La Enfermedad Holandesa y la Agricultura Venezolana
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Junio de 2019
Se puede aseverar que Venezuela fue un país rural
hasta el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo e inicio de su
explotación. Esto trajo como consecuencia inmediata la movilización de muchas
personas hacia las zonas donde había petróleo, se fueron desarrollando esos
poblados y se fue descuidando el campo en las regiones agrícolas.
Por supuesto, las mejores condiciones salariales, y en
general, de beneficios socio económicos, se convirtieron en un imán para atraer
trabajadores, para atraer mano de obra hacia las zonas petroleras. Desde la
época colonial, Venezuela se caracterizó por exportar café y cacao como base de
su economía. Los “Grandes Cacao” eran familias que se enriquecieron con la
producción y exportación de cacao hacia Europa, con lo cual lograron excelentes
condiciones de vida, y en esa época, todo aquel que acumulaba riquezas y
adquiría un elevado nivel de vida era llamado “Gran Cacao”. Aún en la Venezuela
del siglo XXI, algunos viejos ciudadanos utilizan esta expresión para
identificar a las familias ricas.
Con el incremento de las exportaciones petroleras,
cuando Venezuela llegó a ser el primer país exportador de petróleo del mundo,
poco a poco la “Enfermedad Holandesa” fue carcomiendo la economía del país.
Esta enfermedad, que es un término utilizado en economía, también es conocido
como “Mal Holandés” o “Síndrome Holandés”, y se refiere a los efectos negativos
que provoca en la economía de un país un repentino y desmedido incremento del
ingreso de divisas, ocasionado por la exportación de algún recurso natural como
minerales preciosos, hidrocarburos, café, etc, o por algún crecimiento
importante de la inversión extranjera directa.
El nombre deriva de lo ocurrido en los Países Bajos en
los años sesenta del siglo XX, cuando se incrementó violentamente el ingreso de
divisas luego del descubrimiento y explotación de grandes yacimientos de gas
natural hacia el Mar del Norte. Consecuentemente, el florín, que es la moneda
holandesa, se apreció y aumentó su cotización en el mercado de divisas
afectando negativamente la competitividad de las exportaciones de otros bienes
o recursos del país.
Aún cuando el nombre de esta distorsión en la economía
de un país se relaciona con Holanda y es de reciente cuño (1960), este modelo
se ha utilizado para explicar los efectos que tuvo en la España del siglo XVI
el ingreso de los tesoros enviados desde América, o los efectos perniciosos que
tuvo sobre la economía australiana el descubrimiento de oro por allá por el año
1850, y más recientemente, las distorsiones de la economía venezolana derivadas
de los altos precios del petróleo.
El “Síndrome Holandés” ha originado en Venezuela, por
muchos años, la apreciación del bolívar que es la moneda nacional; además,
reducción significativa de la producción interna en sectores tradicionales de
la economía como es el caso de la agricultura y las industrias manufactureras.
Estos productos para el consumo interno han tenido que enfrentar una
desproporcionada competencia con productos importados de menor precio; y los
productos para exportación, se ubican en desventaja por la elevada apreciación
de la moneda local.
La situación de bonanza petrolera ha promovido la
inyección interna de elevados recursos, elevando el circulante, que sin una
adecuada contrapartida en la oferta de bienes y servicios provoca continuos
incrementos en los índices de inflación. Actualmente, Venezuela ha alcanzado la
mayor distorsión económica de su historia, y a pesar de sus riquezas, se
encuentra en una situación crítica de pobreza, además de haber contraído
altísimos niveles de endeudamiento externo.
La “Enfermedad Holandesa” agobia a la población
venezolana y ha afectado profundamente la agricultura. Para 2018 se estimó que
apenas se produjo 20% de los requerimientos alimenticios de los treinta
millones de venezolanos, y las expectativas para el 2019, son aún peores. Con
la renta petrolera se sigue importando alimentos en lugar de promover y apoyar
la producción interna. Las divisa parece que se están agotando complicando
estas importaciones, por lo que el futuro que se le presenta a la población es
de mayor escasez de alimentos cada día. Tenemos que “sembrar el petróleo” y
superar el “Síndrome Holandés”, tal como lo han logrado otros países como
Finlandia, Australia, Holanda, Noruega, Chile y otros.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Junio de 2019.
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