RAFAEL CALDERA: el
decano de decanos
Rafael Caldera Rodríguez (San Felipe, 1916), fue autor de
notables ensayos sobre temas jurídicos, sociológicos, políticos y literarios.
Individuo de Número de las Academias de la Lengua , y de Ciencias Políticas y Sociales de
Venezuela, es Miembro Correspondiente de la Real Academia
Española de la Lengua
y Honorario de la Academia
de Ciencias Políticas y Sociales de Madrid. Doctor Honoris Causa de numerosas universidades
venezolanas y extranjeras. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas.
Enrique Viloria Vera
El 6 de noviembre de 1729 por Cédula Real firmada en
Sevilla, el valeroso poblado sito en el hoy Estado Yaracuy de Venezuela,
llamado en su origen El Cerrito o los Cerritos de Cocorote, pasó a tener por
fin la condición de ciudad. En cumplimiento de esta regia disposición, el 15 de
octubre de 1730, el entonces gobernador Sebastián García de la Torre procedió a designar el
primer Ayuntamiento de la novísima villa. Al quedar definitivamente instalado
el 1o de Mayo de 1731, el Consistorio en estreno, en reconocimiento a la Gracia otorgada por su
Majestad el Rey de España y en homenaje al santo correspondiente en el calendario
apostólico, designó a la nueva ciudad con el nombre de San Felipe, al que se le
adicionó el calificativo de El Fuerte,
en consideración, según unos, a la constancia y al valor de sus habitantes,
quienes debieron soportar por largas décadas la feroz oposición de los
barquisimetanos a la pretensión de ser una villa con vida propia y autónoma del
Cabildo de Barquisimeto, aunque la opinión generalizada es que el título se le
otorgó para rendir tributo adicional al monarca Felipe V, fuerte y poderoso soberano.
Ciento ochenta y siete años después de emitida la Cédula Fundacional ,
el 24 de enero de 1916, nace en San Felipe El Fuerte un niño varón bautizado
ante la Iglesia Católica
y presentado ante la Autoridad Civil
como Rafael Antonio Caldera Rodríguez; sus futuras realizaciones como estadista,
político, docente, periodista y escritor lo llevarán a erigirse como el
yaracuyano por antonomasia. Huérfano de madre, de Rosa Sofía Rodríguez Rivero,
el párvulo es adoptado y criado por su tía materna Marieva Rodríguez Rivero
junto con su esposo el Dr. Tomás Liscano. El niño Rafael Antonio realiza
estudios elementales en su San Felipe natal. El adolescente Caldera Rodríguez
finaliza el bachillerato en el Colegio San Ignacio de Caracas. El joven Rafael
Caldera se gradúa de Doctor en Ciencias Políticas en la Universidad Central
de Caracas con la mención SUMMA CUM LAUDE. En la universidad, el inquieto
Caldera inaugura sus inclinaciones políticas como miembro de la Dirección de la Unión Nacional
Estudiantil (UNE) y periodísticas en su rol de Director del periódico de la UNE que luego desarrollaría in extenso en La Esfera , El Universal y El
Nacional.
Para 1935,
a los diecinueve años de edad, el escritor en ciernes
redacta el enjundioso ensayo Andrés Bello
(Síntesis de su vida, su obra y su pensamiento) que obtiene el Premio
“Andrés Bello” otorgado por la
Real Academia Española de la Lengua. Esta biografía del precoz literato
sobre el universal y polifacético venezolano anticipa quizás las aspiraciones de
un joven constructor de su futuro que anhela también heterogéneo y multidisciplinario,
encontrando en el maestro Andrés Bello un nutricio referente. El laureado
Caldera divide en dos partes la meticulosa semblanza que dedica al ilustre
caraqueño. En la primera sección – El
Hombre – el ensayista plasma una síntesis de la vida de Bello que, en
evolutiva y vegetal reflexión, compara con el Bucare, la Ceiba y el Samán. En la segunda parte – impresionado por la
magnitud y el alcance de las realizaciones de su biografiado – el ensayista
analiza las diferentes facetas de la plural obra de Bello, a quien,
admirativamente, califica como El sabio.
Así, el temprano investigador disecciona la prolífica escritura de Andrés Bello,
y ofrece su personal punto de vista sobre seis dimensiones del quehacer
intelectual del caraqueño, a saber: el filósofo, el poeta, el filólogo, el
educador, el jurista y el sociólogo. Seguros estamos que en nuestros análisis
encontraremos vestigios de esta categorización del trabajo intelectual de Bello
en la obra del también multifacético Rafael Caldera.
Pero no es sólo la figura del enciclopédico humanista la
que concita la curiosidad intelectual de Caldera, Simón Bolívar, ese otro
caraqueño universal, es también objeto de la estilográfica y de las reflexiones
del escritor yaracuyano. Sus bolivarianas consideraciones se encuentran
plasmadas en el libro Bolívar siempre.
En 1939, el ahora certificado jurista Caldera publica su
tesis doctoral, el libro Derecho del
Trabajo será texto obligatorio para varias generaciones de estudiantes de
derecho en las universidades venezolanas y en algunas latinoamericanas. Años
después, en el crucial momento para el país de la reversión al Estado de las
concesiones petroleras otorgadas a las empresas multinacionales, Caldera publica
el libro La nacionalización del petróleo que recoge sus consideraciones
jurídicas sobre el proyecto de ley, algunas de las cuales sirvieron de base
para la redacción final de la Ley
de Nacionalización Petrolera y, en especial, para la modificación del
controvertido artículo quinto. A mediados de la década de los 80, su condición
de jurisconsulto fue requerida para adelantar la Reforma de la
Ley Orgánica del Trabajo que tanta polémica
generó entre proculeyanos y sabinianos.
El jurista y el sociólogo se compenetran en la labor
docente y en las inquietudes intelectuales de Caldera, quien simultáneamente dicta
las Cátedras de Derecho del Trabajo y de Sociología Jurídica. Para la primera
ya cuenta con el recurso académico de su libro Derecho del Trabajo, la segunda requiere de apoyo escrito para el
aprendizaje. El maestro de generaciones se dedica a compilar el contenido de
sus clases magistrales para concretar los libros Sociología Jurídica: El derecho y la Vida
Social , y Temas de
Sociología Venezolana. La sociología se convierte en materia fundamental de
sus preocupaciones de erudito, su Discurso de Incorporación a la Academia Venezolana
de Ciencias Políticas y Sociales versa por tanto sobre Una Idea de la Sociología Venezolana. En el libro Reflexiones
de la Rábida ,
la ensayista concreta todavía más su antigua y genuina aspiración de hacer
converger el derecho, la política y la vida social. Caldera confirma, más
sabido, que de su Cátedra de Sociología Jurídica hizo “una especie de
introducción al estudio del Derecho desde el punto de vista social, y he
defendido su mantenimiento, pues creo más necesario ahora que nunca enseñar al
futuro jurista que el Derecho no es norma puramente abstracta, sino forma de
comportamiento emanada de una situación social dada y llamada a cumplir en la
vida social un efecto trascendental.”
Rafael Caldera
está hecho para la política, es un ser humano llamado a ejercerla y sobre todo
a dotarla de sentido. El escritor se instituye en uno de los ideólogos
fundamentales de la Democracia Cristiana
mundial, junto con Lebret, Mounier, Papini, Maritain, Frei Montalvo, Barbeito,
Calvani, Adenauer, Di Natale o Arias Bustamante. Con el mismo entusiasmo con el que caviló y
redactó sus libros jurídicos y sociológicos, el ensayista le echa pichón a enseñar y difundir aquende y allende el
pensamiento democratacristiano. Especifidad
de la Democracia Cristiana ,
Ideario: La Democracia Cristiana
en América Latina y Democracia
Cristiana y desarrollo, reconcilian al operador partidista con el ideólogo
político. En estos textos, Caldera, distendido y en arena propia, se explaya en
comunicar las ideas y valores de la tolda democratacristiana. Con lógica de
procurador organiza el pensamiento que sirve de trasfondo a los términos
políticos en elucidación: El elemento
democrático implica: realizar plenamente la democracia; Democracia
personalista; Democracia pluralista; Democracia comunitaria; Democracia de
participación; Democracia orgánica. El
elemento cristiano se traduce en:
afirmación de lo espiritual; el fondo ético de la política; la dignidad de la
persona humana; la primacía del bien común; la perfectibilidad de la sociedad
civil; y, en especial y por encima de todo, una
concepción social en la que predominan: el valor fundamental del trabajo;
la función social y formas de la propiedad; el papel del Estado en la vida
social; la defensa de los grupos sociales; la solidaridad universal y la
justicia social internacional.
Referencia aparte merece su inspirador libro Moldes para la Fragua que recoge breves
ensayos sobre diversos personajes dignos de emular de acuerdo con la concepción
vital del escritor.
El pensamiento del parlamentario nacional y mundial que
también fue el escritor, permanece plasmado en cuantiosas publicaciones, al
igual que su intensa actividad de comunicador cuando ejerció por dos veces la Presidencia de la República. Los
libros Metas de Venezuela, Habla el
Presidente, La Solidaridad
Pluralista de América Latina, Parlamento Mundial: una voz
latinoamericana, Mi compromiso solidario, entre otros, y más de 60
opúsculos o folletos sobre variados temas expuestos en diferentes escenarios
nacionales e internacionales dan buena idea de la magnitud de la actividad
intelectual ejercida por el político activo, quien más recientemente sorprendió
a sus lectores con una personal historia de Venezuela: De Carabobo a Punto Fijo (Los causahabientes).
Caldera es además generoso prologuista de múltiples
libros de amigos y colaboradores entre los que destacan: Venezuela: ruta y destino de Carlos Acedo Mendoza; El Estatuto del Funcionario Público en la
Ley de Carrera Administrativa de Allan R. Brewer Carías; Profundización de la Nacionalización Petrolera
de José Ignacio Moreno León; El Ciclo
Diversificado de Rafael Fernández Heres; Las Estatuas de Simón Bolívar
en el Mundo de Rafael Pineda. Mención
especial merecen sus solidarias consideraciones a la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, a los 50
años de haber sido editada, las mismas dan buena muestra de la apertura
intelectual de un político que en sus anacoretas reflexiones en el monasterio
de la Rábida , hizo
también suyos los versos del poeta Andrés Eloy Blanco para ilustrar su larga
travesía por los diferentes mares del intelecto:
El marino es tan
sólo la expresión de un anhelo / pues para andar sobre el azul del mar / hay
que mirar el azul del cielo.
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