martes, 31 de enero de 2017

Paradojas globales.

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Felix Arellano

Otra de las paradojas que emergen del efecto Trump, tiene que ver con la emoción que genera en sus seguidores, en el corto plazo, las decisiones impactantes y mediáticas, que estimulan pasiones y patriotismo; empero, luego vendrá la frustración

Con apenas una semana en la Casa Blanca ya corren ríos de tinta reflexionando sobre el efecto Trump, sus consecuencias sus perspectivas; pero es conveniente precisar que este personaje, como varios otros: Marine Le Pen en Francia, Geert Wilders en Holanda, Frauke Petry en Alemania, Mateo Salvini en Italia, Podemos en España, el Foro Social en nuestra región o el proceso bolivariano en Venezuela; son consecuencias de unas contradicciones más complejas que enfrentamos en el mundo globalizado. Lo dramático es que estos casos, y en particular Trump, exacerban la crisis y no representan aportes viables para la construcción de soluciones, que exigen el diálogo, la negociación y, finalmente, la construcción de lenguajes de cooperación.

La mayoría de los casos de anti política y anti sistema que observamos constituyen desasosiegos frente a la dinámica global. Tiene que ver con angustias y rechazo a la construcción de procesos productivos mundiales, las cadenas globales de valor; también tiene que ver con los procesos tecnológicos como la robótica, lo que se ha definido como cuarta revolución industrial. Todo esto tiende a generar consecuencias sociales negativas como: desempleo, marginalidad, pobreza. Ahora bien, esta problemática global debería conllevar la construcción de soluciones globales; lo que no es fácil en un mundo de Estados soberanos, que no quieren perder soberanía y luchan por imponer sus propuestas nacionales radicales, en algunos casos equivocadas. Algunos, siguiendo la falacia del ludismo, esperan que construyendo muros, creando barreras, quemando empresas; pueden resolver los problemas; lamentable error, tales acciones, fuera de la emoción y adrenalina que generan, solo agravan la situación.

Naturalmente el caso de Trump, dada la enorme importancia de los Estados Unidos para el mundo global, resulta más impactante, pues torna más patéticas las paradojas del mundo global. Por muchos años Estados Unidos ha sido el paladín de la construcción del mercado a escala mundial, ha estimulado diversos procesos globales como: las finanzas, el comercio, las telecomunicaciones, los procesos productivos, la tecnología, la educación y la ciencia; ahora Trump se presenta como un crítico radical.

La economía global de mercado encontró en las teorías económicas liberales un basamento y en Estados Unidos muchos de sus centros de investigación y de sus intelectuales han sido grandes promotores. Ahora el discurso de Trump promueve un nacionalismo rígido en detrimento del espacio global. En la promoción de la investigación para fortalecer el mercado global, la innovación tecnológica ha jugado un papel fundamental, al punto que hoy hablamos de una cuarta revolución industrial, entre otros, con la presencia de la robótica en todos los procesos productivos. En esta titánica transformación instituciones como Silicón Valley han jugado un papel estratégico; ahora, Trump propicia retomar la economía intensiva en mano de obra. Trump aspira que sus órdenes ejecutivas obliguen a las industrias a permanecer en territorio americano y que además generen muchos empleos; pareciera olvidar que las empresas son jugadores en un marco global y actúan en función de criterios de competitividad y rentabilidad. Trump, como otros autoritarios, aspira romper con sus órdenes la dinámica del mercado.

Como parte de las teorías liberales, el libre comercio han sido determinante para la conformación del mercado global y, en este objetivo, el partido republicano ha sido uno de los forjadores promoviendo acuerdos de libre comercio (TLC); ahora Trump promueve el proteccionismo. Una visión que puede resultar equivocada. Es cierto que el mercado global y el libre comercio pueden generan consecuencias sociales negativas como el desempleo, pero la solución no es el muro, es la construcción de mecanismos de equidad en los acuerdos comerciales.

Otra de las paradojas que emergen del efecto Trump, tiene que ver con la emoción que genera en sus seguidores, en el corto plazo, las decisiones impactantes y mediáticas, que estimulan pasiones y patriotismo; empero, luego vendrá la frustración. En el caso bolivariano, luego de la farsa del emocionante discurso que cautiva radicales e ingenuos y genera destrucción y pobreza, ha llegado el autoritarismo, esperemos que no sea una tendencia mundial.

LA ECONOMÍAY LA ADMINISTRACIÓN MADURO.

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Los numerosos conflictos políticos y económicos que han estado presentes durante toda la administración bolivariana –ya con más de 18 años- han aumentado y se han agudizado a partir de las complicaciones políticas y económicas desde 2012. No es estrictamente asociable esto último, a la desaparición física del presidente Hugo Chávez, pues en tiempos de sus gestiones se desarrollaron profusos conflictos, incluido el del intento de golpe de Estado de 2002. Pasó a coincidir, más bien, con el aumento de la problematización económica y social, que tuvo su punto mayor en las crisis de 2014 y en su continuación en base a permanencia de presos políticos o aumento de acciones de corte represivo. Las mismas negociaciones económicas que se dieron a partir de 2014 con el sector privado, cayeron en frustración y en un muy bajo nivel de acercamiento para llegar a acuerdos. El panorama ha sido igualmente de fracaso, tanto en lo político como en lo económico, en las negociaciones iniciadas después de la pensada suspensión del referéndum revocatorio por parte de la administración Maduro (puede verse de manera ilustrativa As Venezuela crumbles, the regime digs in http://www.economist.com  Jan 28th 2017).

Los procesos de ajuste y estabilización, llevados a cabo en la estructuración de la política económica antes de la administración bolivariana –en un periodo de cerca de 20 años-, no implicaron correctivos estructurales y de permanencia para la economía y la sociedad venezolana. Parte de la explicación de esto radica en la profundización del fenómeno del rentismo, pues la mayoría de las administraciones de tal período –igual que la bolivariana, hicieron el planteamiento de disminuir la dependencia petrolera y, contrariamente, la aumentaron. La administración del presidente Maduro declaró pomposa y fantasiosamente  el año 2016 como el del fin del rentismo y el 2017 como el del inicio de un nuevo modelo. Si en el peso del producto petrolero y no petrolero, así como en sus tasas de crecimiento, tal dependencia no es siempre evidenciable, en los mecanismos de difusión, encadenamientos o en la creación de economías externas y dinámica de la inversión privada o de la misma pública, si es perceptible como el petróleo fue captando cada vez más espacios de la economía venezolana.

A la llegada del Presidente Chávez, las exportaciones no tradicionales, por ejemplo, apartando momentos de los inicios de los años noventa nunca alcanzaron saltos estructurales contundentes y estables. Tampoco sucede durante la administración bolivariana y mucho menos en la fase del presidente Maduro. Contrariamente durante esta, caen en un estancamiento estructural y definitivamente alterador de cualquier posibilidad de impulso cómodo. La ausencia de una definida política de desarrollo de las exportaciones no tradicionales, ha sido la otra cara de un  rentismo no solo no derrotado sino más bien apuntalado.

Debe destacarse la influencia que tienen la dinámica del rentismo y la elaboración de políticas de control de precios, tipo de cambio y manejo de los derechos de propiedad así como las poco flexibles hacia la focalización en cuanto a la consecución del desarrollo económico, que, por lo demás, desencadenan en el contexto creado en cuanto a críticas hacia la economía de mercado y  al régimen capitalista, como condicionantes de la propia dinámica seguida en variables como la inflación, el tipo de cambio y el endeudamiento. Todas estas variables estuvieron relativamente contenidas, a pesar de su tendencia a la inestabilidad dentro de la economía venezolana, debido a altos precios del petróleo de los cuales en -términos absolutos o relativos- dispuso la administración bolivariana en buena parte de los más de 18 años de sus ejecutorias. El cambio abrupto en tales precios iniciado en julio 2014, y todavía manifiesto iniciado 2017 (de alrededor de 100$ el barril para la cesta venezolana a mediados de 2014, promedió 44,65$ y 35,15$ para 2015 y 2016, respectivamente/ http://www.menpet.gob.ve/ 30 enero 2017), pasó a catapultar un conjunto de problemas que habían venido arrancando desde 2012, entre ellos, el déficit fiscal, que ha pasado a rondar cerca de un 20% del producto, acarreando un conjunto de compromisos de parte de la nación, con agentes  externos y tenedores de bonos, entre otras figuras, con las correspondientes particularidades que ha tenido la acción gubernamental de la presidencia de Maduro en algunas de las últimas operaciones de bonos.

El mercado cambiario, receptor inmediato del rentismo y de la concentración en exportaciones petroleras -y de la casi nula oferta de agentes privados en el mercado de divisas, cuya acción inmediata dado el contexto va a ser quedarse con la mayor porción de divisas-, no ha podido ser contenido por los variados regímenes cambiarios ni por la endilgación de la culpa -por parte de la administración bolivariana- a páginas en internet, como Dólar Today, que son resultado del desorden, la escasa información y el férreo y creciente control de cambios. Entre noviembre/diciembre de 2016 y enero 2017 el mercado cambiario ha evolucionado desde los alcanzados alrededor de 4.500 Bs por $ a 2.500 para subir nuevamente a 3.500, con los agravantes de las innecesarias tensiones e impertinencias en cuanto al billete de 100 bolívares y las acciones sobre las particulares casa de cambios por mencionar sólo algunos elementos (puede verse el trabajo de R. Balza ¿Por qué cayó (y volvió a subir) el paralelo? http://masterecointerucv.blogspot.com/2017/01/por-que-cayo-y-volvio-subir-el-paralelo.html).

Por razones de coyuntura, confluencia o circunstancias, el período de la revolución sin Chávez presenta entonces un tiempo de complicación de estas variables y en particular del mercado cambiario tal cual se indicó. Los niveles del dólar paralelo o negro 2014/2017, superando numerosas veces a los niveles controlados, bajo sus distintas denominaciones, solo son entendibles con la aguda desvalorización del bolívar y la rápida descapitalización de los venezolanos. Los niveles controlados como el de protección de Bs 10 por $ o los mayores han entrado en una especie de caja negra y de exclusividad y privilegio para su acceso. Es así como hay sectores industriales que destacan no tener casi ningún acceso a los dólares Simadi y que ha venido superando los 650 Bs por $.

En un contexto de desinversión,  inflación de dos dígitos altos para 2013 y 2014 y de tres dígitos para 2015 y 2016 (180,9 % 2015 según BCV; aproximaciones preliminares 2016 pueden verse The economist ya citado), controles agudos de precios y escasez de divisas, se generó, así, el fenómeno de la escasez -primero de bienes básicos y a renglón seguido de buena parte de bienes y componentes y bienes de inversión-. Para 2014 y 2015, la distorsión de precios relativos y la escasez, se convirtieron en un fenómeno estructural muy difícil de corregir pues crecientemente ha arrastrado aspectos económicos, psicológicos, de costumbre y de política económica –a pesar de intentos de modulación como requisas de inventarios, Sistema Biométrico o compras según número de cédula-. Para 2016 y 2017 puede afirmarse que ningún problema de escasez de productos variados se ha logrado solucionar a no ser aquellos casos de productos nacionales o importados –de alimentación o no- cuyos niveles de precios los vuelven inaccesibles para la mayoría de la población. En la cifras que maneja Cavidea en el año 2015 un venezolano promedio estaba consumiendo alrededor de 20kg de alimentos por mes, para enero-julio 2016 el volumen bajó a 13 kg (se estima que el volumen promedio mensual adecuado bordea los 30 kg mensuales).

La administración bolivariana, no habiendo solucionado problemas estructurales, macroeconómicos y sociales, pero si habiendo atendido a través de las misiones a grupos sociales de los menos favorecidos en la distribución del ingreso, pasó entonces a presentar el deterioro en las condiciones de vida de grandes grupos de la sociedad venezolana, dejando solo la satisfacción para los incondicionales como seguidores políticos y los acomodados, incluidos los beneficiarios de corrupción. Este ha sido un proceso extensivo -y según los casos más o menos intensivos- desde los dólares hasta las bolsas de alimentos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Debe reconocerse que a pesar de los mismos sesgos –y otros problemas arrastrados o generados- la construcción y distribución de viviendas ha continuado; con los matices de toda la administración bolivariana y de la del presidente Maduro en particular.

Desde el punto de vista sectorial, la economía venezolana no habría logrado superar, por razones de dotación factorial, pero más aún por ausencia de estrategias de desarrollo de largo plazo, la vocación o adicción petrolera, a pesar de que la administración bolivariana siempre ha profesado que si tiene estrategia y que quienes no la tienen  son los grupos que se oponen a ella. La dinámica en otros sectores, habría estado signada por el estancamiento y perdida de importancia productiva, como es el caso del sector agrícola, ya de por si venido a menos en décadas previas a la administración bolivariana. De haber, por lo menos acumulado experiencia y relativa importancia –aunque más no fuese que para el suministro de bienes a nivel nacional-, la nación, después de más de 18 años de gestión de la administración señalada, pasó a desarrollar una verdadera agricultura de puertos, importando bienes agrícolas y pecuarios de distinto tipo, y a ubicarse cada día más lejos de la idea del presidente Hugo Chávez –acogida, directa o indirectamente, por el presidente Nicolás Maduro- de convertir a Venezuela en una potencia agrícola.

No han funcionado ni las ideas ni los 15 motores del presidente Maduro, ni para la solución de sesgos o problemas estructurales ni para darle un mejor desempeño a Venezuela en el plano internacional o de la competitividad. Abastecimiento de productos e insumos, industrialización y desarrollo de exportaciones siguen siendo tareas pendientes que cada día requiere más recursos humanos que no están estrictamente consustanciados con la repetición de ideas del fanatismo y la demagogia. Por lo demás, nadie viene a desarrollar a nadie: también lo han demostrado rusos, chinos, brasileños e iraníes; por mencionar algunos de los que han sido de interés para la administración bolivariana, pues otros países han sido altamente beneficiarios directos de una especie de ineficiente o productivo -para los mismos- subsidio internacional que asimétricamente les ha venido dando Venezuela.

