martes, 28 de junio de 2022

Colombia: ¿un mar de incertidumbre?

 

Colombia: ¿un mar de incertidumbre?,

 por Félix Arellano





Colombia: ¿un mar de incertidumbre?
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Pese a los esfuerzos del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, por generar tranquilidad y confianza, tanto en el país, como en la comunidad internacional, reina gran incertidumbre, cargada de aprehensión. Algunos temen que el actual tono dialogante y prudente del presidente Petro, constituya una actitud estratégica, el ardid para calmar las aguas, lograr aliados y luego poder desarrollar con más facilidad un proyecto autoritario.

En el ambiente político se aprecia la incertidumbre de cómo actuar frente a la complejidad de los cambios. En ese contexto, pareciera que el respaldo automático, por lo esperanzador el discurso y la urgencia de las trasformaciones, puede resultar un camino para fortalecer el personalismo; empero, una actitud de oposición radical extrema, puede llevar a un desgaste improductivo.

Pareciera que lo ideal, que tiende a chocar con la realidad, sería mantener una actitud crítica, reflexiva y constructiva; incluso, que la oposición democrática impulse proyectos de cambio que contribuyan a consolidar las instituciones democráticas y los derechos humanos.

Diversas razones justifican los temores sobre el presidente electo, pero también el señor Petro tiene sus prevenciones frente a la dinámica institucional. Sobre el presidente destaca, entre otras, un expediente de actividad política de tendencia agresiva y opaca; algunos resaltan una trayectoria poco ética y la guerra sucia de la reciente campaña electoral confirma la tendencia. Adicionalmente, gran parte de sus amistades políticas nacionales e internacionales están relacionadas o forman parte de corrientes populistas y autoritarias.

Desde la perspectiva democrática, un gran temor tiene que ver con el ambicioso proyecto fundacional de «construir un capitalismo social» y superar «el feudalismo de minorías privilegiadas», que para el presidente prevalece en Colombia.

La magnitud del proyecto podría requerir de mucha discrecionalidad y un tiempo mayor al que permite la normativa constitucional para el ejercicio de la presidencia. En ese contexto, es factible que, en corto tiempo, el presidente Petro asuma el tema de la reforma constitucional, como una de sus banderas políticas.

Ahora bien, es importante observar que, ante un potencial autoritarismo del presidente electo, el sistema político colombiano cuenta con controles institucionales, que seguramente preocupan al presidente Petro, ante el temor que puedan paralizar la acción de gobierno.

Entre los controles institucionales destaca el Congreso de la República, donde si bien el Pacto Histórico cuenta con un número interesante de miembros en cada una de las cámaras, no tiene el control, lo que le obliga a negociar, en particular, con los partidos tradicionales, que resultaron bien posicionados en las recientes elecciones legislativas.


Pero el presidente electo tiene amplias posibilidades de lograr apoyos en el nuevo Congreso y, en efecto, el partido liberal ya ha informado que asume una posición de respaldo; adicionalmente, es factible que contará con el apoyo de otros grupos políticos como los representantes de la plataforma centro esperanza o de cambio radical.

Frente a los potenciales escenarios en el Congreso es que conviene alertar lo inconveniente de las posiciones extremas. Por un lado, un apoyo mecánico y automático, que podría facilitar el camino del autoritarismo; al respecto, la experiencia de Nicaragua resulta ilustrativa, pues los partidos que han respaldado al dúo Ortega-Murillo, han facilitado la conformación del régimen autoritario que se está enfrentando ese país.

Sería peligroso que unos aliados complacientes en el Congreso permitan al presidente desarrollar un gobierno plebiscitario, «gobernar por decretos», con poderes especiales o leyes habilitantes. Instrumentos jurídicos que pueden fomentar la discrecionalidad y la evasión de los controles institucionales que caracterizan a la democracia.

Por otro lado, una actitud radical, de satanización del nuevo gobierno, podría generar una guerra de trincheras que menosprecie, tanto la necesidad de cambios estructurales, que lo ha exigido el electorado colombiano; como la legitimidad de origen del nuevo presidente y desconociendo que el presidente electo cuenta con importantes respaldos.

Desarrollar la estrategia del ataque puede llevar a un conflicto largo y agotador, que estimule la cohesión del bloque en poder y debilite la fuerza democrática con una creciente fragmentación, con peores consecuencias para el país en su conjunto, en especial para los más vulnerables y, el caso venezolano constituye un precedente.

Pero el presidente Petro también tiene sus temores; por ejemplo, frente algunas instituciones, como la Defensoría, la Contraloría o la Fiscalía; considera que sus autoridades han sido designadas por la administración saliente y pueden obstruir la labor de gobierno; empero, podrían ser temores infundados. Por una parte, esas instituciones deberían cumplir con las leyes vigentes y, por otra, si el presidente desarrolla una gestión respetuosa del ordenamiento jurídico, como lo está prometiendo, no sería objeto de mayores controles.

En la lista de las instituciones que hacen parte del clima de incertidumbres y tensiones también destacan las fuerzas armadas y policiales, el sector empresarial, los medios de comunicación e incluso la comunidad internacional, en particular los Estados Unidos, la OCDE de la que Colombia es miembro e incluso la OTAN donde tiene el estatus de aliado preferencial estratégico. Frente a todos ellos el actual discurso del Presidente electo es de prudencia y tranquilidad, promoviendo confianza para la nueva administración.

