miércoles, 22 de octubre de 2014

La nueva oportunidad que nos brinda Mercosur

Por: Miguel Sánchez.

Maestrante del Postgrado de Economía Internacional 

La visión del norte suramericano, también por su posicionamiento estratégico caribeño, es mirar el sur como la posible casa para el desarrollo, crecimiento competitivo, integración verdadera y trabajar en la eliminación de asimetrías en la región.

Antes de la entrada de Venezuela al Mercosur, nuestras exportaciones petroleras hacia el bloque, desde el año 1995, rozaron el 90%. Es un fenómeno predecible, en una economía rentista petrolera en vías de transición, que depende de una política presupuestaria y fiscal del precio del crudo. Pero la particularidad crece cuando en nuestro continente hemos diversificado nuestras exportaciones a países como Bolivia, Ecuador y Paraguay.

Esto ha significado el inicio del idilio con las economías menos competitivas en la región, en una arquitectura sui generis de relaciones bilaterales y multilaterales.

Dejamos de ver a la Comunidad Andina, con sus protecciones comerciales y tribunales bien constituidas, con economías menos asimétricas, para adecuarnos y ser pieza fundamental del nuevo andamiaje y renacer del Mercosur, utilizando como instrumento nuestro petróleo para ser puentes con el Caribe a través de Caricom, Petrocaribe y ALBA, para así alcanzar una zona de libre comercio teniendo a Venezuela como punto estratégico; su logística, su Orinoco.

Al observar las importaciones de Mercosur en su conjunto, se denota que alrededor del 60% son necesidades en los sectores industrias y químicos, lo que conlleva a presumir, como hipótesis tangible, que no existe requerimientos de energía ni alimentos.

Esta hipótesis hace soslayar la gran oportunidad de acrecentar nuestras relaciones comerciales con las potencias regionales como Brasil y Argentina, mercados que en el período 1995-2009, fueron menores, con respectos a sus flujos, en comparación con Uruguay, Paraguay y Bolivia a nivel de porcentajes.

La oportunidad de construirlo, para ser piezas relevantes en las necesidades de Mercosur, es comenzar de forma acelerada en un proceso de industrialización vertiginoso, utilizando las tecnologías de nuestros aliados regionales y mundiales dentro de la persecución de ir a la pluripolaridad del planeta, aumentar las capacidades de la industria nacional y elevar el modelo de participación obrera, científica y estudiantil hacia sectores específicos como agroindustria, autopartes, químicos y petroquímicos, así como estabilizar la producción y los conflictos sindicales de las empresas básicas de Guayana.

Comercio exterior y su logística


Por otra parte, la forma de presentar productos finales de nuestra autoría es fundamentalmente colocándolos como marcas ingeniosas, con características sólidas y de atractivo al comercio internacional. Un ejemplo plausible es la marca Chery, con automóviles de diseño dinámico, ensamblaje nacional, precios accesibles y con publicidad orientada a la masificación.


Los problemas que se deben resolver son los temas logísticos, por ello debemos tomar las experiencias del sector petrolero. La orientación, más idónea, es utilizar los enlaces de los ríos Orinoco, Amazonas, Paraná y La Plata, como unidad naviera- comercial, esto con el fin de colocar los productos como lo requiere el comercio internacional: competitivos y dinámicos.


En el caso de las empresas básicas, debemos comercializar productos finales como marcas, utilizar nuestros diferentes puertos en la inmensidad del Orinoco-Caroní e iniciar abruptamente un proceso de abastecimiento en el norte de Brasil, la región más desfavorecidas del gigante suramericano.


La gran diatriba sería la colocación de productos no finales, como materias primas, por ello debemos ir hacia una política de sustitución de importaciones, además de solicitar ayuda técnica a empresas provenientes de China en el sector químico.


Debemos estudiar, entonces, la dependencia de las importaciones de Mercosur hacia China, Estados Unidos, Unión Europea e India. De igual forma, recalcar la verdadera participación del nuevo gigante asiático en la construcción del Canal de Nicaragua y su vinculación, aún más, en el comercio latinoamericano.

No podemos dejar excluido la logística en el intercambio comercial. Este es un factor de pies chicos con brazos de largo alcance, por lo que debemos evitar la sobreutilización de los puertos ubicados en Estados Unidos, como Maryland, Nueva Orleans y Florida, llenos de mercancía del sur, esto en el momento de nuestras importaciones.

Por otra lado, el concepto de competitividad debe servir para complementarnos y, por supuesto, la integración solidaria debe llevarnos a la creación de nuevos modelos que cierre las barreras asimétricas. Este es el modo de cómo colocarnos en la región.


Estas no son lecturas universales, aunque el momento es único para acelerar la vía de transición del nuevo modelo y colocarnos aún más fuerte en el tablero regional.

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