¿QUE HACER CON LA ECONOMÍA?
Experiencias y políticas para no olvidar la historia
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
Ya avanzados los noventas se habían
acumulado procesos como los siguientes:
Apertura comercial. En la casi generalidad de los casos esta fue rápida, homogénea y
significativa, e implicó rebajas arancelarias y eliminación de barreras no
arancelarias. Venezuela y la región pasaron a ser considerablemente abiertas,
cuando se le comparaba con casos internacionales. En Venezuela se iniciaron además
procesos de institucionalización para atender Dumping, competencia y barreras a la entrada.
Apertura a la inversión extranjera. Se pasó a flexibilizar de manera significativa la normativa sobre Inversión extranjera, que,
en el caso de Venezuela, había venido siendo planteado intensamente desde los
ochenta por variados agentes económicos y sociales y pari passu con lo que sucedía en los países de la Junta del Acuerdo de Cartagena. Se trataba
en parte de atraer capitales para la dinamización productiva y disminuir la
importancia de la deuda externa. Tanto así que, en la mayoría de los casos, la
normativa del caso se convirtió en un mero simbolismo. No es fácil afirmar que
el capital que en tales años ingresó en
la región. fuese atraído por tal liberalización de la normativa.
Reconversión. Parte
de las recomendaciones del Consenso de Washington
para la región tuvieron que ver con la búsqueda para la misma (y Venezuela) de
un aparato productivo más eficiente y competitivo, cosa que no fue un objetivo
de fácil consecución. En el caso de Venezuela
no hubo en los noventa, ni precisas conceptualizaciones, ni adecuadas
canalizaciones de recursos. El escenario petrolero internacional y político nacional,
puede decirse que generó comodidades e interrupciones y fue conveniente para
varios manejar la internacionalización
petrolera.
Privatización.
En los ochenta y los noventa en la región la discusión se centró en reducir el
peso del Estado en la economía, albergándose incluso aquella frase de “quebramos empresas para privatizarlas”,
buscando en varios casos reconducir su aporte al desarrollo y reducir la presión
fiscal. En Venezuela el proceso no
fue ni rápido ni exitoso y, avanzado los noventa, numerosas empresas se mantenían
bajo propiedad estatal. En parte en Venezuela
no se avanzó en la definición de lo que era y no era estratégico. Sigue, por lo demás, siendo una tarea pendiente.
Los planes de ajuste y estabilización[1]. Inicialmente en la región se desarrollaron
para facilitar el pago de la Deuda Externa.
Los elementos sectoriales y de política señalados debían permitir presentar un
aparato productivo más eficiente y competitivo. A finales de los noventa, en
varios países de la región era menos explosiva, pero no se había pagado, pero
tales planes se convirtieron en una manera, para tales tiempos, de hacer política
económica y tratar la economía. Con todo ello estuvieron relacionados dos
grandes planes en los noventa en Venezuela: El Gran Viraje y la Agenda Venezuela. Ambos correspondieron, a las segundas
presidencias de C.A. Pérez y Rafael Caldera.[2]
Dos preguntas de método: ¿Avanzó Venezuela después de los cambios de estrategia
señalados? ¿Presentó el país progreso o mejoramiento en su organicidad económica
o en la expresión más palpable del no desarrollo, tal cual lo representa la pobreza?
Puede reconocerse la difusión de ideas, estructuración de discusiones en
ciertos contextos como derivaciones de esos periodos y décadas y que a la actualidad
siguen siendo válidos: 1. Necesidad de
consenso en todos los sectores de la sociedad, 2. Pensar en el largo plazo, 3. Importancia
de invertir en el recurso humano, 4. Definir sectorial y productivamente lo que
puede ser o no estratégico, para el mediano y largo plazo.
8 de mayo 2025
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
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