jueves, 30 de abril de 2020

Petróleo y producción


Petróleo y producción


César Andrea Pérez


La explotación de la riqueza petrolera es la actividad más importante de la economía venezolana.   Históricamente, este negocio del petróleo ha sido el principal contribuyente de divisas a la nación, lo que ha permito que el país financie las necesidades de inversión en infraestructura, industria, finanzas, educación, alimentación, entre otros. En el concierto mundial de países productores y exportadores de petróleo, Venezuela ha jugado un rol importante.
De hecho, finalizando la Segunda Guerra Mundial el ingreso promedio de los venezolanos sobrepasaba el de Argentina y superaba el de los países europeos, exceptuando el Reino Unido y Suiza, lo que evidencia el rol importante del ingreso petrolero en el circuito económico.
No obstante, esta abundancia de este recurso natural, ha permeado la política, la economía, la cultura en torno al mismo, además, ha permitido el nacimiento de múltiples teorías como “el efecto Venezuela”, la “enfermedad holandesa”, “la maldición de los recursos naturales”, “volatilidad cambiaria”, en otros, que buscan explicar, porqué algunos países con abundancia de recursos naturales no han permitido diversificar tu tejido productivo.   
La característica del provecho de este recurso ha sido muy volátil en la economía venezolana; es allí donde históricamente el Estado ha intervenido para aminorar el impacto de shocks en las variables macroeconómicas, por ejemplo, el gasto público. Es este sentido, para reducir el efecto de la ciclicidad de los ingresos petroleros en la economía, se han diseñado políticas como la creación del Fondo de Inversiones Venezuela (FIV) y el Fondo de Inversiones para la Estabilización Macroeconómica (FIEM). 
Algunos estudios de la presencia del petróleo en la economía de Venezuela han dado lugar a caracterizar el aparato productivo como de “especialización ineficiente en bienes no transables”, esto quiere decir, que nos hemos especializado en aquellos bienes que no son susceptibles de ingresar en el comercio internacional.
Según cifras provenientes del banco Central de Venezuela, para el primer trimestre de 2019 por el orden del 59% de la conformación del producto interno bruto lo representan actividades económicas no transables tales como comunicaciones (16,4%), servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler (14,6%), producción de servicios de gobierno en general (19,3%), entre otras, en cambio la manufactura y minería ocupan el 5,3% y 0,3%.
En tal sentido, es pertinente considerar una propuesta de diversificación productiva sustentable alrededor de la presencia de recursos naturales como el petróleo y la petroquímica y dirigir recursos financieros y capital humano hacia actividades como la agricultura e industria, de forma que exista armonía en el crecimiento de las actividades económicas y el aprovechamiento nuestras ventajas comparativas.

César Andrea Pérez
Economista
Cesar.andrea49@gmail.com



Emeterio Gómez: In Memoriam


Fue articulista del El Universal, a partir de los años 80, y en los últimos años, se dedicó a escribir sobre los problemas de la ética, economía, política y la vida del ser humano en general

JESÚS E. MAZZEI ALFONZO
30/04/2020 05:00 am


Uno de los más brillantes economistas venezolanos de los últimos 50 años, falleció el pasado 20 de abril, por coronavirus, en las Islas Canarias, España acompañado de su esposa e hijos, a la cual a él, lo habían trasladado para tratarse de las secuelas de un afección cardíaca y las consecuencias del trauma craneoencefálico que había sufrido en el año 2013, tenía 78 años cuando culminó su periplo vital luego de una intensa y exitosa vida intelectual, dedicada a la docencia e investigación en la UCV, y en la Universidad Simón Bolívar donde daba clases de filosofía, se jubiló de la UCV, como profesor titular. Fue asesor y miembro de Cedice, donde adquirí en la librería su libro Socialismo y Mercado, donde lo conocí y que me abrió una ventana al conocimiento de ver la cara real del marxismo y la economía por allá en los años 80. Coincidimos en otros escenarios como la Copre, entre otros y siempre fue un ser humano abierto, de hecho, claro en sus ideas y frontal al adversario ideológico (sobre todo a los marxistas-leninistas que había en la UCV, fundamentalmente y los cuales conocía perfectamente, él originalmente fue marxista) fue también conferencias del IESA, entre otros centros académicos a los cuales se vinculo intelectualmente.


En otro orden de ideas, Emeterio Gómez nació en el estado Nueva Esparta el 12 de marzo de 1942. Se graduó de economía en la Universidad Central de Venezuela en 1965 y realizó un postgrado en filosofía en la Universidad Simón Bolívar, y se doctoró, en Ciencias Sociales en los años 80 (cosa rara, no fue individuo de número de la Academia Nacional de Economía). Fue director en Ciencias Sociales de la Universidad de París en 1980 y profesor de pregrado y postgrado, titular de la UCV desde 1966. Además, fue autor de varios libros importantes en la historia económica del país como El Empresariado Venezolano, Marx, ciencia o ideología, Padre, Confieso que he invertido y Capitalismo solidario versus socialismo del siglo XXI (2007, Caracas: Los Libros de El Nacional), entre otros.

Fue articulista del El Universal, a partir de los años 80, y en los últimos años, se dedicó a escribir sobre los problemas de la ética, en la economía, la política y en la vida del ser humano en general, en artículos densos y profundos como muy pocos en los últimos años hasta que público su último artículo a fines del año de 2013. También fue articulista del Diario de Caracas, entre 1982 y 1984. A Emeterio, lo rencontraré años después, cuando realicé mis estudios de postgrado en economía internacional en la UCV, en 1986, en la cátedra que regentaban dos tremendos maestros: D.F. Maza Zavala y Maxim Ross, quienes fueron mis profesores en la materia Economia Mundial I y II. Fue una experiencia maravillosa. Consulté y coleccione, también sus artículos de opinión tanto del Diario de Caracas, como en El Universal, los cuales son una fuente de consulta permanente.

De sus ideas claras deseo citar algunas por ejemplo de una entrevista a El Universal en el año de 2012, decía ”…: El núcleo se encuentra en el libro que estoy publicando, que se llama La Responsabilidad Moral de la Empresa Capitalista. Allí dije que el neoliberalismo, que en efecto se impuso a sangre y fuego en la década de los 80 por Ronald Reagan en EEUU, Margaret Thatcher en Inglaterra y Augusto Pinochet en Chile, es inviable, porque no puede resolver el problema de la pobreza. La única manera de avanzar rápidamente en la solución de ese problema es, justamente, la responsabilidad moral de la empresa. Además, hay un componente de presión social en ese sentido. Cualquier empresa de la que se divulgue que realiza prácticas inescrupulosas, cae enseguida. Porque la preocupación por los derechos humanos o cualquier discriminación (contra ancianos u homosexuales, por ejemplo), empieza a pesar sobre el nivel de aceptación de la marca…”

Y, más adelante expresa una idea que dejaría fuera de lugar a los liberales recalcitrantes…: “Voy a comentarle un hecho que fue real: Después de ocho horas hablándole a 40 empresarios sobre la responsabilidad moral de la empresa, uno se me acercó al final y me dijo ‘tú lo que planteas es la misma vaina de Chávez’. Yo le dije que sí, y fue un poco mi posición el pasado martes en Cedice. Si nosotros, los liberales -yo me siento profundamente liberal- no asumimos la bandera de la lucha contra la pobreza, el mundo se encamina a la barbarie, porque el capitalismo solo, la mano invisible del mercado, no soluciona a corto plazo el problema de sociedades como la venezolana, con 60 ó 70% de pobreza. Y eso sólo lo pueden hacer las trasnacionales, que tienen más que los Estados…”.


Asimismo en la misma entrevista una guinda… No hay ningún socialismo del siglo XXI. El socialismo que está propulsando el presidente Chávez es el del siglo XIX y cuidado si no del XVIII. Lo que el Presidente tiene en la cabeza es premarxista, se encarna en el socialismo utópico, el de Proudhon, y Saint Simon, que es un término que a mí no me gusta, porque el socialismo marxista también ha demostrado ser utópico. El marxismo es una ilusión tonta, por lo tanto, no puede ser científico como fue la pretensión de Engels, quien escribió Del socialismo utópico al socialismo científico.


