Política exterior brasileña
Quo Vadis
en el 2023
El actual panorama exige perspicacia, habilidad y prudencia, visto los
últimos movimientos del presidente saliente a menos antes de la toma de
posesión, por una parte un silencio enigmático y movimiento de piezas a través
de sus soportes políticos
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JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
01/12/2022 05:00 am
Miriam Gomes Saraiva politóloga resume acertadamente y muy bien, lo que ha sido la política exterior bolsonarista desde su llegada al poder y las interrogantes que plantea al futuro “…Al llegar a la presidencia en 2019, rompiendo con una tradición de continuidad, Jair Bolsonaro estructuró una nueva política exterior, basada en nuevas ideas y poniendo en jaque los estándares que habían guiado la inserción internacional de Brasil durante mucho tiempo. Los temas de política exterior de Bolsonaro, en muchos casos, buscaban satisfacer las demandas de grupos específicos que lo habían apoyado en la campaña electoral, reduciendo la centralidad decisoria del Ministerio de Relaciones Exteriores…”
Ahora bien, la elección de Lula el 30 de octubre abre la posibilidad a que se elija a otro profesional de Itamaraty y entre las varias candidatas más escuchadas o sonadas hasta ahora en los corrillos del Palacio de Itamaraty o la prensa son hasta los momentos, las Embajadoras María Luiza Viotti y María Laura Rocha quienes tienen amplia experiencia en el manejo de misiones diplomáticas en el exterior y una hoja de vida interesante de trabajo y experiencia vital, al interno de la corporación diplomática brasileña, uno de los requisitos fundamentales en Brasil para ser un buen canciller, como lo ha comprobado la hasta ahora la amplia historia diplomática brasileña. Esto será una de las variables para que se retomen los temas tradicionales de la política exterior brasileña.
Ahora bien, sí repasamos entonces, ahora, los principios fundamentales de la política exterior brasileña, por lo menos hasta el año 2018, que hubo para algunos analistas una ruptura no sólo en los principios sino en la forma de ejecución de los mismos, que algunos diplomáticos jubilados o expertos en relaciones internacionales en Brasil, estiman que serán retomados, y para ello, tenemos dos muestras; por un parte, el reciente discurso del Lula en la reunión del COP27 sobre Clima en Egipto y por la otra, su visita, a Portugal. A Lula el tema internacional le gusta, estimo, que tendrá una intensa diplomacia presidencial en su nuevo gobierno.
Efectivamente, los principios rectores que han regido históricamente la política exterior del Brasil y que son sus ejes en la formulación e implementación son los siguientes:
Pacifismo: Se fundamenta en la no-confrontación, la búsqueda
de soluciones pacíficas negociadas de las controversias, la condena del uso de
la fuerza para la obtención de resultados externos.
El universalismo: entendido este como el todo el acervo de contactos
bilaterales que constituyen el patrimonio histórico del Brasil, su vocación
universalista. También la diversidad de contactos bilaterales y multilaterales
sirve para la realización de los intereses nacionales.
Juridicismo: respeto a los tratados y convenciones, entendidas como
manifestaciones sacrosantas del Derecho Internacional y que son asumidas por la
voluntad nacional.
Realismo, autonomía heterodoxa, pragmatismo: acciones vinculadas a los
intereses nacionales. Se abandona la idea de construcción y el uso del papel de
potencia del país, para ganancias internacionales, se despolitiza y
desideologiza la acción internacional (cosa que en el gobierno de Bolsonaro no
se hizo)
Autodeterminación y no intervención: son alimentados por el carácter
pacificista de la política exterior y sobre todo por el realismo que ilumina a
su ejecutoria internacional, basado en la cooperación y negociación y en el
tratamiento de la diplomacia multilateral.
