lunes, 22 de julio de 2024

Edmundo

 

Edmundo

Para González Urrutia, la política se hace entre adversarios que tienen posiciones diferentes y no con el aniquilamiento de quienes están del otro lado de la acera, tiene una visión política basada en el orden y con sentido de la responsabilidad


JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

18/07/2024 05:00 am

 





historia algunas veces presenta hechos por el azar, imponderables que son difíciles de manejar y pronosticar, intervienen fuerzas y eventos que hacen una figura o un hecho indetenible, hoy la historia de Venezuela, se juega entre un proyecto marxista-leninistas, desfasado, que ha traído en retraso todos los órdenes de la vida institucional, la modernización del país se detuvo en políticas públicas prehistóricas, la cooptación del estado y la unión estado y partido político sin falta de pudor es impresionante. Hoy en medio de una campaña asimétrica, no competitiva y libre, donde todos tiene igualdad de oportunidades, de acceso a los medios de comunicación social, es el signo, ante ello, surge la figura de un venezolano que, como él lo afirmado producto de la educación pública, con una familia honorable y una dilatada experiencia internacional al servicio del estado venezolano, en el mundo de la diplomacia, que lo acopiado de una experiencia política y diplomática. Se nos presenta como una real esperanza de cambio, el Embajador Edmundo González Urrutia, ante lo que hemos vivido estos últimos 25 años, el intento de instaurar un régimen totalitario en Venezuela, pero de esos azares que como afirmé antes, que tiene la historia hoy hay una ruta y un camino de cambio real, para mejora de todos y de manera inclusiva.

      Conozco a Urrutia, desde el año 1989, cuando González él, ejercía como ministro consejero en la Embajada del Reino Unido. En aquella época yo estaba en el proyecto de la revista Política Internacional y se le solicitó una colaboración académica y un análisis sobre la década del gobierno conservador en Gran Bretaña y escribió un artículo denso, bien argumentado para consulta de ayer y hoy permanente, para los interesados en las relaciones internacionales.

        Por otra parte, cuando el embajador fue trasladado al servicio interno, como Director de Secretaria de Gabinete de la oficina del canciller Reinaldo Figueredo, en que le todo coordinar el trabajo del gabinete del ministro; nos conocimos personalmente y entablamos una amistad y relación de trabajo desde ese momento. Incluso, se incorporó al proyecto de la revista, como parte de la junta directiva.

        Defino a González Urrutia, como un individuo ponderado y tranquilo, que sabe trabajar en equipo y sacar el potencial de cada funcionario que tuvo a su cargo. Trabajé con él en la cancillería, en dos momentos de mi carrera diplomática. En efecto, por una parte, el coordinó la parte protocolar y diplomática, de una cantidad innumerable de visitas presidenciales, entre los años 1994-96, como para citra dos casos, la visita de Su Santidad Juan Pablo II en enero de 1996, y la visita del presidente del Brasil Fernando Henrique Cardoso, a Caracas en julio de 1995, entre otras entre las cuales cabe resaltar. En ese orden de ideas, la parte protocolar y diplomática, la coordino y manejó, impecablemente con el equipo de la Dirección de Ceremonial, que era una dirección de línea de la Dirección General Sectorial de Protocolo. Impecable, en este caso, es la ubicación del cuerpo diplomático, saber qué funcionarios debían estar en cada área organizacional del protocolo, saco lo mejor de sí de cada uno de los funcionarios que trabajamos esos años, en un trabajo de equipo. Debo contar una anécdota gracias a él y al Canciller de entones el Dr. Miguel Ángel Burelli Rivas, en la visita, de su Santidad Juan Pablo II, pudimos saludar y conocer al sumo pontífice, y además, que nos bendijera a cada uno de los funcionarios de protocolo que estuvimos en el saludo a las altas autoridades del país y al cuerpo diplomático acreditado ante el gobierno nacional, y además, que nos obsequiara un rosario que hoy conservo con gran respeto y afecto. Supo colocar a cada funcionario en la mejor función, porque sabe trabajar en conjunto, sabe gerenciar, virtud importante para cualquier gobernante y el ejercicio de gobierno.


        Le correspondió, con Figueredo, como canciller, organizar una reunión de países consumidores y exportadores de petróleo, que calificó de exitosa. Igualmente, colaboró con un excelente trabajo para el proyecto de Reforma de la Política Exterior a inicios de los noventa de la COPRE e INVESP, con un estudio y ponencia sobre el perfil del funcionario diplomático venezolano hacia el siglo XXI, dedicado a la política exterior para el proyecto de reforma del Estado en aquellos años, que coordino el Dr. Carlos Romero, del cual, modestamente fui asistente de investigación.

 

Como superior inmediato, no fue un superior de dirección autoritaria. Nunca alzó la voz a un funcionario, aunque pudo ser muy firme y concreto si alguna cosa no salía bien. A lo largo de su carrera tuvo que compartir funciones con funcionarios de diferentes caracteres y visiones, y supo armonizar en un espíritu de cuerpo, de trabajo en grupo, por ello se desempeñó con eficiencia. Con igual talante se desempeñó, posteriormente en la Dirección Sectorial de Política Internacional, el tercer cargo en la jerarquía del ministerio en aquel entonces donde igualmente, con eficiencia y gran espíritu de cuerpo, donde laboró hasta que fue designado por el Presidente Rafael Caldera Embajador en la República de la Argentina y fue posteriormente ratificado por el Presidente Chávez en 1999, fue entonces un funcionario de estado y no una ficha de partido.



En el servicio exterior estuvo en Bélgica, Estados Unidos, Reino Unido, El Salvador, Argelia. En Argentina fue embajador de los presidentes Rafael Caldera y Hugo Chávez. Ingresó a la Cancillería en 1971, cuando era canciller el eximio venezolano Arístides Calvani, y sirvió al Estado venezolano en diferentes gobiernos de diferentes tonalidades, pero con el norte de una política exterior de estado y con las visiones de cada jefe de estado y la cancillería como ejecutante de la misma.

Al jubilarse de la Cancillería, el hoy candidato, colaboró con el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro. Manejó la parte del trabajo internacional de la Mesa de la Unidad Democrática y coordinó el libro Brasil cercano y lejano, donde me invitó a colaborar con un trabajo sobre la política exterior del Brasil Dictó además, clases en la Universidad Metropolitana y escribió la brillante biografía de Caracciolo Parra Pérez, uno de los cancilleres más excelsos de la Venezuela siglo XX.

          El suyo es un talante negociador, que busca el consenso, la conciliación y la negociación, lo que va a ser muy importante en los tiempos que se avecinan. No necesitamos el talante que hemos tenido en los 25 años de la exclusión, de ver al adversario como un enemigo a que hay que destruir y aplastar de manera inmisericorde. Para González Urrutia, la política se hace entre adversarios que tienen posiciones diferentes y no con el aniquilamiento de quienes están del otro lado de la acera, tiene una visión política basada en el orden y con sentido de la responsabilidad y de las proporciones. Como conocedor en fin, de la política exterior, le corresponderá una política pública, en esta materia de paz, concordia y de estado que busque reinsertar en un mundo globalizado, buscando nuevas oportunidades de inversión, tecnología y hacia sus aliados naturales de tipo histórico y no de carro chocón de estos años.



         Finalmente, González Urrutia, representa hacia el porvenir esa dosis de armonizador y negociador, importante para los tiempos por venir. Venezuela, está a las puertas del cambio y la esperanza.



jesusmazzei@gmail.com

 

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