Como parte de la estrategia de generación de confianza, se espera la designación de un gabinete de técnicos, expertos en las áreas, que evidencien profesionalismo y responsabilidad en el ejercicio de sus funciones.

Ahora bien, el actual discurso de promoción de confianza también es motivo de amplia discusión, los más críticos estiman que constituye un juego estratégico para calmar las aguas, lograr tranquilidad y progresivamente desarrollar el proyecto autoritario. En este contexto, el escritor colombiano Nicolás Martínez ha vinculado la situación actual en Colombia, con la llamada «Patria Boba», la primera fase de los bolcheviques en la vieja Rusia, en su proceso para logar el control totalitario del país (worldpress.com; 25/06/2022).

El señor Martínez recomienda la final de su artículo al pueblo colombiano mucha oración. Estamos conscientes que la oración es importante y ayuda a calmar las pasiones, pero no es suficiente. Se requiere que la oposición democrática colombiana, que incluya a todos los sectores, aprovechando la actual actitud de apertura y diálogo del presidente electo, construya una estrategia creativa de defensa de la institucionalidad democrática; asumiendo una actitud constructiva para la promoción de las reformas necesarias y una posición crítica contundente ante potenciales desvaríos que busquen perpetuar al presidente electo en el poder.

 

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

jueves, 23 de junio de 2022

Reforma y Política Exterior

 


Reforma y Política Exterior

Hoy el reto, está más que planteado, debe reestudiarse y actualizarse, en una nueva iniciativa académica, vistos los nuevos paradigmas, tesis, actores, y formuladores de la acción exterior del estado venezolano


JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

23/06/2022 05:00 am

 


Hace treinta se intentó implementar un proyecto de modernización institucional del sistema de política exterior, ella como parte, de la política pública del Estado Venezolano dirigida a esta área. Ese proyecto se realizó durante los años 1989-92, contó, con el apoyo de la COPRE, la Fundación Tinker, INVESP y la editorial Nueva Sociedad, cuando está estuvo radicada en Venezuela, para editar proyectos editoriales. Se realizo bajo la coordinación del Dr. Carlos Romero Méndez, uno de los más brillantes politólogos de su generación, y fundamentalmente, en el área de relaciones internacionales, perteneciente a los egresados de la primera promoción de politólogos de 1978, que el año que viene cumplirá 45 años de egresados de su alma mater la UCV.

Fue un proyecto ambicioso, pero con un claro sentido de los objetivos a lograr, por una parte, levantar una base de datos de todo el sistema de política exterior y lo otro, coordinar y colaborar armónicamente en la formulación e implementación de la política exterior venezolana en sus diversas dimensiones (política-diplomática, económica, de comercio exterior, cultura, inversiones extranjeras, tecnológica, militar, de cooperación educativa, ambiental, deportiva etc) y preparar para la Copre un análisis y discusión que servirían por una parte, de base para una red de comunicación y coordinación, entre los diversos organismos públicos que tiene que ver con aspectos internacionales, a través de un sistema nacional de política exterior y por la otra, proponer una reforma en el subsector de personal capaz de diseñar un perfil del funcionario diplomático que se requería para el año 2000. Aquí debo hacer un inciso, en los meses de mayo-diciembre se instaló en el Ministerio de Relaciones una Comisión con las más destacadas figuras académicas y políticas en materia de política exterior de aquellos años a iniciativa del canciller Humberto Calderón Berti y que fue continuado por el Ministro Fernando Ochoa Antich, el cual presentó un informe final que cinceló, acerca de la cancillería del siglo XXI, lamentablemente el sector político, no respaldo la iniciativa de la Cancillería y el informe naufrago. Esta fue una propuesta muy positiva y ambiciosa, sin embargo, no se pudo aplicar.


Regresando al tema del artículo, se realizaron dos seminarios-talleres en menos de un año, uno, en octubre de 1990 y otro, en julio de 1991, en los cuales participaron, dialogaron y discutieron funcionarios diplomáticos, funcionarios públicos del área internacional de los diversos organismos de la administración central y descentralizada, académicos, gerentes, oficiales de las Fuerzas Armadas y periodistas que de alguna manera participaban en el proceso de toma de decisiones en el área de política exterior, además fueron invitados igualmente, comunicadores sociales que cubrían la fuente internacional de los diversos medios de comunicación social: impresos, radiales y televisivos.