Por lo tanto, hay una tradición de la praxis diplomática, la cual es
radicalmente contraria a la intervención, el rechazo que podría dar el
legitimar eventuales intervenciones o acciones correctivas fuera del sistema o
ambiente de poder internacional. Se defienden en forma contundente los
principios de autodeterminación y no intervención de los pueblos.
Si partimos de los años noventa durante los Gobiernos de Collor, Itamar Franco
y Fernando Henrique Cardoso, podemos apreciar en esa política pública esos
hilos conductores, que se afianzan en la época de Luis Inácio Lula da Silva,
Dilma Rousseff y Temer, cuestionados por el presidente Jair Bolsonaro.
En el futuro, la economía brasileña buscará reinsertarse en una economía
internacional altamente integrada y competitiva, hoy con fuertes tensiones
ocasionadas por el COVID-19, la guerra de Ucrania que ha quebrantado las
cadenas de suministro y de valor y además, por la creciente amenaza de
estanflación, para el año 2023, según pronostican organismos internacionales y
expertos como Nouriel Roubini.
Además, siempre buscará mantener los márgenes de maniobra, para no inviabilizar
su histórico proyecto nacional, con base a los principios arriba enunciados,
sobre todo los de pragmatismo, realismo y autonomía heterodoxa. Ahora bien, la
política exterior de este país, tiene tres indagaciones que responder en los
años por venir:
En primer lugar, ¿qué es lo que Brasil desea obtener de su relación con el
medio internacional en la próxima década luego del gobierno de Bolsonaro? la
respuesta evidente y con un claro objetivo, es conseguir el intercambio externo
para la realización del desarrollo, tanto en su dimensión económica como
social, para lograr profundizar los derechos humanos y medio ambiente,
elementos que sirvan y puedan ser complementados con acuerdos y sistemas que
ayuden a las políticas internas.
En segundo lugar, ¿cómo el Brasil desea relacionarse con la comunidad
internacional?, aquí están los principios que tradicionalmente han orientado su
política exterior, tales como la no intervención, el respeto a la
autodeterminación, la no injerencia en los asuntos internos y la solución
pacífica de las controversias.
La tercera interrogante, cuál es el mundo que ellos desean?, puede estar
resumida en algunas ideas fuerzas: paz, desarrollo, y participación amplia, por
ello es que el Brasil de acuerdo a los especialistas buscará, esperamos
vigorizar los valores de la democracia, los derechos humanos y la preservación
del medio ambiente. Estas y otras interrogantes, la tendrán que responder la
gestión del nuevo ministro. Será un cambio de las formas, de sustancia más no
del contenido. Método, substancia y alcance.
Debido porque el contexto de la nueva administración de Lula, será en un
entorno, un contexto histórico-político interno y externo y además, con una
coalición de gobierno diferente a la del año 2002 y esto se observa en como el
Presidente electo esta semana en Brasilia, buscara mejorar la articulación
política de lo que ellos denominan el gabinete de transición política y
gubernamental que coordina Geraldo Alckmin. Veremos como siguen evolucionado
los acontecimientos.
El actual panorama exige perspicacia, habilidad y prudencia, visto los últimos
movimientos del presidente saliente a menos antes de la toma de posesión, por
una parte un silencio enigmático y movimiento piezas a través de sus soportes
políticos como el Partido Liberal y mostrándose en graduación de los nuevos
oficiales del ejército brasileño en la Academia Militar de las Águilas Negras
(Aman), que tiene una importante simbología política en la entrega de los sables
de la promoción Bicentenaria de la Independencia del Brasil. Ahora todo esto
indudablemente repercutirá en la formulación de la nueva política exterior
brasileña, porque el peso del bolsonarismo como movimiento político y la
actuación futura de Bolsonaro como opositor del gobierno de Lula, está allí y
en la conducción de la política exterior en defensa del interés nacional, de
acuerdo a sus preceptos tradicionales, será un reto, ya por supuesto Bolsonaro
será un crítico feroz de la nueva acción exterior.
jesusmazzei@gmail.com
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