ELOGIO
DEL PLÁTANO Y DEL CAMBUR
Enrique Viloria Vera
El muy consumido y sabroso fruto denominado banana, conocido también como plátano guineo, maduro, banano, cambur o gualele, es un fruto comestible, de varios tipos de grandes plantas herbáceas del género Musa. A estas plantas de gran porte que tienen aspecto de arbolillo se las denomina plataneras, bananeros, bananeras, plátanos o bananos.
Los plátanos - de los que se conocen
más de 1000 variedades-, proporcionan alimento a grandes poblaciones humanas
cocinados en dos formas principales:
·
Plátanos de postre o dulces, para comer principalmente
crudos, con gran parte de su fécula convertida en azúcar, en dulce placer, destacando la
variedad cavendish.
·
Plátanos de cocinar o de guisar, más grandes, se comen
cocidos de formas diversas, con diferentes variedades como el plátano macho o el pisang awak en Asia. Se suelen
consumir hervidos, asados o fritos, independientemente de si están maduros o
no.
El término plátano surgió en
el siglo XV desde el latín platanus, que a su vez
proviene del griego antiguo en el que plátos significa
«ancho», haciendo referencia a la anchura de las hojas del árbol. Se cree que
la palabra «banano» es de origen africano, posiblemente de la idioma wólof o de las lenguas bantúes banaana, que
posteriormente pasó al portugués. Banana surgió más tarde, alrededor
del siglo XVIII, posiblemente como préstamo lingüístico por el comercio con los portugueses, que entró luego al vocabulario
castellano por Canarias y se extendió a América, donde en algunos lugares se
prefiere usar el término «banana».
Como disfruto comer al hermano mayor
del cambur, el plátano, en cualquiera de sus modalidades para cocinarlo:
horneado entero para luego añadir queso blanco, en tajadas para darle barandas
a un pabellón, verde para freír tostones o patacones, eso sí sin Kétchup, en la
muy criolla torta o en tortitas del fruto con queso, y por supuesto, el rey de
mi cocina, horneado con mantequilla, ron y canela en rama; al igual que el
guineo su hermano menor, que también hace de las suyas en los baratos menús de
la Francia de mis tiempos de estudiante de posgrado en París, y en el menú de
los venezolanos de pocos ingresos sancochado o en forma de buñuelo.
El gordito y robusto cambur manzano, nunca me
gusto; los titiaritos sí, de su primo el topocho tengo noticias cuando engalana
un hervido de carite o de picúa.
¡BUEN PROVECHO!
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