jueves, 18 de febrero de 2016

NOTAS SOBRE EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE EUROPA



Carlos Eduardo Daly Gimón


Para el 2015, el PIB de la zona euro[1] progresó 1,5% y en la Unión Europea (UE)[2] esa cifra alcanzó el 1.8%.

Los pronósticos 2015 del F.M.I para la eurozona del 1,5 se cumplieron a cabalidad, mientras que las estimaciones de un crecimiento estimado del 1,7% para la Unión Europea fueron ligeramente superadas con un 1,8% para ese mismo año.
Estos resultados pueden leerse desde distintas perspectivas.

Si los examinamos desde el comportamiento del PIB a partir de la crisis financiera que se inicia en 2008, los resultados referidos indican una cierta mejoría de las economías europeas. Así, de acuerdo a los datos de la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea[3], el PIB  ha venido mejorando desde la caída experimentada en 2009 de un -4.5%,  hasta un 2.1% en 2010, 1,6% en 2011, de nuevo se produce una disminución del crecimiento en 2012 con un 0,9%  y en 2013 con un PIB decreciendo en un -0,3%, hasta alcanzar mejores resultados en 2014 con un PIB  mejorado de 0,9%, y finalmente el 1,8 referido con anterioridad para 2015. Ciertamente, no se trata de una evolución sostenida del progreso económico pues a lo largo del período en cuestión se observa un evidente vaivén en materia de crecimiento, lo cual refleja una cierta ineficiencia en las política públicas, así como una manifiesta inconsistencia en las principales variables macroeconómicas. No obstante vale resaltar que dos años consecutivos (2014 y 2015) de resultados positivos, e incluso con manifiesta tendencia al alza de una cifra con respecto a la otra, expresan una indudable propensión de esas economías hacia su recuperación y consolidación aunque sea a un ritmo menor del esperado.

Desde el punto de vista comparativo en el marco del escenario mundial, el crecimiento económico europeo se inscribe en un contexto internacional inestable y  de difícil pronóstico. Como lo asegurara recientemente el renombrado premio nobel de economía (2001) J. Stiglitz, “las tasas de crecimiento de los países avanzados también se han tornado más volátiles”, lo que se traduce en que “las economías del mundo han continuado dando tumbos en 2015” [4]. En el caso de los Estados Unidos [5] y siendo el país de origen de la grave crisis de 2008 en adelante, sus datos son distintos y bastante mejores que la mayoría de los países europeos. Así, de un PIB de 2,5% en 2010 se pasa a un 1,6% de crecimiento en 2011 y se incrementa a 2,3% en 2012, 2,2% en 2013, 2,4 en 2014 hasta alcanzar 2,9 en 2015. El crecimiento económico norteamericano ha sido mucho más consistente que el europeo y pareciera que así continuará en el corto plazo.

En cuanto a la determinación de las naciones que contribuyeron decisivamente al  comportamiento  económico  de la UE,  Alemania, Francia, Italia y España siguen siendo el sustento fundamental de la evolución reciente del viejo continente, aunque con ciertas particularidades. Para 2015 destaca la economía española  con un PIB de 3,2% aunque todavía las cifras no son definitivas pero según lo registrado en los dos últimos trimestres del año pasado son muy pocas las variaciones que se pueden esperar [6]. Alemania por su parte creció mucho menos que el país ibérico, pues el PIB alemán arrojó una variación de 1,7 respecto a 2014, lo que supera en apenas una décima al crecimiento del año pasado (1,6%). Resalta pues que el llamado “motor” de la UE tenga dos años consecutivos de bajo crecimiento, y además haya sido superado por España, país cuyas variables macroeconómicas mostraban en época reciente importantes desajustes  monetarios, financieros y fiscales.

Francia creció en 2015 en 1,1%, lo cual la coloca por debajo de España y Alemania, aunque debe mencionarse que esos resultados significan una sensible mejoría con respecto a los años anteriores cuando el país galo alcanzó un PIB de 0,2% en 2014,  0,7% en 2013,  0,2% en 2012 y un año distinto como fue  2011 con un crecimiento económico de 2.1%.
Italia por su parte  sigue mostrando una manifiesta inconsistencia en sus estrategias económicas pues en 2015 apenas alcanzó un 0,8% de aumento del PIB,  un poco mejor que el -0,4% del 2014, -1,7% en 2013, -2.8% en 2012 y  0,6% en 2011.

Como puede observarse  Italia, Francia  y  Alemania en menor grado, tienen severas dificultades en direccionar su sistema económico en la senda del crecimiento sostenido y del bienestar. Pareciera, de acuerdo a los datos revisados,  que 2015 fue un año de transición hacia mejores dividendos en el escenario europeo inmediato.

En esta dirección se inscriben las proyecciones de la Comisión Europea de Asuntos Económicos y Financieros,  cuyas proyecciones se inclinan por un crecimiento del PIB de 1,9% para 2016 y 2,0% para 2017.

Ello dependerá, desde luego, del comportamiento que arrojen una serie de eventos de carácter coyuntural que hoy en día están presentes en el plano interno e internacional. Veamos.

Un factor de impacto determinante es el mercado petrolero mundial. 
Aún cuando los avances en materia de energías renovables son crecientes y parecieran diversificarse, el comportamiento de los precios de los hidrocarburos en el corto y mediano plazo es determinante para los países importadores  y/o consumidores de petróleo. La oferta excesiva presente en los mercados ha provocado un descenso sostenido de los precios y a pesar del duro invierno  los precios siguen cayendo  y pareciera que esa tendencia no va a cambiar a lo largo del 2016. Ello beneficia sustancialmente las economías desarrolladas  y las menos desarrolladas con déficit energético, lo que coadyuvará  significativamente el crecimiento económico  de occidente y demás naciones consumidoras.

La tasa de inflación interna y comunitaria ha sido un elemento de clara influencia en el consumo de los hogares, y ha servido para fortalecer el consumo interno y por tanto el fortalecimiento de la producción de bienes y servicios en el sistema económico nacional. Para 2015 la inflación se ubica en 0,2% en la UE, y en algunos países se registran pura y simplemente caídas de los precios.
Asimismo, la devaluación del euro ha servido de apoyo para el fortalecimiento de la capacidad exportadora de la UE, junto a un mejor posicionamiento de las economías europeas en el comercio internacional.

Este conjunto de factores ha contribuido, como ha sido resaltado, al  mejoramiento del crecimiento económico europeo el año pasado y probablemente el 2016.

No obstante, persisten  circunstancias que bien pudieran entorpecer los avances alcanzados en los escenarios europeos.

Las dificultades en la sostenibilidad del crecimiento de los países emergentes ha afectado en 2015 a las economías europeas. China pareciera que ha perdido el impulso que la ha caracterizado desde hace más de 10 años, arrojando tasas de variación del PIB superiores al 8% anual. En 2015, el PIB de China apenas alcanzó un 6,9%, magnitud evidentemente inferior a sus resultados históricos. Pero no se trata únicamente del gigante asiático. En el grupo de los llamados BRIC’s también el tema de la variación del PIB ha experimentado cambios. Rusia ha visto mermar su expansión económica en razón de la caída de los precios petroleros, Brasil ha presentado  problemas significativos en su  dinámica  productiva lo que ha arrojado resultados mediocres en 2015 y junto a la corrupción y la inestabilidad política, pareciera que 2016 será igual o peor que lo ocurrido el año anterior.

Las naciones árabes y latinoamericanas exportadoras de petróleo han igualmente visto mermar su capacidad adquisitiva, y por ende su participación en los mercados internacionales de bienes y servicios.

Finalmente vale dejar sentado que la calidad de la recuperación económica que ha venido experimentado la UE es muy precaria, tal como se verifica en el impacto que la evolución del PIB tiene sobre el empleo y el desempleo.

