¿Postpandemia?, por Félix Arellano
Publicado marzo 31, 2020
Estamos conscientes que resulta prematuro abordar el tema de la fase postpandemia, cuando el proceso se encuentra en etapas iniciales en muchos países y, no obstante que el partido comunista chino, en su permanente opacidad, señala que está levantando las medidas de cuarentena en el epicentro de la crisis, la ciudad de Wuhan; empero, la reflexión ya está circulando en los medios y llama la atención el optimismo que caracteriza algunos de los aportes, que parecieran no calibrar la gravedad del problema y sus profundas consecuencias en diversos ámbitos de nuestra vida, particularmente en materia económica.
Una posición sorprendente la apreciamos en el destacado filósofo Fernando Saber, quien en su columna en El País de España (280320), ha señalado: ¿Cambiarán los humanos sus vidas, como exigen los clérigos? Afortunadamente, lo dudo, pues no vivíamos tan mal: el cambio más deseable es acabar con la epidemia.
La gran mayoría de organizaciones especializadas y expertos alertan que la magnitud de la crisis económica que está generando la pandemia, puede desembocar en una recesión a escala global, eso significa, entre otros, números sin precedentes de desempleados, quiebras de empresas, desalojos de hogares, miseria, pobreza.
Pareciera que Savater se ha concentrado en la situación de una minoría que siempre logra mantener sus privilegios, e incluso obtienen beneficios de la desdicha de otros, pero, no debemos olvidar que la miseria de las mayorías se puede transformar en explosión social, que con su violencia termina afectando las burbujas de los privilegiados.
Los discursos populistas y radicales encuentran el caldo de cultivo en la pobreza de los pueblos, con sus falsos discursos prometen soluciones rápidas o mágicas, generando un contexto de terror, intolerancia y exclusión.
Desde otra perspectiva, cargada de optimismo creador, que podría ser interpretado como ingenuo, encontramos los resultados del diálogo virtual: “El día después será…”, organizado por varias instituciones españolas, en su mayoría orientadas al tema ecológico, efectuado el pasado 25 de marzo, donde la mayoría de expositores coincidieron que, luego de la pandemia, el mundo debería asumir sin vacilaciones la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En esta misma línea cabe destacar las declaraciones de la filósofa Adela Cortina, quien en La Vanguardia española (250320) ha destacado: “la sociedad va a cambiar radicalmente después de esta crisis, va a haber un antes y un después de ella, y para poder salir delante se va a necesitar toda la capacidad moral y todo el capital ético de cada uno”.
Podemos compartir las posiciones antes señaladas, empero, observamos que en el marco de la pandemia están aflorando actitudes peligrosas para la convivencia social, la incertidumbre estimula angustia, desconfianza y posiblemente violencia.
Representa un debate plantearnos la añorada normalización de nuestra cotidianidad. Como ya se puede apreciar se avecinan cambios en múltiples niveles. A escala global bien podríamos afirmar que enfrentamos un quiebre, el proceso productivo global, las cadenas globales de generación de valor han evidenciado una importante vulnerabilidad.
Estamos observando que la gran mayoría de los gobiernos se ha concentrado en una reacción fundamentalmente individual, lo que puede fortalecer el nacionalismo, la xenofobia y la exclusión. La agenda que se proyecta en las relaciones internacionales privilegia al Estado con un marcado carácter militar. Los gobiernos autoritarios, populistas y radicales están aprovechando el coronavirus para consolidar sus posiciones
El fortalecimiento de los Estados se acompaña de una visión rígida de la soberanía, que también puede conllevar prácticas proteccionistas frente al comercio internacional. Por otra parte, el virus en su exponencial crecimiento está afectando la estabilidad de varios gobiernos, entre otros, a Donald Trump los cálculos electorales se le complican, en Brasil avanza la propuesta del juicio político al Presidente; los Presidentes de Francia y México ven descender su sólida popularidad.
Un cambio que se visualiza luego de la pandemia, tiene que ver con la revisión de las relaciones políticas de los gobiernos democráticos frente a los autoritarismos, en particular, ante la opacidad y manipulaciones del partido comunista chino, por las consecuencias que ha generado en el manejo de la epidemia inicial y por su política expansionista y proyecto antidemocrático.
En el plano social también se plantean cambios en la cotidianidad, es factible que el virus se mantenga latente por un largo tiempo, lo que obligará a una progresiva reincorporación social con prácticas de distanciamiento social.
Lo fundamental es lograr el nivel de fortaleza que permita superar las tendencias de: individualismo, desconfianza e intolerancia que puede estar cultivando la pandemia.
En el plano internacional se plantea un gran reto para las nuevas tendencias que promueven la diversidad, la tolerancia y la convivencia; en este contexto, las organizaciones no gubernamentales están llamadas a jugar un papel decisivo para mantener y promover el diálogo, la negociación y la cooperación. Son los nuevos actores y todos los seres humanos, con una consciencia ética, como lo plantea Adela Cortina, que debemos trabajar en la construcción de condiciones más humanas luego de esta amarga experiencia que estamos enfrentando.