Gobernabilidad conceptos y aproximaciones.-
Se debe buscar a los problemas de gobernabilidad, fórmulas que les permitan
llegar a acuerdos, pactos que abarcan a los diferentes actores políticos, económicos
y sociales.-
JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
14/10/2021
05:00 am
En Venezuela, gracias
al nivel de desarrollo del arte alcanzado en materia intelectual en nuestro
medio docente y de investigación, en la ciencia política venezolana, tenemos destacados
académicos en esta área de estudio entre otros a: Juan Carlos Rey, Aníbal
Romero, Carlos Romero, Ángel Álvarez, Eladio Hernández y John Magdaleno.
Pues bien, este concepto
surgido a mediados de los setenta, trata a la estructura política hoy en
transición por la incertidumbre e imprevisibilidad, en búsqueda de un punto de
equilibrio para regular, conducir a los distintos actores gubernamentales y/o a
los valores en un sistema político que está en una compleja situación de
reacomodo ó cambio.
En efecto, la gobernabilidad
la debemos entender no solo en términos eficacia, sino de legitimidad y
estabilidad, interacción estratégica entre actores; que dé un rol capaz de
procesar decisiones e implementarlas, que garantice una equidad y además, eficiente
papel de los estados buscando la justicia social y una mayor solidaridad
internacional.
Efectivamente, este concepto
traído a la discusión intelectual y política, por la Comisión Trilateral en
1973, presenta hoy, cuatro corrientes intelectuales o categorizaciones si se
quiere complementarias entre sí; la primera La primera corriente referida a la
gobernabilidad, derivada de tendencia neoconservadora concuerdan también casi
plenamente al dibujar cuatro concepciones tradicionales de gobernabilidad: la de
los conservadores, la de los neoconservadores, la de los liberales y la de los
marxistas. El planteamiento neoconservador liderado, entre otros, por Daniel
Bell y Samuel Huntington, explica su posición negativa (la ingobernabilidad)
como el producto de una sobrecarga de demandas a las que el Estado responde con
la expansión de sus servicios y de su intervención provocando inevitablemente
una crisis fiscal. De manera más concreta, el diagnóstico de la situación lleva
a plantear la existencia de cuatro tendencias que generan disfunciones en el
sistema democrático (Crozier, Huntington y Watanuki) y que se refieren: a la
deslegitimación de la autoridad y a la pérdida de confianza en el liderazgo
como consecuencia de la persecución de las virtudes democráticas de la igualdad
y del individualismo; a la "sobrecarga" del gobierno debido a la
expansión de la participación política y del desarrollo de las actividades
gubernamentales; a la desagregación de intereses como consecuencia de la
intensificación de la competencia política y que ha conducido a la
fragmentación de los partidos políticos; y al incremento del parroquialismo
nacionalista en la política exterior dadas las presiones ejercidas por la
sociedad.
La segunda, es la formulada
por economistas neoliberales, políticamente neoconservadores, cuyo principal
punto de partida se basa en el presupuesto de la mala relación existente entre
el keynesianismo y la democracia, de suerte que "la yuxtaposición de las
prescripciones de la política keynesiana y la democracia política crea una
mezcla inestable".
La tercera, la corriente
neomarxista queda de manifiesto en el trabajo de O'Connor, por un lado, y de
Habermas y O'Connor (1973) se refiere a la "crisis fiscal del Estado"
resultante de las contradicciones del Estado del "capitalismo
avanzado" agravadas por el sistema democrático. Por su parte, Habermas
(1978: 70,71) mantiene la existencia de una doble crisis: "de
entrada", en su acepción de crisis de legitimidad clásica, y "de
salida" como crisis de racionalidad, en el momento en el que la burocracia
no hace compatibles, o es incapaz de manejar correctamente, los mecanismos de
control que le exige el sistema democrático. Y por último, Bourricaud (1992)
señala que si se parte de la definición del concepto de gobernabilidad como un
con[1]junto de condiciones que aseguren el ejercicio del poder en una sociedad
sin excesivo riesgo de que ésta llegue a desarticularse violentamente, debe
aceptarse la existencia de ciertas condiciones que preserven un mínimo de
coherencia y de unidad en las sociedades.
De esta manera, puede
entenderse por gobernabilidad siguiendo a Manuel Alcántara, como la situación
en que concurren un conjunto de condiciones favorables para la acción de
gobierno que se sitúan en su entorno (de carácter medioambiental) o que son
intrínsecas a éste. Por el contrario, ingobernabilidad se refiere a una
situación disfuncional que dificulta la actividad y la capacidad gubernamental.
Esta definición coincide con la de Leca (1985: 18) al equiparar el concepto de gobernabilidad
con la acción de gobierno a la que se le da un carácter positivo, cuando no
moralmente satisfactorio, al tratarse de un comportamiento conforme a las
reglas "del buen gobierno". Asimismo, la referida conceptualización
comparte la visión de Nohlen (1992:4) cuando indica que "el concepto de
gobernabilidad se refiere a la interacción entre gobernantes y gobernados,
entre capacidades de gobierno y demandas políticas de gobierno.
Hoy con la autocratización de los sistemas democráticos, devenidos en regímenes
hegemónicos, la gobernabilidad es dada por un gran control social de
canalización de las demandas y casi nula participación de la sociedad política
y civil en la formulación de las políticas, la legitimada de desempeño se
resiente en baja y mediocre calidad de las políticas, hay una sobrecarga en el
sistema de toma de decisiones, que produciría en la estructura por presiones en
términos de legitimidad, eficacia y eficiencia, para la solución de los
diferentes problemas que se van presentando. No hay gobernanza sistémica. ( caso
venezolano).
Por tal razón, finalmente, se
debe buscar a los problemas de gobernabilidad, fórmulas que les permitan llegar
a acuerdos, pactos que abarcan a los diferentes actores políticos, económicos y
sociales que actúan hoy en la esfera internacional. Buscando orquestar mejor
por una parte, la representación de esos actores y por la otra, articular esos
diferentes intereses con mayor legitimidad, pero también con mayor eficiencia
para así lograr fórmulas más estables para la paz, el desarme, el desarrollo de
la humanidad con criterios de bien común y solidaridad internacional,
proveyendo la mayor cantidad de bienes públicos. Es el momento para la
innovación para una mejor gestión de la gobernabilidad, es decir, la mejor
canalización del repertorio de demandas al sistema político por parte de los
actores y grupos estratégicos intervinientes en ella.
jesusmazzei@gmail.com
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