Así las cosas, ambos seminarios tuvieron una duración de dos días y en él se discutieron los diferentes papeles de trabajos agrupados en diferentes mesas papeles de trabajos, donde se discutieron los trabajos de los consultores escogidos para trabajar los diversos temas de política exterior. Debo resaltar aquí el rol de Beatrice Rangel en el segundo seminario, por su participación muy activa cuando desempeñaba el cargo de Ministro de la Secretaria de la Presidencia, fue extraordinario, su aporte en el seminario. Hubo colaboraciones en el libro escritas de: Carlos Moneta, Eva Josko de Guerón, Elsa Cardoso, Alberto Müller Rojas, Laura Rojas, Edmundo González, Adolfo Raúl Taylhardat, Lourdes Cobo y Carlos Romero, se reunió a un calificado grupo de expertos como vemos en las diferentes facetas del mundo internacional, para evaluar una política pública que requiere tanta atención por un mundo cada vez más globalizado e interdependiente por una parte, y del rol de los gobiernos y de las sociedades, y en un país que en aquél entonces era muy complejo, en la conformación de la política exterior. Fue una excelente y brillante iniciativa, que concluyo con la presentación del texto Reforma y Política exterior en Venezuela, cuyo coordinador fue el Dr. Carlos Romero y quién les escribe como asistente investigación del mencionado proyecto, el trabajo que se realizó con INVESP y la COPRE., en la sede de esta última institución en 1992, por parte del Senador Pompeyo Márquez, a mediados del año de 1992, se presentó el libro en cuestión.



La conclusión de los dos seminarios arrojó entre otras ideas de mejorar la coordinación y cooperación, de política exterior, vista la complejidad del tejido que lo dibujaba y también el peso y proyección, fundamental del Presidente de la República, como formulador, tomador, ejecutor y negociador de la política exterior venezolana, de acuerdo al artículo 190 de la constitución de 1961, a lo largo de los años, sobre todo desde 1958 hasta ese año de 1992.


Cuáles fueron los trabajos presentados, uno de Carlos Moneta, sobre el sistema internacional de aquel entonces, otro de Eva Josko de Guerón, sobra la continuidad y cambios en la política exterior venezolana, el Elsa Cardoso, sobre el proceso de Toma de decisiones, uno del general Alberto Müller Rojas, Sobre los Militares y la política exterior, de seguidas Laura Rojas, escribe sobre los aspectos económicos de la política exterior, después dos sendos trabajos sobre el diplomático venezolano ante los desafíos de los cambios globales, otro de Carlos Romero, sobre la complejidad organizacional en el sector externo de Venezuela y finalmente, Lourdes Cobo, las prioridades de la Política Exterior de Venezuela para el año 2000, como se ve un libro completo, que abarca todos los temas en esa sensible política pública en materia exterior y recogió el legado de un seminario similar realizado en enero 1983, en la Universidad Central de Venezuela, en el Instituto de Estudios Políticos, sobre la Agenda de la Política Exterior, que analizó de como percibieron los decisores y analistas venezolanos el rol de Venezuela, en los año 80 y expresaron una visión parcialmente superada por los cambios globales en la estructura internacional de los años 90, cuando se realiza este estudio y estos dos seminarios en esos años.

Hoy el reto, está más que planteado, debe reestudiarse y actualizarse, en una nueva iniciativa académica, vistos los nuevos paradigmas, tesis, actores, y formuladores de la acción exterior del estado venezolano. Vinculado, por una parte, a los cambios locales cuando hay nuevos decisores participantes en la formulación y ejecución de política exterior pertenecientes a la escuela crítica de las relaciones internacionales (marxistas y populistas) que busca un mundo multipolar, confrontador y adversario de los Estados Unidos y amigos tradicionales de Venezuela en sus relaciones bilaterales, de una supuesta diplomacia de paz, una política revolucionaria entre otros elementos con la irrupción de una nueva camada de analistas internacionales y académicos y por supuesto, y de nuevos actores estatales y no estatales en la influencia en la formulación e implementación de política exterior, los cambios globales más dinámicos, complejos e interconectados en la estructura internacional desde inicios del siglo XXI.


jesusmazzei@gmail.com

 

Geopolítica autoritaria en ascenso

 

Geopolítica autoritaria en ascenso,

 por Félix Arellano





Geopolítica autoritaria en ascenso
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A la larga lista de problemas que enfrenta la región, muchos de ellos crónicos e históricos, que podríamos calificar como estructurales; ahora debemos sumar la creciente presencia disruptiva de la geopolítica del autoritarismo, que viene avanzando de bajo perfil, en una perspectiva persuasiva, desde hace varios años; empero, recientemente está alcanzando niveles más agresivos, incluso militares, como está ocurriendo en Nicaragua.

Las potencias de la geopolítica del autoritarismo, en particular China y Rusia tienen tiempo actuando en la región, mediante del manejo de la información, la desinformación y la manipulación, en lo que se ha definido como una guerra híbrida; aprovechando las bondades de las redes de las telecomunicaciones, para penetrar en diversos sectores sociales, en particular en los jóvenes y movimientos políticos.

La guerra hibrida de la geopolítica del autoritarismo constituye uno de los temas que se está trabajando de forma exhaustiva desde la plataforma uruguaya Diálogo Político (DP) con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer.

Desde que Xi Jinping asume la presidencia de China (marzo 2013), la estrategia de expansión del coloso amarillo se intensifica en alcance y contenido y la ruta de la seda representa su mejor expresión. Pero incluso la faceta persuasiva ha sido radicalizada, al extremo de promover abiertamente una nueva forma de democracia autoritaria.

En efecto, la Oficina de Información del Consejo de Estado de China, publicó un libro blanco que lleva por nombre «democracia que funciona», en diciembre del 2021, por medio del cual promueve las bondades de la democracia autoritaria, presentando al modelo chino como el mejor ejemplo a seguir, ante las debilidades de la democracia liberal occidental, que no logra resolver problemas como los altos niveles de pobreza y corrupción (María I. Puertas, DP).

Naturalmente el libro blanco del Partido Comunista chino no destaca que su sistema, que presenta como «altamente eficiente», se mantiene gracias a la sistemática violación de los derechos humanos fundamentales del pueblo chino, en particular la libertada de expresión y organización.

Lo que se está promoviendo es un sistema iliberal de partido único, que controla todas las instituciones y rechaza, con profunda represión, cualquier manifestación de crítica.

Al respecto, cabe recordar el histórico caso de la Plaza de Tiananmen, donde se rechazó con sangre una protesta juvenil, que promovía mayores libertades (3 y 4 de junio de 1989). Tal represión constituye una clara expresión de la «dinámica eficiente» de una democracia autoritaria.

La estrategia de debilitar la institucionalidad democrática, el orden liberal internacional y en particular el sistema de derechos humanos y la institucionalidad democrática es de larga data y de escala global. En los procesos electorales de la mayoría de los países democráticos se está registrando la creciente influencia de la conexión rusa o china en defensa de los movimientos radicales antiliberales.

En el caso específico de la Unión Europea, la influencia rusa, y en particular el liderazgo de Vladimir Putin, se ha vinculado desde hace varios años con los movimientos radicales de derecha y de izquierda; patriotas, nacionalistas y euroescépticos. Alianzas que se ha atenuado en los actuales momentos, debido a la irracional decisión del presidente Putin de invadir a Ucrania y la amenaza de chantaje nuclear que está planteando contra occidente.

Pero la estrategia de expansión de la geopolítica del autoritarismo en nuestra región también tiene su cara coercitiva, incluso militarista y, al respecto, cabe destacar la reciente aprobación por la Asamblea Nacional de Nicaragua, del ingreso de personal y equipo militar ruso a su territorio, decreto que fue aprobado con 78 votos a favor, ningún voto negativo y 11 abstenciones.


Por otra parte, desde hace algún tiempo la comunidad internacional ha planteado preocupación por la presencia militar extranjera en Venezuela y, el reciente caso del avión de bandera venezolana que llevaba tripulantes de nacionalidad venezolana e iraní, retenido en el aeropuerto internacional de Ezeiza en Argentina, ha encendido alarmas en la región, pues se presume que tanto el avión como el personal iraní, están vinculados «con la Fuerza Quds, un poderoso brazo paramilitar de élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC)«. (BBC mundo 130622).

Para exacerbar el conflicto geopolítico en la región, Colombia ha sido aprobado como un aliado preferencial estratégico de la OTAN. Desde 2017, Colombia se unió a la OTAN como socio extracontinental y, desde diciembre del 2021, el gobierno colombiano asumió mayores vinculaciones con la organización y paso a ser un aliado preferencial estratégico.

Adicionalmente, son viejas las denuncias que circulan en los medios de comunicación, sobre grupos vinculados al terrorismo internacional haciendo vida con facilidades e impunidad en varios países de la región.

La presencia militar rusa en la región constituye un factor de alta sensibilidad en particular para los países vecinos de Nicaragua, más concretamente Costa Rica, que además ha desarrollado la acertada política de desmilitarización del país, y ahora se encuentra con una fuerza militar extranjera en sus fronteras. Fuerzas militares de un gobierno que no ha tenido temor para invadir a su vecina Ucrania y está amenazando con movilizar sus tanques a otros países de la zona.

En el contexto de la gravedad de los acontecimientos en Nicaragua, no podemos dejar de expresar nuestra sorpresa, para decir lo menos, ante la actitud que están asumiendo los presidentes Alberto Fernández de Argentina, quien ejerce actualmente la presidencia Pro Tempore de la Celac y Andrés Manuel López Obrador de México, anterior presidente Pro Tempore, quienes han desarrollado una aguerrida defensa de los gobiernos autoritarios, pero hacen un mutismo absoluto en el tema de los derechos humanos y, en estos momentos, ante una potencial militarización geopolítica de la región, mantienen un silencio penoso e irresponsable.

Conviene destacar que como presidente Pro Tempore, el Presidente Fernández está obligado a defender la vigencia de los compromisos adoptados en la Celac y, en tal sentido, en II Cumbre de la Celac, efectuada en enero del 2014, se adoptó como un compromiso fundacional, que la región de América Latina y el Caribe constituyen zona de paz.

Por otra parte, conviene resaltar que la Unasur, una organización que, no obstante su profundo debilitamiento, promueven los presidentes de Argentina y México, también aprobó en sus principios fundacionales que nuestra región constituye una zona de paz y cooperación. Adicionalmente, tenemos un compromiso mayor, pues los países de la región han suscrito el Tratado de Tlatelolco para la proscripción de las armas nucleares en 1967.

En los discursos cargados de pasión varios de nuestros gobernantes, en particular los populistas, exigen una actuación autónoma, superando relaciones de dominación y subordinación con las potencias, este es un momento, ante la creciente geopolitización de la región, para exigir el cumplimiento de los compromisos suscritos y propiciar una autentica zona de paz y seguridad en nuestra región.

Pero también como ciudadanos debemos estar atentos para rechazar las campañas de manipulación informativa de la geopolítica del autoritarismo, orientadas a la destrucción de los valores libertarios, la institucionalidad democrática y los derechos humanos.

 

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

martes, 21 de junio de 2022

Si no es liberal, la izquierda no es tal

 Si no es liberal, la izquierda no es tal

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 




Ganó Gustavo Petro en Colombia, enarbolando banderas de izquierda. Pero en su nombre, pregonando revoluciones que traerían la justicia social y el progreso, se han impuesto las dictaduras más retrógradas y primitivas, negadoras de las conquistas más importantes de la humanidad. Fidel Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega y muchos otros déspotas se retratan aquí. ¿Debe esperarse lo mismo de Petro?

 

Suponiendo sinceras sus intenciones (al menos inicialmente), puede atribuirse esta incongruencia al empeño de (cierta) izquierda en fundamentar sus ideas en enfoques colectivistas, argumentando que los intereses personales deben subordinarse al bien común. Rompe con la visión liberal, que enfatiza la inviolabilidad del ser humano en sus atribuciones y prerrogativas fundamentales como ser social, lo que implica la irreductibilidad de sus derechos básicos como individuo. Para esta izquierda, sin embargo, el liberalismo legitimaría conductas egoístas, no solidarias, contrarias a una justicia social basada en la equidad. La economía capitalista sería la mejor demostración de ello, pues subordina consideraciones sociales o ambientales a la maximización del beneficio privado. Si se es marxista, la acumulación de capital se explica, además, por la explotación de la mano de obra, expresión de la injusticia de clase que ha hecho a unos pocos muy ricos, mientras empobrece a la mayoría. Y la verdad es que el marxismo colonizó hasta tal punto la izquierda que buena parte de sus categorías conceptuales vienen de ahí.

 

Sin duda suena muy loable sacrificar los intereses personales en aras del bien común. ¿No ha sido en buena medida el motor del progreso de la humanidad? El problema está en cómo definir ese bien común. En la historia real se ha reducido, lamentablemente, en quién o quiénes decide(n) ese bien común.

 

Es tentador recurrir a la volonté générale de Rousseau para sortear esta dificultad. Pero resulta un espejismo, pues tal voluntad general no se refiere a decisiones tomadas en colectivo, sino al propósito que, en última instancia, anima el contrato social que cohesiona a una sociedad, por encima de los intereses particulares de quienes la constituyen. Fundamenta la superación del orden personal y arbitrario del déspota, como la libertad salvaje del mundo natural. Podría decirse que la voluntad general se refiere a un orden social que propicia el bien común, pero que es previo a él. Regresamos, por ende, al punto de partida, a menos que nos aprovisionamos de una idea preconcebida de lo que debe ser ese orden social. Y aquí entran todas las utopías concebidas por la humanidad, tanto las de inspiración religiosa, étnica / racista o de pretendidas ciencias del devenir histórico.

 

El filósofo polaco, Leszek Kolakowski, alertaba hace unos cincuenta años, en referencia al “socialismo realmente existente”, que todo intento de imponer una utopía, por más bella que pareciera, termina, irremediablemente, en dictadura. Lleva a la fundamentación ideológica del totalitarismo, como lo expuso en su obra magna, Hannah Arendt. Descomponiéndola en sus raíces semánticas, la ideología no sería más que la lógica puesta en acción de una idea asumida previamente como verdad absoluta. Por antonomasia, esa verdad no admite ser desmentida. Está blindado contra toda contaminación externa, además, por su consistencia interna. Es la llave para entender el universo en que vivimos. Quien no comulgue con tal verdad queda desamparado de su paraguas salvador. Son los “paraísos” construidos con base en la intolerancia absoluta de toda desviación del dogma, propios del sectarismo fundamentalista del ISIS o talibán, pero que siglos antes también exhibieron teocracias cristianas.

 

Pero quizás más pernicioso han sido los “paraísos” edificados a partir de una supuesta ciencia de la historia que desentraña las causas últimas de la injusticia y ofrece, a través de una labor drástica de reingeniería social a manos de “revolucionarios” esclarecidos, acabar de una vez para siempre con los males que han plagado a la humanidad. Nos referimos, obviamente, a los regímenes nacionalsocialista y del socialismo marxista. El nazismo fue derrotado y, al ser revelado la extensión y profundidad de las atrocidades que cometió, suele pasarse por alto que, previo a la guerra, fue vista por muchos como una propuesta salvadora. Y no sólo en Alemania. Debido a su cruel insania, podemos confiar en que no se le permitirá levantar cabeza de nuevo. ¿Pero sucede lo mismo con el comunismo?