Para 2015, en cuanto al área industrial, Venezuela ya había acumulado una desindustrialización considerable, la cual -grosso modo- habría abatido alrededor de la mitad de los establecimientos industriales. Ubicándose en una posición donde tendría que industrializarse aceleradamente en los próximos lustros –al tomar en cuenta determinados parámetros- para nivelarse y encaminarse por una ruta de desarrollo que implicase a este sector. Informes de Cavenez diciembre 2016 ubican como la industria automotriz vendió tan solo 3008 unidades nuevas (Ford Motor, Toyota, Chrysler, Iveco, MMC, y General Motors) durante el año recientemente terminado, lo cual ubica a tal industria en un estado de casi paralización. Por otra parte representantes de la industria de autopartes –otrora área de importante dinamismo- también a finales de 2016 en actividades de Conindustria (perspectivas Conindustria 2017) destacaron como están produciendo a 30% de su capacidad con altos problemas en divisas, insumos y área laboral, y su situación general es cercana a un colapso.

También desde el punto de vista sectorial y asociado al tamaño de las organizaciones empresariales y a formas de participación de la sociedad civil, es importante destacar los pocos avances que -en términos relativos a otros países de la región- se habrían presentado, en cuanto a desarrollo de la pequeña y mediana empresa en términos de gestión o facilidades de financiamiento, entre otros aspectos. Pero también, el bajo desarrollo del cooperativismo, a pesar de períodos donde se buscó desde la administración bolivariana aupar el desarrollo del mismo. La falta de precisión conceptual, así como lo itinerante de las políticas hacia esta área, permiten observar un abandono de la idea de estimular el cooperativismo, del lado de la administración bolivariana.

En zonas como Carabobo las pequeñas y medianas industrias han venido siendo afectadas por el contexto económico señalado y de manera muy específica -como también está sucediendo en otros estados y regiones- por los compulsivos aumentos salariales que mientras más ha avanzado la administración del presidente Maduro más conmueven a la población y a los pequeños empresarios, dado que con tales aumentos no pueden fácilmente trabajar, ocasionándose los correspondientes despidos y cierres de empresas. Esto último, se ha visto en la región, se convierte en un nutriente de la informalidad. Según la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales y Artesanos de Carabobo (Capemiac) más de 50% de los que salen de las empresas tienen tal destino.

Ante esta acumulación de políticas inestables, imprecisas o no bien enfocadas, el escenario 2013/2017 se ha tornado conflictivo, y con resultados significativamente preocupantes en cuanto a la estabilización del país y a sus efectos para 2017 y adelante. Más aún porque, a pesar de los altibajos, la mayoría de la proyecciones en cuanto a precios de del barril de petróleo, desde el segundo semestre de 2014 hasta entrado 2015, apuntaron en líneas generales a precios no superiores a 70 $ hasta finales de este último año, lo cual se cumplió; y a la posibilidad de nuevos precios altos -y no superiores a 100$- para 2016 o 2017 lo cual no  se ha cumplido, observándose la continuidad de precios bajos. Ninguna de las proyecciones recientes perfila sorpresas en cuanto a aumentos súbitos en los precios del barril. En este contexto y dada la importancia que el petróleo ha tenido para la publicidad -y apoyo a países simpatizantes- del proceso de más de 18 años llevado en Venezuela por la administración bolivariana, las acciones de esta última fueron implicando, desde 2014, la radicalización del discurso político y la acciones  en contra de personalidades y grupos de opositores, así como fortalecimiento de la actitud de desdén ante la crítica o ante la profundización de problemas económicos señalados o políticos y sociales como la corrupción y la inseguridad.

Las gestiones internacionales de la administración bolivariana han implicado la búsqueda de adeptos y amigos -directa o indirectamente- a través de la creación de un acuerdo altamente asimétrico entre sus miembros tal cual se indicó, como lo es el ALBA. También ha implicado la búsqueda de apoyo político y económico de parte de países como Cuba, China, Rusia e Irán. En el caso de Cuba y China, las relaciones han abarcado numerosos aspectos; en cuanto a la primera, se ha construido una relación de tutela desde los tiempos del presidente Hugo Chávez y se ha profundizado con el Presidente Nicolás Maduro, siendo, desde el punto de vista económico, muy beneficiosa para la isla del Caribe; en el caso de la segunda, se trata de una relación bastante dependiente del lado de Venezuela a través del Fondo Chino u otras figuras que, ante los problemas de escasez de divisas, déficit fiscal y necesidades de financiamiento, las autoridades venezolanas han buscado recurrir a las mismas en diversas oportunidades. Pero también, en el caso de China, los suministros petroleros como pago de deuda, las importaciones de autos, autobuses, alimentos y otros productos como satélites, hacen que la relación con tal nación se haya venido ampliando de manera considerable.

Crecientemente Venezuela, desde los inicios de la administración bolivariana, ha visto irse deteriorando las relaciones de distinto tipo con EEUU. En el campo comercial y su principal instrumento de vínculo, que son las exportaciones petroleras desde Venezuela hacia tal nación, se mantienen en porciones importantes; aunque, indudablemente, en la medida en que Venezuela ha visto aumentar sus colocaciones en Cuba por acuerdos variados y en países del Caribe que son beneficiarios de los arreglos en Petrocaribe y, así también, a colocaciones diarias en barriles hacia China como medio de pago, los montos de barriles hacia EEUU han disminuido, aunque esto no represente una disminución radical de los mismos.

Contrariamente a lo sucedido con Venezuela, en el caso de las relaciones EEUU-Cuba, se buscó, desde finales de 2014 y comienzos 2015, poder establecer políticas de mejoramiento en turismo, remesas, establecimiento de embajadas, entre otros elementos. Todos estos aspectos estuvieron presentes en la VII Cumbre de la Américas celebrada el 10 y 11 de abril 2015 en Panamá, donde a pesar del triunfalismo de la administración bolivariana, pudo observarse el pragmatismo de distintas naciones y la perdida de apoyos que se han venido acumulando en relación a Venezuela.

Todo el conjunto de evoluciones referidas, produjo, para el segundo trimestre de 2015, actitudes más agresivas de parte de la administración bolivariana, reforzándose una actitud de critica antiimperialista, antiestadounidense y de disposición salvadora de la nación venezolana que, ha asumido  la dimensión internacional como intento de canalización de energías, con la implícita desatención  de los problemas locales. Si bien para 2016 y 2017 esa actitud ha continuado, en la actualidad la administración Trump le genera a Venezuela interrogantes y desafíos por aproximaciones y afirmaciones vistas en tal administración. Por otra parte se trata también de un escenario donde en un  acuerdo- Mercosur- en el cual ingresó en 2012, también ha acumulado problemas en sus desempeños, según todo lo visto con los impedimentos presentado por otros países del mismo para que Venezuela ejerciese la Secretaria pro tempore.

En toda esa evolución, si hasta los catorce años con Hugo Chávez en la presidencia, la administración bolivariana no había avanzado en la construcción de un socialismo distinto al socialismo rentista y sin rumbo precisable que se observaba, para lo que llamamos la administración Maduro  -cuatro años- como capítulo de la administración bolivariana –más de dieciocho años-, la economía y la sociedad se encuentran crecientemente problematizadas y desviadas en cuanto a lo que podrían ser las propuestas del socialismo contenidas en el Plan de la Patria o en las ofertas iniciales de crear una sociedad más justa, equilibrada y encaminada hacia el crecimiento y desarrollo. La nación no se ha convertido ni en potencia agrícola, ni en país de clase media, ni en país del primer mundo, que no son más que expresiones fáciles para ocultar fracaso y desaciertos.

