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El mundial de fútbol 2022 en Catar está sirviendo de escenario para gestos simbólicos, pero significativos, en defensa de las libertades y los derechos humanos. Entendemos que decisiones libres de los equipos, reaccionando frente al autoritarismo y la discriminación en sus diversas manifestaciones. Para algunos, un simbolismo poco efectivo, que además complica poder disfrutar del juego, que debería ser el epicentro. Para los radicales, con su libreto ya escrito, constituye otra manipulación del imperialismo occidental. Desde la perspectiva liberal y humanista representa otra evidencia que los seres humanos aspiramos libertades y el respeto a la dignidad humana.
En los últimos tiempos hemos estado observando la reacción de indignación y protesta de varios pueblos frente a los autoritarismos que los manipulan y reprimen, entre otros, destaca el caso de: Cuba, que ya ha enfrentado varias protestas, pero se ha universalizado el caso de la marea de población pobre cubana que, ante el colosal fracaso de la revolución, tomó las calles de buena parte del país el 11 de julio del 2021 (11J), la reacción oficial ha sido la brutal represión y el éxodo creciente, en particular de la población joven..
Más recientemente en Irán, la muerte en custodia de la joven Mahsa Amini (16/09/2022), por incumplir la draconiana normativa del hiyab (velo islámico) y la versión oficial que niega toda responsabilidad, ha generado indignación y protestas que han crecido, se han extendido en el territorio nacional y no paran. Al presente, la ONG Iran Human Rightsinforma sobre unos 400 fallecidos y más de 1500 detenidos. Incluso, el gobierno ha solicitado pena capital para unos 21 manifestantes.
También en China, no obstante, la hegemonía comunicacional del partido comunista y su permanente manipulación de la información, le está resultando imposible silenciar la protesta popular que se ha intensificado en varias ciudades, ante las severas medidas de confinamiento en la política oficial de «cero covid», que afecta directamente a la población, que además observa cómo el mundo, en particular en Catar, ha iniciado un proceso de flexibilización y franco relajamiento de los estrictos protocolos sanitarios.
La fiesta futbolística se inserta en un contexto internacional complejo y convulso y no es posible romper la relación del deporte, como masiva expresión popular, con la política. Al observar brevemente los acontecimientos vinculados con el mundial de futbol en Catar, en principio encontramos la oscura red de corrupción que acompañó la decisión de la FIFA, para seleccionar a Catar como sede.
En los países como medios de comunicación libres y competitivos, ha sido posible disponer de información más detallada, entre otros, sobre la compra de votos, situación que no es nueva, pero que en esta oportunidad parece que conllevó cifras impresionantes. Desde el momento que se adoptó la decisión, se ha establecido una profunda relación entre la FIFA y el gobierno del país anfitrión.
Al transcurrir el tiempo, las comunicaciones en nuestro mundo global, con particular énfasis en las redes sociales, fueron dedicando atención a la dimensión del autoritarismo, en el pequeño y rico país del lujo, la fantasía y la tecnología. Una profunda discriminación contra diversos grupos sociales y prácticas de exclusión y represión. También es cierto que no son exclusivas de Catar, pero los focos se centraban en el país que logró, en un ambiente poco transparente, la anhelada sede de un mundial. Tal atención forma parte de los costos políticos de ser sede de un mundial.
En ese contexto, Impacta conocer el «sistema de tutelaje masculino de las mujeres» de Catar, que obliga a la mujer a tener el permiso explícito de un guardián masculino (padre, hermano, padrino o esposo), para poder tomar decisiones relevantes (estudiar, viajar, matrimonio, divorcio, etc.). La versión oficial destaca que occidente exagera y manipula la información y resalta, como ejemplo de inclusión, que las mujeres pueden asistir a los estadios de futbol en Catar.
Frente a la estructura de exclusión y discriminación social y, en el marco de la protesta no violenta, en el contexto del mundial de futbol, se presentó el proyecto del brazalete «One Love»; iniciativa que, bajo el liderazgo del equipo holandés, contaba con el apoyo de los equipos de: Alemania, Bélgica, Dinamarca, Gales, Inglaterra y Suiza. Un corazón de colores como símbolo en defensa de la diversidad, la tolerancia y la libertad de expresión.
Obviamente, un desafío inaceptable para el país anfitrión y, la FIFA asumió la postura represiva, aclarando que la normativa del mundial regula la vestimenta oficial de los equipos y, «ropa incorrecta», puede ser sancionada. Adicionalmente, la FIFA promovió un brazalete con «mensajes respetuosos» de inclusión social.
Ante la rígida posición de la FIFA, el equipo alemán en su primer juego, asumió el gesto simbólico de taparse la boca, evidenciado las limitaciones a la libertad que están marcando el mundial. No podemos dejar de mencionar el boicot al mundial que promueven algunos grupos en los países occidentales.
Para incrementar las tensiones, el equipo de Irán, aprovechó su primer juego contra Inglaterra (21/11/2022), para expresar su apoyo a las protestas contra el autoritarismo clerical de su país, que se encuentran en desarrollo, mediante el gesto, simbólico pero significativo y de alto riesgo, al no cantar su himno nacional. Una decisión moral, de un equipo que ha expresado anteriormente su apoyo a las protestas, y que puede conllevar delicadas consecuencias para los jugadores e incluso sus familias.
Debemos recordar que, en el encuentro amistoso realizado anteriormente con Senegal (27/09/2022), el equipo iraní entró en el campo de juego con chaquetas negras, para cubrir los símbolos nacionales de su uniforme oficial, una expresión de apoyo a la protesta social que crece en su país. Seguramente, no cantar el himno en un evento tan relevante, ha debido generar tal nivel de presión sobre el equipo, que en el siguiente juego contra Gales (25/11/2022), cambió de actitud.
Como se puede apreciar nos encontramos en un mundial en el que se están presentando diversos gestos simbólicos, expresiones de la protesta no violenta, que van sumando a la progresiva erosión de los regímenes autoritarios; como mínimo, contribuyen a dar mayor visibilidad a los problemas y sensibilizar a una población deportiva, que puede ser indiferente ante la violación de los derechos humanos. Pero el proceso de cambio es muy complejo y todo indica que se lucha contra regímenes dispuestos a gobernar sobre escombros, recurriendo a la brutal represión de la población para perpetuarse en el poder.
Pero no podemos olvidar que todos tenemos responsabilidad en la promoción y defensa de los derechos humanos y, en Catar, estamos observando significativas lecciones. Unos valientes jugadores quienes, además de crecer en su deporte, participando en una gesta mundial, también están aportando su grano de arena para contribuir en la generación de consciencia sobre los graves problemas que estamos enfrentando.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
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