UN NUEVO RECTOR PARA LA
UCV EN 2023.
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
La ausencia de elecciones en la UCV en los lustros recientes, ha sido
resultado de decisiones y acciones, tomadas o ejecutadas, por las autoridades
de la administración bolivariana y por las de las propias autoridades de la
institución, incluidos los grupos gremialistas. En la semana que finaliza, se ha
tomado la decisión de llamar a elecciones para Rector, Decanos y co-gobierno, después
de haber cambiado la posición de las autoridades nacionales. Esto quitará una
especie de administración eterna,
también en la UCV, que abarcó a la APUCV –que ya tuvo elecciones en
octubre 2022- y a las instancias señaladas. Esperemos que también permita
combatir parte del complejo escenario de abandono de aulas, lugares y ocasiones
diversas que aluden a la vida académica, con causantes variados, incluido el Covid19 con la pandemia. Al abandono
físico y de la infraestructura le ha acompañado el abandono crematístico y
monetario, que no tiene porqué tener la
actividad académica. Salarios y sueldos
deprimidos hasta lo increíble, han pasado a percibir quienes ejecutan la
academia en el área pública, incluidos los más recónditos lugares del país,
hasta preescolar o doctorado, abarcando, así, variados niveles y regiones de
tal área, y ello está en la base acumulada que ha estimulado las recientes
protestas de comienzo de 2023.
Las elecciones deben significar y deben darse, para que quienes han ejecutado y
cohonestado actividades de incumplimiento -así no fuese más que en exigencias
hacia las autoridades nacionales-, deterioro institucional y de infraestructura
(tan grave que facilitó el auxilio, no con facilidad protestable del gobierno
nacional), abandono y corrupción en instancias diversas de la institución, le
den paso a nuevos ejecutores, sin que se trate de que paracaidistas,
advenedizos, buscadores de fortuna -y en
casos, con infudamentados prestigios, que buscan además aumentar- o que cualquiera pueda desempeñar tales
funciones por el simple hecho de desearlo.
Lamentablemente, las fuerzas que se
siguen moviendo en la UCV[1],
aunque no sean la mayoría, implican movimientos, y organizaciones que, fácilmente,
desvían los teleológicos objetivos académicos
y de cambio verdadero, por arreglos personales, partidistas, grupales y por
parte de gente de una laya bastante conocida y que ha medrado en ambientes de
la institución, ocasionando gran daño. Como era de esperar, ya empezaron a
moverse, a hacer cuadres increíbles entre unos y otros, independientemente de
que en momentos previos y cercanos dijeran otra cosa.
Las siguientes, son las que
consideramos deberían ser parte de las características de un nuevo rector para
la UCV.
La primera
característica, de claro Perogrullo, es la de que se debe tratar de un académico. Con la trayectoria y los títulos
correspondientes, ello consiste en alguien que esté a la altura de un cargo -como
ha sucedido en varios casos en la UCV- que quien lo desempeñe debe inspirar
algunos de los respetos más importantes así como la admiración paralela a lo
mismo. No hay mucho que probar en esto, pues quien posea estos atributos,
generalmente lo ha demostrado en variados lugares y momentos.
La segunda
característica, es la de no ser conflictivo. Se trata de aquella virtud que,
sin convertirse en una conciliación permanente, pueda con el liderazgo académico,
evitar la acción incendiaria, constante o aquellas que generan distanciamientos
entre dependencias de la institución. El
poder genera perversiones y autosatisfacciones, si quien lo ejerce no comprende
que debe compartirlo y actuar con liderazgo para que la institución avance.
La tercera
característica, debe ser la del respeto de las normas. La UCV ha ejecutado durante décadas mecanismos de soluciones ad-hoc -o adecuadas
a los intereses de los grupos o individualidades de presión-. En un
contexto de normas -y las estructuras correspondientes- casi medievales en algunos
tópicos, una de las alternativas ha sido la de la violación de normas con
ejecutorias como las señaladas. Se deben respetar las normas o impulsar su
cambio y, cualquiera de estos procesos, requiere trabajo, seriedad y
honestidad.
La cuarta característica, es la de eliminar/combatir/impedir los
mecanismos y opciones de corrupción que se han desarrollado en la institución y
que es un secreto a voces desde tiempo atrás, y que se ha acrecentado con la
crisis económica/social/política nacional y cuyo condicionante adicionado ha
sido la pandemia del Covid19. La sombra ha vencido a los valores, incluidas
la honestidad y la decencia, y todo se presenta a todas luces y con claras
palabras. Es impresionante como el
falso éxito en distintos procesos, busca ideologizar
la realidad,
La quinta
características, es la de la simpatía.
El líder académico que debería existir no necesita ser chistoso, ni gracioso,
ni tampoco ser distante de la gente, por muy trascendental y fuertes que sean
sus conocimientos, títulos y preparación. La UCV ha tenido autoridades que,
teniendo los atributos académicos mencionados mas arriba, no han dejado de ser
simpáticos y accesibles a profesores, estudiantes, empleados y obreros. Rectores y Decanos que han inspirado
respeto y todavía se les recuerda en sus
palabras y gestos.
No es exhaustivo ni perfecto tal
conjunto de características, son solamente mis percepciones de lo que debería ser
un resumen de las mismas, para un nuevo rector de la UCV[2]. Falta, por supuesto, ordenar áreas y ámbitos de
atención urgente para el mismo, los decanos y organismos de co-gobierno. Se trata
de problemas urgentes, pero también de problemas repetidos o donde se siguen
cometiendo los mismos errores y otros nuevos.
Hay que buscar alguno de los
académicos que hoy día impulsan cambios en la UCV, y que haya sido probado en estas lides y sea querido y apreciado por la gente de la institución, así como que
pueda tener las características que hemos señalado u otras similares.
20 de enero de 2023
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario