ALGUNAS PERCEPCIONES
SOBRE LA RECUPERACIÓN Y/O NIVELACIÓN DE LA ECONOMÍA.
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
La primera
percepción, es la sempiterna crítica a
la dependencia petrolera y al rentismo.
Hay que decir que desde que apareció el petróleo, todas las administraciones se
han beneficiado del rentismo, administrando los recursos tal cual les ha
parecido y haciendo poco caso a observaciones fuera de las mismas, sobre el
aumento de la producción y la afectación de las reservas, o el uso de los
recursos o las particularidades de los planes de expansión a pesar de contextos
como, el antes o el después de la nacionalización
de los años 70´s del siglo pasado. Todas las administraciones desde este último
proceso, han resaltado el valor del monto o magnitud de las reservas.
La segunda,
que escuchamos hoy en varios ámbitos, es la necesidad de sustituir importaciones. En términos de, grosso modo, hace unos
40/50 años, muchos se plegaron a la crítica
a la sustitución de importaciones, que, incluso, era difundida desde
ámbitos académicos de algunos países desarrollados sobre los procesos tenidos en
varios países de la región, como afectados por muchas distorsiones, y no es que no las hubieran, sino que, en el caso de Venezuela,
la facilidad petrolera, quizás llevó
a algunos agentes políticos, administrativos y empresariales, a descuidar lo
que debía impulsarse, tal cual siguieron haciéndolo algunos países de la región
que, hoy día, tienen un componente industrial importante. La pregunta es: ¿era
cierto todo lo negativo que se decía tenía nuestra industrialización?: proteccionismo excesivo, mercados
estrechos, escaso desarrollo tecnológico y baja calidad de algunas
producciones, entre otros elementos[1].
La tercera, la
necesidad y el potencial que tienen algunas áreas que, impulsándolas, serian
beneficiosas para la nación y que siempre han aparecido en listados y análisis
de sectores fundamentales. Uno de
ellos es el turismo, dadas las
innegables bellezas y condiciones naturales, así como contextos culturales de
algunas regiones de la nación. Hay que revisar cuanto se ha dicho, escrito o
gestionado sobre este sector a través de las décadas. Algunas administraciones
han hecho más que otras. Grupos de ciudadanos y organizaciones ambientalistas,
han hecho, también, más que otras, en distintas temporalidades. Hoy existen
espacios sobre los cuales pueden trabajar o seguir gestionando y trabajando
empresarios, ciudadanos y la sociedad civil y hacer efectivamente del turismo un área atractiva para los
propios venezolanos y visitantes.
La cuarta,
atañe a una dinámica compleja que presenta la economía venezolana con un sistema
monetario/cambiario, en un contexto de dolarización
informal. Su dinámica y la problematización que ella abarca, si bien puede
ser modificada por la administración nacional dolarizando totalmente o estableciendo otros parámetros de política
monetaria, llama la atención como, agentes económicos diversos, se han
beneficiado y han seguido impulsando el sistema de dolarización informal o pareciéndoles adecuado; incluso, algunos analistas han dado una especie de aprobación tácita del mismo. Un
elemento curioso, que quizá sea lo más importante a resaltar acá, es la opinión
de algún grupo del área empresarial sobre que “el uso del dolar lo imponen los consumidores actualmente”
(!!!!?????).
La quinta, es
el optimismo que algunos observan y tienen, pensando en financiamientos
internacionales. Ni el Banco Mundial
ni el FMI, ni los gobiernos
particulares son laxos para facilitar préstamos
de 10.000 o 50.000 millones de dólares. No es que no lo hagan o no lo puedan
hacer, es que ninguna nación puede basar su desarrollo en ello. Muestra hay en
la crisis del Efecto tequila en
México, la del Efecto tango en
Argentina, las crisis de finales de los noventa en Asia, las crisis de años más recientes en Argentina y otras más. Todos esos dineros tienen condicionalidades, hay que devolverlos,
así como otra serie de elementos; así es que no es fácil basar el desarrollo en
ellos y menos aun cuando se trata de
implicar o genera montos como el que pueda representar el viaje a Marte, según cálculos de naciones que pueden pensar en esto último.
La sexta, es
la discusión atinente a la influencia de las sanciones que han, indudablemente, en tiempo reciente afectado a Venezuela, vía varios episodios e
instrumentos como el muy nombrado actualmente de Chevron. Qué las ha producido, es discusión vasta y atinente a todo
un país. Pero afectan cualquier proceso de recuperación o nivelación. Las
parcialidades que atañen a los intereses políticos, habría que preguntarse, si
son las más atinentes o adecuadas para la nación y el bienestar de sus
ciudadanos.
La séptima, es
tocante al optimismo que algunos tienen sobre el retorno de la Diaspora y su potencial aporte a la recuperación
o nivelación del país. Aun con elementos comunes, las distintas diásporas o
movimientos migratorios, implican asentamientos, cambios de costumbres,
expectativas, nuevos vínculos, con los casos y grados diversos. Taiwán, hace algunas décadas, tuvo un
proceso de retorno de migrantes, lo cual tuvo de basamentos procesos de
atracción bien organizados para personal de nuevas áreas vinculadas a la tecnología
de aquellos momentos. Puede ser y puede dar esperanzas, pero se requiere
programación y es un asunto de una política de un país, no de grupos o del
debate político.
La octava, es
que no hay modelos a seguir. Todos los modelos de países tienen complejidades
geográficas, situacionales, particularidades y su propia historia y posibilidad
de que surjan conflictos y situaciones inesperadas o no previstas; puede
observarse la dinámica actual de una nación como USA. Otras naciones tienen historias vastas y amplias, que impiden convertirlas
en modelos a imitar, como los casos de China
o India, ni que decir de los
modelos europeos o de aquellas convertidas o que son candidatos potenciales a
convertirse en naciones desgarradas,
en la terminología manejada por Samuel
Huntington, autor del Choque de
Civilizaciones.
14 de junio 2025
@eortizramirez
ortizramírez@gmail.com
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