miércoles, 22 de octubre de 2014

La Ley que esposa el beisbol en el Caribe


Por: Miguel Sánchez
Maestrante del Postgrado de Economía Internacional 
  
Una página gloriosa del beisbol caribeño fue escrita, entre la década del 40 y el 50, épocas de guerras, de la falsa paz perpetúa y el alba del mundo bipolar rígido, por los equipos y peloteros cubanos; una efervescencia que tuvo un dominio universal.

En la primera etapa de la Serie del Caribe, período comprendido entre 1949 a 1960, los equipos antillanos conquistaron siete coronas del afamado y competitivo campeonato de febrero, destacando las novenas Elefantes de Cienfuegos, Tigres de Marianao y Alacranes de Almendares. Al mismo tiempo, entre 1939 y 1961, Cuba había logrado siete títulos mundiales, que pudo ser ocho, pero se le cruzó los Héroes del 41; el título más importante en la historia del beisbol venezolano.

En el campo de juego lucían las estrellas más rutilantes del Caribe, como Regino Otero, Cristóbal Torrentes (Salón de La Fama), Adolfo Luque, Oreste Miñoso y el más grande de todos los tiempos para muchos apasionados de la pelota caribeña y de las ligas negras, Martín Dihigo (Salón de la Fama).

Pero el misticismo del beisbol invernal y del clásico caribeño, idea impulsada por el venezolano Óscar “El Negro” Prieto, se partió en dos con la aparición de la Revolución Cubana, el fenómeno político más controversial del siglo XX en nuestro continente. Después de dictarse la Reforma Agraria en mayo de 1959, los intereses estadounidenses empezaron a trastabillarse, porque empiezan a darse cuenta que el caudillo popular, Fidel Castro, aparece para reivindicar las tierras del campesinado y, a su vez, comerse las ambiciones de la clase donde perteneció en su niñez; la oligarquía terrateniente.

Eran tiempos de Guerra Fría y de su preponderancia en América Latina, así fue como los Estados Unidos, durante la Administración Republicana de Eisenhower, suspende la cuota de importación azucarera a la Juana querida y amada por muchos, desde el Mar del Norte hasta por la Doctrina Monroe. Esto se tradujo en un bloqueo feroz e intransigente, que provocó la radicalización de la revolución. Una de sus consecuencias fue la prohibición del profesionalismo privado en el deporte cubano.


La Serie del Caribe reanudó su camino en 1970 sin Cuba, pero con un gran protectorado de Major League Baseball, el gran propietario de la pelota invernal.

A pesar de ello, Cuba siguió con la senda victoriosa en el beisbol al pasar las décadas, logrando 18 campeonatos mundiales auspiciado por la Federación Internacional de Beisbol (FIB o IBAF), además de obtener tres preseas doradas en Juegos Olímpicos. Cuando empezó el Clásico Mundial, competencia regida por la MLB, que terminó por destronar a los campeonatos mundiales, se especulaba, dentro del entorno beisbolístico, que Cuba no podría competir con peloteros profesionales y con selecciones nacionales integradas de jugadores que hacen vida en el sistema MLB. El resultado ha sido un subcampeonato en 2006, y la suma de 13 victorias con 7 derrotas en tres apariciones en la cita surrealista del beisbol.

Con la caída del bloque soviético, el desaparecimiento del mundo bipolar y la victoria de los Estados Unidos, ahora como hegemón universal, las represalias hacia la nación antillana, el cual vivía para ese entonces el infierno del Período Especial, fue estimular al Congreso, de mayoría demócrata, a estudiar, profundizar y aprobar la Ley Torricelli-Graham o Acta por la Democracia de Cuba, firmada el 23 de octubre de 1992 por el presidente George Bush, coincidencialmente en la ciudad de Miami, estado de Florida. Dos de sus seis puntos más relevantes son: sugerir a que cese el intercambio comercial con Cuba de compañías en el exterior que tienen sus casas matrices en Estados Unidos; y suspender la ayuda económica de los Estados Unidos a cualquier país que subsidie a Cuba.


Como era de esperarse, la otrora Comunidad Económica Europea (CEA), Canadá, México y Venezuela rechazaron la ley por violatoria a los derechos de soberanía nacional, a la decisión de las naciones del mundo en tener una política exterior libre y de dictar patrones falsos inherentes a los tratados comerciales entre las naciones, irrespetando el Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).

En el análisis, debemos mencionar que la ley fue desarrollada por dos diputados demócratas, uno de Nueva Yersey y otro de Florida, quienes recibieron el apoyo moral y financiero del multimillonario Jorge Mas Canosa, afamado personaje con altas relaciones en el Partido Demócrata en la ciudad de Miami y hombre que representó a los cubanos anticomunista en Estados Unidos.

La llegada de Bill Clinton al poder no cambió la política hacia Cuba. En esos tiempos perdidos, el Partido Republicano poseía la mayoría en las dos cámaras del Congreso Nacional, y uno de sus hijos, el senador Jessé Helms, líder nacional de la Nueva Derecha ultraconservadora, pone en el tapete la llamada Acta de Solidaridad Democrática y Libertad Cubana, conocida como la Ley Helms-Burton; es decir, el bloqueo recrudeció. Dicha legislación, reforzaría el cerco económico hacia Cuba, ya que prohíbe a las empresas estadounidenses tener o mantener relaciones comerciales con la nación caribeña.


En contraste, el beisbol cubano, que ha sufrido numerosas deserciones en los últimos 20 años de figuras del más alto nivel, está abriendo las puertas a peloteros de la isla, con el fin de codearse en ligas donde se juega pelota profesional de nivel en el extranjero. Este es el caso de Michel Enríquez, Alfredo Despaigne y Yordanis Samón, quienes recibieron el año pasado el permiso para reforzar a los Piratas de Campeche de la Liga Profesional de México, uniéndose a Omar “El Niño” Linares, pelotero que jugó con los Dragones de Chunichi de la liga japonesa entre 2002 y 2004.

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