sábado, 14 de junio de 2025

ALGUNAS PERCEPCIONES SOBRE LA RECUPERACIÓN Y/O NIVELACIÓN DE LA ECONOMÍA.

 

ALGUNAS PERCEPCIONES SOBRE LA RECUPERACIÓN Y/O NIVELACIÓN DE LA ECONOMÍA.

 

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ

 


Algunas de estas percepciones se ubican desde la perspectiva operativa, y exitosa o no, en actividades económicas diversas, otras, en los ámbitos de la administración actual del País
 con las gestiones del Presidente Nicolás Maduro, algotras, en sectores  críticos de este último y, otras, en grupos bienintencionados con los destinos colectivos de la nación. Con las precisiones necesarias del caso, seguramente con la evolución normal de las cosas y casos, podrá –o debería- llegarse a consensos que permitan observar elementos de recuperación o nivelación en pro del propio país y sus ciudadanos.

La primera percepción,  es la sempiterna crítica a la dependencia petrolera y al rentismo. Hay que decir que desde que apareció el petróleo, todas las administraciones se han beneficiado del rentismo, administrando los recursos tal cual les ha parecido y haciendo poco caso a observaciones fuera de las mismas, sobre el aumento de la producción y la afectación de las reservas, o el uso de los recursos o las particularidades de los planes de expansión a pesar de contextos como, el antes o el después de la nacionalización de los años 70´s del siglo pasado. Todas las administraciones desde este último proceso, han resaltado el valor del monto o magnitud de las reservas.

La segunda, que escuchamos hoy en varios ámbitos, es la necesidad de sustituir importaciones. En términos de, grosso modo, hace unos 40/50 años, muchos se plegaron a la crítica a la sustitución de importaciones, que, incluso, era difundida desde ámbitos académicos de algunos países desarrollados sobre los procesos tenidos en varios países de la región, como afectados por muchas distorsiones, y no es que no las hubieran, sino que, en el caso de Venezuela, la facilidad petrolera, quizás llevó a algunos agentes políticos, administrativos y empresariales, a descuidar lo que debía impulsarse, tal cual siguieron haciéndolo algunos países de la región que, hoy día, tienen un componente industrial importante. La pregunta es: ¿era cierto todo lo negativo que se decía tenía nuestra industrialización?: proteccionismo excesivo, mercados estrechos, escaso desarrollo tecnológico y baja calidad de algunas producciones, entre otros elementos[1].

La tercera, la necesidad y el potencial que tienen algunas áreas que, impulsándolas, serian beneficiosas para la nación y que siempre han aparecido en listados y análisis de sectores fundamentales. Uno de ellos es el turismo, dadas las innegables bellezas y condiciones naturales, así como contextos culturales de algunas regiones de la nación. Hay que revisar cuanto se ha dicho, escrito o gestionado sobre este sector a través de las décadas. Algunas administraciones han hecho más que otras. Grupos de ciudadanos y organizaciones ambientalistas, han hecho, también, más que otras, en distintas temporalidades. Hoy existen espacios sobre los cuales pueden trabajar o seguir gestionando y trabajando empresarios, ciudadanos y la sociedad civil y hacer efectivamente del turismo un área atractiva para los propios venezolanos y visitantes.

La cuarta, atañe a una dinámica compleja que presenta la economía venezolana con un sistema monetario/cambiario, en un contexto de dolarización informal. Su dinámica y la problematización que ella abarca, si bien puede ser modificada por la administración nacional dolarizando totalmente o estableciendo otros parámetros de política monetaria, llama la atención como, agentes económicos diversos, se han beneficiado y han seguido impulsando el sistema de dolarización informal o pareciéndoles adecuado; incluso, algunos analistas han dado una especie de aprobación tácita del mismo. Un elemento curioso, que quizá sea lo más importante a resaltar acá, es la opinión de algún grupo del área empresarial sobre que “el uso del dolar lo imponen los consumidores actualmente” (!!!!?????).

La quinta, es el optimismo que algunos observan y tienen, pensando en financiamientos internacionales. Ni el Banco Mundial ni el FMI, ni los gobiernos particulares son laxos para facilitar préstamos de 10.000 o 50.000 millones de dólares. No es que no lo hagan o no lo puedan hacer, es que ninguna nación puede basar su desarrollo en ello. Muestra hay en la crisis del Efecto tequila en México, la del Efecto tango en Argentina, las crisis de finales de los noventa en Asia, las crisis de años más recientes en Argentina y otras más.  Todos esos dineros tienen condicionalidades, hay que devolverlos, así como otra serie de elementos; así es que no es fácil basar el desarrollo en ellos y menos aun  cuando se trata de implicar o genera montos como el que pueda representar el viaje a Marte, según cálculos de naciones que pueden pensar en esto último.

La sexta, es la discusión atinente a la influencia de las sanciones que han, indudablemente, en tiempo reciente afectado a Venezuela, vía varios episodios e instrumentos como el muy nombrado actualmente de Chevron. Qué las ha producido, es discusión vasta y atinente a todo un país. Pero afectan cualquier proceso de recuperación o nivelación. Las parcialidades que atañen a los intereses políticos, habría que preguntarse, si son las más atinentes o adecuadas para la nación y el bienestar de sus ciudadanos.

La séptima, es tocante al optimismo que algunos tienen sobre el retorno de la Diaspora y su potencial aporte a la recuperación o nivelación del país. Aun con elementos comunes, las distintas diásporas o movimientos migratorios, implican asentamientos, cambios de costumbres, expectativas, nuevos vínculos, con los casos y grados diversos. Taiwán, hace algunas décadas, tuvo un proceso de retorno de migrantes, lo cual tuvo de basamentos procesos de atracción bien organizados para personal de nuevas áreas vinculadas a la tecnología de aquellos momentos. Puede ser y puede dar esperanzas, pero se requiere programación y es un asunto de una política de un país, no de grupos o del debate político.

La octava, es que no hay modelos a seguir. Todos los modelos de países tienen complejidades geográficas, situacionales, particularidades y su propia historia y posibilidad de que surjan conflictos y situaciones inesperadas o no previstas; puede observarse la dinámica actual de una nación como USA. Otras naciones tienen historias vastas y amplias, que impiden convertirlas en modelos a imitar, como los casos de China o India, ni que decir de los modelos europeos o de aquellas convertidas o que son candidatos potenciales a convertirse en naciones desgarradas, en la terminología manejada por Samuel Huntington, autor del Choque de Civilizaciones.

 

 

14 de junio 2025

@eortizramirez

ortizramírez@gmail.com

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