuáles son sus características, es realmente útil para el análisis de los sistemas políticos, de las políticas públicas, los problemas de gobernabilidad, y entre otros issues en su estabilidad, perdurabilidad y grado de gobernabilidad. El riesgo involucra la incertidumbre e información imperfecta, muchas veces parcial e incompleta, asimétrica, ahora bien profundizando en su definición y características tiene varios componentes fundamentalmente, resulta entonces, que una gran cantidad de datos no siempre produce buena inteligencia o conocimiento de análisis de riesgo político, hay riesgo en cuanto un determinado evento no sabemos o no podemos determinar alguna, o varias, de las siguientes variables: si puede ocurrir en absoluto (incertidumbre de factibilidad), cuándo ocurrirá (incertidumbre de tiempo), dónde ocurrirá (incertidumbre de lugar), cómo ocurrirá (incertidumbre de modo), cuántas veces en una determinada unidad de tiempo ocurrirá (incertidumbre de frecuencia), cuánto daño producirá (incertidumbre de severidad). Estos factores están inmersos en el riesgo político de Venezuela, en la eventualidad de un cambio político o no, en el porvenir, hoy más vigente que nunca. Involucra entonces, expectativas y percepciones, de un país en la ruta de sus políticas públicas: que credibilidad, asertividad, sentido común y eficiencia tienen ellas y ellas juegan en el riesgo político.

Ahora bien, el riesgo es percibido como un obstáculo que se interpone entre la actividad y el objetivo perseguido por esa actividad, porque es muy difícil tener una actividad predictiva eficiente, sobre todo en la ejecución de políticas públicas, para reducir o evitar la incertidumbre sobre las decisiones que se implementan, sobre todo cuando no se tiene equipos de gobierno que generen confianza y credibilidad, en el manejo de las políticas públicas (es el caso de Venezuela del siglo XXI), por ejemplo, cómo es posible revertir una imagen de un gobierno que desde el año 2005, atacó el capital y tejido productivo, existente de 12.700 grandes empresas que había en Venezuela en 1998, hoy quedan poco más de 2.300, trabajando a un 22 % de su capacidad instalada( un alto riesgo político por decisiones tomadas en esos años).

Por otra parte, en el caso de la política, la actividad se relaciona con el poder, con el ejercicio del poder político, sus características, relaciones entre otros factores. Con la guerra actual, absurda e injustificable de Rusia, contra un país soberano como Ucrania, que ha demostrado coraje y dignidad, hay tres elementos a tomar en cuenta. La relación ofensiva y defensiva, el centro de gravedad y el punto culminante de la victoria, factores que analizaré en futuros artículos y que cobran gran actualidad a raíz de la actual y sorpresiva ofensiva ucraniana, que es imposible cómo va afectar el desarrollo de la guerra. La geopolítica y geoestrategia mundial están cambiando, ahora no hay orden mundial, este está siendo contestado.

Otro factor que influye, por lo tanto, desde el momento en que la actividad política se realiza siempre en el contexto de una pluralidad y diversidad de actores antagónicos que son adversarios y no enemigos a muerte, la mera existencia de esta multiplicidad ya constituye un riesgo en sí y de por sí, este es el escenario de la Venezuela, presente desde que llegó el chavismo madurismo, confrontación, falta de observar a la otra acera como adversario y no enemigo a liquidar, reprimir, socavamiento de los derechos humanos y libertades públicas. En la enorme mayoría de los casos prácticos, la decisión política puede generar toda una gama de consecuencias no predecibles; algunas de ellas inadecuadas por falta de negociación política y otras muy difíciles o hasta imposibles de prever.

Por otra parte, así como el poder es disputado en su adquisición, también lo es en su ejercicio y esto se observa claramente en el actual conflicto europeo. Eso es algo que también sabe todo político: una vez conquistado el poder, no es cuestión de sentarse sobre los laureles que otorga. Nunca hay, en realidad, verdaderos "vacíos" de poder en política. En el mismo instante en el que una posición de poder declina, sus adversarios concurrirán inmediatamente a ocuparla. Y, si no declina, estarán permanentemente en la tarea de debilitarla para que decline y pueda ser conquistada. A la etapa de la conquista del poder sigue, pues, necesariamente la etapa siguiente orientada a la defensa, conservación y consolidación de la conquista del poder político.

Asimismo, siendo toda la actividad política esencialmente dinámica, tampoco el poder consolidado carecerá de adversarios. La neutralización de los mismos será, muchas veces, la mejor garantía para su conservación y supervivencia. De este modo, la expansión del poder surge frecuentemente como una de las vías que conducen a su consolidación y/o viceversa y este es otro factor de riesgo político, dado la información imperfecta que se pueda tener y el grado de incertidumbre.

Con lo expuesto no se pretende, en absoluto, haber agotado el tema del riesgo político. El objetivo de este breve artículo ha sido doble: por un lado, señalar su contexto, los aspectos principales y, por el otro, ofrecer una perspectiva diferente a la que por lo general se utiliza cuando se habla de "riesgo político". Lo común es considerar como "riesgo político" solamente aquellos riesgos que el accionar político genera para la economía, como se puede ver actualmente con la irrupción de un neoproteccionismo y una recesión en la economía mundial, dada la crisis del COVID-19, y/o las consecuencias del agravamiento hoy en día por la crisis de la viruela del mono, la nueva dimensión de la guerra al terrorismo, la ciberseguridad, las diferentes burbujas económicas. O también, por ejemplo, es medir la diferencia entre las tasas internas de retorno al capital invertido -tomando al mercado norteamericano como "riesgo cero"- para lograr un indicador del "riesgo país" o -por extensión- del "riesgo político" por ejemplo. El procedimiento, por supuesto, es válido desde una óptica económica, como la hacen actualmente las calificadoras de riesgo.

Hoy en día, los analistas de riesgo político, observarán en sus análisis que la implementación de políticas públicas produce ganadores y perdedores, a estos últimos, los analistas de riesgo observan el grado de compensación que tendrán al seno del sistema político, y además, si se producirán perturbaciones que afecten la estabilidad y viabilidad, del sistema político, ésta es otra variable que tendrán en cuentan los analistas de riesgo. Se analizan los problemas sociales existentes y potenciales, la interacción entre actores.

El análisis de riesgo político es hoy muy pertinente, realizado por servicios de estudios, consultores que tiene personal de alto nivel profesional, en cuanto a su formación académica y trayectoria, muchas veces han pasado por experiencias gubernamentales lo que les permite tener una pericia desde adentro de los fenómenos del arte de gobernar y del ejercicio del gobierno. No son infalibles, aun utilizando los más completos instrumentos y equipamientos teóricos-conceptuales y sistemas de información, pueden tener un margen al error probabilístico, porque hay elementos como la sorpresa, el azar, la incertidumbre, que actúan, contra los eventos socio-políticos, los cuales no son lineales, son impredecibles. Hay pues, una caja de pandora en los eventos de riesgo político. Identificar riesgos y oportunidades potenciales que puedan impactar la toma de decisiones es uno de los mayores retos de analizar el riesgo político en tiempos de información imperfecta y asimétrica.

jesusmazzei@gmail.com 

 

domingo, 8 de septiembre de 2024

¿QUE PASÓ Y QUE PASARÁ EN VENEZUELA?

 

¿QUE PASÓ Y QUE PASARÁ EN VENEZUELA?

 EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ

 






Como en otras “Democracias” de la región los administradores actuales de Venezuela, más allá de sus particularidades ideológicas y personales, y su origen histórico, buscan perpetuarse. Para ello, al igual que en otros lugares, sirven las constituyentes, reformas y otras cosas[1]. En tales perspectivas, lo sucedido el 28 de julio y la terquedad derivada, sigue las pautas ya resumidas en aquello de “entregar el poder solo a un semejante”. Ello, o está teñido de un descreimiento en la democracia o en las posibilidades de que los pueblos cambien de posición.

 Por lo demás, aquello de que los pueblos no se equivocan es tan factible como lo de que una madre o un padre no se equivocan. Los alemanes siguieron a Hitler, muchos italianos  a Mussolini y los rusos a Stalin y, sin embargo, en este último caso terminaron, en momentos posteriores, tumbando estatuas de Lenin u odiando a Trotski (un agudo, culto y valiente personaje). La administración ha expresado taxativamente que fue ganadora, pero en el mundo muchos países y personalidades observan.