Todo lo contrario la nación como nunca se vio desde 1958 está afectada por el hambre, la inseguridad, la falta de oportunidades, las condiciones difíciles para invertir, conseguir empleo o simplemente trabajar. Pero  tampoco se llegó a observar desde tal año la aparición extensiva de la pobreza y un agudo deterioro de valores en instituciones y ciudadanos como el observable en la actualidad.

@eortizramirez
 


domingo, 29 de enero de 2017

Climate and trade policy in a new era: Options ahead


Tomado de http://www.ictsd.org/opinion/climate-and-trade-policy-in-a-new-era-options-ahead

27 January 2017
With globalisation and trade increasingly challenged on multiple fronts, what can advocates of a rules-based international system do in response to urgent social and environmental concerns? The author argues that opportunities abound in environmental and industrial innovation and that an updated and inclusive Environmental Goods Agreement negotiated at the WTO can deliver on such aspirations.

For trade policymakers concerned about environmental issues, 2017 has arrived with a bang. The new reality looks rather stark. Protectionism is on the rise. What will happen to US action on climate? To the Paris Agreement?
Overall, there is only so much trade policy can contribute in the absence of a global carbon price. This price needs to be set by climate policymakers, and the trade regime will follow. As a global carbon price has yet to materialise, climate efforts through trade policy – although important – remain piecemeal and aspirational (addressing renewable energy standards or fossil fuel subsidy reform in free trade agreements or the World Trade Organization), or highly complicated and mainly in the academic realm (for example border carbon adjustments).
Pursuing negotiations towards an Environmental Goods Agreement (EGA) remains our best bet.
The agreement needs to be viewed through a wider lens, however, and remain up-to-date in an increasingly digitalised and service-based global economy. New game-changer opportunities for resource efficiency and innovative technologies may also arise as production and consumption patterns change in an era of unpredictability and disruption. Widening the ranks in terms of EGA participants and beneficiaries will also be important.
The Environmental Goods Agreement
Believers in the potential contribution of trade policy measures to the broader environmental good – beyond the mere peaceful co-existence of trade and environment policy – have been banking on the liberalisation of environmental goods and services. An energiewende at the global scale, necessary to avert dangerous climate change, was to be unleashed by getting the best green technologies, including renewable energy, to every corner of the world unfettered by tariffs or complex behind-the-border barriers.  
After years of frustrating negotiations as part of the Doha round, the plurilateral EGA was to deliver a decisive – albeit insufficient – step forward. The EGA negotiations, launched in 2014, hold the promise of a novel self-reinforcing system through the introduction of an update mechanism.
Those dreams came to a halt in December 2016 when ministers met in Geneva only to realise a deal was beyond reach. The uncertainty surrounding the global political dynamics of trade was at the heart of this failure.
So what comes next? Certainly a time of reflection. The EGA is part of a much larger shift in dynamics. Nevertheless, we now have a chance to continue with EGA-specific work, staying tuned to developments in the cleantech sector and its ever-expanding markets. We can, for example, use this pause to clearly flesh out the EGA work programmes foreseen for services and non-tariff barriers. The EGA is not dead but rather at a standstill. Nothing could be more familiar to trade negotiators.
The wider social and environmental ethic
At the same time, negotiators should keep their ears open to the wider environment and sustainable development movement, which has turned decidedly anti-trade and anti-globalisation over recent years. Should the reflection indeed be a deeper one? The EGA is a vehicle of a world order that is being challenged on many fronts. Where do the proponents of a free but fair global liberal market economy that delivers for all – safeguarding rather than exploiting precious environmental resources – stand today?
For decades, especially in textbook Nordic welfare states with redistribution systems, trade was considered a tool that provided peace, stability, economic opportunity, and increasing prosperity for all. It worked as long as the economy was growing. There was also tighter environmental legislation, new green technologies, and expanded conservation programmes. We thought we could have it all.
However, much larger segments of the population in developed countries than previously assumed were being left behind rather than adjusting to the changes induced by trade. Meanwhile, globally, the middle classes grew steadily, and a billion people were lifted out of abject poverty.
Globalisation is now simultaneously challenged on two fronts. First, there is the anxiety of disenchanted parts of developed country working-class populations that have been left behind. Much of their frustration is channelled against existing elites and towards populist and nationalist agendas.
Second, social and environmental movements also oppose liberal trade policies and globalisation in its current manifestation, most notably targeting the Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) and the Comprehensive Economic and Trade Agreement (CETA) in the EU and the Trans-Pacific Partnership (TPP) in the US. The focus here lies on the potential for trade agreements to have a negative impact not only on workers and human rights, but also on the climate and other environmental issues. Dispute settlement within investment chapters is often seen as particularly problematic. These movements want to curb the power of global corporations, check unethical behaviour such as the use of tax havens, and fend off intrusion into national policymaking space on issues such as climate change mitigation. The rise of extreme inequality is interpreted as a consequence of unfettered globalisation.
In fact, trade liberalisation processes are becoming crippled. President Trump has withdrawn the US from the TPP. The painful process in Europe last fall preceding the signature of the CETA – which addresses many of the key social and environmental concerns – has equally put the EU’s ability to sign new trade deals into question. Moreover, discussions at the WTO are slow.
What can those who believe in a rules-based international system do?
We need to make sure that the EGA delivers, and we must negotiate the best possible environmental provisions in those free trade agreements that do move ahead as part of the solution in a new trade context that focuses more on equity.
But we can also look at opportunities more broadly.
A time of environmental and industrial innovation?
If indeed there will be more protectionism and less trade, what will that mean for the environment and the use of natural resources? The collective failure to effectively address the emissions and other negative impacts of physical global trade itself, through shipping and aviation, has been a disgrace. Now there might, in an extreme scenario, be less shipping and aviation, conveniently placing the problem on the backburner at the UNFCCC, the International Maritime Organization (IMO) and the International Civil Aviation Organization (ICAO).  
What might reshoring bring about in terms of environmental impact? The jobs reshored will never look the same as those once loss. We are at a critical cusp in terms of digitalisation, automation, and artificial intelligence. Could reshoring, if it really happens, accelerate us into an era of new technologies? What would that entail in terms of equity, jobs and social justice? Consumption?
Accelerating consumption has been a signature feature of globalisation as we know it. We have often seen higher levels of consumption at the expense of quality; planned obsolescence and increasing replacement rates. This has happened without sufficient governance of the environment at the global level – climate change being case in point – and externalities have never been internalised.
If indeed the developed world reshores, what does that mean in terms of quality and cost? What could new investment in new production look like? Since the developed world can never compete on wages, it would have to drive automation to a new level. Could it mean quality, resource efficiency, on the foundation of a cost-efficient circular economy model?
The potential becomes interesting also from the perspective of the EGA negotiations. Will we do more with less, of better quality? Should we be looking at the sharing economy? Could online companies focused on reuse and sharing, or companies in the energy efficiency and circular economy business, be showing the way? Should these be included in the EGA? Do they need an EGA? And what would the EGA need to look like to work for them?
Bringing more developing countries on-board
Including developing countries and the least developed among them will be crucially important at this junction in time. The EGA can be a small part of that puzzle. Already, it is based on the principle of most-favoured-nation, so all countries will benefit from new export opportunities. However, much more could be achieved from deeper engagement on the part of developing countries that are, for example, leapfrogging sustainable energy projects, piloting new technologies, and already exploiting the gains from the global price fall in these areas.
Let the work on the EGA continue side-by-side with the global development and take-up of environmental technologies and solutions.

Malena Sell works on trade and environment at the Finnish Ministry for Foreign Affairs trade policy unit. This opinion piece is written in her personal capacity.

miércoles, 25 de enero de 2017

Sombras y confusiones en el comercio

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Felix Arellano
Otra de las confusiones del discurso que sataniza al libre comercio es que estimula un nacionalismo ingenuo, pero no promueve los mecanismos eficientes para enfrentar los problemas de inequidad que puede generar el libre comercio

Incertidumbre es la palabra predominante al referirnos al recién inaugurado gobierno de Donald Trump. Algunos, con optimismo, asumen que la agresividad del discurso de la campaña electoral, no se aplicará en la práctica y que varias de las posiciones radicales podrían ser atenuadas. Hasta el momento, se puede apreciar que el gabinete se presenta un tanto contradictorio en algunos temas (como Rusia o seguridad), que el partido republicano, que controla el Congreso, pudiera limitar algunos casos y que la práctica de gobernar le permitirá aterrizar algunos de sus proyectos irracionales (por ejemplo el muro).

Por el contrario, en el tema del comercio internacional, se aprecia más coherencia. Por una parte, la insistencia del Presidente, pues el proteccionismo ha sido una de sus banderas en el discurso inaugural; el equipo del gabinete que administrará el tema trasmite unidad y el partido republicano, tratando de mejorar la tensa relación que ha tenido con el candidato, en esta primera fase se presenta complaciente.

En la filosofía de anti política que ha caracterizado la campaña de Trump, el tema de la apertura comercial ha ocupado un papel privilegiado y, como ha sido el caso de los populistas latinoamericanos, se tiende a satanizar al libre comercio culpándole de muchos males, sin valorar sus potenciales beneficios, ni presentar las soluciones para enfrentar las inequidades que puede generar. En nuestros predios, el proceso bolivariano también satanizó al libre comercio, retiró a Venezuela de la Comunidad Andina y del Grupo de los Tres y nos incorporó como miembro pleno al Mercosur, que lo concebía como un club ideológico, hoy apreciamos claramente el fracaso de estos errores.

En el caso de Donald Trump se espera una revisión o eventual denuncia de acuerdos comerciales. En este contexto, todo indica que el Congreso no ratificará el Tratado Transpacífico que firmó el Presidente Obama, no continuará en las negociaciones del Tratado Transatlántico, pero la Unión Europea tampoco se aprecia interesada en avanzar en esa negociación, dada su crisis interna por el retiro del Reino Unido. Otros acuerdos que están en la lista crítica son el TLC con Canadá y México y, eventualmente, la Organización Mundial del Comercio.

Para avanzar en su agenda proteccionista, el Presidente ha designado como Secretario de Comercio a Wilbur Ross, Representante Comercial (el USTR, el jefe de las negociaciones comerciales) a Robert Lighthizer y ha creado una nueva instancia, el Consejo de Política Industrial y Comercial a cargo de Peter Navarro; todos ellos coinciden en la crítica de los acuerdos existentes y en la defensa del proteccionismo comercial.

El tema del proteccionismo comercial debería preocupar al partido republicano que por décadas ha sido el promotor del libre comercio; pero, en estos primeros días, promoviendo una luna de miel con el Presidente, seguramente apoyará algunas de las iniciativas. Por otra parte, al partido también le debe preocupar que la posición proteccionista de Trump, abre espacios para la expansión hegemónica de China en el contexto mundial, como lo ha demostrado en la actuación del Presidente Xi Jinping en la reciente cumbre del Foro Económico Mundial en Davos.

El discurso proteccionista resulta atractivo para muchos, pero puede estar equivocado, si lo que se aspira es fortalecer la productividad y la competitividad la protección arancelaria, puede resultar poco efectiva, el caso de Chile resulta ilustrativo, que además de adoptar un arancel lineal muy bajo, ha negociado un amplia artillería de acuerdos de libre comercio, que se suman a su política de generar competitividad mediante incentivos a la producción y no por la vía de la protección.

Otra de las confusiones del discurso que sataniza al libre comercio es que estimula un nacionalismo ingenuo, pero no promueve los mecanismos eficientes para enfrentar los problemas de inequidad que puede generar el libre comercio, para eso se requiere, entre otros, la formulación de válvulas de escape y protección temporal y regulada como las salvaguardias comerciales o el tratamiento especial y diferenciado que puede ser por países o por sectores productivos.

El caso de las salvaguardias comerciales merecen una breve observación, pues la tendencia es que los países competitivos o agresivos comercialmente las tienden a menospreciar, este ha sido el caso de los Estados Unidos en sus negociaciones de los TLC, de México frente a la región o de Brasil en el Mercosur; empero, cuando las potencias se debilitan empiezan a comprender la conveniencia de este instrumento, que permite una protección temporal y regulada para casos sensibles, de hecho, esta pudiera ser una de los opciones que podría manejar Trump en su revisión del TLC con México.

jueves, 19 de enero de 2017

¿Es Singapur el modelo de desarrollo característico de la Economía Globalizada?

Prof. Dr. Carlos E. Daly Gimón

1.    Un país bien ubicado en las listas.

Hoy en día resulta más o menos complicado determinar cuales países deben considerarse desarrollados desde el punto de vista económico  y cuales no. Los registros abundan y son dispares. Las categorías, comparaciones, disponibilidad de recursos naturales o de  trabajadores calificados también.

La OCDE, el Foro Económico Mundial, Unctad, Banco Mundial, Naciones Unidas, Fondo Monetario Internacional, CEPAL, Universidades y Centros de Investigación de Economía Internacional, junto a publicaciones de inferior categoría y consistencia científica (Revistas, Diarios, Páginas Webs), vuelcan sobre el mundo moderno Rankings, Clasificaciones, Listados y Registros que aspiran a rendir cuentan de tan difícil tarea.

No obstante, es posible resaltarlo, en todas, o, no exageremos, en casi todas aparece Singapur entre las naciones más cotizadas, de mejores resultados cualitativos y cuantitativos en el siglo XXI. A veces en posición estelar, en ocasiones se le detecta en planos intermedios pero, en cualquier caso, es el país más destacado de Asia Oriental y el que dejó desde hace ya décadas de figurar en los extensos catálogos de los países no desarrollados.

Ciertamente, los países no desarrollados se distinguen porque no solamente son la amplísima mayoría de las 196 (aproximadamente) naciones que configuran el mundo actual sino porque son muy pocos, demasiado pocos, los que han logrado abandonar en época reciente su presencia en ese amplio universo de sociedades en demora. Superar el no desarrollo es cuestión de estrategia, tenacidad, visión, probablemente de liderazgo, y, con toda seguridad, de la determinación de todo un pueblo a respecto a un propósito colectivo. Habrá que agregar a ello las relaciones del entorno internacional, las que van más allá del afán ideológico, de la circunstancia coyuntural. Y, a lo mejor, falta algún requerimiento por ahí de los tantos que cada día los expertos suman al acervo histórico de la teoría del desarrollo, o del no desarrollo.