No hay ninguna posibilidad de construir un régimen socialista sobre la base de los incentivos morales y la propiedad colectiva si tú no desarrollas en el ser humano una capacidad de producir bienes y servicios en una forma rentable. Tú puedes crear las cooperativas que te dé la gana, pero si tú no le dices a las cooperativas que tienen que ser competitivas, rentables y acumular capital, todo lo demás es tontería….”.




Hoy a 15 años de esa entrevista, que le ofreció a Pedro García Otero, que cobra gran actualidad, siempre fue un individuo que no rehuía la polémica y el debate, finalizo con esto ”… esto es capitalismo de Estado: Yo he venido insistiendo cada vez que puedo, esto es un comunismo, que tiene elementos de capitalismo de Estado. Si usted se lee los lineamientos estratégicos de noviembre de 2004, eso está expresado, a tal punto que en un momento, Chávez dice: “Esto no va hacia el comunismo”, y agrega en la edición de Martha Harnecker, “todavía”. Eso quiere decir que la propuesta básica es comunismo, y eso está ratificado ahorita, porque Chávez ya habla abiertamente de propiedad colectiva, de eliminación de incentivos materiales y su sustitución por incentivos morales, y esa es la propuesta premarxista, marxista o como sea, pero si usted liquida la propiedad privada, usted no tiene ninguna posibilidad de construir un modelo económico viable….”.

Gracias Emeterio, descansa en paz y dejas unas ideas muy sembradas.

jesusmazzei@gmail.com


miércoles, 29 de abril de 2020

ECONOMÍA, VERDADES (Y “VERDADES”) EN UN ENTORNO DISTORSIONADO. …ESAS COSAS QUE PUEDEN SER IRREVENTES EN VENEZUELA…


ECONOMÍA, VERDADES (Y “VERDADES”) EN UN ENTORNO DISTORSIONADO. …ESAS COSAS QUE PUEDEN SER IRREVENTES EN VENEZUELA…

Eduardo Ortiz Ramírez


Iniciando los setenta del siglo XX, Héctor Silva Michelena señalaba que para que el sector privado venezolano invirtiera un (1) bolívar, el Estado debía invertir dos (2). Una década después le escuché a un exitoso empresario del campo y la agroindustria, señalarle a otro del área avícola “¿…y porque ustedes no invierten solos en esos almacenes fríos en puertos y quieren que el Estado lo haga junto a ustedes?” El empresario avícola se sintió apenado y le respondió que era que no tenían suficientes recursos. Una década más adelante, el Estado salió en avances con problemas bancarios explosivos en el año 1994[1]. A pesar de estas cosas y de haberse presentado hasta finales de los setenta, dos décadas de buena evolución económica y social y de ser las dos décadas siguientes (ochenta y noventa), aunque en forma pronunciadamente decreciente, de tránsito relativamente aceptable[2]; a pesar de todo lo señalado, pues, durante los lustros más cercanos a finales de los noventa se agudizaron las críticas y exigencias sobre que debían restituirse las garantías económicas que habían estado suspendidas y, más aún, sobre el carácter asfixiante de las gestione estatales. Efectivamente, los criterios presidencialistas existentes en Venezuela, la democracia de partidos, el rentismo, la corrupción y otras taras, hicieron de las suyas hasta antes de iniciarse la terrible administración bolivariana. Pero no es eso, lo que queremos destacar en esta nota, sino lo que su título indica.