Sin lugar a dudas, que la principal carga que arrastran  los países europeos es el desempleo. La OIT [7] utiliza el calificativo de “preocupante” para los asuntos relativos al desempleo y a la creación de nuevos empleos.  2015 acabó con 197,1 millones de personas sin trabajo en el mundo, 27 millones más que antes de la crisis de 2007, lo cual resulta una seria dificultad para la vinculación del PIB con las políticas sociales. En determinadas naciones del viejo continente la situación es más grave aún como es el caso de la economía española. Más allá de mostrar resultados en el PIB mucho mejores que la mayoría de sus socios en la UE, la tasa de desempleo en España para mayores de 16 años situó en 22,4%.Para 2016 esa tasa experimentará mejoría de acuerdo a la OIT, pues se estima un 21,5% y 21,3% en 2017. En el resto del mundo asegura la OIT, el desempleo seguirá subiendo y se estima que para finales de 2016 habrá más de 200 millones de parados.

Es pues una tarea pendiente del liderazgo comunitario de la UE atender los problemas de desempleo junto a las pronunciadas desajustes que han ido surgiendo en países con insolvencia financiera, como es el caso de una economía Griega al borde de la bancarrota y hoy día sometida a exigentes programas de reformas internas, o  las dificultades de Finlandia para expandirse cuando sectores claves se contraen y afectan su PIB, o las exigencias cada vez más inflexibles de Inglaterra por mantenerse en el pacto comunitario pero que no comparte estrategias como la política inmigratoria o la lucha antiterrorista.  

Preocupaciones.

La uniformidad de la economía europea está lejos de lograrse en el plano de las políticas económicas.

Grecia resultó un verdadero dolor de cabeza tanto para las autoridades  comunitarias como para el liderazgo nacional de los países miembros.  De los procesos de negociación de 2015 se derivaron un conjunto de recomendaciones/imposiciones, particularmente en lo relativo a la intensificación de los controles sobre el sistema bancario y  el sector de las PyME, lo que  influyó directamente sobre la caída del PIB. Vale resaltar que la actividad turística reflejó resultados bastante más alentadores, mejorando así el panorama de la economía griega.

Portugal ha presentado igualmente resultados muy precarios en materia de crecimiento económico. La  inestabilidad política se ha ido resolviendo en época reciente, lo cual hace presagiar mejores resultados a corto plazo.

Finlandia por su parte también se coloca en el grupo de países de evidente inestabilidad, pues su muy relativo comportamiento positivo del primer trimestre de 2015  no pudo mantenerse en el tercer y cuarto semestre del año anterior. En ello tuvo mucha  importancia la recesión de su vecino ruso y las manifiestas dificultades de sus sectores fundamentales como lo son la electrónica y la actividad maderera.

Finalmente, el crecimiento económico de Los Países Bajos resultó bastante inferior a lo previsto, aunque las causas que lo provocaron son todavía poco concluyentes. Pareciera que las manifiestas dificultades en el PIB  de los países emergentes y las dificultades  del comercio mundial jugaron un papel decisivo en la particular dinámica macroeconómica de Holanda. 











[1] La zona euro comprende 19 países  del continente europeo : Bélgica, Alemania, Irlanda, Estonia, Irlanda, Grecia, España, Francia, Italia, Chypre, Letonia, Luxemburgo, Malta, Países-Bajos , Austria, Portugal, Eslovenia, Finlandia y Lituania.
[2] La Unión Europea  involucra a 28 naciones en el  proyecto integracionista: Bélgica, Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Alemania, Estonia, Irlanda, Grecia, España, Francia, Croacia, Italia, Chypre, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Hungría, Malta, Países-Bajos, Austria, Polonia, Portugal, Rumania, Eslovenia, Eslovaquia, Finlandia, Suecia y el Reino Unido.
[3] Eurostat. Ec.europa.eu
[4] “Qué está frenando a la economía mundial?”. Joseph Stiglitz y Hamid Rashid. Diario “El País” (España).10/02/2016.
[5] Datos tomados de la WEB Datosmacro.com.
[6] Expansión/Datosmacro.com.
[7] Veáse la Web www.ilo.org

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