martes, 29 de marzo de 2022

¿Puede confiarse en que el país mejora?

 ¿Puede confiarse en que el país mejora?

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 





La despenalización de la tenencia y uso de moneda extranjera, más el levantamiento del control de precios, explican, en buena medida, el frenazo en la caída de la economía venezolana. A pesar de la enorme destrucción fraguada por Maduro y sus cómplices, con sólo levantar algunas las trabas, afloran indicios de las potencialidades del país, cruelmente sofocadas. No es sólo el comercio de bienes importados en bodegones. Empiezan a observarse signos de reactivación en la agricultura y la ganadería en algunos estados, así como de establecimientos agroindustriales. La Encuesta Cualitativa de Coyuntura Industrial de CONINDUSTRIA, correspondiente al cuarto trimestre del año pasado, recoge atisbos de cambios y de expectativas favorables en algunos sectores. De confirmarse tales mejoras, lleva a preguntarse: ¿Se sostendrán en el tiempo? Los que controlan al Estado actualmente, ¿están dispuestos a efectuar los cambios para que así sea? ¿De qué depende?

 

Antes de examinar estas interrogantes, es menester aclarar que estos indicios se notan con relación a una economía devastada, cuyo tamaño es de apenas la quinta parte de la de ocho años, con terribles efectos para su población. Un crecimiento del 4% para 2021 pudiera aparecer respetable, pero con relación a un monto tan exiguo como el del PIB venezolano, el incremento es prácticamente nulo. Más de 94% de los hogares son pobres (por ingreso), según la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (ENCOVI, 2021) realizada por la UCAB, 76.6% padecen de pobreza extrema. Si se examina la pobreza desde una perspectiva multidimensional, 65,2% se encontraban en condiciones de privación. Fuimos el país más desigual de América Latina el año pasado, con un índice GINI estimado de 56,7. Las políticas sociales se habrían reducido básicamente al reparto de bolsas CLAPs, de distribución inconstante, y míseras transferencias a través del Carnet de la Patria. 24,5% de los hogares padecían de una inseguridad alimentaria extrema, 35,2% una inseguridad moderada y 34,5% de una inseguridad alimentaria leve. Las secuelas de este panorama sobre la salud general de la población no podían ser sino terribles. Hoy se estiman más de 6 millones los venezolanos que, desde 2015, han emigrado huyendo de esta situación.

 

Eppur si muove” ...aparentemente. ¿Podrá mantenerse? A falta de datos oficiales sobre el desempeño de la economía venezolana que permitan aproximarnos a una respuesta confiable, ayuda un enfoque de economía política. Empecemos por señalar que el marco de intervención estatal asociado a la destrucción del país no se ha superado, si bien la aplicación de algunos aspectos ha sido suspendida. Continúa la ausencia de un Estado de Derecho efectivo y, con ello, de las garantías y seguridades asociadas a un clima de confianza favorable a la actividad económica y a las libertades civiles, desmanteladas con la excusa de construir el “socialismo del siglo XXI”. Este desapego por la normativa que debía regir en democracia, amparado en tribunales anuentes con quienes la obvian desde el poder, ha permitido que éstos hayan privatizado el patrimonio público, pero en nombre de este “socialismo”. Sus escandalosas corruptelas aparecen como depósitos multimillonarios en bancos suizos, panameños, españoles, rusos y otros, en reportajes de valiosos periodistas de investigación.

 

Los intereses creados en torno a estas prácticas, tan notorias entre integrantes de la cúpula militar que sostiene a Maduro y entre los “enchufados” que se benefician de sus tratos con el Estado, ¿acaso han sido suprimidos? ¿Se ha restituido el imperio de la ley? La depredación de las riquezas minerales en ese territorio sin ley en que han convertido Guayana, la presencia activa de bandas criminales en ese saqueo y/o dedicadas al tráfico de drogas --ambas con complicidad militar--, las empresas de maletín, las compras con sobreprecio, las extorsiones y tantos otros desmanes, indican que no.

 

El colapso de los servicios es parte de la misma patología. Las denuncias de sabotaje para explicar la incontenible ristra de interrupciones del servicio eléctrico a todo lo largo del país del general Néstor Riverol, como de quienes lo antecedieron frente a ese ministerio, son patéticas. ¿Y el agua? En algunos sitios, como en los altos mirandinos, suele llegar solo una vez por semana. Y ocurre en una geografía con ríos por todos lados, una de las mayores dotaciones de agua por habitante a nivel mundial, y en un país que se esmeraba, antes de la plaga chavista, en mantener una cómoda capacidad sobrante en la generación de electricidad a través de la inversión previsiva en represas y plantas termoeléctricas. ¿Por qué, entonces, el colapso de estos servicios? Las partidas para su mantenimiento, como los apartes para la inversión, fueron esquilmadas por los “revolucionarios” que se colocaron al frente de su administración. ¿Y qué hay del gas, de la gasolina y el diésel para transportar la producción del campo a la ciudad? ¿De la salud y de la educación, cuyos profesionales --bien preparados en su mayoría y con vocación de servicio-- están tan miserablemente remunerados?

 

La destrucción de la gestión pública no obedece a anomalías que pasaron desapercibidas y que escaparon del castigo de la ley. El desmantelamiento de los mecanismos de control y de supervisión, del mandato de rendir cuentas, la ausencia total de transparencia en la gestión pública y la aquiescencia de un poder judicial muchas veces partícipe en estos procesos de expoliación, hicieron de ello la norma, no la excepción. El “socialismo” del chavomadurismo resultó, en esencia, en el saqueo de la cosa pública, despojando a los entes del Estado de su capacidad de atender los asuntos para los cuales fueron creados. Forjaron un Estado patrimonialista, expresión de un régimen de expoliación bajo su control y usufructo exclusivo. Pero, al anteponer el cognomento de “poder popular” a cada ministerio, las mafias ahí enquistadas creyeron lavarse la cara. Son “revolucionarios”.

 

Pero esta “dicha” se les tambalea. La “acumulación originaria de capital” de algunas mafias, ejecutada, como es de rigor, con su cuota de violencia, busca legitimarse a través de su inversión en negocios que, al menos, aparentan ser sanos: como la mafia estadounidense terminó montando un emporio de casinos en Las Vegas y Atlantic City. Ello es tanto más plausible si se considera que las oportunidades de expoliación se han ido reduciendo por la ruina del país y por las sanciones. Y, al ampliarse las alianzas internas y externas que mantienen al régimen, sus frutos tienen que compartirse con un mayor número de cómplices. A esta lavandería de capitales le interesa contar con un mínimo de resguardo para su futuro, ante la previsión de cambios políticos ineludibles. Eso la enfrenta a las viejas prácticas de expoliación, que no aceptan límites a sus tropelías. La incautación de las instalaciones de El Nacional en los Cortijos por Diosdado Cabello es un claro ejemplo de esto último.

 

La desavenencia entre mafias augura reacomodos influidos, además, por los cambios que ocasiona la agresión putinesca en Ucrania. Vuelve a colocar sobre el tapete al petróleo venezolano y las sanciones en su contra. Los mayores precios de un embargo del crudo ruso y algunas señales de que EE.UU. explora posibilidades para ofrecer un trato distinto, siempre que el país se convierta en fuente confiable de este recurso, llevará a más de uno a preguntarse si no conviene considerar las condiciones que permitirían una salida de este tipo, siempre sujetas, claro está, a ciertas garantías de que no implicará, necesariamente, ser apresados o despojados de sus fortunas ante su eventual salida del poder.

 

Para las fuerzas democráticas, lo examinado ofrece rendijas para presionar por mayores cambios. Si bien son muy pobres las mejoras en comparación con lo que hace falta hacer y con las potencialidades del país, invitan a reclamar reformas ulteriores como parte de un programa político post rentista, capaz de conseguir apoyos de emprendedores y los nuevos liderazgos que, a nivel de base, van surgiendo.

 

Frente a ello declara el troglodita Ameliach que no hace falta división de poderes porque el país les pertenece, y las burlas cínicas de Maduro de que merece el premio Nóbel de economía. Manifestación crasa de que toda posibilidad de avance presupone la salida de semejantes bárbaros del poder. 

lunes, 28 de marzo de 2022

¿Brasil giro en Política Exterior?

 


¿Brasil giro en Política Exterior?

La economía brasileña busca insertarse en una economía internacional altamente integrada y competitiva. este reto es un desafío aun mayor, dados los constreñimientos que tendrá la economía mundial


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

25/03/2022 05:00 am



            Con la guerra e invasión rusa a Ucrania se ha abierto un debate y crítica, en el seno de la sociedad brasileña entre intelectuales, académicos, políticos, opinión publica en general sobre el giro de la política exterior con respecto a la posición de Brasil ante este lamentable y condenable conflicto. Brasil, tiene relaciones con ambos países y ha adoptado una posición ambigua y tratando de ser equilibrada, entre ambas posiciones, porque Brasil, depende de la exportación de fertilizantes de Rusia entre otros comodities y la colocación de productos primarios en el mercado ruso y de Ucrania recibe el trigo, indispensable para su industria del pan. Esta dualidad de posiciones se observó tanto en la votación en el consejo de seguridad, de la ONU donde Brasil, condeno la invasión como en la resolución en la Asamblea General, donde Brasil, se abstuvo. Trata de tener una posición equidistante de posiciones polarizadas de acuerdo al principal decisor en materia exterior, que es Jair Bolsonaro.

Efectivamente, los principios rectores que han regido históricamente la política exterior del Brasil y que son sus ejes en la formulación e implementación son los siguientes:

Pacifismo: Se fundamenta en la no-confrontación, la búsqueda de soluciones pacíficas negociadas de las controversias, la condena del uso de la fuerza para la obtención de resultados externos.

El universalismo: Entendido este como el todo el acervo de contactos bilaterales que constituyen el patrimonio histórico del Brasil, su vocación universalista. También la diversidad de contactos bilaterales y multilaterales sirve para la realización de los intereses nacionales.

Juridicismo: Respeto a los tratados y convenciones, entendidas como manifestaciones sacrosantas del Derecho Internacional y que son asumidas por la voluntad nacional.

Realismo, autonomía heterodoxa, pragmatismo: Acciones vinculadas a los intereses nacionales. Se abandona la idea de construcción y el uso del papel de potencia del país, para ganancias internacionales, se despolitiza y desideologiza la acción internacional (cosa que en el gobierno de Bolsonaro no se hizo).

Autodeterminación y no intervención: Son alimentados por el carácter pacificista de la política exterior y sobre todo por el realismo que ilumina a su ejecutoria internacional, basado en la cooperación y negociación.

Por lo tanto, hay una tradición de la praxis diplomática, la cual es radicalmente contraria a la intervención, el rechazo que podría dar el legitimar eventuales intervenciones o acciones correctivas fuera del sistema o ambiente de poder internacional. Se defienden en forma contundente los principios de autodeterminación y no intervención de los pueblos. Hoy se ha asumido una posición pragmática en forma general, que choca con los otros principios históricos. Menudo problema tiene los diplomáticos brasileños para hacerle entender a sus pares occidentales su posición ambivalente si se quiere conceptualizar en mejor forma.

Si partimos de los años noventa durante los Gobiernos de Collor, Itamar Franco y Fernando Henrique Cardoso, podemos apreciar en esa política pública esos hilos conductores, que se afianzan en la época de Luis Inácio Lula da Silva, Dilma Rousseff y Temer, cuestionados por el canciller saliente.

La economía brasileña busca insertarse en una economía internacional altamente integrada y competitiva. este reto es un desafío aun mayor dados los constreñimientos que tendrá la economía mundial, postconflicto.

Además, siempre busco mantener los márgenes de maniobra, para no inviabilizar su histórico proyecto nacional, con base a los principios arriba enunciados algo que crítico Ernesto Araújo en forma ideológica.

Ahora bien, la política exterior de este país, tiene tres indagaciones que responder, sobre todo en esta época electoral, donde el debate de la política exterior será uno de los asuntos a analizar:

En primer lugar, ¿qué es lo que Brasil desea obtener de su relación con el medio internacional? la respuesta evidente y con un claro objetivo, es conseguir el intercambio externo para la realización del desarrollo, tanto en su dimensión económica como social, para lograr profundizar los derechos humanos y medio ambiente, elementos que sirvan y puedan ser complementados con acuerdos y sistemas que ayuden a las políticas internas.

En segundo lugar, ¿cómo el Brasil desea relacionarse con la comunidad internacional?, aquí están los principios que tradicionalmente han orientado su política exterior, tales como la no intervención, el respeto a la autodeterminación, la no injerencia en los asuntos internos y la solución pacífica de las controversias.

La tercera pregunta, cuál es el mundo que ellos desean?, puede estar resumida en algunas ideas fuerzas: paz, desarrollo, y participación amplia, por ello es que el Brasil de acuerdo a los especialistas buscará, esperamos vigorizar los valores de la democracia, los derechos humanos y la preservación del medio ambiente. Estas y otras interrogantes, la tendrán que responder la gestión del ministro Franca, que ha adquirido experiencia administrativa a nivel de Itamaraty, en estos años, y lidia con el rol de Eduardo Bolsonaro y Filipe Martins (dos pesos pesados de la ortodoxia bolsonarista en materia internacional), tiene sí experiencia en los órganos de la Presidencia de la República, lo que dará esperamos conocimiento de su acción como operador y ejecutor de las relaciones exteriores brasileñas. Y, por supuesto con el rol de Bolsonaro a nivel de que el es el principal decisor y ejecutor de su política exterior. Veremos si es un cambio de las formas, más no del contenido. Método y substancia este es el dilema que enfrenta Brasil y sobre todo si hay un nuevo gobierno el año que viene. ¿qué Política exterior?, por ejemplo, tendrá Lula o un segundo gobierno de Bolsonaro, en un entorno internacional cambiante y complejo.

jesusmazzei@gmail.com 

 

domingo, 27 de marzo de 2022

Democracy Is the Next Identity Politics

 https://www.project-syndicate.org/commentary/putin-war-in-ukraine-liberal-democratic-reaction-by-andres-velasco-2022-03 


Democracy Is the Next Identity Politics


Mar 25, 2022ANDRÉS VELASCO

In recent years, many young people in rich democracies have been in a funk over the virtues of democracy and liberalism. But the widespread condemnation of Vladimir Putin's war on Ukraine points to the emergence of a noble strand of identity politics based on the shared values of freedom, dignity, and respect for human rights.

LONDON – Twenty years ago, while standing in line at a Harvard cafeteria, I overheard one student say to another, “It is the moral equivalent of the Holocaust!” What could that be, I wondered. The Rwandan genocide? Cambodia’s killing fields? South American juntas causing opponents to “disappear” by throwing them into the ocean from helicopters? Eventually, the answer came: Eating meat was the moral equivalent of the Holocaust, and Harvard bureaucrats the guilty party for not providing sufficient vegetarian and vegan meal options.

I found myself recalling that moment as I watched videos of Russian shells falling on Ukrainian apartment blocks, schools, and maternity wards. President Vladimir Putin’s deliberate flattening of cities in an attempt to break Ukraine’s heroic resistance is surely a war crime, though not yet on the scale of genocide. I would like to think that those university students I overheard, and their successors today, would recognize the moral chasm between Putin’s heinous actions and the petty sin of enjoying a burger with fries.

In recent years many young citizens of rich democracies have been in a funk over the virtues of democracy and liberalism. Rather than fighting for survival, they have been skirmishing over pronouns. Rather than fearing that something they said on a bus could cause armed men to drag them out of bed in the middle of the night, they have worried that misspeaking in the classroom could earn them social-media opprobrium.

But Putin’s atrocities now seem suddenly to have put everything into perspective. Yes, many Western countries have a colonial past and a racist present. And, yes, rising income inequality in some of them has hollowed out the middle class and betrayed the promise of equal opportunity for all. But while democracies frequently come up short, they do not terrorize their own people, or send tanks to subjugate democratic neighbors.

Moreover, life in liberal democracies – which today exist not only in the old West but also in Eastern Europe and South America, as well as swaths of Africa and Asia – is less nasty, brutish, and short than ever. Liberalism has always been a “moral adventure,” in Adam Gopnik’s lovely phrase, because it aims – and, more often than not, succeeds – at making the world “less cruel” by “expanding the right to access a broader range of pleasures and possibilities for other people.”

To those of us who grew up under dictatorial regimes whose goons could drag you out of bed in the middle of the night, these truths have always seemed absurdly self-evident. Putin’s painful reminder of this – for anyone who needed reminding – is now reshaping global politics.

Former US President Donald Trump is not the only authoritarian populist embarrassed by his links to Putin. Shamefaced politicians can be found from Ankara to Zagreb. As the French far-right leader Marine Le Pen prepares to contest the first round of France’s presidential election on April 10 in an attempt to unseat incumbent Emmanuel Macron, her campaign operatives must be feverishly tracing – and are now trying to explain away – every last bit of fulsome praise their boss once directed at the Kremlin strongman.

While Chinese leaders may fantasize about a stalemate between Russia and the West that ends up weakening both, China is also a likely loser from the Ukraine conflict. Chinese leaders’ refusal to condemn Putin makes them look less credible by the day. Even more worryingly for Chinese policymakers, their country’s appeal as a development model is waning. Some African and Asian leaders, impressed by China’s capable state bureaucracy and growing wealth, may have been willing to look the other way when President Xi Jinping persecuted the country’s ethnic and religious minorities. But do they really want to be photographed next to Xi knowing he could invade Taiwan and turn himself into another Putin?

NATO, which Macron described in 2019 as “brain-dead,” suddenly looks energized and likely to acquire new members. The European Union, seldom successful at pursuing a unified foreign policy, now speaks with a single, clear voice, ably led by Germany’s new “traffic light” coalition. And US President Joe Biden is finally acting like the kind of global leader his lifetime of foreign-policy experience qualifies him to be. After the debacle in Afghanistan, it was unclear whether rich democracies had any moral backbone left. Their actions since Russia’s tanks rumbled into Ukraine show that they do.

But there is another, subtler process at work. Over the past decade, the world’s autocrats – and leaders of the charitably-labeled illiberal democracies – have amassed power by exploiting identity politics. Locals against immigrants, the cultural majority against racial or religious minorities, or the people against the elite – no cleavage was too repugnant if it could be manipulated for political gain.

Today, autocrats are about to be confronted by a different kind of identity politics. Start with Ukraine, once divided between its Russian-speaking east and Ukrainian-speaking west, but now increasingly united against Putin’s aggression. Only the supremely stone-hearted can fail to be moved by the sight of Ukrainian women berating armor-clad Russian soldiers, or of slightly hunched Ukrainian pensioners learning to march and fire a weapon. Superior morale is so far enabling the defending army to contain a larger Russian force endowed with far greater firepower.

A shared identity is also emerging among citizens of other democracies. Many German, Hungarian, and Polish families that until last month were complaining about immigration are now tidying up spare bedrooms to receive displaced Ukrainians. South Koreans and Japanese may still be separated by history, but they are members of the same coalition against barbarous aggression. In Latin America, leftist leaders who are not exactly fans of US foreign policy – new Chilean President Gabriel Boric is an example – have categorically denounced Putin’s war.

Divisive blood-and-soil identity politics will now be challenged by a noble – and increasingly global – strand of identity politics based on the liberal values of freedom, dignity, and respect for human rights. In 2019, Putin claimed that “the liberal idea” had “outlived its purpose” and “become obsolete,” because it “has come into conflict with the interests of the overwhelming majority of the population.” By invading Ukraine, he has begun to prove the opposite.

Andrés Velasco

ANDRÉS VELASCO

Writing for PS since 2001
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Andrés Velasco, a former presidential candidate and finance minister of Chile, is Dean of the School of Public Policy at the London School of Economics and Political Science. He is the author of numerous books and papers on international economics and development, and has served on the faculty at Harvard, Columbia, and New York Universities. 

 

sábado, 26 de marzo de 2022

ADIOS A LA “REVOLUCIÓN”

 

ADIOS A LA “REVOLUCIÓN”

EDUARDO ORTIZ RAMIREZ

 


Los radicalismos de todo tipo generan más radicalismos y allí a nuestro parecer entran lo que Ludovico Silva llamó –o agrupó- alguna vez en una nota periodística- como Los adioses al marxismo que, en el caso de Venezuela, ya eran numerosos y acumulados cuando se veían en perspectiva desde los años ochenta del siglo pasado. En la estampa internacional se tienen, entre muchas otras[1], La crítica de las armas (1975) de Regis Debray;  Frances,  convertido o identificado en liderazgos del foquismo en América Latina. Pero también el Adios muchachos (1999) del destacado literato y hombre de acción política nicaragüense Sergio Ramírez, cuando con todas la razones, vivió,  observó y se distanció en cuanto a personajes que se han apuntalado en Nicaragua a expensas de la “revolución“ y el sandinismo[2].

“Tenemos que reformatear todo” “Adaptarnos a la cambiante época histórica que vive la humanidad”. Palabras recientes del presidente Nicolás Maduro[3]. En su Presidencia, la administración Bolivariana expresa que fue la guerra económica la que terminó de implosionar el modelo rentista. En fin se trata de una administración que finaliza el primer trimestre de 2022 lanzando gritos y fuerzas sobre que lo que viene ahora es trabajar y disfrutar e l crecimiento que se avecina. Las “grandes” cifras de crecimiento no son más que resultado de la profunda caída económica en alrededor de 8 años. Y los alcances tenidos en inflación, no quitan que la misma continúe en el terreno económico al igual que bajos niveles de demanda y alta capacidad ociosa en lo que queda de industria, después de un agudo proceso de desindustrialización que bien ha venido registrando Conindustria.

Ni la segunda asamblea constituyente[4], ni la nueva asamblea legislativa con presencia y dominio mayoritario por parte del oficialismo, evitaron los efectos de políticas de control y populismo, que están en la base de la estructuración de una administración que ya para 2022 no haya que hacer con la economía a pesar del aumento de los precios del petróleo, producto del conflicto Rusia-Ucrania. Pero igualmente es poco lo que hace por el país, que no sean medidas contingentes y de ahí, la necesidad de la participación del sector privado de la economía. Un sector privado que, por los demás, también fue beneficiarlo como los estamentos políticos y los propios ciudadanos, de las mieles del rentismo.

En el campo de la seguridad no existen soluciones que le brinden más protección al ciudadano, pero tampoco en el área de los servicios médicos, pues se trata de una economía y nación que presenta consultas médicas entre 50 y 100 $ en el área privada y la masa trabajadora tiene un salario mínimo de alrededor 30/40 $  y un área publica de salud altamente deteriorada y que, con las medidas de aumento salarial[5] reciente para el sector educativo, por poner un ejemplo, registra la desatención que tiene la administración por lo que es el nivel de vida de todos los que desde preescolar hasta estudios de cuarto nivel  laboran y asumen la actividad de formar y enseñar a quienes asisten o cursan tales niveles.

El área comunicacional expresa parte de las contrariedades y confusiones que tiene la administración. Un caso particular es el de las televisoras en manos del Estado; se tiene así la icónica TVes que sustituyó a la muy popular Radio Caracas Tv y terminó relativa y también inevitable y convenientemente salvada, por los programas de mercadeo tradicional en Venezuela;  caso de series viejas y que gustaron mucho en el país o películas taquilleras y  típicas de Hollywood; o también por la música Rock. No puede dejar de resaltarse la devolución del  Sambil Candelaria después de un proceso de más de 10 años, de una expropiación que al parecer no fue propiamente una expropiación y que implicó su uso para recibir refugiados y después como depósito de bienes diversos, pero que al ver la construcción cualquier ciudadano normal podía apreciar el daño que se acumulaba. En cualquier caso, es positiva la acción de devolución y la posibilidad de que sean devueltas otras propiedades. ¿Es el escenario actual similar al que existía a inicios de la actual década o en los dos mil?  No parece y, correspondientemente, será más desprestigio para quien las tome, que beneficio.[6]

Un caso difícil de obviar es el atinente al consabido problema del uso y costumbre tocante al dólar y que ha producido una especie de mundo a partir del dólar (todo comienza y termina en el dólar, incluso en los sectores más inestables o débiles económicamente) en general en el país, pero en algunas regiones se mezcla este con la presencia dominante de otras monedas como el peso colombiano. La administración bolivariana y el Presidente NM, en sus expresiones, tiene como fin y destino el bienestar del pueblo, pero no se observan avances contundentes en cuanto a la situación del mismo. Todo lo contrario y así lo demuestra Encovi. Ni se ha aplicado una política monetaria antinflacionaria efectiva, ni la dinámica cambiaria atinente al dólar deja de afectar negativamente a los grupos sociales más débiles o afectados. Mantener el dólar en 4.30 o 4.50 Bs por $, no nos lleva a la fuerza económica de Venezuela cuando existía el 4.30 antes del 18 de febrero de 1983. El bolívar digital no se fortalece porque se quiera, lo hará cuando los venezolanos aprecien lo que pueden comprar con Bs que ganen  (abundantes relativamente) y de manera regular.

Dados los cambios observados en la administración bolivariana y el acumulado proceso de destrucción y alteración de la economía, que requerirá para su mejoramiento o cambio poder transitar varios lustros con tasas de crecimiento relativamente altas, y poder recuperar grados variados de desarrollo perdido, es menester pensar que irá quedando (puede plantearse así la idea del ultimo chavismo) del conjunto de ideas profesadas durante más de 22 años de administración bolivariana[7]. El movimiento y sus partícipes,  asociados a la administración bolivariana, no se han destacado precisamente por su consistencia ideológica. Una mezcla y un pastiche venido del área de los fracasados de los años sesenta durante la lucha armada de inspiración cubana, militares, oportunistas, advenedizos y conversos, produjeron esta mezcolanza de corrupción, nuevorriquismo e impercepción de lo que es el éxito según las propuestas originales[8]. Por lo demás, y no es tema de esta nota, el socialismo/comunismo no ha sido exitoso en ninguna nación. ¿Pero, qué pasará con el chavismo, qué quedará del mismo? Veamos la siguiente taxonomía.

El primero de los componentes del último chavismo[9] es el chavismo decente. Lo más probable es que esté representado por chavistas o izquierdistas honestos y convencidos de que puede lucharse y convivirse en democracia, con otros factores políticos y en las instancias que brinda la democracia. En ello influirá su trayectoria, la que no presentando mayores desarrollos de conflictos y en la corrupción faciliten tal labor. El segundo componente es el chavismo radical y/o violento. Se trata de aquellos militantes/seguidores de la administración bolivariana que consideran que, siempre se ha debido ser más radical con ideas como la de que los sectores populares se dirijan al este de la ciudad a atacar y destruir, o a aquellos que les ha fascinado la idea de que al morir el presidente HC se acabaron muros de contención…   El tercer componente lo llamaremos chavismo/encantamiento. Dada las inconsistencias en los “éxitos” e ideológicas –que se presentan contrariamente como virtudes- e igual que en el caso de personajes como Hitler o Rasputín y otros tantos de mayor o menor envergadura o significación, cuya vida terminó en recuerdos, referencias y, por variados motivos, en misticismos. El cuarto componente es el chavismo esotérico: al fracaso de la revolución y la destrucción de las instituciones y la economía, se le añaden los dobles discursos tipo “la riqueza es mala” y buena parte de los dirigentes llevan vida de derrochadores o de riqueza distendida; además, la administración se presenta como benefactora del pueblo y no arregla las calles, ni el metro ni los sistemas de salud; en tales condiciones, pues, no le queda a varios de sus seguidores sino el camino del esoterismo que viene a mezclar la injusticia, la maldad de los hombres, la virtud de cualquier proceso que hubiera significado la participación popular, aunque no sea más que meramente simbólica. Al quinto componente chavista el chavismo repetitivo le queda la opción del carácter repetitivo de todas las ilusiones y proyectos que, aun fracasados en su mayor parte, se les han repetido numerosísimas veces por HC y NM y sus exégetas. Un sexto componente del ultimo chavismo será la gestión de las viudas de la “revolución”, presentando con tal definición a aquellos y aquellas que se dedicarán a añorar y recordar (en el entendido de que todo iba muy bien… pero la conspiración nacional e internacional etc., etc.[10]) un largo período –de más de veinte y dos años hasta ahora- de profundo deterioro de las condiciones de vida y esperanzas de los venezolanos y que la administración ha querido vender como un período de grandes logros y éxitos en el área de la economía y el nivel de vida de los mismos. Para marzo de 2022 el Presidente NM, por mejoramientos relativos en crecimiento y disminución de la inflación, ha señalado que Venezuela merece el Nobel de economía.

 En fin, un multivariado cuerpo cada día de menor proporción y relevancia será el último chavismo, que le tocará  pasar  a tener que presentar esfuerzos en el mejor de los casos, junto a otros factores del país, para la recuperación del mismo,  que, en pocos años, ha visto salir a más de seis millones de sus ciudadanos en busca de mejores alternativas o de una alternativa, ante las casi inexistentes que le presenta el panorama aludido, con sus bajos salarios y escasas oportunidades de trabajo digno y regular, entre otros elementos.

Ese multivariado cuerpo político, aun disminuido, seguirá existiendo[11] por razones culturales, históricas y de contexto que ha presentado el país por su condición de petroestado, pero también por inadecuadas políticas y comportamientos asociados a la corrupción así como por la indiferencia ante la evolución regresiva de la situación socioeconómica de los mayoritarios sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso, en los últimos cuarenta años. Y esto abarca varias administraciones incluida la de más de 20 años que hoy se le observa con un adiós a la “revolución” en lo atinente a asuntos como los señalados en esta nota.

 

26 de marzo2022

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com

 



[1] Una perspectiva amplia de revisión histórica y de discusión de distintos elementos actuales, incluida Venezuela, se tiene en Del Búfalo, Enzo (2011). Adiós al Socialismo. Serie: Colección Intramuros. Caracas. Venezuela. Bid & Co. Editor/Academia Nacional de Ciencias Económicas. 524pp.. 980-043-012-3. Agradezco al Profesor y Filosofo Tulio Olmos haberme recordado este texto.

[2] El día 23 de los corrientes en el embajador de Nicaragua en la OEA catalogó al régimen político de su país como una dictadura https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20220323-embajador-nicaragua-oea-dictadura-ortega.

[3] Maduro en reunión con ministros, gobernadores y alcaldes por activación de 3R.nets, 18 marzo 2022 https://www.youtube.com/watch?v=wlIlvH6ngkM

 

[6] Algunos resultados de estos procesos presentan complejidades no sencillas. Asi: Arbitro internacional ordena a Venezuela pagar 1.481 millones de Euros por expropiación de Agroisleña, Talcual 25 de marzo 2022. Por su parte El Nacional 25  de marzo lo registró así: el Ciadi del Banco Mundial condena a Venezuela a pagar 1.640 millones de Dólares por expropiaciones de 2010 que afectaron inversiones de empresas españolas.

[7] Puede verse Humberto García L. https://masterecointerucv.blogspot.com/2022/03/en-perspectiva.html.

[8] “Ya está claro que el chavismo no logró construir una sociedad socialista. Ni nada que se le parezca. Ni socialista en el sentido comunista del bloque soviético o el modelo cubano: Eliminación de la propiedad privada, economía centralizada y estatización. Ni socialismo en el sentido socialdemócrata: Tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario. Economía de mercado con welfare state, a la manera de ciertos países nórdicos. Toda la verborragia de Hugo Chávez en contra de los ricos y la riqueza ya es asunto del pasado. La carga de caballería pesada en contra del capitalismo, el dólar, los empresarios y de Fedecámaras, lo sabemos bien, son piezas de una retórica revolucionaria que nadie en el Gobierno -al menos no por estos días-, quiere recordar”. https://americanuestra.com/tulio-hernandez-tanto-estatizar-para-morir-en-la-orilla/.

 

[10] Igual hacen –por otras vías- los que añoran la segunda administración de CAP 1989/1993.

[11] Así como también seguirá existiendo el sentido de la izquierda como mercado en América Latina. Ver Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/44374252/LA_IZQUIERDA_COMO_MERCADO_EN_LATINOAM%C3%89RICA_26_octubre_2020_EDUARDO_ORTIZ_RAMIREZ.

miércoles, 23 de marzo de 2022

No podemos ser indiferentes

 

No podemos ser indiferentes, 

por Félix Arellano



No podemos ser indiferentes
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La cruel invasión de Rusia a Ucrania pareciera que consume toda la atención internacional y, el presidente V. Putin de Rusia, seguramente celebra que está arrastrando a las democracias a las trampas del autoritarismo, concentrando la atención en los temas de seguridad y defensa en su expresión militar y bajo el paradigma de la lucha por el poder; desplazando la agenda liberal de las libertades, la institucionalidad democrática, los derechos humanos. Pero debemos estar atentos y alertas, pues simultáneamente a la invasión a Ucrania, coexisten otras guerras y múltiples violaciones de los derechos fundamentales del ser humano en diversas partes del planeta.

Con la invasión de Ucrania la amenaza de una gran guerra está regresando, pero debemos tener presente que ya estamos enfrentando varias y complejas guerras, y los conflictos están cambiando, coherente con la naturaleza de las relaciones internacionales, donde lo permanente es el cambio. Al respecto, cabe destacar: No es suficiente con decir que hay más conflictos intra que interestatales. En un mundo que es tan multinivel como multipolar, los conflictos también tienen diferentes niveles: la mayoría de los conflictos tienen fuertes raíces locales, pero suelen ser manipulados por poderes externos o secuestrados por ideologías transnacionales” (Guéheno, crisisgroup.org).

En la situación que nos encontramos, pareciera que la invasión de Ucrania, agrava el panorama que se fue desarrollando en el contexto internacional, producto de la pandemia del covid-19 que, en un primer momento, concentró la atención de los gobiernos en sus prioridades nacionales y, algunos de ellos también asumieron posturas militaristas, llegando incluso a rechazar esfuerzos de cooperación internacional. Tal situación, si bien se fue superando con el tiempo, no podemos negar que ha representado un desplazamiento de la atención de la comunidad internacional, reduciendo el interés sobre otros graves conflictos y, en particular, sobre las violaciones de los derechos humanos.

En ese contexto, la Memoria Anual de la organización Médicos sin Fronteras del 2020, destaca, entre otros: «Muchas crónicas de 2020 dicen que la covid 19 paró el mundo. No es del todo cierto. No hizo desaparecer las guerras, la desnutrición y las demás epidemias. En Siria, Yemen, Etiopía, Camerún, Burkina Faso, Níger, Mozambique o Sudán, no hubo treguas en el conflicto y seguimos trabajando sin descanso. En Centroamérica y México, familias enteras cruzaron infiernos para llegar a un lugar seguro; a las puertas de Europa, el mar y los desiertos siguieron tragándose a gente. Cientos de miles de seres humanos necesitaron atención médica –muchas veces la más básica– para sobrevivir y la covid 19 solo nos trajo más obstáculos para llegar hasta ellos».


Adicionalmente, en el Informe sobre: “La Acción Humanitaria en el 2020-2021” presentado por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria y Médicos sin Fronteras, resaltan: «El recrudecimiento de la situación en Afganistán con el retorno al poder de los talibanes, el agravamiento de la eterna crisis que sufre Haití, el terrible impacto de la guerra en Tigray (Etiopía) o el continuo crecimiento de las cifras de personas refugiadas o en situación de desplazamiento forzado a escala mundial, por poner tan solo algunos ejemplos de situaciones que generan necesidades humanitarias, bastarían para confirmar que el contexto internacional va más allá de la pandemia»

Por su parte, Amnistía Internacional en su Informe Anual 2020-2021, entre otros, destaca que: «La pandemia puso al descubierto las devastadoras consecuencias del abuso estructural e histórico de poder. La pandemia de Covid 19, tal vez no defina quiénes somos, pero sin duda ha puesto en evidencia lo que no deberíamos ser. La gente lo vio claro y volvió a alzar la voz: para protestar contra la desigualdad; para protestar contra la violencia policial utilizada de manera desproporcionada contra las personas negras, las minorías y la gente pobre o sin hogar, y para protestar contra la exclusión, el patriarcado, la retórica de odio y la conducta cruel del liderazgo supremacista… Las protestas públicas contra la represión y la desigualdad inundaron las calles de muchos países —como Bielorrusia, Polonia, Irak, Chile, Hong Kong o Nigeria—, y el liderazgo ejercido por defensores y defensoras de los derechos humanos y activistas de la justiciasocial en todo el mundo, muy a menudo con riesgo para su seguridad, nos impulsó a actuar… Tras años de fracaso colosal, 2020 vino a confirmar que nuestras instituciones políticas internacionales no están a la altura del propósito global al que deberían servir»

Recordando otros aportes importantes, cabe señalar que el Informe Anual para el año 2021 de la organización Human Rights Watch, incluyó 102 países que enfrentan denuncias que van, desde irregularidades, hasta flagrantes violaciones de los derechos humanos por parte de los gobiernos.

Por otra parte, la BBC Mundo ha alertado recientemente, en: «Más allá de Rusia y Ucrania: 6 conflictos armados que están ocurriendo en el mundo» (15/03/2022, bbc.com), sobre los casos de: Etiopia, Yemen, Myanmar, Siria, Militantes Islamitas en África, y Afganistán. Por su parte, International Crisis Gruop, en sus informes y boletines, mantiene el seguimiento de la situación de unos setenta países considerados como áreas abiertas de conflicto o con posibilidades de conflicto.

Adicionalmente, las Naciones Unidas y, en particular la Oficina del Alto Comisionada para los Derechos Humanos que actualmente dirige la Sra. Michelle Bachelet, mantiene un seguimiento lo más exhaustivo posible de la grave situación de los derechos humanos a escala global. Utilizando los limitados instrumentos jurídicos de que dispone y frente a enormes adversidades, desarrolla una observación y evaluación sobre la grave situación que se presenta en muchos países, donde los gobiernos están desarrollando prácticas autoritarias y violaciones sistemáticas de las normativas de los derechos humanos.

Ahora bien, no le debemos pedir a las organizaciones internacionales que desarrollen acciones sobre las que no tienen competencias o que nos corresponden a los ciudadanos y nuestras organizaciones políticas y sociales. La Oficina del Alto Comisionado está desarrollando una intensa labor, pues las limitaciones y adversidades son enormes; empero, resulta relevante que no se está cruzando de brazos y la denuncia y el seguimiento se mantienen.

Adicionalmente, debemos reconocer que las instancias internaciones se presentan como una de las pocas ventanas que se mantienen abiertas, con todas sus limitaciones, para los más débiles y vulnerables.

El mundo está enfrentando graves problemas y cada uno de nosotros, como ciudadanos y miembros de la sociedad civil, debemos estar atentos y alertas. Desde nuestros espacios, por muy reducidos que sean, debemos trabajar para promover el respeto a la dignidad humana, la convivencia, el diálogo y la cooperación.

La familia, la escuela, el barrio; es decir, todos nuestros espacios comunitarios, juegan un papel importante para trabajar en favor de la justicia, la equidad, el bien común y, en particular, enfrentar la estrategia de la geopolítica del autoritarismo que, con los instrumentos de la guerra hibrida, desarrolla campañas sistemáticas para desinformar, mentir y manipular.

Parafraseando al prestigioso compositor y cantante argentino Raúl A. A. Gieco, también llamado León Gieco, no podemos permitir que «lo injusto me sea indiferente».

 

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo
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