martes, 28 de septiembre de 2021

Celac: una radiografía contundente, por Félix Arellano

 

Celac: una radiografía contundente, por Félix Arellano





Celac
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Mail: fgap1749@gmail.com


Lamentables, pero aleccionadores para la región, los resultados de la VI Cumbre de Jefes de Estado de la Celac, efectuada en la Ciudad de México el 18 de septiembre, que confirmó, entre otros, la fragmentación y polarización que enfrenta la región, lo que limita la posibilidad de avanzar en proyectos de unidad, cooperación e integración; el fortalecimiento del populismo autoritario y su anacrónica visión del mundo, que se mantiene anclada en el pasado; el menosprecio por las libertades y los derechos humanos y, las profundas contradicciones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien se posiciona como líder del autoritarismo en la región.

La organización de la Cumbre correspondió al gobierno de México, en su carácter de presidente en ejercicio de la Celac, institución creada en el 2010, que progresivamente ha perdido relevancia, entre otros, por la fragmentación que ha generado los fanatismos ideológicos, la proliferación de instituciones de cooperación e integración en la región, el desinterés de sus miembros y las complejas consecuencias de la pandemia del covid-19.

A la Cumbre el gobierno mexicano asignó especial importancia, propiciando altas expectativas, sobre las potenciales transformaciones que podían ser aprobadas. Bien pudiéramos afirmar que el nivel de atención y esfuerzo, evidencia una transformación en la política exterior de AMLO que, desde sus primeros días de gobierno sostenía la tesis que: “la mejor política exterior, es una eficiente política interna”; lo que limitó el papel de México en el escenario internacional. Ahora el gobierno, en particular el presidente, confieren mayor relevancia al papel de México y su política exterior.

El presidente AMLO y su Canciller Marcelo Ebrar, asumieron personalmente la promoción de la Cumbre, resaltando que se convertiría en el principio del fin para la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario Luis Almagro, pero también para el liderazgo de los Estados Unidos en la región. Desde esa perspectiva, los resultados han sido un fracaso. Los debates en la reunión plenaria de jefes de Estado no abordaron las iniciativas del gobierno anfitrión y, por el contrario, evidenciaron las profundas diferencias que enfrenta la región, confirmando el enfrentamiento entre las democracias y los autoritarismos obsesionados en perpetuarse en el poder.

Para desdicha del pueblo mexicano, su presidente está resultando un promotor de la corriente autoritaria. La invitación a la dictadura cubana a participar, previo a la Cumbre, en los actos conmemorativos de la independencia mexicana, con un total menosprecio por la sistemática violación de los derechos humanos del pueblo cubano, constituye un duro golpe para la democracia y los valores libertarios del pueblo mexicano.

El ataque a la OEA y su secretario, ni formó parte del debate general de los jefes de Estado, ni aparece en el texto de la Declaración final adoptada. La dinámica de la Cumbre reprodujo un complejo mundo kafkiano, varios planos contradictorios funcionando simultáneamente. Por una parte, el áspero enfrentamiento en las intervenciones de los jefes de Estado, que contó con el afortunado arrojo de los presidentes de tres países pequeños en tamaño, grandes en fortaleza para defender la institucionalidad democrática y las libertades, como fue el caso de Paraguay, Uruguay y Ecuador.

En otro nivel kafkiano, las iniciativas fantasiosas de los anfitriones, concentradas en atacar el sistema interamericano, particularmente su institucionalidad de defensa de los derechos humanos y la democracia; incluso, la peregrina iniciativa de construir, desde la Celac, un proyecto de integración como la vieja Comunidad Económica Europea, lo que evidencia su desvinculación con la larga y compleja historia de integración económica en la región.

En otro plano del cuadro kafkiano, se encontraban los técnicos de esos gobiernos, que se atacaban en la plenaria, pero que redactaron un texto de Declaración final impecable, al mejor estilo de las Naciones Unidas, que incluye un amplio número de temas de la agenda internacional, repitiendo los lugares comunes, que han logrado amplios consensos previos, sin asumir los debates de sus jefes, pero tampoco las manipuladoras propuestas del gobierno anfitrión, que no contaban con el apoyo de la gran mayoría de los países miembros.

Luego del fracaso de la Cumbre, el gobierno mexicano debería estar en la fase de reparación de los daños; empero, dado su creciente talante autoritario, debe estar cerrando el capítulo sin mayores explicaciones y, obviamente, definirá como traidores a la patria o lacayos a quienes opinen diferente, en el mejor estilo que viene ocurriendo en las conferencias matutinas del presidente AMLO, que se han convertido en la trinchera para la descalificación y la manipulación.

Ahora bien, resultará difícil construir éxitos, en una reunión que en el plano formal evidenció desorganización y débil poder de convocatoria, de los 32 Jefes de Estado invitados, llegaron 17, con la notoria ausencia de Brasil, que se ha retirado de la organización y del gran aliado de AMLO, el presidente Alberto Fernández de Argentina, que está enfrentando un insondable crisis con su vicepresidenta Cristina Kirchner, quien lo seleccionó como candidato presidencial y, ante la monumental derrota en el reciente simulacro electoral del PASO, pareciera que mueve los hilos para lograr su renuncia.

Pero más que los aspectos formales del fracaso de la Cumbre, el complejo giro en la política exterior mexicana debería ser el tema de mayor preocupación y, en ese sentido, son varios los factores para la reflexión. Asumir el liderazgo contra el sistema y, en consecuencia, la conducción de la corriente autoritaria en la región, en estrecha vinculación con la dictadura cubana, es una posición irresponsable y peligrosa.

