Entonces los gobiernos pierden los contrapesos, equilibrios y regulaciones
en sus acciones. Ese es un primer problema a enfrentar y hay que tratar de
resolverlo hacia el porvenir
JESÚS E. MAZZEI
ALFONZO
16/04/2020 05:00 am
La pandemia del Covid-19, la cual no es
una gripe cualquiera, sino una enfermedad infecto-contagiosa muy grave, una
gripe neumónica, muy seria, también es probable que en el futuro, afecte la
calidad vida de los regímenes democráticos tal como los conocemos hoy; en
varios niveles, por un lado, el calibre de los derechos y garantías que la
sustentan, por otro lado, la gestión gubernamental de los problemas
socio-políticos que debe enfrentar la democracia y finalmente, vinculado a esto
la ventaja comparativa de la democracia versus los regímenes autoritarios, para
lidiar con problemas y buscar soluciones a los asuntos de gobierno no sólo
eficientes sino equitativos.
Los derechos y garantías, como hemos visto en este días se han visto constreñidos y regulados, buscando contener la difusión y expansión del contagio del virus con el asilamiento y confinamiento social, como medida de contención y además, con otras medidas complementarias en la concientización de la gente (lavado de las manos, mayores medidas de higiene, etc). Esto ha hecho que políticos populistas aprovechen las circunstancias para coartar las libertades públicas y debilitar las reglas formales e informales de las democracias por ejemplo, en Hungría, Polonia etc. Surge pues un dilema, como muy bien lo perfila el politólogo brasileño Eduardo José Grin “…Ante el temor a la infección y la muerte, las personas han reducido aún más su interacción con la esfera pública y la política, lo que abre el espacio para la tiranía de la mayoría, según lo definido por Tocqueville. No menos importante, el pacto hobbesiano extremo aparece al acecho con la disyuntiva autoritaria siempre tentadora: ¿defensa de la vida o mantenimiento de las libertades?...”. Entonces los gobiernos pierden los contrapesos, equilibrios y regulaciones en sus acciones. Ese es un primer problema a enfrentar y hay que tratar de resolverlo hacia el porvenir y se presenta como un desafío de la democracia. Es el dilema entre libertad y seguridad.
El otro problema, es la gestión diaria que debe tener un político en funciones de gobierno, en una democracia porque aquí la política no sólo se mueve bajo la influencia de las políticas, sino también por efectos inesperados, como por ejemplo la incertidumbre y alta velocidad de la volatilidad de los fenómenos que influyen en ella (El coronavirus es una muestra fehaciente de ello). Se requiere, pues, a la hora de gobernar en democracia tacto político, capacidad de comunicación, persuasión, credibilidad y un timing especial, para llevar cabo no solamente las tareas normales del día a día de gobierno, sino igualmente, negociar, conversar con los diversos actores con los que se convive y esto es lo realmente difícil de logara en situaciones de esta mega crisis que estamos viviendo. Esto tiene que ver con la calidad de élites políticas, sociales, económicas, pero fundamentalmente las políticas con que calidad intelectual y formación cuentan. Aquí el desafío será como manejar crisis futuras de esta envergadura (se podría pensar en crear equipos multidisciplinarios de alto nivel integrados por las mejores mentes del país en los campos del saber).
Y como una consecuencia de ello, las políticas públicas no pueden ser sino el resultado y la ejecución de la decisión política, bajo el paradigma racional-secuencial o por el contrario pondrán el acento en la dimensión confrontativa-discontinua, de la elaboración de las políticas públicas ubicándolas como una de las arenas fundamentales en las que se libra la lucha política. Por consiguiente, se entra en la encrucijada o en el dilema ¿es la política la fuente de las políticas públicas? O por el contrario ¿las políticas públicas hacen la política? Estamos en pleno desarrollo de una sociedad del conocimiento,(prueba de ello es el esfuerzo mayúsculo que se están dando en laboratorios y científicos- médicos, farmaceutas, biólogos etc,- por los menos en cuatro países para conseguir lo más pronto posible una vacuna: China el origen del virus, Alemania, Estados Unidos y España) (recomiendo leer el artículo de Bill Gates en El País de España del día 11 de abril) que muestran que los parámetros de una sociedad de la organización, donde lo fundamental es la programación y el planeamiento y muchas veces en la política se dan dos posibles vías de acción ya no son suficientes para incentivar y promover la investigación y desarrollo para lograr una vacuna que inmunice a la humanidad lo más pronto posible.