 

Algunos aun creen que el comunismo fracasó por errores en su ejecución, no por su fundamentación conceptual. Si pasó por alto el respeto a los derechos humanos, fue por perseguir “revolucionariamente” bienes superiores de libertad y justicia, sin detenerse en los “falsos valores” de la democracia liberal. Tales ideas encontrarían justificación en la “ciencia” del materialismo histórico develada por Marx y Engels. No es éste el lugar para discutir estos postulados. Pero sería necio menospreciar la alerta sobre su peligrosidad para la libertad formulada en la Miseria del Historicismo del filósofo austríaco, Karl Popper, y en los escritos, en la misma tónica, de Isaías Berlin

 

Si se piensa que ser de izquierda implica abogar por la justicia social, la igualdad de oportunidades y la libertad, no puede asentarse en preconcepciones colectivistas. ¿Significa desistir de luchar por el bien común? En absoluto. Sólo que ese bien común debe construirse a partir de las preferencias, libremente expresadas, de los individuos. En una democracia auténtica, la gente se organiza en sindicatos, gremios, centros culturales y asociaciones diversas, para proseguir intereses colectivos. Pero a diferencia del dogma colectivista, estas agrupaciones están sujetas a la voluntad de sus integrantes y deben responder a estos por la manera como se conducen. El sumun de estas expresiones de voluntad colectiva está en la representación política, plural y alternativa, electa para gobiernos locales, regionales y nacionales. Claro está, pueden ser capturados por politiqueros o por oligarquías poderosas, pero evitar eso es, precisamente, el reto de toda sociedad democrática. La solución: más democracia.

 

La democracia liberal pregona la igualdad de oportunidades para todos, lo que supone leyes y un Estado de Derecho que la aseguren. Lamentablemente, las condiciones para disfrutar de la igualdad ante la ley no están, como todos sabemos, garantizadas. La ausencia de recursos (pobreza), la ignorancia, sesgos a favor de los poderosos en la aplicación de justicia o en la prestación de servicios, prejuicios diversos y otras calamidades, pueden hacer de esta igualdad un derecho vacío, inexistente. Y aquí es donde entra la lucha entre el pensamiento de izquierda y el de derecha en una democracia liberal. Como lo demuestran muchos países europeos, se puede conciliar la prosecución de intereses colectivos con la libertad, con base en el ejercicio pleno de derechos individuales que aseguren objetivos de seguridad social y de igualdad efectiva de oportunidades, en condiciones de creciente prosperidad económica. 

 

Es un error pensar que el liberalismo abandona necesariamente la igualdad de oportunidades a los mecanismos de mercado. Ello es propio del neoliberalismo, que subordina lo político a criterios de racionalidad económica, proponiendo un menú ortodoxo que asegure la confianza del capital financiero globalizado. Es una suerte de chantaje en aras de preservar los equilibrios económicos a nivel nacional, pero que relega a un segundo plano problemas que deberían tener alta visibilidad en la agenda liberal, como los relacionados con percepciones de injusticia y con la provisión adecuada de bienes públicos --o de discriminación en su usufructo--, que fundamentan la igualdad de oportunidades y el respeto por las minorías. Se requiere, por tanto, coordinar acciones a nivel internacional para contener los efectos desestabilizadores de los flujos financieros internacionales sobre las economías nacionales y disuadir, así, la “carrera hasta el fondo” para congraciarse con estos capitales. Ello permitirá recuperar mayor libertad y seguridad de acción de los gobiernos para responder a estas inquietudes.

 

Razones de espacio impiden atender otros problemas que son centrales a estas reflexiones. Lo que nos hemos limitado a señalar aquí es la bancarrota de imposiciones colectivistas para proseguir agendas que podría considerarse de izquierda. La historia demuestra que llevan a su contrario. Esperemos, por el bien de Colombia y de Latinoamérica, que el gobierno de Petro pueda sustraerse de esta fatalidad.

EL RESENTIMIENTO “ETERNO” DE AMÉRICA LATINA Y EL TRIUNFO DE PETRO

 

EL RESENTIMIENTO “ETERNO” DE AMÉRICA LATINA Y EL TRIUNFO DE PETRO

EDUARDO ORTIZ RAMIREZ


Hablar de la región como un todo, siempre es complicado. No todos los países son iguales, no todas las historias son las mismas, pero al evaluarse las experiencias y secuencias se consiguen varias similitudes. Algunas de ellas, atañen a cuestiones de método. Así, es frecuente en la región encontrar, en primer lugar, la idea de que somos iguales y ello seguramente se puede relacionar con aquello de
“…trescientos años no bastan…”.  Así las cosas, y viendo alrededor de 200 años después de esa afirmación, puede señalarse que se afirma que lo malo ha venido y viene de afuera, pero también que lo bueno (ayudas, apoyos, préstamos o condonaciones), en varios casos, también debe venir de afuera. En segundo lugar, somos iguales o cercanos en historia, idiomas, entusiasmos, en fin la “raza cósmica”, a pesar de algunos que les gustaría desgarrarse en la acepción de Samuel Huntington. La tercera, es que, parte de esto, llevó a encontrar culpables de las desdichas desde lo externo, desestimulándose el estudio de lo nacional o la búsqueda y precisión de nuestras propias responsabilidades. Todo esto termina teniendo o produciendo un matiz nacional y regional de resentimiento. Es reciente la frase en Colombia de más menos haber esperado 210 años, entre otros detalles.

No dejan de tener responsabilidades los antiguos imperios, o los que no habiendo tenido colonias, tuvieron también y siguen teniendo, de patio trasero a la región. A Europa o parte de sus países y los EEUU,  se le suma ahora Rusia y China, en una actitud no diferente, o que sus acólitos o partners revolucionarios, quieren verla diferente. En este escenario, que todos saben lo que representó, tuvo mucha responsabilidad el pensamiento de izquierda latinoamericano, con alta influencia en la literatura, la academia y la estructuración de la idea de tomar el cielo por asalto. Y lo sigue teniendo, obviamente, en esa especie de pastiche inorgánico que son los populistas de derecha e izquierda y que sobre todo, en estos últimos, albergan violencia, tráfico y comercios ilícitos y no saludables. Algunos análisis, más útiles que otros, permitieron detectar cuadres y connivencia entre factores externos e internos.

No es que los demás, el mundo desarrollado por ejemplo, debe pedir perdón, como lo hizo la iglesia, pues también está la idea importante de que personajes o naciones del siglo XV o XIX no hacen culpables a los del XX o el XXI. Pero también, la responsabilidad directa, es acompañada por criterios de curiosidad sociológica cuasi experimental, sobre lo que pasa en el antiguamente llamado tercer mundo, o en naciones emergentes o en curiosidades como las que, presenta hoy día la nación chilena,  después de haber pasado por tantas cosas, como socialismo fallido, golpe de estado, relanzamiento de la economía y la sociedad, a pesar de cosas no solucionadas del todo; en fin.

Parte de las masas populares de América Latina prefieren cobijarse, a pesar de la culpa de la anomia y los niveles de abstención en la idea del socialismo libertario e igualitario, aunque paralelo a ello también desaten las ideas de que lindo es México y Centroamérica, pero cuanto es deseado atravesar ríos y túneles para llegar a EEUU. Por lo demás, de Venezuela, su migración y sus vaivenes, es demasiado lo que puede decirse dentro de los resultados de la administración “revolucionaria“ y bolivariana.

Lamentablemente,  para muchos esperanzados o nuevos ilusionados, ese socialismo no ha triunfado en ningún lado. Ni en la Comuna de Paris, ni en las primigenias y más contundentes y masivas revoluciones Rusa y China, ha generado igualdad, ni recibir de cada quien sus capacidades y a cada quien según su trabajo  y, mucho menos, la eliminación del dinero (al cual C. Marx llamó la potencia de las potencias) y/o a cada quien según sus necesidades. Tiranos, dictadores, abusadores y megalómanos, surgieron a cada paso, de tales experiencias sociales. Ni que decir los milmillonarios, que hoy no son escasos en Rusia y China, como están registrados en las estadísticas y se destaca con la evolución de la guerra Rusia/Ucrania en  yates súper lujosos retenidos  a los mil millonarios rusos. Si, China acaba de lanzar al mar su primer porta aviones, después de muchos años  y muchísimos muertos durante los años sesenta y la revolución cultural  con las políticas de Mao, que en esos tiempos ya estaba distanciado de Rusia.

De las experiencias latinoamericanas, como la del “mar de la felicidad” (Cuba), Nicaragua (¡Ah…! Nicaragua y los sueños y  de muchos intelectuales de izquierda) y Venezuela, pues, con una economía destruida  y sueños robados, que era lo que precisamente se combatiría, pero hoy día ha quedado para ahora si está llegando la oportunidad, como la que presenta el Presidente Nicolás Maduro después de un detallado viaje por Eurasia, Oriente Medio  o como se le pueda denominar. Escenarios como el de Argentina, Brasil y México presentan harto confusiones, distorsione, engaños, falsos discursos, oportunismo, corrupción y violencia, suficientemente abundantes como para merecer un tratamiento enciclopédico.

El capitalismo no es un sistema perfecto, pero ha tenido logros y avances, incluso en la región latinoamericana en países de complejidad como la Colombia de los últimos setenta años. El reciente electo presidente de tal país, dice que lo desarrollará. Habrá que ver cuántos de los que lo acompañan piensan igual, y cuáles serán las políticas, pues el sistema de políticas públicas socialista, en todos lados ha fracasado y genera desesperanza y negatividad en el proyecto temporal de vida de las personas.

Seguir intentando nuevos fracasos es una buena idea que expresó C. Monsiváis; pero no tiene porque ser con políticas y estrategias suficientemente probadas en su fracaso.

 

21 junio 2022

@eortizramirez

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domingo, 19 de junio de 2022

Las crisis de hoy son diferentes

 

Las crisis de hoy son diferentes

Jun 16, 2022MAURICIO CÁRDENAS

BOGOTÁ – Así como una generación cede paso a la otra, una nueva cohorte de desafíos globales reemplaza a la anterior. Hechos infrecuentes como la pandemia de COVID‑19 (y el riesgo de aparición en cualquier momento de nuevos virus peligrosos) no son el único ejemplo. Los fenómenos meteorológicos extremos derivados del cambio climático ya tienen consecuencias catastróficas. La tecnología de la información y los datos a veces se usan con fines maliciosos o ciberbélicos. Incluso el encarecimiento actual de los alimentos y el aumento del hambre mundial se pueden vincular con una diseminación insuficiente de tecnologías de código abierto.

Parece que vivimos en un estado permanente de peligro. Las crisis ya no son acontecimientos improbables y aislados que afectan a unos pocos. Son mucho más frecuentes, multidimensionales e interdependientes; y al trascender las fronteras nacionales, tienen potencial para afectar a todo el mundo al mismo tiempo. Además, implican tantas externalidades que ni los mercados ni los gobiernos nacionales tienen incentivos suficientes para resolverlas.