Recordemos que durante la fase de los ásperos ataques del presidente Donald Trump contra el pueblo mexicano, que llegó a calificar de “delincuente”, el presidente AMLO optó por un silencio táctico, pero aterrador, por lo sumiso y complaciente. Ahora, que se encuentra con un presidente prudente en la Casa Blanca, asume el agresivo y manipulador discurso antisistema, seguramente para complacer radicales (¿con objetivos electorales?). El discurso antisistema resulta contradictorio y peligroso para México, que concentra el 80% de sus exportaciones al imperio y, además, tiene varios años disfrutando de una balanza comercial superavitaria con los Estados Unidos.

Seguramente el presidente mexicano asume que cubre las formas, pues en sus discursos destaca que existen “instituciones lacayas”, sin mencionar al imperio, todo parece indicar que busca retomar el anacrónico discurso de sus largos años de candidato, manipulando a la población pobre, que es mucha, repitiendo falsos discursos con el objetivo fundamental de controlarla.

Desde que asumió la presidencia AMLO, amparándose en la vieja y rígida interpretación de la soberanía absoluta -que minimiza la gobernabilidad internacional y menosprecia los derechos humanos- ha justificado su banalización del autoritarismo. Sin juzgar los asuntos internos de otros gobiernos, termina apoyando los autoritarismos, en detrimento de la posición de México en el contexto internacional y la Cumbre ha confirmado esa tendencia.

En este inquietante panorama también debemos registrar que en la Cumbre se desaprovechó la oportunidad para realizar un exhaustivo debate sobre la intrincada institucionalidad internacional de la integración regional y la necesaria reingeniería para superar, entre otros, los solapamientos, ineficiencias, burocratismo. Pero de nuevo el fragor ideológico está nublando los objetivos y limitando la capacidad de razonamiento, muchos continúan anclados en el pasado y en el rito del culto a la personalidad, perdiendo oportunidades para generar prosperidad y bienestar para los pueblos.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

LAS “CRISIS” COMO ALTERNATIVAS: A FALTA DE SOLUCIONES Y POLÍTICAS EN EL CONTEXTO DE LA TERCERA RECONVERSIÓN

 

LAS “CRISIS” COMO ALTERNATIVAS: A FALTA DE SOLUCIONES Y POLÍTICAS EN EL CONTEXTO DE LA TERCERA RECONVERSIÓN

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ

 


Se conoce suficientemente que los procesos de
reconversión son aquellos a los que se recurre por la pérdida de valor/representación de la moneda de un país, y los cuales se pronuncian en los procesos hiperinflacionarios. Son una medida “necesaria” que no soluciona nada, pues si no se resuelve el proceso hiperinflacionario, más adelante se recurrirá a otra reconversión. Refiriéndonos solamente a las dos últimas planteadas para Venezuela, la del 2018 ya ejecutada (bolívar soberano) y la del 2021 en próximo proceso (bolívar digital), queda la del bolívar fuerte en 2008 (otro contexto, otras situaciones). En el 2018,  la administración bolivariana, en la versión del presidente Nicolás Maduro, todavía inventaba/instrumentaba  o parecía que lo hacía[1]. Mucho se prometió, poco se logró. Habiéndose alcanzado, eso sí, en la propulsión del proceso de destrucción de la economía venezolana más completo, que cualquier otro visto para la nación venezolana o economías cercanas/parecidas, y que ha llevado a la disminución en más de un 80% de su tamaño en un período de 8 años. No se solucionó el problema del efectivo, ni de la grave hiperinflación y se extendió y amplió una dolarización informal y chucuta con efectos variados en salarios y precios relativos.

El objetivo de esta nota es ubicar a un gobierno fuerte que esta contra las cuerdas[2], que ya no tiene nada que hacer en economía y que le ha resultado más fácil dejar esta nueva reconversión digamos que, a la buena de dios, y que, en su perfil de líder o de administrador de la nación, tampoco tiene liderazgo, sino el de  la propia detentación del poder –con la conocida y particular “oposición”, que ahora tiene comodidad económica por los recursos que maneja[3], sin tampoco tener liderazgo y con un gobierno interino ficticio-.

Nada que ver la administración bolivariana, en este contexto de 2021 de una nueva reconversión, con definir o una dolarización formal o una más estable política monetaria (sin implicar dolarizacion), enmarcada en una seria política de ajuste y desarrollo que busque  impulsar/ estabilizar el crecimiento. Se sabe ya, suficientemente el conjunto de cambios en la condición petrolera de Venezuela y la evolución del mercado petrolero internacional que, a pesar de los mejoramientos recientes de precios, no pueden ser aprovechados por los deterioros en la infraestructura productiva y la ausencia de recursos de inversión (después de haberse consumido/gastado/malversado aquella administración una cifra superior al billón de $). Por lo demás, más que conocidos son los perversos efectos del rentismo en la economía venezolana.

Lo novedoso de esta reconversión es la fenomenología que presenta: 1). Una administración en crisis y sin liderazgo y capacidad de inventar en economía y que ha dejado todo su perfil de arranque a la gestión de agentes políticos y agentes privados de la economía; 2). Se ha propendido a un escenario de crisis y tensión nacional “aunque no va a pasar nada y solo se le quitaran seis ceros al bolívar”. Bancos, instituciones gubernamentales, sector educativo y agentes comerciales, todos han creado una especie de programación detallada para la readaptación y acoplamiento al nuevo cono; 3). Desarrollos que deberían ser relativamente automáticos se presentan en ciertas áreas prácticamente como problemáticos.  Ah!, pero es que realmente sucede que distintos agentes económicos reconfiguran sus diseños y operaciones con una relativa paralización del país pensando en cómo sacar mejor provecho de un escenario de alta distorsión en precios relativos y magnitudes como precios de servicios, inflación en dólares, transición de uno o dos meses, donde se reajustan precios con racionalidades que supuestamente se alejan del concepto temido o ignorado (el de la especulación) pues siempre se le asigna un criterio moral. De esta transición salen afectados, generalmente, los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso.

Resulta realmente que el escenario venezolano está deambulando hacia las esferas más recónditas de la irracionalidad, en cuanto al funcionamiento económico. No siendo por estas cosas, la nueva reconversión no pasará de ser más que un canto de sirena que rápidamente se agotará.

 

28 de septiembre de 2021

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com



[2] Algunos elementos de interés relacionados pueden verse en Diego Bautista Urbaneja, Contra las cuerdas, La gran Aldea 17-09-21; https://www.lagranaldea.com/2021/09/17/contra-las-cuerdas/.

[3]    Primero Justicia se dirige a la comunidad nacional e internacional a propósito del manejo de activos de la República en el exterior. En tal sentido, declaramos lo siguiente: (Comunicado). https://twitter.com/pr1merojusticia/status/1442473515924353031?s=24



 

lunes, 27 de septiembre de 2021

Retos de la integración

 

Retos de la integración

Por César Andrea Pérez[1]

27 de septiembre de 2021

cesar.andrea49@gmail.com

 


La dinámica de la economía mundial se caracteriza por un agudo proceso de internacionalización; es decir, cada día existe mayor fluidez y dependencia en los mercados internacionales de capitales, de comercio de bienes y servicios, de inversiones extranjeras, de movilidad del talento humano, crisis sanitarias, entre otros. Los avances en la tecnología y las comunicaciones han permitido que las fronteras se reduzcan. A lo anterior se añade una desaceleración en curso del crecimiento de la economía global profundizado por los efectos de la pandemia Covid-19.

 

En el mismo orden, los bloques económicos regionales y subregionales son una tendencia a nivel mundial. Ingresar individualmente a la economía internacional es más difícil, en un mundo donde las políticas se diseñan y ejecutan por grandes bloques económicos. Por ende, se requieren propuestas de integración económica que integren aspectos sociales, culturales y políticos.

 

Pareciera que es una tendencia mundial que las economías se integren como una forma de extender el mercado interno con la incorporación de países socios, así como el establecimiento de operaciones de inversión, movimiento de capital y personas, mercados comunes, de valores; uniones aduaneras y monetarias.

 

El despertar de las naciones asiáticas brinda ejemplos de esquemas de integración exitosos. Las economías agrupadas en las Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), integradas por Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar, constituyen ejemplo de esquemas de integración de éxito. Estas economías se centraron en la promoción de exportaciones mediante un proceso de industrialización profundo; las tasas de ahorro internas y la inversión extranjera directa jugaron un papel fundamental en el crecimiento económico; así como las finanzas y el sector bancario, dándole preponderancia al mercado, sin reducir el papel del Estado y del mercado interno. 

 

De hecho, en los años 70 estas naciones asiáticas tomaron como referencia el modelo de sustitución de importaciones aplicado en América Latina y en las fuentes teóricas latinoamericanas. En los años 90 las tasas de crecimiento económico promedio de estos países superaron el 6%.

 

No menos importante es el proyecto de integración de la Unión Europea, siendo uno de los más exitosos de todos los tiempos. En sus más de seis décadas, la ampliación de la integración europea, ha incorporado a 27 naciones. Sus mercados se han integrado, y han logrado avances en la Unión Monetaria Europea. Los vínculos comerciales, culturales y de colaboración tecnológica abarcan países de África, Asia, América Latina, entre otros.

 

Es un reto para los esquemas de integración de América Latina y el Caribe, orientar el crecimiento hacia afuera, mediante la promoción de las exportaciones, con el objeto de internacionalizar el sector productivo local en sectores donde existen ventajas. Las empresas Multilatinas son un claro ejemplo de inserción empresarial internacional. De acuerdo al BCG, en 2018 existían más de 100 Multilatinas. La mayoría ubicadas en México, Brasil, Chile y Colombia. Estos ejemplos positivos, permiten visualizar que si es posible ocupar mayores mercados.

 

El aprovechamiento de las tasas de ahorro y equilibrio entre mercado y el Estado son retos que deben sortearse. Las entradas de inversiones extranjeras pudieran ser un mecanismo para complementar el crecimiento y desarrollo de la región, con orientaciones hacia la transformación del tejido productivo y mirando hacia los mercados externos. En fin, la integración supone retos, y existen evidencias positivas de ejemplos de integración exitosos de los cuales la región debe revisar.

 



[1] Economista UCV

Magíster scientiarum en economía internacional UCV

Profesor UCV

¿Venezuela se puede recuperar? II

 ¿Venezuela se puede recuperar? II

 

Humberto García Larralde, economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com

 



Enfatizábamos, en un escrito anterior, la importancia de las instituciones para la recuperación de Venezuela. Sin un marco institucional apropiado no ocurrirá, salvo que el concepto de “recuperación” lo estiremos para designar solo la disponibilidad de bienes importados para quienes tienen cómo pagarlos en dólares o la opulencia ostentada por las mafias del poder que desangran al país. Pero para la gran mayoría de los venezolanos, tal situación está muy lejos de la vida digna a que aspiran y merecen.

Solo con una significativa inyección de recursos externos podrá Venezuela aprovechar a cabalidad sus potencialidades. Éstos son cruciales para reemplazar el financiamiento monetario del déficit público, y para costear las reformas sustanciales que capaciten al actual Estado (fallido) para gestionar políticas y administrar eficazmente los bienes públicos. Por la magnitud requerida, estos recursos solo pueden provenir de los organismos multilaterales, que los condicionarán a que sean utilizados para superar las distorsiones que tanto han dañado a la economía, como para proyectos específicos. Eventualmente deberá reembolsarse lo prestado, salvo la ayuda humanitaria acordada a fondo perdido. Esto último estará muy lejos de cubrir los requerimientos de Venezuela, más cuando se compite por fondos con la gran mayoría de los países del globo, los más pobres, castigados con los estragos de la pandemia.

Central a que nos sean aprobados estos recursos es la instrumentación de políticas que restituyan los equilibrios macroeconómicos y abaten la inflación. Sin esto, difícilmente habrá reactivación económica. Implican sanear las cuentas fiscales vendiendo activos que son, hoy, un desaguadero de las cuentas públicas, eliminar la corrupción, mejorar la recaudación impositiva y asegurar el equilibrio inter-temporal de su gestión. Lo anterior se asocia a un marco institucional regido por la autonomía y equilibrio de poderes, conforme a la constitución, base para el control y la supervisión presupuestaria por parte de la Asamblea Nacional y del país en general. Exige la transparencia de gestión y la rendición de cuentas. Requiere de la independencia del poder judicial para dirimir controversias entre el Estado y privados, así como entre dependencias públicas, según lo pautado en el ordenamiento jurídico. Asimismo, supone la autonomía del Banco Central para conducir políticas monetarias que redunden en la estabilidad de precios y el equilibrio en las cuentas externas, en el caso que se pretenda conservar la moneda nacional.  

El régimen chavo-madurista se constituyó con base en una dinámica diametralmente opuesta. Descansa en la centralización del poder y la sustitución de las garantías constitucionales y de los mecanismos de mercado, por decisiones discrecionales arbitrarias basadas en intereses grupales o pecuniarios. Las instituciones del Estado republicano democrático fueron destruidas para erigir un Estado patrimonialista, en el cual los recursos públicos son administrados como si fueran patrimonio de quienes controlan el poder. Se retrotrajo la sociedad a reglas de juego (instituciones) primitivas, basadas en el control, excluyente y por la fuerza, de las condiciones necesarias para la vida de los venezolanos. En este arreglo tienen supremacía los militares que traicionaron sus juramentos de defender la nación en aras de participar ventajosamente en las corruptelas que afloraron con la demolición del Estado de Derecho.

Se instituyó, así, un régimen de expoliación, amparado en una retórica “revolucionaria” que “justifica” la parasitación de las actividades productivas y comerciales de la nación por quienes se han impuesto en el poder. Venezuela se convirtió en territorio ocupado de una camarilla militar y civil, cada vez más envilecida y reprochada interna y externamente, pero que se sostiene gracias a las alianzas tejidas con cómplices diversos para desvalijar al país. Al igual que cuando las monarquías depredadoras de los siglos XVI y XVII, Maduro les enviste de “patentes de corso” para asegurar su connivencia y lealtad. Cimentó, así, un tinglado de complicidades entre mafiosos para sostenerse en el poder.

Ahora, ante la eliminación y despenalización del régimen cambiario, la liberación de facto de precios y de transar en dólares, y la anunciada exoneración de impuestos a los emprendedores, algunos creen que comienza un proceso de reactivación. Pero éstas son iniciativas aisladas a las que Maduro se ha visto obligado a acudir en un intento de paliar la desolación que él mismo causó. Sin servicios públicos satisfactorios, seguridad jurídica y personal, financiamiento, estabilidad de precios, inserción provechosa en la economía mundial y libertades civiles y garantías ciudadanas, tienen muy corto aliento, más con los controles asfixiantes que incentivan la extorsión a comerciantes y productores. No modifican la naturaleza del régimen de expoliación instaurado. Se evidencia claramente en la desesperación del chavo-madurismo por la detención de Alec Saab (en Cabo Verde) y Hugo Carvajal (en Madrid), y su pronta extradición a los EE.UU. Son engranajes estratégicos del sistema mafioso-expoliador que se ha entronizado en el poder. Al primero se le acusa de ser testaferro de Maduro en una serie de negocios marcados por sobreprecios y lavado de dineros mal habidos, y el segundo ocupó posiciones claves para facilitar el tráfico de drogas de las FARC, entre otras cosas. Por demás, el régimen mantiene centenares de presos políticos, continúa ofendiendo a los venezolanos con sus mentiras para lavarse sus culpas y sigue arremetiendo contra las libertades ciudadanas, en un marco de total opacidad de su gestión. Ahora parece andar buscando excusas para sabotear el proceso de negociación iniciado en México para evitar compromisos que atenten contra estos arreglos. Como buenos fascistas, les echarán la culpa a otros.

La recuperación de Venezuela demanda un cambio político profundo. Pero al producirse éste –desafío central de las fuerzas democráticas, que es tema de otras reflexiones--, no debe limitarse a instaurar un programa de estabilización y reformas como lo mencionado al comienzo. El nivel de destrucción ha sido excesivo. De una manera u otra, es menester desatar, dentro del marco de ese programa, lo que Aquiles Nazoa denominó “los poderes creativos del pueblo” para engendrar una respuesta excepcional por parte de los venezolanos que recupere, cuanto antes, sus posibilidades de vida digna. No es éste el espacio para profundizar en los mecanismos institucionales para ello, pero merecen atención las siguientes interrogantes, entre otras. ¿Cómo concertar esfuerzos entre empresarios, autoridades y fondos a fin de superar velozmente los cuellos de botella que impiden aprovechar la enorme capacidad ociosa del aparato productivo? ¿Cuáles instituciones son cruciales para fomentar el emprendimiento entre los venezolanos, con qué recursos debemos contar para ello? ¿Qué mecanismos serán los más idóneos para aprovechar, a nivel local, sectorial o nacional, el caudal de talentos existentes en el país o dispersos en la diáspora, muchos de los cuales quizás no regresen? ¿Cómo atacar eficazmente la terrible inseguridad causada por la corrupción de las fuerzas de seguridad y la proliferación de bandas criminales, tomando en cuenta la situación de anomia producida? ¿Cuáles son los elementos críticos de la gestión pública a corregir para que pueda contribuir con estos procesos de cambio? ¿Cuál es el marco más propicio para promover la activa participación de la ciudadanía en la solución de problemas locales o nacionales? ¿Qué papel deben jugar los medios de comunicación en todo esto?

Indudablemente, son muchas más las preguntas que deben plantearse. Cabe recordar que la respuesta efectiva ante ellas requerirá de un fuerte apoyo financiero internacional y del desmantelamiento rápido del marco punitivo que asfixia la iniciativa privada e intimida el ejercicio de la ciudadanía, en el marco de un programa de estabilización y reformas iniciales básicas. Asegurar la confianza que se desprende de un marco institucional que defiende celosamente los derechos humanos y económicos, y que derrote la inflación, será crucial. Más allá, se pone a prueba las virtudes políticas del liderazgo democrático, el “timing” y la secuencia de medidas, sus complementariedades y el apoyo ciudadano. Y quedan las preguntas claves: ¿Cómo producir el imprescindible cambio político?, ¿Qué hacer con los militares?

Esperemos que el liderazgo democrático y el pueblo venezolano estén a la altura de tan formidables desafíos.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Política y economía una relación indudable

 


Política y economía una relación indudable

El desafío que encaremos como sociedad es inmenso, en un proceso de globalización imparable, que busca un sentido de equidad y justicia social.


 

·         JESÚS E. MAZZEI ALFONZO

23/09/2021 05:00 am

 



                Hoy más que nunca estas ciencias sociales están entrecruzadas e interdependientes en general y a nivel local; hay de una manera impresionante una intersección entre la política y la economía.



En efecto, han dejado ambas una impronta importante no sólo en el pensamiento, en su desarrollo intelectual, sino en la praxis, en la realidad donde les toca actuar. Hoy están en un proceso de reinterpretación de ideas y del cómo actuar en la realidad en la interrelación humana, por los fantásticos cambios en la sociedad postindustrial y en proceso de un nuevo proceso de cambio tecnológico e industrial y global, que está en pleno proceso de desarrollo y además, por las consecuencias que dejará la etapa postpandemia COVID-19, en la forma de interpretación y análisis de la realidad y como ella influye en el desarrollo del estado del arte de ambas en el porvenir

Venezuela, ha tenido desde el campo de las ideas hacia el campo de la acción que se plasman en políticas públicas ( monetaria, fiscal, cambiaria, comercial, arancelaria, de crédito público, cooperación técnica y económica) de carácter económico-político en diferentes cursos de acción, que dan una combinación del pensar y actuar: Ramón Cárdenas, Alberto Adriani, Manuel Egaña, José Antonio Mayorbe y políticos, con auctoritas que reflexionaron sobre ambas y en particular, en forma profusa sin ser economistas en economía dado el manejo de la hacienda pública nacional en sus respectivos gobiernos como Rómulo Betancourt y Rafael Caldera. En el campo de la academia, también tenemos casos de una acertada combinación como es el caso de D. F. Maza Zavala, Asdrúbal Baptista, Teodoro Petkoff entre otros. Todos ellos han influido en la creación y sistematización de ideas, que puestas en práctica en funciones de gobierno, le dan a la economía un intensa vinculación con la política, vista desde la perspectiva de las relaciones de poder, interacciones que se producen en una sociedad que construye y estimula la creación de círculos de intelectuales y conocimiento en una interesante lucha, intercambio de construir una sociedad moderna.


En esta circunstancia, podemos observarla en la economía siguiendo la guía que nos diera ese gran maestro de la ciencia política como fue Manual García-Pelayo, quien define claramente dos tipos de fenómenos políticos, los que son como tal eminentemente políticos y los politizados. En este último tenemos a los politicamente condicionantes, es decir aquellos que no siendo políticos en sí mismos, tienen efectos decisivos sobre la política y los politicamente condicionados que son determinados y condicionados por motivaciones políticas para la implementación de políticas públicas.


En el caso venezolano se ubican cinco períodos decisivos en su devenir económico-político determinantes. Observamos que la economía no es sólo una construcción de una constelación de ideas, sino que ellas son un hecho concreto en el actuar de las relaciones humanas y de poder de la sociedad.

Por un lado, en los años 1958-1974 hubo un manejo coordinado y equilibrado de las variables macroeconómicas y políticas fiscal, monetaria, cambiaria estables que dieron un largo período de crecimiento virtuoso del PIB, luego, entre 1974-1983, se produjeron una serie de decisiones que ampliaron el espectro de acción empresarial del estado venezolano, del gasto fiscal, el endeudamiento público descentralizado que tuvo un importante impacto en la finanzas públicas. Aquí reflexionaron venezolanos de la talla de Allan Brewer Carias, Juan Carlos Rey y Mauricio García Araujo, entre otros haciendo serias y concretas observaciones críticas al tipo de políticas públicas implementadas.

El otro ejemplo es el 18 de febrero de 1983, que marca el fin de una época que era imposible mantener y se producen las primeras decisiones que buscan reorientar el gasto fiscal, y fomentar aún más un sector exportador no tradicional, llegamos así a 1989, que produce un verdadero viraje en el tipo de visión intelectual entre la política y la economía, que se va a materializar en un conjunto de políticas y medidas que ignoraron o sobre estimaron, el elemento del timing y acuerdo político y fue apartado y despreciado por completo. Hubo una fuerte acción ortodoxa, asumiéndose que los mecanismos del mercado podían corregir las debilidades de un estilo de desarrollo llevado a cabo por el país a lo largo de extenso tiempo histórico. Aquí se beneficiaron ciertos grupos financieros y lo más grave se puso en juego la gobernabilidad del sistema político.

La siguiente fase es abril de 1996, con el denominado cuerpo de políticas públicas de la Agenda Venezuela, que buscaba mediante un prudente equilibrio entre los mecanismos institucionales de la política y el mercado, llevar a cabo no sólo un sano balance macroeconómico, sino además, hacer eficiente el sector industrial y potenciar, los sectores donde tenemos ventajas competitivas como son el sector petrolero, de servicios y de esparcimiento (turismo) y de exportaciones no tradicionales. Todo enmarcado en búsqueda de reformas con consenso en lo laboral y la seguridad social, una política de privatizaciones prudente. En fin un manejo adecuado de lo económico, desde una perspectiva de la interacción política-estratégica.



El último período es signado por el más alto boom petrolero en décadas 1 trillón de dólares entre el año 2002 y el año 2013, que se despilfarro en políticas públicas inadecuadas y atrasadas, hoy estamos en puertas de una nueva etapa, con un alto nivel de incertidumbre, no sabemos a dónde vamos.

El desafío que encaremos como sociedad es inmenso, en un proceso de globalización imparable, que busca un sentido de equidad y justicia social. He allí lo fantástico y los intricado de la vinculación de la economía y la política, ya que interactúan fuerzas políticas, como lo macroeconómico incide en lo político y las herramientas de la ciencia económica para estudiar a la ciencia política y viceversa, he allí su interdependencia. La política tiene el deber de pensar en el largo plazo y en el bien común. Incorporando a la toma de decisiones todo el conocimiento técnico disponible, pero sobre todo una dimensión ética reconocible y compartida.



jesusmazzei@gmail.com

 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

El mito del capitalismo verde

 https://www.project-syndicate.org/commentary/green-capitalism-myth-no-market-solution-to-climate-change-by-katharina-pistor-2021-09/spanish

El mito del capitalismo verde

Sep 21, 2021KATHARINA PISTOR

NUEVA YORK – Las olas de calor, las inundaciones, las sequías y los incendios forestales están devastando comunidades en todo el mundo, y se volverán más severos. Si bien los negadores del cambio climático siguen siendo poderosos, la necesidad de una acción urgente hoy se reconoce mucho más allá de los círculos activistas. Los gobiernos, las organizaciones internacionales y hasta las empresas y las finanzas se están inclinando ante lo inevitable –o al menos eso es lo que parece.

De hecho, el mundo ha perdido décadas debatiendo planes de comercialización de carbono y rótulos financieros “verdes”, y la moda actual consiste simplemente en diseñar estrategias de protección sofisticadas (“compensaciones de carbono”) desafiando el simple hecho de que la humanidad está sentada en el mismo bote. Una “compensación” puede servirles a los tenedores de activos individuales, pero hará poco para evitar el desastre climático que nos espera a todos.

La adopción por parte del sector privado del “capitalismo verde” parece ser otro artilugio para evitar un reconocimiento como corresponde. Si los líderes empresariales y financieros hablaran en serio, admitirían la necesidad de cambiar el curso drásticamente para garantizar que este planeta siga siendo hospitalario para toda la humanidad ahora y en el futuro. Esto no tiene que ver con sustituir activos marrones por activos verdes, sino con compartir las pérdidas que el capitalismo marrón les ha impuesto a millones de personas y con garantizarle un futuro aún a los más vulnerables.

La noción de capitalismo verde da a entender que los costos de abordar el cambio climático son demasiado elevados como para que los gobiernos los asuman por sí solos, y que el sector privado siempre tiene mejores respuestas. En este sentido, para los defensores del capitalismo verde, la alianza público-privada garantizará que la transición de un capitalismo marrón a un capitalismo verde no tenga costos. Las inversiones valuadas de manera eficiente en nuevas tecnologías supuestamente impedirán que la humanidad caiga al abismo.

Pero esto suena demasiado bueno para ser verdad, porque lo es. El ADN del capitalismo hace que no sea hábil para lidiar con las consecuencias del cambio climático, que en gran medida es el resultado del propio capitalismo. Todo el sistema capitalista se basa en la premisa de la privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas –no de una manera maliciosa, sino con la bendición de la ley.

La ley ofrece licencias para externalizar los costos de saquear el plantea a cualquiera que sea lo suficientemente inteligente como para crear un fondo o una entidad corporativa antes de generar contaminación. Alienta el no cumplimiento de las responsabilidades ambientales generadas mediante una reestructuración en bancarrota. Y hace que países enteros resulten rehenes de reglas internacionales que privilegian la protección de los retornos de inversores extranjeros por sobre el bienestar de su propio pueblo. Varios países ya han sido demandados por empresas extranjeras según el Tratado de la Carta de la Energía por intentar reducir sus emisiones de dióxido de carbono.

Dos tercios de las emisiones totales desde la Revolución Industrial han sido producidas por apenas 90 corporaciones. Sin embargo, aún si los gerentes de los peores contaminadores del mundo estuvieran dispuestos a implementar una rápida descarbonización, sus accionistas se opondrían. Durante décadas, ha reinado el góspel de la maximización del valor para los accionistas, y los gerentes han aprendido que si se desvían de la ortodoxia serán demandados por violar sus obligaciones fiduciarias.

No sorprende entonces que las Grandes Empresas y las Grandes Finanzas ahora defiendan las divulgaciones climáticas como una salida. El mensaje es que los accionistas, no los gerentes, deben espolear el cambio conductual necesario; las soluciones se deben encontrar a través del mecanismo de precios, no de políticas basadas en la ciencia. Lo que queda por responder es el interrogante de por qué los inversores con una opción de salida fácil y muchas oportunidades de protección deberían preocuparse por la divulgación de un daño futuro para algunas compañías en su portfolio.

Obviamente, existe una necesidad de cambios más drásticos, como impuestos al carbono, una moratoria permanente sobre la extracción de recursos naturales, entre otros. Estas políticas muchas veces se descartan por considerarse mecanismos que distorsionarían los mercados y, sin embargo, idealizan mercados que no existen en el mundo real. Después de todo, los gobiernos han subsidiado generosamente a industrias de combustibles fósiles durante décadas, gastando 5,5 billones de dólares (pre y post-impuestos), o 6,8% del PIB global, en 2017. Y si las compañías de combustibles fósiles alguna vez se quedan sin ganancias para compensar estas exenciones tributarias, simplemente pueden autovenderse a una compañía más rentable, recompensando así a sus accionistas por su lealtad. El guion para estas estrategias está escrito desde hace mucho tiempo en la ley de fusiones y adquisiciones.

Pero la madre de todos los subsidios es el proceso centenario de codificar capital legalmente a través de la ley de propiedad, de empresas, de derecho fiduciario y de quiebra. Es la ley, no los mercados o las empresas, la que protege a los dueños de activos de capital aún si ellos le endilgan a otros enormes responsabilidades.

Los defensores del capitalismo verde esperan seguir con este juego. Es por eso que ahora están haciendo lobby con los gobiernos para subsidiar la sustitución de activos de manera que, en tanto baje el precio de los activos marrones, el precio de los activos verdes aumente para compensar a los tenedores de activos. Una vez más, el capitalismo tiene que ver con esto. Si representa o no la mejor estrategia para garantizar la habitabilidad del planeta es una cuestión totalmente diferente.

En lugar de abordar estas cuestiones, los gobiernos y los reguladores una vez más han sucumbido al canto de sirenas de los mecanismos amigables con el mercado. El nuevo consenso hace foco en la divulgación financiera porque ese camino promete cambio sin tener que ejecutarlo. (Resulta que también genera empleo para industrias enteras de contadores, abogados y consultores de empresas con poderosos ejércitos de cabildeo propios).

Era de esperarse que el resultado haya sido una ola de enverdecimiento. La industria financiera se mostró feliz de derramar billones de dólares en activos catalogados como verdes que resultaron no ser tan verdes. Según un estudio reciente, el 71% de los fondos catalogados como ESG (que supuestamente reflejan criterios ambientales, sociales o de gobernanza) están alineados negativamente con los objetivos del acuerdo climático de París.

Nos estamos quedando sin tiempo para estos experimentos. Si enverdecer la economía realmente fuera el objetivo, el primer paso sería eliminar todos los subsidios directos y los subsidios impositivos para el capitalismo marrón y ordenar que se interrumpa la “proliferación” de carbono. Los gobiernos también deberían imponer una moratoria a los contaminadores protegidos, sus dueños e inversores de responsabilidad por daños ambientales. De paso, estas medidas también eliminarían algunas de las peores distorsiones del mercado que existen.


KATHARINA PISTOR

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Katharina Pistor, Professor of Comparative Law at Columbia Law School, is the author of The Code of Capital: How the Law Creates Wealth and Inequality.

Aukus: ¿y la estrategia?

 

Aukus: ¿y la estrategia?, 

por Félix Arellano





Aukus: ¿y la estrategia?
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El mundo aún no sale de la sorpresa que ha generado el lanzamiento del Acuerdo Aukus (acrónimo en inglés de los países firmantes Australia, Reino Unidos y Estados Unidos), que se concentra en la defensa militar en la región Indo Pacífica, una jugada táctica de impacto, con la que se espera ejercer un efecto disuasivo y de contención a la expansión militar china, en particular en el mar meridional; empero, sus efectos, potencialmente paradójicos, exige de una mayor reflexión.

El acuerdo permite a Australia acceder a la tecnología de Estados Unidos para la construcción de una flota de submarinos de propulsión nuclear, pero también obtener tecnologías cibernéticas y de vigilancia marina. La participación del Reino Unido, en principio, se corresponde con los compromisos jurídicos inherentes al uso de la tecnología militar, toda vez que junto con Estados Unidos han sido los únicos países que han utilizado esa tecnología desde hace varias décadas

Críticos del acuerdo consideran que la puesta en escena para su presentación, con la participación de los jefes de gobierno de Australia, el Reino Unido y el Presidente de Estados Unidos, en una video conferencia simultánea, resultó un tanto exagerada, para la suscripción de un contrato de venta de tecnología militar.

Con el acto se aspiraba trasmitir la impresión de avanzar en la contención efectiva del militarismo chino; otros estiman que se trata de desviar la atención de la lista de problemas que están enfrentando los tres gobiernos que suscriben el Acuerdo. El gobierno chino no ha tardado en reaccionar airadamente, en coherencia con la nueva tendencia más agresiva de su política exterior, calificando el acuerdo como: “extremadamente irresponsable”. En el fondo debe celebrar, toda vez que contribuye a legitimar la carrera armamentista que China está desarrollando fuertemente desde hace varios años.

El acuerdo genera varias lecturas, entre ellas se pueden apreciar algunas contradicciones y limitaciones, que deberían ser analizadas y superadas, no olvidemos que el desafío chino afecta a muchos, en particular a las democracias occidentales, y debería ser abordado con creatividad, definiendo límites, pero sin menospreciar las oportunidades que se pueden presentar.


La seguridad de la zona del indo-pacifico, objetivo central del acuerdo, es un tema delicado y complejo, concentrar las soluciones exclusivamente en la defensa militar, que es importante, puede conllevar, entre otros, una simplificación del desafío chino, una limitada comprensión del problema, y evidenciar la ausencia de una estrategia que permita enfrentar el desafío en todas sus dimensiones.

En la medida que el Aukus se concentra en la defensa desde una perspectiva militar, tiende a privilegiar la visión conflictiva en las relaciones con China y las inscribe en una interpretación potencialmente suma cero, que podría desembocar, como lo han planteado algunos teóricos de la conspiración, en la inexorable “trampa de Tucídides”, con consecuencias impredecibles para toda la humanidad.

Por otra parte, concentrar la atención en las relaciones con China exclusivamente en la visión conflictiva, cierra oportunidades para la cooperación, que, si bien no se presentan fácil, no se deben menospreciar, ya que pueden generar espacios para el diálogo, la negociación y la cooperación; el camino necesario para enfrentar las amenazas que acechan al mundo global. Recordemos que la pandemia del covid-19 ha demostrado que los problemas globales no se superan con la actuación aislada de los países.

Limitar las posibilidades de cooperación con China resulta coherente con la estrategia de máxima presión que adoptó el presidente Donald Trump y mantiene el presidente Joe Biden; empero, resulta conveniente analizar la efectividad de esa estrategia, que no resuelve los problemas que la originaron, crea nuevos como las reacciones en reciprocidad, tiende a fortalecer al sancionado y aísla al sancionador.

Otra alerta que genera el acuerdo tiene que ver con la ausencia de coordinación con los aliados occidentales, en particular con la Unión Europea y las reacciones no se han hecho esperar. Al respecto, Josep Borrell, canciller de la Unión Europea, ha expresado la sorpresa y malestar frente al acuerdo, que puede afectar la renovación y fortalecimiento del diálogo transatlántico, uno de los objetivos que el presidente Biden resaltó con insistencia en su pasada visita oficial a Europa.

La repetida propuesta del presidente Biden “América ha regresado” y la renovación del diálogo transatlántico, que generaron grandes expectativas, pareciera que se estancan, al observar, tanto el desorganizado retiro de las tropas de los Estados Unidos de Afganistán, que afectó la evacuación del personal europeo; como el repentino anuncio del Aukus, que complica la coordinación transatlántica frente el desafío expansionista chino y, adicionalmente, afecta directamente intereses de Francia.

Conviene destacar que Australia se había comprometido a la compra de submarinos franceses “clase attack” desde el 2016, lo que fue calificado por Francia, en su oportunidad, como “el contrato del siglo”. Ahora el Aukus conlleva la abrupta ruptura de ese compromiso, y Francia ha expresado su malestar, calificándolo como: “una puñalada por la espalda” y convocando su Embajador en Australia a consultas.

Una de las señales más delicadas que genera Aukus tiene que ver con la ausencia de una estrategia comprensiva e incluyente para definir límites y aprovechar oportunidades con China. El desafío chino es de gran complejidad, bien lo ha definido la Unión Europea como un “rival sistémico”, abarca una diversidad de temas y se expande a escala mundial, con especial atención en los países en desarrollo, donde se posiciona como el principal inversionista y socio comercial.

En el plano económico la expansión china ha logrado importantes avances y la Ruta de la Seda constituye el proyecto más emblemático de dimensiones globales; por el contrario, occidente pierde espacios y liderazgo. El aislacionismo del presidente Trump, su retiro del acuerdo comercial Transpacífico y de las negociaciones del acuerdo comercial con Europa, han facilitado el proceso de expansión económica de China.

Adicionalmente, la ausencia de las economías occidentales, en particular de los Estados Unidos, en los países en desarrollo, ha fortalecido la presencia y el liderazgo de China.

Por otra parte, debemos tener presente la nueva orientación más agresiva en la política exterior que está desarrollando el presidente Xi Jinping, dejando atrás la fase del bajo perfil, el “soft power”. En la nueva tendencia nos encontramos con una política exterior de acciones hostiles; entre otros, cabe destacar: la presión sobre Hong Kong y Taiwán la llamada provincia rebelde; los problemas en la frontera con la India, las guerra comercial con Australia, los problemas de renegociación de deuda externa con varios países de África, problemas de pesca ilegal en América Latina, crecientes tensiones en materia de derechos humanos y la fuerte competencia por el liderazgo de las nuevas tecnologías.

La complejidad del desafío chino exige de una acción amplia, creativa y muy bien coordinada por parte de las democracias occidentales, el presidente Joe Biden generó esperanzas para avanzar en ese largo, difícil, pero necesario proyecto; empero, el Aukus poco contribuye en el logro del objetivo, e introduce dudas sobre las posibilidades de poder avanzar en una perspectiva creativa, pragmática e incluyente; que permita definir límites al avances chino, sin destruir las oportunidades que se pueden presentar para enfrentar los problemas globales.

Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.

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