ILUSIONES Y ENTUSIASMOS EN LA POLÍTICA EN VENEZUELA
Eduardo Ortiz Ramírez
A riesgo de cometer errores, como exclusión de personajes y
episodios políticos, o exagerar en el análisis político, pensamos que en
Venezuela es aplicable la Teoría del
grande hombre, aunque podemos remitirlo, según nuestro interés, a acciones
político administrativas.
El personaje histórico quizás de mayor significación es, sin
duda, Simón Bolívar. Ha sido ubicado
y descrito en sus acciones de manera firme, en cuanto a justicia y grandeza de
su actuación. Su figura ha sido usada por dictadores y demócratas. Sirve de
excusa para justificar errores -sin responsabilizarlo- o para ser trasfondo de éxitos.
Pero ha sido indudable y con clara aceptación la efusividad sobre su figura.
Una segunda línea de apasionamiento tenida en el ámbito
venezolano es, indudablemente, la producida con Cipriano Castro. Este, El
Cabito, generó Ilusiones y expectativas desde sus primeras jornadas y como antelación
a la amenaza de las potencias por el no pago de los compromisos, en cuanto a la
deuda externa. El momento de mayor euforia fue cuando se afiliaron decenas de
miles de venezolanos para conformar una fuerza de resistencia, por si había
intervención extranjera vía invasión (según algunos bordeó los 200.000 hombres)
a inicios del siglo XX.
Contrariamente, Juan Vicente Gómez no tenía su carisma y se volvió un Dictador definido y eso le facilitó, por medio de las carreteras y el ejército, pacificar el país.
Realmente, el periodo de casi 50 años de los andinos en el poder se volvió, grosso modo, un período de
altibajos en los avances y progresos en cuanto a ideas que podían entusiasmar a
los venezolanos. Tal periodo, indudablemente, lo sorprendió y lo apoyó el
ingreso por la vía de exportaciones petroleras. Puede concebirse y ampliarse así
la comprensión del periodo del militarismo
andino.
La nueva ilusión pasa a ser la democracia, luego de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez desde finales de los 50 (1958).
Los tres primeros gobiernos
democráticos pasan a ser de una alta
efusividad. Controles de
endemias, salud diversa, expansión de
la educación en todo el país, junto al establecimiento
de normas y procedimientos dieron
gran entusiasmo a los ciudadanos. Construcción de obras o recuperación de otras,
podían ser realizados con notables y exitosos procedimientos. Destaca para
estas administraciones la figura de un
gran líder del desarrollo: Rómulo Betancourt.
Pero… llega finales de
1973 con un entusiasmo vuelto fiesta, con el triunfo para la administración
de Carlos Andrés Pérez, que se
volvió ruptura con la ponderación de las tres primeras señaladas para la
democracia y la aparición de la Gran
Venezuela junto al endeudamiento externo, desequilibrios de Balanza de
Pagos y episodios de manejos no claros de los dineros públicos. Además del
tránsito de dos administraciones siguientes,
cada una acumulando más problemas que la precedente. El pueblo
venezolano vuelve así a sentir efusividad para elegir nuevamente en diciembre de 1988 a Carlos Andrés Pérez.
Todavía “las viudas del paquete”
terminan recordando las virtudes no exitosas del llamado Gran Viraje ejecutado desde 1989[1].
Sin mayor efusividad, sino casi con un automatismo de
resignación, buscando un salvador de lo insalvable, se elige a finales diciembre de 1993 por segunda vez a Rafael
Caldera, cuya administración termina también con mayores problemas y pocos
éxitos.
Y así llegamos al episodio de la elección entusiasmada y
esperanzada de Hugo Chávez, cuyo
legado y continuidad lo recogió el Presidente
Nicolás Maduro.
Pero es Hugo Chávez
el creador de ese penúltimo gran
entusiasmo, cuyos resultados son bastante conocidos, incluso por algunos de
sus seguidores. Apartando al Libertador,
este penúltimo entusiasmo no tiene
grandes diferencias con algunos de los otros, al momento de llegarse a la
elección y a las alegrías por el triunfo.
El último apasionamiento se observa ahora en el grupo que lidera
María Corina Machado y su candidato
Edmundo González. Se verán los resultados, y de no ser favorables a la
administración actual le corresponderá a las fuerzas de acción política llegar a
los consensos necesarios para enrumbar a la economía y sociedad venezolana en un largo camino que se
considere adecuado para los éxitos y la recuperación a buscar. Los cuidados estarán
en los recursos disponibles y en no crear infundadas expectativas sobre la
rapidez de los logros que se busquen. Igualmente deberá considerarse la participación inevitable
de todas las fuerzas e instancias del país y
que se sabe cuáles son[2].
De los oportunistas, vivos y conversos, no es mucho lo que se deba recordar en
cualesquiera de los escenarios.
Larga tarea la de los líderes de este
nuevo entusiasmo de ser triunfante.
22
de mayo
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
Muy buen análisis
ResponderBorrarGracias
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