Pero, más allá de la figuración conveniente, parcial, que pueda asignársele a la hora de fijar jerarquías, Singapur es hoy en día una nación de bienestar y prosperidad en el concierto de las naciones avanzadas del sistema económico global. Eso está fuera de toda discusión.

          2. Acerca de los alcances económicos  de la ciudad-estado.

Para apreciar los alcances de este caso, conviene detenerse en determinadas magnitudes económicas  que nos permitirán comprender la dinámica de su particular desenvolvimiento.

Ciertas referencias de Singapur dicen mucho y, desde luego, no dicen nada. 707 Km2 de territorio incluyendo 63 islas, 5.604.000 millones de habitantes y un crecimiento económico de 2,01% para 2015 son, en realidad, variables que esconden  una contextualidad más bien compleja y específica. Veamos.

El comportamiento económico de los diez años anteriores difiere bastante de ese modesto 2,01% que acabamos de mencionar. Las cifras de la UNCTAD[1] son bastante elocuentes: el PIB a precios corrientes de Singapur en 2005 alcanzó un monto de 127.418 millones de $, el PIB per cápita de ese mismo año se elevó a 28.343 $, y la variación porcentual del producto de 2005 representó un 7,49%, lo cual revela de por sí un significativo logro en materia de política económica.

En 2010, esa magnitud se elevó a 236.420 millones de $, el PIB  por habitante aumentó hasta la cantidad de 46.549 $, y  en términos porcentuales, la economía creció en 15.24%, más del doble del producto del quinquenio anterior.

Cuatro años después, en 2014, el PIB a precios corrientes   se elevó a 307.420 millones de $, el PIB per cápita representó 55.910 $, aunque el crecimiento del PIB con respecto al 2013 solo alcanzó 2.92%. La economía viene decayendo en los últimos dos años si nos atenemos a la variación porcentual, aunque los 287.919 millones de $ del PIB de 2015 permiten deducir que con una tasa inflacionaria muy baja, el crecimiento económico de Singapur sigue siendo muy consistente, pues la cifra del PIB a precios corrientes del 2015 está bastante por encima del PIB de 2010, y el PIB por habitante ese mismo año es de 51.380 $, muy cerca de lo determinado para el año 2014.

Ese comportamiento del producto interior bruto de Singapur tiene como sustento un conjunto de características muy particulares.

Ante todo, es una economía muy competitiva, con una capacidad exportadora creciente. La exportación de bienes representó 229.649 millones de $ en 2005, y diez años después esa cifra alcanzó los 350.506 millones de $. El año anterior (2014), esas mismas exportaciones significaron 409.787 millones de $.

La importación de bienes pasó de 200.047 millones de $ en 2005 a 296.745 millones de $ en 2015. Lo cual arroja un saldo comercial superavitario de 29.605 millones de $ en 2005, y 53.761 millones de $ en 2015.

En esa capacidad exportadora del país asiático se verifica  un destacado predominio de la manufactura, la cual representa, de acuerdo a la Unctad, 81% de bienes exportados, principalmente hacia China, Hong Kong, Malasia, Indonesia y Estados Unidos, en ese mismo orden de preferencia [2].

También resaltan las cifras sobre exportación de servicios, renglón en el que Singapur sobresale en lo que va del siglo XXI. En 2005, exportó 46.426 millones de $, 100.832 millones de $ en 2010 y 139.611 millones de $ en 2015.  En la última década, la economía de Singapur ha  mostrado un empuje relevante en cuanto a las ventas en el mercado internacional de Transporte, Turismos y otros servicios se refiere.

También nos interesa destacar la importancia que para el comportamiento económico de Singapur tiene la economía de la información (TIC)[3]. Este sector ocupa un rol predominante en sus logros, en el desenvolvimiento de su aparato productivo, en su posicionamiento internacional [4]. Para formarse un criterio apropiado, en el marco de sus principales indicadores, los bienes TIC representaron el 45.46% de sus exportaciones totales en 2005, y aunque recientemente han experimentado un descenso respecto a ese año, en 2010 fueron el 34,33% de todas sus ventas al exterior, y 29.95% en 2014, de acuerdo a los datos disponibles.

3.  Las inversiones extranjeras como factor decisivo del sostenido crecimiento de Singapur.

El tratamiento a la inversión extranjera directa (IED) representa una variable decisiva para el sustento del sistema económico de Singapur, y su inserción en la economía internacional.

En términos directos se sostiene que en ese país en muy fácil hacer negocios, y ese parece ser la enunciación más explícita para vincularse activamente con los capitales foráneos y sumarlos a sus propias estrategias de crecimiento y desarrollo. Para el Banco Mundial, los países de mejores condiciones para el “business” son : Nueva Zelandia, Singapur, Dinamarca, Hong Kong, República de Corea, Noruega, Reino Unido, Estados Unidos, Suecia, Macedonia, Taiwán y Estonia [5].

Por su parte, los datos de IED de UNCTAD revelan que en 2005 ingresaron a la economía de Singapur 18.090.300 millones de $, y salieron hacia la economía global 12.552.510 millones de $, lo cual arroja un saldo positivo muy relevante a favor del país asiático. Cinco años después, el monto de IED se elevó a 55.075.800 millones de $ y los egresos de IED representaron 35.407.150 millones de $, lo cual reafirma la tendencia ya presente en la década anterior. En 2014,  la magnitud de ingresos de IED continuaron aumentando hasta alcanzar 68.495.560 millones de $, y las salidas de IED se ubicaron en 39.131.290 millones de $, afianzando así un innegable resultado a favor de la economía de Singapur en términos de empresarios extranjeros incorporados a los procesos productivos locales. En 2015 se observa un cierto descenso en el ingreso de la IED hasta alcanzar los 65.262.400 millones de $, y también se reducen los egresos los cuales llegan a sumar los 35.485.040 millones de $. Aún cuando estos últimos resultados reflejan una caída con respecto a los datos de 2014, es  evidente que los montos de IED siguen siendo muy elevados si lo comparamos con los de la década pasada, y, además, resulta muy revelador el número de empresas foráneas que acuden a invertir a Singapur con respecto a aquellas que se desplazan hacia el exterior.

Más allá de las cantidades referidas, entre los factores explicativos que han contribuido de manera decisiva a impulsar y fortalecer los flujos de inversión extranjera hacia Singapur, resaltan, su ubicación estratégica en las rutas marítimas y acceso a importantes mercados, la calidad de sus infraestructuras, los atractivos fiscales promovidos por las políticas gubernamentales, las acciones públicas reiteradas y sostenidas para combatir y castigar la corrupción, el pragmatismo y la planificación a largo plazo, la estabilidad política y la apertura hacia los mercados internacionales [6].

Esto hace que desde el contexto regional,  los atractivos de la Ciudad-Estado para el ingreso y permanencia de las firmas extranjeras sean tan determinantes, así como su condición de centro financiero y comercial del sudeste asiático.