Veamos las verdades. En primer lugar, las ganancias de la actividad privada. No ha sido fácil asimilar que las ganancias de la actividad empresarial, puedan ser ponderadas cuando se las ha comparado con la tasas de ganancia en el mundo desarrollado; la ganancia en Venezuela siempre se ha deseado alta y boyante. En segundo lugar, solo una pequeña porción del empresariado realizó labores de tipo social o aquellas que propendieran a impulsar el desarrollo del país. El Estado asumió siempre por ejemplo, la creación de infraestructura. Por otra parte, hasta los años setenta Venezuela tuvo índices inflacionarios bajos, por cerca de casi dos décadas. Los trabajadores recibían -si no en su totalidad, si en espacios importantes- salarios aceptables y los precios no presentaban mayores sorpresas. Anecdóticamente, siempre se recuerda el aumento del litro de leche de Bs 1  a Bs 1 más 1/8 o una locha, como era conocida tal parte del bolívar. Los servicios tenían muy bajo costo y eso no se protestaba por supuesto. Si bien la cobertura no era del nivel de países más avanzados,  una (1) llamada telefónica desde una casa o habitación familiar, valía también una locha –en parte de los sesenta y setenta-, durase el tiempo que durase. Los precios estables, más que los controles eran expresión y determinante de tranquilidad y situaciones contrarias a un azaroso comportamiento de la economía y el bienestar.

La orientación de controles de precios puede decirse eran naturales, incluso en aquellos precios de subsidio que durante lustros le ofreció el Estado al sector privado a través de sus empresas básicas[3]; a pesar de esto la  acción estatal siempre terminó considerándose negativa ya en los años 80. Destacándose por parte de voceros del área empresarial, una omnipresencia del estado en la economía y la sociedad. La actividad de la primera administración de CAP (1974/1979) -y no alterado ello por LHC (1979/1983)- le permitieron tener al Estado cerca de 400 entes descentralizados[4]. Ello deterioró la idea de los servicios públicos en grado alto y de la función pública en sentido general. Jaime Lusinchi 1984/1989, nuevamente CAP 1989/1993 y Rafael Caldera 1994/1999 no lograron subsanar este daño específico, pero abarcante de muchos otros. La función pública siguió maltrecha y alimentando la corrupción. Un país que había tenido un alto nivel de vida se encontraba sin saberlo camino al desastre.

Tal posibilidad aparecería cada vez más durante más de 21 años, con las  concepciones y ejecutorias de la administración bolivariana, y que fueron apareciendo desde los primeros días de 1999. Sus concepciones pasaron a ser expresadas como contrarias a todo lo logrado durante los previos cuarenta años a 1999. Más aún, se expresó la diferencia contundente con el desarrollo mismo y los logros tenidos durante tales años, los cuales pasaron a ser negados en sus logros, méritos y avances. Debía imperar la concepción del poder originario, popular y la conformación del poder cívico-militar. Para ello se estructuró la Constituyente de 1999 y todos los siguientes pasos que han llevado a la conformación de todo lo contrario a las esperanzas puestas por sectores diversos del país en la administración iniciada en tal año, con los resultados de destrucción económica e institucional.

Sus concepciones han remitido  a juzgar como inconvenientes, la libertad empresarial, los criterios de mercado, las vinculaciones internacionales con EE.UU. y naciones emblemáticas del capitalismo a nivel internacional. Crecientemente fue conformando la administración, un vínculo con algunos países de los restos del socialismo de la guerra fría, o de naciones de confusiones y mezclas con capitalismo del más salvaje como Rusia y China, que han pasado a albergar a grupos reducidos de los milmillonarios del mundo.  Visto desde 2020, la administración  ha terminado derrotada por el dólar, al cual había dedicado un férreo control de cerca de 15 años que dejó grandes dividendos a grupos de privilegiados y cercanos a/o miembros de las camarillas y sin opciones para atender la hiperinflación imperante desde 2017, siendo lo más curioso el desarrollo de “verdades“ ahora en connivencia tácita o directa entre la administración y los espacios donde surgen estas últimas.

 Se trata  de un contexto donde los controles de precios pasan a ser vistos como la fuente de la escasez y la inflación; y no es que no lo sean, sino que la satanización de cualquier forma de registro y supervisión por leve que fuese deja a las externalidades negativas del mercado, la posibilidad de afectar e influir en el deterioro del bienestar de los ciudadanos, que fue lo que siempre (y todavía) buscó compensar el Welfare State. Debe entenderse, además, que en estas latitudes[5] la sociedad civil (o espacio de defensa de los intereses del propio ciudadano) no tiene ni la organización ni la fuerza que históricamente ha alcanzado en otros lugares y naciones.

La economía informal y el menudeo así como las ventas ubicadas para los llamados bachaqueros, en momentos están articulados a los propios comerciantes formales de quienes aquellos, en algunos casos, son dependientes. Las recientes medidas  de fijación de precios controlados para 27 productos pone o fija precios altos, y en dólares[6],  para la remuneraciones existentes que en el propio sector público y en áreas del sector privado  continúan siendo bajas y en bolívares soberanos depreciados. Tales precios se presentan así considerablemente distantes de los ingresos mínimos y regulares, que en otros países de la región se perciben en dólares. Este cuadro implica un conjunto de interrelaciones que van más allá del hecho de que cualquier supervisión o fijación de precios sea el factor determinante en este contexto de altas distorsiones en salarios y precios relativos.

En el mismo caso de los precios fijados recientemente, pensemos que la carne en vez de ser fijada a casi 4$ lo fuese a 6 dólares y el queso blanco en vez de a 2,30 $ a 4 $ y así con otros productos. Estos productos  a estos precios, se relacionarían de manera distinta con las potencialidades y prioridades de compra de los consumidores. Así lo que puede ser verdad sobre efectos de los controles en relación a los precios y el mercado pierde su cualidad, dado un aumento más alto con un contexto salarial y de precios como el indicado.

Debe entenderse que la economía, ha albergado elementos estructurales, que la permiten describir como una de profundas distorsiones de salario y precios relativos, donde la inacción estatal deja numerosos agentes en posibilidad de aprovechar y fomentar distorsiones para su beneficio e independientemente del rumbo por el que pueda transitar o estancarse la economía, o ver los ciudadanos promedio cada día más deteriorado su nivel y calidad de vida. El grupo de ingresos dolarizados (en cuanto a que les ingresan dólares) o alto no es mayoritario.

La única manera de corregir algo de este escenario distorsionado (dado no se observan otras políticas y opciones), seria dolarizar sin que sea una propuesta de soluciones completas ni que la alberguemos como solución inevitable. El asunto es que sería lo único que en este ambiente de inadecuadas políticas, economía destruida y de verdades y falacias (“verdades”) podría medio enmendar las condiciones de deterioro de la mayoría de la población; paradójicamente, logrados estos resultados, por una administración revolucionaria de más de 21 años. Para empezar y no hacer mucho esfuerzo analítico: salario mínimo en un nivel de 300$, más cualesquiera figuras adicionales de compensación; los restantes sueldos y salarios irían de ahí hacia arriba con las escalas pertinentes para labores técnicas y profesionales. Desapareciendo los bolívares; los bancos y cajeros trabajando con dólares y por ahí irían los nuevos funcionamientos, acabándose los portales, dólar oficial y funcionando eso si la economía con precios internacionales sin que se dé la sinuosa inflación en dólares. Que lo hagan, pues, para que este más claro el escenario de las verdades.

29 de abril 2020
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com




[4] Puede verse Empresas del estado en America Latina. Escobar, Janet Kelly de. Published by Ediciones IESA;, 1985

[5] Específicamente las de Venezuela, con su arrastre de destrucción de buena parte del país durante tiempos largos del siglo XIX,  rentismo craso durante buena parte del siglo XX y lo que va del XXI, democracia de partidos, presidencialismo, caudillismo y riqueza súbita de un petroestado.

martes, 28 de abril de 2020

HAMBRUNA SOCIALISTA DEL SIGLO XXI


HAMBRUNA SOCIALISTA DEL SIGLO XXI
                                                                                           Enrique Viloria Vera
Asaz de desdichada es la persona
 que a las dos de la tarde no se ha desayunado.
Miguel de Cervantes


La desnutrición producida por el hambre dificulta el desarrollo físico e intelectual de las personas, debilita el sistema inmunológico, lo hace más vulnerable ante enfermedades e infecciones, y afecta especialmente a mujeres y niños. Entre las recientes grandes hambrunas tenemos:

 En 1943, la hambruna desastrosa en Bengala (India) mató a más de 1 millón de personas y afectó a 60 millones de personas. Entre 1958 y 1961, en China más de 15 millones de personas fallecieron a causa de la inanición resultante de sequías e inundaciones, agravadas por el caos económico y político. En 1966 y 1967, hubo una grave hambruna en Bihar (India). La guerra de Biafra (Nigeria), entre 1968 y 1970, hundió al país en el hambre y la miseria. Entre 1968 y 1973 la hambruna afectó a la zona de El Sahel, especialmente en el Chad, Malí, Mauritania, Nigeria, Senegal y el Volta Superior, actual Burkina Faso. En Etiopía, la sequía de 1984 agravó la situación de una zona afectada por el hambre ocasionando la muerte de un millón de personas.

 En la década de los noventa, en Angola, Liberia, Mozambique y el sur del Sudán, los disturbios civiles agravaron la desnutrición y las muertes por hambruna. En Ruanda se incrementaron las muertes por inanición y por los brotes de cólera y disentería entre los refugiados que escaparon a Zaire en 1994. La guerra civil en la ex Yugoslavia provocó graves carencias de alimentos entre la población, especialmente en Bosnia. En Somalia, los conflictos y la sequía de 1992-93 provocaron una hambruna que acabó con unas 300.000 vidas humanas y años más tarde, en 1999 la fuerte sequía provocó la muerte de cerca de un millón de personas.  En 2009 se cuadruplicó el número de personas que padecen hambre en el sur de Sudán, pasando de un millón contabilizado a principios de ese año hasta los 4,3 millones de principios de 2010, debido a la sequía y a los conflictos que vive el país. Y paremos de contar las penas ajenas.

La dirigencia socialista de la malhadada Venezuela bolivariana, castro – comunista, revolucionaria y antiimperialista, está haciendo - con desconocida eficiencia -, todo lo necesario para que el maltratado país entre rápidamente en la ignominiosa lista. La FAO, ubicó a Venezuela entre los 10 países del mundo con “alto riesgo” de surgimiento de una emergencia o un deterioro significativo de la situación actual de su seguridad alimentaria y la agricultura, con efectos potencialmente severos que ya son más que evidentes   El informe sitúa a Venezuela en el tercer lugar de este ranking, en orden de intensidad (nivel alto de probabilidad y de impacto). Los otros países señalados son Yemen, Sudán del Sur, Sudán, Zimbabue, Camerún, Burkina Faso, Haití, Afganistán y Nigeria.


 ¡NO TENEMOS COMIDA, PERO TENEMOS PATRIA!    ¡CHÁVEZ VIVE!








Mercosur: ¿en terapia intensiva?

Mercosur: ¿en terapia intensiva?, Félix Arellano

Mercosur


No sería exagerado afirmar que desde la conformación de un Mercosur ideológico, proceso que reforzó la incorporación del proceso bolivariano venezolano, el bloque se ha mantenido en crisis permanente. Primero, concentrado en las tormentas bolivarianas, ahora son las diferencias con el gobierno de Alberto Fernández en Argentina; empero, en el mar de fondo subyace la creciente inestabilidad política en Brasil, y todo converge en el permanente desplazamiento del tema Mercosur en las agendas nacionales.
En la medida que el desinterés por el Mercosur se va intensificando y prolongando en el tiempo, el bloque se va tornando un asunto marginal, al punto que los gobiernos pueden asumir que podrían funcionar mejor, sin mantener los ambiciosos compromisos previstos en el Tratado de Asunción, particularmente en lo relativo a la construcción de la unión aduanera y el mercado común.
El radicalismo ideológico en el Mercosur lo promueven los Kirchner en Argentina, Lula en Brasil, Lugo en Paraguay, el Frente Amplio en Uruguay; pero, logra su mayor apogeo con la incorporación de Hugo Chávez.
Ahora bien, es un doble discurso para los cuatro países fundadores, pues si bien atacan al sistema y apoyan las furibundas declaraciones bolivarianas contra el capitalismo y los Estados Unidos, en la práctica, al interior de sus países, mantuvieron economías de mercado sin mayores intromisiones.
Que el discurso antisistema se desarrolle fundamentalmente en el marco del bloque, va evidenciando el poco interés que genera el proceso de integración. Esta situación podría definirse como la crisis estructural del Mercosur, pues contempla problemas no resueltos en los diversos compromisos fundamentales. Se trata del mantenimiento de limitaciones en la zona de libre comercio, en particular las medidas no arancelarias; la diversidad de perforaciones del arancel externo común (AEC) y la parálisis en la conformación del mercado común.
Por un buen tiempo la crisis venezolana concentró la atención del Mercosur y desplazo los temas de fondo. Finalmente, el gobierno uruguayo aceptó la propuesta de los otros tres países y se aprobó la aplicación de la Cláusula Democrática (Tratado de Ushuaia). Con la suspensión del proceso bolivariano se superó este capítulo. Pero esto no conllevo que se retomara la coherencia y disciplina de trabajo; por el contrario, los países optaron por una salida efectista, concentrándose en una ambiciosa agenda de negociaciones internacionales, desplazando de nuevo decisiones fundamentales.
En la agenda internacional, el primer objetivo acelerar las negociaciones con la Unión Europea (UE), que habían iniciado en 1995, y finalmente se logró firmar el acuerdo en junio del 2019; ahora, el texto está sujeto a la ratificación de cada uno de los países miembros de la UE y luego del Parlamento Europeo. Un proceso lento, cargado de obstáculos, entre otros, el desarrollo del Brexit, y ahora la grave crisis de la pandemia del coronavirus.
La firma del acuerdo con la UE renovó el optimismo en el bloque, también la estrecha relación entre los Presidentes de Argentina Mauricio Macri y de Brasil Jair Bolsonaro. En este contexto, se amplió significativamente la agenda de las negociaciones, incluyendo a: EFTA (integrada por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza), Canadá, Corea del Sur, India, Singapur, Líbano y la Alianza del Pacifico. Los encuentros técnicos fueron avanzando, pero las tensiones políticas retomaron de nuevo la atención del bloque.
El triunfo de Alberto Fernández en Argentina y el duro cuestionamiento del Presidente Bolsonaro, reabrieron las tensiones y de nuevo desplazaron la atención. En Brasil, importantes sectores económicos y miembros del equipo del Presidente Bolsonaro, en particular su poderoso ministro de economía Paulo Guedes cuestionan al Mercosur; particularmente, los compromisos relativos a la unión aduanera, en el fondo aspiran mayor autonomía en el manejo de las negociaciones internacionales.
La luna de miel generada por las negociaciones internacionales se desvanece el pasado viernes 24, cuando el gobierno argentino informó su decisión de congelar su participación en las negociaciones, debido a la grave crisis de la pandemia.
Los otros países miembros del Mercosur, e incluso la oposición interna en Argentina han rechazado tal posición
La decisión argentina, legitima y fundamentada, también refleja poco interés en el Mercosur. Es evidente que en el marco de la pandemia no resulta posible lograr mayores avances en las negociaciones, empero, la declaración unilateral de Argentina, debilita al bloque. En la práctica nos encontramos con la parálisis de las negociaciones, la pandemia acaparando la atención de los gobiernos y, adicionalmente, la crisis política que se agudiza progresivamente en Brasil.
En efecto, con la reciente renuncia del Ministro de Justicia, el prestigioso juez Sergio Moro, a quien las encuestas ubican en niveles de popularidad mayores que al Presidente, debilita la cuestionada gestión de gobierno. La salida de Moro se produce luego de la renuncia del Ministro de Sanidad en plena pandemia, el enfrentamiento con varios gobernadores, las históricas diferencias con el Vicepresidente, los problemas que está generando su entorno familiar y las crecientes reservas de buena parte del sector militar.
Todo indica que Mercosur exige de una revisión profunda, en ese contexto se inscribe el futuro de la situación venezolana en el bloque, para ello es necesario recuperar nuestra democracia.
Ahora bien, es evidente que el ingreso ilegal e ilegitimo debe ser revisado, sin menospreciar la importancia del bloque en términos económicos y de alianza política