martes, 11 de abril de 2023

¿Reingeniería de la globalización?

 

¿Reingeniería de la globalización?, 

por Félix Arellano



Globalización

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La dinámica de la globalización está experimentando transformaciones, lo que resulta inevitable, pues en las relaciones internacionales lo permanente es el cambio y las transformaciones se presentan complejas. No se trata de un proceso en extinción, por el contrario, los efectos disruptivos de la pandemia del covid-19 y ahora la invasión de Ucrania conllevan resultados paradójicos. En algunos aspectos la dinámica se consolida, pero también se aprecia una creciente incertidumbre y presiones por una reingeniería.

La interconexión electrónica del mundo se ha intensificado y, en muchos procesos sociales, el trabajo en línea ha llegado para quedarse. Adicionalmente nos enfrentamos con la inteligencia artificial, que en su fase incipiente está penetrando diversidad de espacios, generando un enorme desafío a la creatividad, pero también una amenaza por los cambios que puede conllevar en términos de empleos y producción de bienes, servicios y conocimientos.

En el marco de las contradicciones de los procesos sociales la pandemia ha permitido evidenciar diversas debilidades de la dinámica global. La articulación productiva de las cadenas globales de valor está resultando demasiado grande y vulnerable; además, las redes de suministros no han funcionado con la eficiencia esperada. Ante los riesgos que ha planteado el virus del covid-19, afloraron viejas prácticas como el proteccionismo, el autoritarismo y el militarismo.

Otra de las consecuencias significativas de la pandemia del covid-19 en la dinámica de la globalización, tiene que ver con el delicado papel de China, también definida como la fábrica del mundo y epicentro de diversas cadenas globales de valor. La crisis ha permitido valuar la fragilidad del gigante asiático, entre otros, por el manejo opaco de la pandemia, la radical política de cero covid que, con el cierre de ciudades industriales por tiempos prolongados, paralizó cadenas de suministros.

Pero también por el creciente autoritarismo del presidente Xi Jinping y las tensiones que está generando en diversos frentes, en particular, con una potencial invasión a Taiwán. También se suma la ofensiva contra el sector privado, en particular la escalada contra las grandes empresas tecnológicas.

Adicionalmente, para hacer más complejo el panorama, el presidente Vladimir Putin decide invadir Ucrania, golpeando severamente el orden internacional liberal y estimulando los fantasmas de la inflación, la crisis energética y alimentaria y una potencial recesión.

No podemos dejar de destacar que los efectos negativos de la globalización sobre los sectores vulnerables constituyen otro factor de presión que exige cambios que permitan mayor equidad y la sensibilidad social.

Un cúmulo de factores que están estimulando la reingeniería de la globalización que se expresa, entre otros, en la salida de empresas y capitales del mercado chino. Un informe del Bank of American Global Research destaca que «en los últimos años más de 153 empresas han retornado a los Estados Unidos desde China y unas 208 a la Unión Europea». Empresas como Nike, Apple, Adidas, General Motors, Caterpillar salen de China por diversas razones, entre otras, el incremento de los costos de producción, incluyendo de la mano de obra, y el deterioro del ambiente político.


Los movimientos de las empresas y las inversiones en el proceso de reingeniería que se está desarrollando presentan diversas orientaciones. Algunas están retornando a sus orígenes (inshoring), es decir a las economías industrializadas, de donde salieron buscando mejores condiciones de rentabilidad y se relocalizaron en países atractivos como China (offshoring).

Otras optan por movilizarse a sitios cercanos a las potencias económicas y se relocalizan en países vecinos (nearshoring). En ese escenario, México y Centroamérica están resultando privilegiados, tanto por la cercanía al mercado de los Estados Unidos, como por los acuerdos de libre comercio suscritos con ese país. En Asia, Vietnam se posiciona como centro relevante, tanto por sus políticas económicas, como la vecindad con China.

El caso de Vietnam resulta interesante, pues luego de enfrentar una cruel guerra y el desastre de la economía controlada por el partido comunista, asumió progresivamente la tesis china del comunismo de economía de mercado y la inserción en la economía mundial. Entre sus políticas innovadoras destacan el sistema fiscal descentralizado, las zonas económicas especiales y la suscripción de una decena de acuerdos de libre comercio. En este contexto, y aprovechando los cambios en la dinámica global, el gobierno vietnamita espera una inversión extranjera directa por el orden de los 38.000 millones de dólares para el presente año.

Otra tendencia que va cobrando fuerza en la reingeniería de la dinámica de la globalización es la conformación de cadenas de producción de valor más limitadas, que privilegian los espacios regionales, lo que podría constituir una de las expresiones del nearshoring. Se trata de tener más cerca los centros de producción y las cadenas de suministros, para evitar los riesgos de la dependencia en mercados distantes y poco transparentes en el manejo de sus políticas.

En el escenario del reacomodo regional, los procesos de integración pueden representar una oportunidad, siempre y cuando hayan logrado avanzar en la conformación de su zona de libre comercio y en condiciones de competitividad, seguridad jurídica y confianza a las inversiones. Nuestra región tiene un interesante desarrollo conceptual y jurídico en materia de integración regional, pero con muy limitados avances, entre otras, por el peso de la política, la visión rígida de la soberanía y, en particular, de las ideologías como factores de parálisis y fragmentación.

En nuestro hemisferio, para el nearshoring con los Estados Unidos, México y Centroamérica tienen una ventaja de inicio, tanto por los acuerdos de libre comercio suscritos, como por las experiencias históricas de ensamblajes, maquilas y zonas francas que han adoptado desde hace algunas décadas.

En nuestra región latinoamericana la situación es más compleja, entre otros, por la reducida participación en las cadenas globales, toda vez que las exportaciones al mundo se tienden a concentrar en productos primarios y producción de bajo valor agregado. Por otra parte, tampoco el comercio intrarregional ha jugado un papel estratégico; en consecuencia, son muy limitadas las experiencias relativas a la conformación de cadenas regionales de valor.

Contamos con los esquemas de integración que podrían facilitar la articulación de procesos productivos entre países vecinos, en particular con las normas de origen que pueden estimular la incorporación de insumos regionales en los procesos productivos nacionales, pero la política y una visión equivocada de la soberanía ha limitado sensiblemente los avances efectivos en los esquemas de integración.

Adicionalmente, los modelos autoritarios que están creciendo en la región, concentrados en perpetuar una camarilla en el poder a cualquier costo, desestimulan la generación de condiciones de competitividad, seguridad jurídica, confianza y sostenibilidad ecológica; factores fundamentales para poder participar en la dinámica de la globalización en sus diversas opciones.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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