Hay, desde luego, aspectos que corregir en el trato a las empresas extranjeras, como es el caso de la prioridad que se otorga por parte de la Administración en determinados sectores a las empresas con propiedad pública parcial, el hecho de que la moneda local, el dólar de Singapur, no esté internacionalizado, que no haya protección arancelaria para las empresas industriales, o inclusive, el monopolio del sector público en determinadas actividades (servicios financieros y profesionales, medios de comunicación, telecomunicaciones) del sistema económico. No obstante, las inversiones internacionales son, a no dudar, un agente histórico y mancomunado con el sólido crecimiento de la economía de Singapur.

4.  La perspectiva socio-demográfica.

La alta densidad poblacional de Singapur de 7.740 h/km2, es demostrativa de la concentración de sus habitantes en áreas espaciales bastante delimitadas, lo cual se traduce en una fuerte aglomeración de pobladores en su centro urbano por excelencia; la capital de la ciudad-estado. Sin embargo, su tasa de crecimiento demográfico actual se ubica alrededor de 1.3%, lo que puede considerarse como moderada y a su vez muy en sintonía con los inconfundibles caracteres demográficos de la región. La esperanza de vida del país asiático es alta, 82,6 años, siendo posible clasificarla entre mejores resultados del mundo occidental en esta materia.

En el plano social, las informaciones resultan muy interesantes. El desempleo ronda el 2.0%, lo que es realmente impactante con respecto a la gran mayoría de los países no desarrollados, e, inclusive para los economías más desarrolladas. Para no citar sino algunas naciones occidentales, en 2016, España registró un desempleo de 19,2%, Francia 9,5% e Italia 11,9%. Por su parte, Estados Unidos tuvo como resultado en materia de desempleo un 4.6% en ese mismo año, y el desempleo en Japón rozó el 3,4%, todos muy por encima de la tasa de paro de Singapur. Como puede fácilmente deducirse, los datos estadísticos de Singapur en materia de empleo/desempleo tienen aún más significación cuando observamos que la economía globalizada, en lo que va del siglo XXI, tiene una tarea pendiente en materia de generación de empleo decente; para  adherir al criterio que la OIT insiste en recalcar [7].

Junto a esas valoraciones, la educación juega un papel decisivo entre las variables que le dan mayor sustentabilidad al modelo de Singapur.

El Informe PISA 2015, para citar un ejemplo de amplia divulgación en el mundo entero, aplicado a estudiantes de secundaria de 73 países con prioridad en el área de ciencias  y empleo de ordenadores, arrojó como resultado que Singapur es el país mejor clasificado en Ciencias, Habilidad Lectora y Matemáticas a nivel internacional, superando inclusive a naciones tradicionalmente más avanzadas en ciencia y tecnología. Pero eso no es nuevo, porque ya en 2013 Singapur ocupaba el segundo lugar en esa misma prueba, detrás de Shangai.

Estos y otros parámetros llevaron a Moreno León, a afirmar en un artículo publicado en la página Web de Americaeconomía, que ello corresponde “a los requerimientos de la Sociedad de la Información y el Conocimiento, evidenciada en la promoción de empresas manufactureras intensivas en tecnología, como la electrónica, mecánica, química y biomédica, para lo cual el gobierno ha impulsado un sistema educativo de excelencia que le ha valido reconocimiento mundial por su orientación a desarrollar, desde la escuela primaria, aptitudes, carácter y valores en los estudiantes para motivarlos a la investigación, la creatividad y el emprendimiento”[8].

5.  Dificultades en el contexto global y otros pormenores.

El  patrón que sigue Singapur tiene sus contingencias, además de ciertos dilemas que están presentes en su propio acontecer.

Es bien sabido que la ciudad-estado apenas consiguió su independencia definitiva en 1965, pero que además, su evolución histórica ha estado plagada de una estrategia sustentada en un solo partido político, el People’s Action Party, que va para los 52 años en el poder. Casi o ninguna alternabilidad democrática da la impresión de que su modo de gobernar se construyó, y sigue funcionando, sobre la base de un monopartidismo caracterizado por una acción personalista y anclada en la visión del líder carismático y omnipresente en todos los ámbitos del desempeño nacional de ese país. Lee  Kuan Yew gobernó el país desde 1959 hasta 1990, y aún cuando se alejó, relativamente, de las más altas posiciones del gobierno en los años siguientes [9], nadie duda de que a pesar de sus logros determinantes como conductor y estratega del éxito de Singapur, se caracterizó por diseñar y aplicar un estilo absoluto y personalista, muy alejado de los regímenes democráticos contemporáneos que se sustentan en una sólida institucionalidad, junto a las más amplias libertades civiles de sus ciudadanos.

En la perspectiva de sus lazos con el mercado mundial, Singapur se ha ligado de manera directa, estrecha, inmediata, con el contexto económico globalizado. Digámoslo así: depende del sistema global. Más aún, los altibajos y circunstancias que afectan los flujos de bienes, servicios  y capitales internacionales también  impactan su sistema productivo. En ello reside su vulnerabilidad.

Por lo tanto, el comportamiento  de sus variables económicas no está sujeto únicamente a las directrices nacionales, a las decisiones del sector público interno, a las estrategias empresariales locales, sino, también, a la demanda agregada mundial, al crecimiento global, al liderazgo internacional, a los hechos y eventos que sacuden el contexto de países socios o afines, enfin, a las crisis cíclicas y sobrevenidas que cada cierto tiempo sacuden los intercambios de bienes y servicios con el país asiático.

Otro elemento que es llamativo en el contexto de los factores  adversos a Singapur es la particular composición de la mano de obra, y, consecuentemente, la participación de inmigrantes en su proceso productivo, es decir, la importación de trabajadores extranjeros.

De acuerdo a informaciones de 2015[10], en Singapur viven 2.543.638 inmigrantes, lo que supone un 45,96% de la población total del país. Distribuida por sexo, la inmigración femenina es bastante superior a la de hombres inmigrantes pues  las mujeres representan el 55.85%(1.420.652) del total y el componente masculino alcanza el 44.14%(1.122.986); para un total de 2.543.638 inmigrantes.

Es manifiesta la subordinación de la economía de Singapur de la mano de obra importada, con las respectivas implicaciones con respecto a la calificación, productividad, adaptación cultural y de otra naturaleza, para asegurar la continuidad y expansión de sus planes a mediano y largo plazo.

Por último, a pesar de que los dirigentes de Singapur han comprendido desde hace ya tiempo la importancia de vincularse con su entorno internacional, no podemos afirmar que se haya comprometido con procesos integracionistas diversos y focalizados. Es miembro fundador de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN); pertenece al Foro Asia Pacífico de Cooperación Económica (APEC), y en materia de Acuerdos Regionales se pueden referir el ASEM (Acuerdos de la Reunión Asia Europa), los Tratados Bilaterales de Libre Comercio y los Tratados Bilaterales de Inversión ya mencionados.

Pareciera pues que el multilateralismo que tanto se asocia con  el necesario  impulso a la economía desregulada y fluida requerida por la globalización, tiene poca resonancia por los lados de la ciudad-estado, más allá de su apoyo  e interrelación con el sistema multilateral de comercio encabezado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

6.  Los vientos que soplan por Singapur (a título de conclusión).

Históricamente, Singapur significa la Ciudad del León en sánscrito[11], y con el imponente desarrollo industrial, tecnológico, comercial y financiero que presenta, es la Ciudad-Laboratorio que deslumbra a oriente y occidente. Pero, además, por su progreso urbanístico de ritmo vertiginoso e inconfundible originalidad, se convertirá en los próximos años en una Ciudad-Jardín, capaz de juntar en un solo escenario el equilibro medioambiental con la autosuficiencia alimentaria de sus habitantes.

En noviembre de 2014,  Lee Hsien Loong, actual primer ministro de Singapur presentó al país su SmartNation, un modelo de ciudad hiperconectada y portadora de bienestar para sus ciudadanos. También, vanguardia del desarrollo tecnológico urbano, necesario para su concepción de innovación intensiva y eficiencia que hoy asoma en cada rincón de esa nación, pudiéramos llamarla una economía intensiva en innovación[12].

Y, ciertamente, la economía globalizada no tiene espacio para los países que desdeñan el desarrollo tecnológico, o, inclusive, para aquellos que sabiendo de su carácter primordial poco hacen por montarse en el empuje de las startups, de la calificación de los jóvenes en materia de ciencia y tecnología, de las políticas públicas eficientes, de impacto directo y práctico sobre los niveles de prosperidad de todos sus pobladores. Porque de eso es de lo que se trata. No de disponer de instrumentos a la moda o de fácil consumo. Es que el desarrollo económico del siglo XXI es necesariamente desarrollo de la ciencia y la tecnología en todos sus vertientes, en todas sus circunstancias.

Y por allí nos tropezamos con el papel del Estado.

De ello depende el éxito de un proyecto de nación.

Y cerramos con las expresiones atrevidas del intelectual que es M. Vargas Llosa, cuando dice con terminante convicción:
“….Probablemente por primera vez en la historia, en nuestra época, la prosperidad o la pobreza de un país no están determinadas por la geografía, ni la fuerza, sino dependen exclusivamente de las políticas que sigan los Gobiernos. Mientras tantos países del mundo subdesarrollado, enajenados por el populismo, elegían lo peor, esta pequeña islita del Asia optó por la opción contraria y hoy en ella nadie se muere de hambre, ni está en el paro forzoso, ni se ve impedido de recibir ayuda médica si la necesita, casi todos son dueños de la casa donde viven y, no importa a cuánto asciendan los ingresos de su familia, cualquiera que se esfuerce puede recibir una formación profesional y técnica del más alto nivel. Vale la pena que los países pobres y atrasados tengan en cuenta esta lección”[13].






































































[1] Los datos han sido tomados de Unctad/Stad, de la página web de Unctad.org, consultado en enero 2017.
[2] La actividad de reexportación de Singapur desempeña un papel relevante en su comercio internacional, representando más del 46% del total de las exportaciones. Este importante volumen de productos reexportados se explica en parte debido a su localización estratégica, y, también, a sus extraordinarias instalaciones portuarias. El puerto de Singapur dispone de 6 zonas de libre comercio, es el segundo a nivel mundial en el tráfico de contenedores y es el centro con más trasbordos a nivel mundial (Veáse ttps://es.portal.santandertrade.com/gestionar-embarques/singapur/exportacion-de-productos), consultado el 12/01/2017.

[3] Según el Portal de la Sociedad de la Información de Telefónica de España, las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicaciones) son las tecnologías que se necesitan para la gestión y transformación de la información, y muy en particular el uso de computadores y programas que permiten crear, modificar, almacenar, proteger y recuperar esa información.
A su vez, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), define a las TIC como el universo de dos conjuntos, representados por las tradicionales Tecnologías de la Comunicación (TC) - constituidas principalmente por la radio, la televisión y la telefonía convencional - y por las Tecnologías de la Información (TI) caracterizadas por la digitalización de las tecnologías de registros de contenidos (informática, de las comunicaciones, telemática y de las interfases). Veáse: www.UNDP.org.es. Consultado el 10/17/2017.
[4] Sostiene el Foro Económico Mundial, en su Informe Global de Tecnologías de la Información (consultado en impulsonegocios.com, el 29/04/2015), que el ranking de países más avanzados en tecnología está encabezado por Singapur, seguido por Finlandia, Suecia, Holanda, Noruega, Suiza, Estados Unidos, Reino Unido, Luxemburgo y Japón. A propósito de América Latina, Chile es el mejor país posicionado de la región ocupando el puesto 38 de esa lista del FEM, y después se encuentra Barbados en la posición 39, Puerto Rico en el lugar 44, Uruguay en el 46 y Costa Rica en el lugar 49 de los 50 primeros países.
[5] www.world bank.org.  Doing Business. Consultada en 05/01/2017.
[6] A pesar de ser un Estado pequeño, su necesidad de apertura y vinculación con los escenarios internacionales se  confirma al establecer que ha suscrito o firmado al día de hoy más de 45 Tratados Bilaterales de Inversión, instrumento cada vez más utilizado por las naciones para proteger y promover  el ingreso y permanencia de inversiones extranjeras en su territorio y en el del otro país signatario.
[7] En un fascículo de reciente publicación de la OIT, se afirma: “El trabajo decente incrementa los ingresos de los individuos y las familias, que pueden ser gastados en la economía local. Su poder adquisitivo incentiva el crecimiento y el desarrollo de empresas sostenibles, sobre todo de las pequeñas empresas, que a su vez pueden contratar a un número mayor de trabajadores y mejorar sus salarios y condiciones de trabajo. El trabajo decente aumenta los ingresos fiscales para que los gobiernos puedan financiar medidas sociales dirigidas a proteger a quienes no encuentran un empleo o no pueden trabajar”-. Veáse www.ilo.org. Consultado el 11 de enero de 2017.
[8] Moreno León, I. (2014). “Singapur: enseñar a pescar y no regalar el pescado.www americaeconomía. com. Consultado el 12/ 11/2016.
[9] Ese mismo año, el sucesor de Lee Kuan Yew, Goh Chok Tong,  le designó Senior Minister en un ministerio sin cartera, hasta que en 2004 su propio hijo,  Lee Hsien Loong, se convirtió en Primer Ministro y procedió entonces a designar a Kuan Yew en el puesto de Mentor Ministre, hasta su muerte en 2016. Informaciones tomadas de https://es.wikipedia.org/wiki/, consultadas el 25/12/2016.
[10] Registros tomados de http://www.datosmacro.com/demografia/migracion/inmigracion/singapur., consultados el 05/01/2017.
[11] Las antiguas crónicas chinas y javanesas la llamaron la Isla de Tumasek-ciudad del mar-, pero según viejas tradiciones, en el siglo XIII  un Príncipe de Palambag desembarcó en sus costas y  se enfrentó con una fiera que él identificó como un león aunque terminó siendo un tigre. Así quedó registrado en las fábulas de Singapur como la Ciudad del León. Otros le llaman Ciudad León. Y hasta SINGAPURA, la isla de los leones.
[12] Veáse el estupendo artículo de Jaime Ripa, “El país del futuro existe. Y se llama Singapur”, aparecido en El País,  edición del 15/12/2016, consultado en la Web de www.elpais.com el 17/12/2016.
[13] Vargas Llosa, Mario. “La Isla de los Tigres”. Publicada en la Web del diario El País, www.elpais.com