LA IZQUIERDA COMO
MERCADO EN LATINOAMÉRICA
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
DOS EXPRESIONES QUE REQUIEREN AJUSTES
La primera, es
la del destacado estadista W. Churchill
“el que no es de izquierda a los 20 años
no tiene corazón, pero el que a los 40 lo sigue siendo, no tiene cerebro”.
Sin ser necesario analizar esta frase, se sabe lo que representó en el mundo de
la política. Hoy día, se podría pensar que las emotividades y pulsiones para ser
de izquierda podrían acercarse a la de los jóvenes de los años veinte, treinta
o cincuenta del siglo XX, la diferencia sustancial es que ahora se tienen los
resultados de setenta años de socialismo soviético, de lo que pasó tras la
cortina de hierro, de lo evidenciado en la revolución cultural china, de los
fracasos en África y América Latina en cuanto a socialismo o sus intentos y de
la tiranía y relativo aislamiento de Corea del Norte, frente al empuje y fuerza
de Corea del Sur, entre otros tantos elementos. Entusiasmarse ahora, requiere
mucha voluntad o ceguera, sin negar que haya otras cosas que entusiasmen que no
sea el pensamiento liberal ciego, pertinaz y extremista también por su lado.
La segunda, es
la del actual presidente Bolsonaro de Brasil quien –recientemente- señaló que el legado de Ernesto Che Guevara, "apenas
inspira a marginales, drogados y la escoria de la izquierda".
No es difícil ver las justificaciones
de la crítica a quienes se pueden plegar a ese legado, dados los
comportamientos políticos y en acciones sobre la vida de otros del personaje de
marras; pero, la frase que resume la crítica –en cuanto a quienes son los
inspirados- es impulsada por un fanatismo similar al que sustenta la afirmación
del presidente en cuanto a las iluminaciones o inspiraciones que estimula el
legado del mismo. Es parte esto, del dilema al que se enfrenta la izquierda
como mercado en la región.
LO QUE REALMENTE PASÓ CON LA OFERTA
IZQUIERDISTA
El mundo ha
cambiado, los tiempos han cambiado y con ello el perfil y contiendas de
distintos participantes o agentes internacionales. En los años sesenta y parte
de los setenta, todo parecía posible dentro de las relaciones de la guerra
fría y la dinámica de los bloques de poder, al implicar, en buena
parte de los casos, delimitar una posición según se estuviese en la zona de influencia de uno u otro
bloque. Aunque hoy parezca fuerte ese tipo de interrelaciones, existieron y se
dieron con énfasis y recurrencias.
Más aun,
era difícil la comprensión de lo que se dio en llamar el conflicto
chino-soviético –donde unos a otros se adjetivaban de bandidos-, el cual
marcó pauta en la conformación de grupos políticos -incluso armados- en América
Latina. Se podía leer en Alternativa, en la versión de G. García
Márquez, y en el caso de la experiencia colombiana, los matices de unas u
otras agrupaciones que después -en varios casos- se volvieron adictas a la
delincuencia asociada al narcotráfico, en periodos posteriores a las ideas de tomar
el cielo por asalto o a las concepciones foquistas de R Debray[3],
en donde un grupo de aventurados podía repetir el endulzado caso cubano de toma
del poder.
En esos
mismos tiempos, anteriores a la conversión de la utopía e ilusión,
en delincuencia y en derrota política, tal cual se vio en Venezuela y en otros países
en los años 70 y ochenta (a pesar de la salida victoriosa del sandinismo a
finales de los años setenta e inicios de los ochenta en Nicaragua para llegar a
su primera y fracasada experiencia de ejercicio del poder), fue donde Ernesto
Che Guevara dio a publicación su Mensaje a la Tricontinental (mayo
1967)[4]
donde convocaba a crear uno, dos, tres Vietnam y tenía como referencia
fundamental a los pueblos de Asia, África y América Latina. Como es conocido,
todo ello terminó en fracasos, con toda su violencia y sus guerras, y Cuba no
pasó de ser una nostalgia y un desengaño.