Los derechos y garantías, como hemos visto en este días se han visto constreñidos y regulados, buscando contener la difusión y expansión del contagio del virus con el asilamiento y confinamiento social, como medida de contención y además, con otras medidas complementarias en la concientización de la gente (lavado de las manos, mayores medidas de higiene, etc). Esto ha hecho que políticos populistas aprovechen las circunstancias para coartar las libertades públicas y debilitar las reglas formales e informales de las democracias por ejemplo, en Hungría, Polonia etc. Surge pues un dilema, como muy bien lo perfila el politólogo brasileño Eduardo José Grin “…Ante el temor a la infección y la muerte, las personas han reducido aún más su interacción con la esfera pública y la política, lo que abre el espacio para la tiranía de la mayoría, según lo definido por Tocqueville. No menos importante, el pacto hobbesiano extremo aparece al acecho con la disyuntiva autoritaria siempre tentadora: ¿defensa de la vida o mantenimiento de las libertades?...”. Entonces los gobiernos pierden los contrapesos, equilibrios y regulaciones en sus acciones. Ese es un primer problema a enfrentar y hay que tratar de resolverlo hacia el porvenir y se presenta como un desafío de la democracia. Es el dilema entre libertad y seguridad.
El otro problema, es la gestión diaria que debe tener un político en funciones de gobierno, en una democracia porque aquí la política no sólo se mueve bajo la influencia de las políticas, sino también por efectos inesperados, como por ejemplo la incertidumbre y alta velocidad de la volatilidad de los fenómenos que influyen en ella (El coronavirus es una muestra fehaciente de ello). Se requiere, pues, a la hora de gobernar en democracia tacto político, capacidad de comunicación, persuasión, credibilidad y un timing especial, para llevar cabo no solamente las tareas normales del día a día de gobierno, sino igualmente, negociar, conversar con los diversos actores con los que se convive y esto es lo realmente difícil de logara en situaciones de esta mega crisis que estamos viviendo. Esto tiene que ver con la calidad de élites políticas, sociales, económicas, pero fundamentalmente las políticas con que calidad intelectual y formación cuentan. Aquí el desafío será como manejar crisis futuras de esta envergadura (se podría pensar en crear equipos multidisciplinarios de alto nivel integrados por las mejores mentes del país en los campos del saber).
Y como una consecuencia de ello, las políticas públicas no pueden ser sino el resultado y la ejecución de la decisión política, bajo el paradigma racional-secuencial o por el contrario pondrán el acento en la dimensión confrontativa-discontinua, de la elaboración de las políticas públicas ubicándolas como una de las arenas fundamentales en las que se libra la lucha política. Por consiguiente, se entra en la encrucijada o en el dilema ¿es la política la fuente de las políticas públicas? O por el contrario ¿las políticas públicas hacen la política? Estamos en pleno desarrollo de una sociedad del conocimiento,(prueba de ello es el esfuerzo mayúsculo que se están dando en laboratorios y científicos- médicos, farmaceutas, biólogos etc,- por los menos en cuatro países para conseguir lo más pronto posible una vacuna: China el origen del virus, Alemania, Estados Unidos y España) (recomiendo leer el artículo de Bill Gates en El País de España del día 11 de abril) que muestran que los parámetros de una sociedad de la organización, donde lo fundamental es la programación y el planeamiento y muchas veces en la política se dan dos posibles vías de acción ya no son suficientes para incentivar y promover la investigación y desarrollo para lograr una vacuna que inmunice a la humanidad lo más pronto posible.
En suma, conjugar la labor del técnico con la del político en un régimen democráticos es más difícil, gobernar es más intricado, debido a que es más complejo, es optar entre opciones, hay diferentes tipos de actores, es saber que se quiere, saber que se puede y que no se puede hacer, saber cuándo hay que hacerlo y finalmente, cómo hay que hacerlo, y en sociedades posindustriales de carácter democrático, es más complicado ya que hay una serie de equilibrios, derechos que hay que resguardar.
Por último, la supuesta ventaja comparativa de los regímenes autocráticos en atacar este tipo de problemas al inicio no es tanto, porque sean más eficaces sino que las sociedades son más sumisas por razones culturales (El confucionismo en el caso chino), pero que de acuerdo a investigaciones realizadas por organismos de inteligencia se debió haber declarado la expansión de esta pandemia, como tal desde el mes de enero del 2020 y que por lo tanto, se manipulo o se desinformo a la sociedad internacional de lo que realmente estaba pasando. Además, se gobierna en forma más fácil dado las características intrínsecas y propias del sistema político, pero siempre la democracia es más ventajosa ya que ella incentiva en mayor medida la transparencia en la fluidez de la información, equilibrios políticos y controles en estado de alarma como lo de hoy en día.
Es el momento de tener una épica efectiva y no sentimental o patriotera, es el momento de actuar con un equilibrio y con sentido de dirección clara que garantice nuestros derechos, pero que cuide de nuestra salud para evitar la propagación de esta terrible enfermedad eh allí el quid de la situación y por ello, sostengo, que puede haber un reforzamiento de la democracia luego que esto pase. Veremos. Hay que mantener la esperanza.
jesusmazzei@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario