Konrad Adenauer y Rafael Caldera
Caldera, mostró, pues, que el político es un hombre de acción, y por
ello, requiere equiparse de adecuados instrumentos conceptuales para una mejor
comprensión de la realidad, de los fenómenos políticos y la resolución de ellos.
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JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
22/12/2022 05:00 am
En vísperas de una nueva
conmemoración del fin del ciclo vital de Rafael Caldera el próximo 24 de
diciembre, es oportuno repasar la importante reunión entre Konrad Adenauer y
Rafael Caldera, que fue parte de los encuentros internacionales que Caldera tuvo
en esa década de los 60, que lo maduraran intelectual y políticamente, donde
Adenauer aparte de conocer personalmente a un prometedor joven político
latinoamericano, que en ese momento es Presidente de la Cámara de Diputados del
Congreso Nacional y Secretario General de Copei. Caldera, conoce igualmente, al
arquitecto de la Alemania moderna, democrática y reconstruida en un gran país.
Caldera, llevo la propuesta concreta de cooperación democrática y análisis de
la situación de los partidos demócrata cristianos de América Latina y en
particular de Venezuela. Ese memorándum de cooperación con la democracia
cristiana no sólo venezolana sino latinoamericana, de no más de tres páginas,
es una síntesis de claro análisis y percepción política y de presentación de propuestas
de acción política para el mediano y largo plazo.
Las primera parte del informe, elaborado por el propio Caldera y no por
speechwriting en particular, inicia con un acertado diagnóstico de la situación
de los partidos demócrata cristianos en América Latina y en Venezuela, en
particular, que ya en ese momento no son partidos minoritarios, arraigados en
ciertos sectores sociales, sino que han tenido ampliación horizontal en la
sociedad y tienen fuerte influencia en dos sectores claves para la acción
política: el estudiantil, en la universidades y en los sectores de
profesionales y técnicos de la sociedad civil ( abogados, ingenieros,
arquitectos economistas, médicos, odontólogos, entre otros) y van vinculándose
cada vez más hacia los sectores populares. Entonces la democracia cristiana se
trata de un movimiento en ascenso, en Chile, que llegarán al poder en tres años
de la mano de ese gran estadista que fue Eduardo Frei y siete años después con
Rafael Caldera, en 1969. Hace un concreto análisis de que ya estos partidos, no
son como lo quisieron ver y presentar algunos sectores sociales y políticos,
como movimientos conservadores y clericales, sino movimientos populares, no
confesionales, partidarios del cambio social en libertad, donde se respeta la ley
y el orden.
Caldera, plantea una cooperación oportuna, visto que se enfrenta a movimientos
de inspiración marxista que reciben ayuda de los países del bloque soviético y
en particular de la Cuba revolucionaria, además enuncia que en aquel momento se
libra un combate clave para los países del Caribe, observando la influencia de
Cuba en la región y además que, en Venezuela, se van a hacer elecciones claves
en 1963 y los partidos demócrata cristianos están en desventajas en el manejo
de medios técnicos para la lucha política entre otros. Imagina que esta
cooperación se puede canalizar y realizar, a través de un Instituto de
formación política que podría denominarse Luigi Sturzo, ( Se concretizo en el
IFEDEC ese mismo año) para la formación y capacitación política e ideológica de
dirigentes demócrata cristianos en la lucha político partidista, sindical,
universitaria en todas las áreas de la formación política (organziación,
propaganda ideología y presentación de propuestas políticas etc..) necesarias
para enfrentar a un adversario ideológico y político: el marxismo. Antítesis
del cristianismo, en su forma teológica y democrática. Esto es para publicar
textos, socialización política moderna a sociedades que se están incorporando
no solo a la vida democrática sino moderna, allí el partido comunista tiene un
peso indudable, sobre todo en la región latinoamericana en esos años como
Caldera, lo observa con gran acierto. Se plantea, pues, una fundación que
pudiera denominarse Konrad Adenauer, que canalizaría, la cooperación técnica,
política, y financiera, a los partidos y movimientos demócrata cristianos y
además trabajar coordinadamente con otros movimientos democráticos como la
socialdemocracia, independientes ( Recuérdese que en Venezuela, en aquella
época había una coalición gubernamental producto del Pacto de Punto Fijo) y
además, para frenar también la reacción de la derecha en aquel momento de
sectores reaccionarios antidemocráticos militaristas.
Este memorándum de cooperación, es
parte del proceso vital que Rafael Caldera, acometerá en esos años, de lo
importante del hecho internacional, la interdependencia en la colaboración
política entre partidos de igual signo con un objetivo construir sociedades
democráticas y modernas y partidos demócrata cristianos prestos para la lucha
política en un contexto internacional difícil (guerra fría, democratización
precaria a nivel hemisférico) y Caldera acopio una experiencia internacional
enriquecedora no sólo por lo líderes que trato, conoció, sino que hablo de alta
política, que le sirvieron de puente, de conocimiento en cuanto ejerció la
primera magistratura cuando aplico una política exterior autónoma, pragmática y
realista, basada en sólidos principios doctrinarios, fruto de la experiencia
política que acopio en los años anteriores a su llegada al poder en 1969,
basada en la pluralidad, cooperación, bien común, respecto a la no intervención
en asuntos internos de otros países y una política exterior pacifica, pues bien
este contacto con Adenauer, nos mostrará a un Caldera en 1962, madurando en su
concepción de la cooperación y solidaridad internacional y lo sintetizó en
Caldera, en cuanto tuvo un claro sentido de estado y del poder, de su
conducción y del sentido de las proporciones, que de él derivaban, tenía un claro
sentido de lo que era la política, no sólo como el arte de lo posible, la
ciencia de lo relativo sino, además, un arte, o como lo expresó en una
conferencia magistral para los politólogos en 1984, el 13 de abril, “… para
hacer una cosa hay que conocerla y ustedes son los que pueden y deben inspirar
a los que dentro de la acción tratan de alcanzar lo posible sino como lo
expresa una frase muy calvanista, por cierto es lo de hacer posible
el ideal, hacer posible la aspiración la noble aspiración y para hacer posible
hay que tener conocimiento profundo de la realidad, hay que tener conocimiento
exacto de la naturaleza humana, hay que tener na idea, una noción clara de lo
que la gente desea, aspira y de cómo la gente reacciona, y de allí en qué
medida en los medios, el medio social se hace más complejo a medida que las
poblaciones aumenten, a medida que la técnica influye más en las acciones
humana, es más necesaria la ciencia de la política, ciencia de la política que
se inspira en el análisis y valoración de los hechos pasados, en el análisis
histórico de los grandes acontecimientos en el mundo y en nuestro país, pero
evidentemente tiene que tener sobre todo, un aspecto actual del conocimiento de
la realidad inmediata y de las perspectivas futuras a corto, mediano y largo
plazo…”.
Estimo, apreciados lectores, que esa es la mejor enseñanza que nos deja el
encuentro entre estos dos grandes estadistas, en febrero de 1962, aniversario
que ya fue conmemorado por la Fundación Konrad Adenauer, en octubre de 2022, en
un extraordinario acto que contó, con las palabras de su hijo mayor el profesor
universitario Dr. Rafael Tomás Caldera en un denso discurso. Ya que en ese
encuentro entre ellos dos, fue la semilla, de la cooperación, amistad entre
partidos de la misma inspiración con un objetivo hacer viable la idea de la
democracia en este lado del mundo.
Caldera, mostró, pues, que el político es un hombre de acción, y por ello,
requiere equiparse de adecuados instrumentos conceptuales para una mejor
comprensión de la realidad, de los fenómenos políticos y la resolución de
ellos. Hay una relación entre conocimiento, formulación de políticas y sentido
de poder. Del maestro de la ciencia política en Venezuela, como lo fue el Dr.
Manuel García Pelayo, tomo su categorización de las cualidades de un político:
1) saber qué se quiere o conciencia de finalidad; 2) saber qué se puede o
conciencia de posibilidad; 3) saber qué hay que hacer o conocimiento de la
instrumentalidad; 4) saber cuándo hay que hacerlo o sentido de oportunidad y 5)
saber cómo hay que hacerlo o sentido de la razonabilidad. Y esto fue la base
conceptual de este memorándum que Caldera elaboró y llevo a Adenauer.
jesusmazzei@gmail.com
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