Como el asunto planteado no sabemos con plena exactitud en que terminará, se podrá seguir repitiendo la importancia de la negociación y otros elementos, pero ni la gente ni el mundo son tontos, ni deja de haber gente que no sabe ni quiere negociar, sino solo vacilar. Partamos entonces de que la administración, que lleva 25 años en el poder, continuará. Y dado esto último, no podemos pensar en los desempeños y resultados de la opción contraria que se plantea ganadora, pues no está en funciones. Hagamos entonces el siguiente ejercicio: ¿Qué pasará con el país?

Por una parte, la administración bolivariana, siempre ha estado en un arranque como fue en los primeros 5 o 6 años, para después pasar a una etapa de maduración en la segunda mitad, de la primera década de los dos mil, pero al final de esta etapa murió su líder fundador, habiendo tenido este y el país el beneficio de altos precios del petróleo de 2004 al 2014, y presentándose que al final de los 14 años de gobierno de Hugo Chávez, con planes diversos, no podían inventariarse grandes logros ni cambios estructurales. Los años de presidencia de Nicolás Maduro no pueden catalogarse tampoco como años de grandes logros y cambios estructurales en la economía en un sentido positivo. En toda la administración ha habido siempre entonces una especie de ahora sí. Y son ya 25 años (una generación propiamente).

Por otra parte, la pregunta que debe hacerse es ¿qué va a hacer la administración del Presidente Maduro en asuntos como la dolarización informal que se ha instaurado en el país y de la cual se benefician algunos agentes económicos y figuras públicas (que, por lo demás, en varios casos, y con pleno derecho, le brindan expresiones y presencias de apoyo a la administración actual),  pero que principalmente ocasiona una distorsión de precios y salarios relativos? ¿Qué va hacer la administración con el sistema educativo y de salud que presenta altos deterioros para el sector menos favorecido en la distribución del ingreso y el cual en oportunidades no puede cubrir los costos ni siquiera en el área publica?

Por otra parte, todo esto está relacionado con una manera de ejecutar la política económica que terminó de instaurarse en el año 2018, donde el ajuste pasó a recaer por distintas vías en aquellos sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso, que no entienden la economía sino en la figura de un bolívar deteriorado y un dólar apetecido y que, la administración ha mantenido contenido en varios momentos (con una política cambiaria basada en una curiosa “flotación sucia” mezclada con “saltos de rana”, si es que puede entenderse de alguna manera). ¿Va a mejorar en el corto plazo, la administración del Presidente Maduro, el sistema de remuneraciones donde prima la bonificación del salario? ¿Va a modificar la administración e del Presidente Maduro la obtención de remuneraciones por bonos que se esperan con salarios altamente deteriorados, incluso con los bonos? Son varios millones de venezolanos los que, como empleados y pensionados, dependen del área gubernamental.

Por otra parte, la economía no mejorará –sino solo muy parcialmente- solamente porque se instrumenten cambios –y menos aún si son temporales- en el encaje legal. Existe en Venezuela un problema agudo de falta de recursos de inversión en el área pública y privada, que están contextualizados en una economía que ha tenido al Estado/Gobierno durante cerca de 70 años, como un inversor fundamental y que, hoy, sigue endeudado y con una problemática fiscal que varios conocen. La confianza y los recursos no se han vuelto a sentar en Venezuela. Cuando eso pase, los primeros que lo sentirán serán los ciudadanos y allí dejarán de pensar en migrar. Las cifras oficiales de crecimiento y de otras variables no son determinantes hoy día para los agentes económicos, en la medida en que no se expresen en formas y proyectos expansivos en la economía y estos, a su vez, en bienestar para las familias.

Variados países a quienes mejor remuneran es a sus médicos, jueces o policías. ¿Cuál es la situación de maestros y profesores, médicos, enfermeras y sanitaristas en la actualidad venezolana? ¿.Cual es la confianza en el sistema judicial? Allí están partes de las respuestas sobre la evolución venezolana y las posibilidades de verle sustancia a las políticas que se ejecutarán.

¿Habrá novedad en ellas  o se tratará de lo mismo?  ¿Habrá registros públicos y sanciones a manejos dispendiosos de los dineros del Estado o de los venezolanos?

 

8 de septiembre de 2024

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com

 



[1] Impresionante el reciente proceso de “reforma” Judicial en México. Ver https://letraslibres.com/historia/enrique-krauze-una-nacion-traicionada/.