Las soluciones a estos problemas dependen de la disponibilidad de bienes públicos globales; pero el sistema internacional actual es incapaz de proveer un suministro suficiente. Necesitamos grandes inversiones coordinadas en preparación y respuesta frente a pandemias, por ejemplo, o para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (un mal público global), porque ningún país actuando por separado podrá resolver las crisis actuales, menos aún prevenir otras nuevas.

Es imperioso reconsiderar el funcionamiento del multilateralismo. La arquitectura financiera internacional de la posguerra se diseñó para apoyar a los gobiernos nacionales en la provisión de bienes públicos nacionales. Ahora es prioritario pensar las nuevas instituciones que se necesitan para proveer bienes públicos más allá de las fronteras nacionales.

La naturaleza superpuesta de las crisis actuales resalta aún más la necesidad de un nuevo marco estructural. El incremento de la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos (por ejemplo inundaciones y sequías) aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas y transmitidas por el agua. La suba de los promedios de temperatura y los cambios en los patrones de lluvia están reduciendo la productividad potencial de cultivos básicos (por ejemplo, un 6% en el caso del maíz) que son cruciales para la seguridad alimentaria, componente esencial de la salud. En 2010‑19, la proporción de la superficie terrestre mundial afectada de sequía extrema en un mes cualquiera alcanzó el 22%, mientras que en 1950‑99 fue un 13%.

Las emergencias anteriores, como la crisis financiera global de 2008‑09 (que en realidad fue un fenómeno del mundo desarrollado) o la crisis financiera asiática y latinoamericana de fines de los noventa, fueron básicamente de naturaleza económica y un resultado de la acumulación excesiva de riesgos financieros. Las soluciones estaban en manos de banqueros centrales y ministros de finanzas, e incluían la adopción de nuevas regulaciones financieras y de políticas fiscales y monetarias que revirtieran la pérdida de empleo y actividad económica.

Las crisis actuales, en cambio, son interdependientes y de alcance realmente global, con potencial para producir efectos mucho mayores. Lo que las distingue es que las soluciones ya no dependen exclusivamente de la capacidad de las autoridades económicas nacionales. Una respuesta eficaz demanda liderazgo y acción por parte de gobiernos de todo el mundo. Un ejemplo de este abordaje es la propuesta de crear un Consejo Mundial sobre Amenazas para la Salud. La detección temprana de amenazas de pandemia y el desarrollo de la inmunidad colectiva contra patógenos conocidos son ejemplos clásicos de bienes públicos globales con las propiedades de no rivalidad y no exclusión.

Pero en cada país por separado, los contribuyentes no tienen incentivos para la provisión de bienes de alcance global. Tampoco es posible delegar esta tarea a las ayudas oficiales al desarrollo (AOD) o a la filantropía, porque sencillamente, los números no cierran. El año pasado, el total de AOD llegó a 180 000 millones de dólares, y los donantes privados añadieron unos pocos miles de millones más. Pero para la provisión de bienes públicos globales se necesitan billones de dólares. Además, los presupuestos de ayuda oficial son demasiado variables, y las prioridades cambian. Pero lo que parece urgente y políticamente atractivo no siempre coincide con lo que es importante, que debería ser el foco en la provisión de bienes públicos globales.

Por eso tenemos que crear un nuevo sistema multilateral. Lo ideal sería que sus elementos principales se modelen sobre la base de las herramientas empleadas para la provisión de bienes públicos nacionales: tributación, incentivos y rendición de cuentas.

Puesto que los bienes públicos globales demandan un volumen de financiación significativo y estable, hay que apuntar a la creación de una fiscalidad internacional, financiada mediante aportes universales basados en la capacidad de pago. Por supuesto que también se necesita liderazgo en el nivel nacional, para asegurar una respuesta intergubernamental e intersectorial adecuada.

Dar a contribuyentes y gobiernos los incentivos correctos para la acción no será fácil. Pero la mayoría de los gobiernos se toma muy en serio las misiones periódicas del Fondo Monetario Internacional conforme al artículo IV; incluir en ellas una evaluación de la respuesta nacional a los riesgos climáticos y pandémicos sería un buen punto de partida. Asimismo, las agencias de calificación crediticia deberían ampliar las metodologías que usan para la evaluación de riesgos de gobiernos y corporaciones.

El mundo no está preparado para hacer frente a la nueva generación de crisis. En vez de concentrarnos solamente en las deficiencias dentro de un área particular al momento de una crisis, tenemos que comprender por qué una y otra vez fracasamos en la provisión de los bienes públicos globales que todas estas crisis nuevas exigen. Si no resolvemos este problema, seguirán apareciendo falencias específicas. Si, por ejemplo, mañana volviera a aparecer una amenaza de pandemia, no nos hallaría mejor preparados que la COVID‑19.

Las crisis actuales (climática, sanitaria y alimentaria) deberían bastar para poner en marcha los mecanismos de colaboración global necesarios para enfrentar esas amenazas. Si no son estas crisis, ¿qué podrá serlo?


MAURICIO CÁRDENAS

Writing for PS since 2010
15 Commentaries

Mauricio Cárdenas, a former finance minister of Colombia, is Visiting Senior Research Scholar at Columbia University’s Center on Global Energy Policy.