Claro,
Asia, además de la experiencia china desde 1949, tuvo y acumuló la larga
experiencia de Vietnam y las tragedias en casos como Cambodia. África, por su parte, vivió las experiencias
de los socialismos tropicales tipo Angola, Mozambique, que se mezclaron con las
previas experiencias de descolonización e independencia, así como fue también escenario
de expresión del “internacionalismo” cubano. América Latina, por su lado, vio
la aparición terrible de las dictaduras en el cono sur y la de Brasil ya
formada desde la propia década de los años sesenta, y que -en parte-
fueron expresión de reacción contra la politización y el izquierdismo.
Correspondientemente,
no era muy claro a pesar de la voluntad, el entusiasmo y la oferta permanente
de felicidad que tenían y tienen los izquierdistas -según algunos- quien podía
ser el receptor o entusiasmarse –cosa que no pasó- con aquella convocatoria del
escrito referido. Y, en tal sentido, a inicios de los noventa fue fácil hablar
y ser receptores en Latinoamérica del planteamiento de Fukuyama del fin
de la historia y observar una especie de actitud triunfalista por los
partidarios del capitalismo y las economías de mercado. La crisis de la
deuda en América Latina, los planes de ajuste y estabilización con sus secuelas
de deterioro del salario real y las democracias de solamente elecciones
hicieron su parte para ensombrecer, aun más, a América Latina al menos. Lo
que vino después, las que podrían llamarse las reales propuestas de
socialismo latinoamericano, tal cual sandinistas, en su segunda
parte, el partido de los trabajadores de Brasil con Lula como baluarte, los
Kirchners, Correa y otras experiencias, incluso la mexicana actual de López
Obrador, no han representado más que alternativas tipo pastiche, al fracaso de
la propuesta del socialismo, hoy día demostradamente fracasada en sus logros
reales de desarrollo económico y social. Encontrándose palpables los ejemplos
de Nicaragua, Cuba y ni que decir Venezuela. No en balde, la mayoría ha
terminado en episodios de corrupción y de actividades delictuosas. La
experiencia de la administración bolivariana pasa a ser una que se ha cobijado
en el alto deterioro institucional estimulada y desarrollada por ella con una
política de desinstitucionalización, un fracaso de su proyecto político y una
destrucción profunda de la economía.
LO QUE HA BUSCADO LA REGIÓN
Históricamente,
arrancado el siglo XX, la región buscó cobijarse en las teorías del
imperialismo y parcialmente en la de la dependencia (versión de Cardoso y
Faletto) para explicar sus fracasos y sus posibilidades de éxitos según los
casos, por la intervención extranjera en sus economías, cuyo desiderátum
siempre terminaba siendo obtener los recursos primarios locales. Y esto no es
que no haya sido cierto, sino que no es fácilmente demostrable que las malas
políticas o la ausencia de buenas políticas fuera siempre culpa de los factores
exógenos y no de la falta de voluntad o las componendas de los propios factores
internos con los referidos de afuera. Claro, un entonamiento fino puede brindar
diferencias y matices según los casos.
Una especie
de rentismo conceptual basado en el historicismo, estuvo siempre a mano para
todo aquel que no hiciera lo que debía hacer en cuanto a cuidar la
infraestructura o ampliarla y a buscar el desarrollo económico. Fue así fácil,
en varios casos, el ejercicio de los gobiernos. Junto a la dependencia de los
partidos políticos, fue natural que varias cosas en el siglo XX se le
adjudicaran al imperialismo –por lo demás algunos lo siguen haciendo-.
Recordamos al profesor Armando Cordova, economista destacado y de
estudio, planteando como el marxismo mismo caía con este paracaídas que lo traía
del cielo (metáfora nuestra). Mientras otros veían y vieron en el pensamiento
liberal, una forma de poder conducir la sociedad, pero que también era exógena.
Un mercado
para deambular, como ha pasado claramente en la economía, volviéndose la región
estatista, neoliberal, nuevamente estatista, o según sus propios inventos,
militarista, de democracias electorales solamente, constituyentistas o
cualquier otro intento para que en la mayoría de los casos terminen los
políticos con reelecciones eternas y convertidos en dictadores. Es esta última,
por cierto, también línea de la Rusia actual, que tiene no solo los problemas
económico y sociales conocidos sino también las grandes ambiciones de Putin, a
pesar de que algunos la siguen considerando la “alternativa” de la humanidad.
A todas
estas, la gran pregunta es si se desarrollarán parte importante de los países
del región, dando saltos dentro de la teoría del desarrollo, al estilo de lo
realizado por Corea del Sur -u otras contadas naciones- que todavía en los años
ochenta tenia niñas de 12 y 13 años trabajando hasta 18 horas diarias, según
podía revisarse por parte de economistas dedicados a analizar sus realidades y
hoy dia es país de alta figuración en competitividad internacional de parte de
economías emergentes.
Esto es, el
discurso de desquite, de revancha o de justificar el atraso por lo exógeno –expresado
en colonialismo y en imperialismo- no llevó a la región al desarrollo y en
algunos casos, logros de impulso económico como en México permitieron hablar a Carlos
Fuentes de su propio país como una narconación.
Pero si el discurso o los análisis de la
inspiración señalada como revanchista, de desquite o de izquierda -digamos ya-,
no han dado fundamento para el desarrollo, tampoco lo han brindado buena parte
de las experiencias de gobierno. ¿Es cuba un ejemplo de crecimiento y desarrollo
económico? No lo es. ¿Son los sandinistas un ejemplo de éxito económico? No lo
son. ¿Acaso la administración bolivariana? Menos aún, dados los montos de
recursos tenidos en sus más de 21 años, de lo que el economista Paul Baran
habría llamado el excedente económico potencial y real. En tal sentido,
dadas tales experiencias, la pregunta con sentido sería ¿y que quiere hacer la
izquierda ahora en América Latina con cualesquiera de las posibilidades de
gobierno que pudiera tener? Pues, por otra parte existe la sobre determinación
de problemas de estructura económica, de mercado internacional y de necesidades
de consenso entre distintos agentes económicos y políticos que tienen los
países. Debajo de Macri y Fernández –dos últimas presidencias argentinas- se
encuentran los Argentinos sensatos, cuyo balance no siendo ciego, observa
cualquier grado de deterioro en las condiciones de vida que puedan haber en tal
país.
LO QUE PODRÁ SUCEDER
No sin extrañar
que pudieran haber apoyos, financiamientos e intereses, los casos de Chile y Costa
Rica han
llamado la atención por la violencia desatada y, en el caso de la primera,
nación se puede decir contenida o guardada durante numerosos años. Si bien la
nación austral, produjo, después de los tiempos de la dictadura, mejoras en la
distribución del ingreso, es evidente que en pensiones, salarios, protección
social, costos de servicios y oportunidades de ascenso social, ha sido alto el
déficit sentido por los ciudadanos desde la segunda mitad de los años dos mil.
El resultado exitoso del apruebo –plesbicito del 25 octubre 2020- para
algunos es triunfo de la izquierda, para otros rechazo a la constitución vigente de claro sesgo pinochetista o
aprobada durante la dictadura de Pinochet. Un proceso complejo de fases y
etapas y con detalles por venir, y que lo importante es que pudiera permitir dar
avances a la sociedad chilena.
Interesa
destacar el fácil espíritu victorioso de la izquierda, que buscará capitalizar
el triunfo del apruebo, incluso lanzarlo a la arena latinoamericana como
el inicio de una nueva etapa de victorias por venir. Mientras, la contraparte
de esto es la ausencia de propuestas específicas para el crecimiento y el
desarrollo en los países donde participan partidos y grupos de izquierda como
contienda electoral o ya en funciones de gobierno, y que no sean aquellas de la
planificación centralizada y el estatismo exacerbado, asfixiante y generador de corrupción como pasó
en los socialismos reales. ¿O es que acaso los planteamiento de la izquierda
latinoamericana vinculadas al Foro de Sao Paulo, a la administración
bolivariana y a las distintas especies de grupos libres, se dedicará solo a
manifestar con violencia como lo ha hecho en Chile o en otras naciones señaladas,
mientras los grupos u organizaciones de la misma, en el ejercicio del poder,
asumen actitudes violentas y autoritarias con los que deciden oponérseles como
han sido los casos de numerosos asesinados o manifestaciones reprimidas con violación
de derechos humanos como ha sido en Venezuela o Nicaragua en años recientes?
El mercado
para las ideas de la izquierda en América Latina no puede, por tanto, ser el de
las acciones vistas en países como Chile, Costa Rica, sino cómo tales ideas
pueden propender al desarrollo económico
y social en base a la ejecución de estrategias. El caso práctico de Venezuela
es dramático. Pues, se ha derivado una especie de poesía trágica, para
la “revolución“ que ha buscado salvar al hombre y darle la mayor suma
de felicidad posible, mientras ha conseguido, contrariamente, penurias e
insuficiencias; que ha intentado unirlo más a la naturaleza y evitar el carácter
depredador del capitalismo y lo ha llevado, más bien a recurrir a la
leña, por ausencia de insumos básicos (gas de bombonas) y naturales de la vida
moderna; que ha perseguido crear un país de clase media y
del primer mundo (expresiones de HC y asumidas
por NM) y ha avanzado profusamente en la destrucción de cosas
mínimas y básicas que ya eran naturales y consustanciales a la vida regular;
que ha buscado desarrollar un país potencia y más
recientemente una potencia agrícola exportadora y -hoy día-
muchos hogares deben cocinar con leña alimentos básicos traídos de distintos
lugares del resto del mundo. Y esos son pues los “grandes logros”, que terminan
más bien apuntalado el atraso y el antidesarrollo.
El desarrollo es asunto de logros, de estabilidad en el crecimiento, de
conversión de este en bienestar y de consecución de mejores perspectivas de
vida para los ciudadanos. Cuando las sociedades logran altos niveles de
desarrollo o impulsos significativos en el mismo, esto se convierte -vía las instituciones
como reguladoras- en normas, confianza, estabilidad y bajos costos de
transacción. La limpieza, el orden,
la seguridad en sentido amplio, la salud, la educación, son derivaciones que
terminan convirtiéndose a su vez en nuevos impulsos para la sociedad y la
economía. La nación se retroalimenta dentro de sus propios componentes y uno de
ellos, la sociedad civil,
le da más fuerza al proceso de desarrollo, pues esta pasa a ser contrapeso y
balance de las propias actividades del Estado. Las políticas económicas pueden
incluso trascender por la vía del consenso y todo esto termina en la estructuración
democrática en las perspectivas políticas de la nación. Diferente cosa
sucede en las dictaduras y en los regímenes militaristas; de ahí que la democracia
pasa a ser elemento fundamental para impulsar el desarrollo (ver Amartya Sen).
Este es, tendencialmente, el cuerpo sano o el estado sin dolor[10],
desde la perspectiva económica, social y política.
Claro, para el siglo XX fue notoria la comparación entre los éxitos del socialismo
y los del capitalismo y no fue extraño conseguir a muchos en los
extremos de unos y otros partidarios, sobre qué sistema era más exitoso[11],
desde viajes al espacio, cohetería, industrias diversas y seres más felices en
el modo de vida americano y la vida donde todos supuestamente comían,
tenían posibilidades de estudiar y también éxitos deportivos, en el caso del socialismo
real. Pero, como estudiaron y precisaron algunos analistas en las cercanías
de su caída, los ciudadanos en el socialismo real no podían ya albergar
posibilidades de mejoramientos de sus vidas (en su proyecto temporal de vida).
Las clases o grupos sociales, que se habían generado desde el Estado, el
ejército y el partido, se llevaban y concentraban las riquezas. El sistema del socialismo
real no era eficiente en el mejoramiento del bienestar general y había
hecho florecer privilegios en grupos específicos. Igual sucedió en China a
pesar de los extremismos, la política convertida en religión y los
numerosísimos muertos que hubo (en los años 50 y sesenta), al igual que en la
Unión Soviética, a pesar de razones particulares y según los tiempos, en los
distintos casos. En los otros países del bloque soviético las cosas acabaron
como llegaron: con imposición y rapidez. En los casos tropicales no hay mayores
éxitos en el contexto de las izquierdas: ni en África, ni en América Latina. En
Cuba el proyecto de vida es tal que “el hombre nuevo” se lanza al mar Caribe en
balsas indescriptibles. Krugman ha demostrado que la disminución de
expectativas también se ha dado en la economía y sociedad estadounidense, pero
parece que ello no altera una perspectiva que estimula a varios de distintos
lugares, a quererse ir para allí.
Son ámbitos de interés para la izquierda como mercado en Latinoamérica.
26 octubre 2020
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com